De personal civil a guardia real: exigencia, valores y orgullo de pertenencia

Se relata de forma breve el periodo de formación militar básica de un guardia real del Ejército del Aire y del Espacio que concluye con la entrega de la boina azul y lo convierte en «soldado del rey»

19/08/2022

      La mañana del 23 de mayo, el Centro de Formación de la Guardia Real tenía todo dispuesto para acoger al primer ciclo de formación del Ejército del Aire y del Espacio de 2022. Una veintena de jóvenes de ambos sexos se incorporaban al acuartelamiento pardeño de El Rey para enfrentarse a las dos primeras semanas de su nueva vida. Quedaban muchas horas de trabajo por delante para poder llegar a gozar del honor de ser llamados «soldados del rey».

     Tras la bienvenida inicial, comenzaron las múltiples charlas y clases sobre filiación, derechos y deberes, vestuario y equipo, presentaciones y despedidas, régimen interior, legislación, orden cerrado y policía —una acepción de la palabra que concierne a forma de vestir y al aspecto personal (pelo, barba y complementos sobre la piel). Estas materias y algunas más ocuparon, en su versión teórica y práctica, todas las horas de estos primeros días. El objetivo; aprender lo mínimo imprescindible para «andar por casa» sin tropezar demasiado.

     Paralelamente, como preludio de la fase que estaban a punto de iniciar y que les acompañará a lo largo de su futura vida militar, comenzó la formación en educación física.  Para ello, en los primeros días se llevó a cabo una carrera de cohesión donde se pudo medir su estado de forma, así como su espíritu de sacrificio y compromiso. Esta prueba inicial sirve a los instructores para ajustar la intensidad y el ritmo de las siguientes sesiones. Es una forma de mostrar a los aspirantes que en las Fuerzas Armadas la preparación física resulta fundamental y debe practicarse a diario.

     Con la dureza de los primeros días comenzaron las primeras bajas que fueron sustituidas por otros compañeros que estaban de reserva para acceder a las vacantes de la Guardia Real. Esta primera toma de contacto y  «periodo de prueba» finalizó el domingo día 5 de junio, con el traslado al Aeródromo Militar de Virgen del Camino (León), donde se instalaron para continuar con la formación durante las siguientes siete semanas.

     En este nuevo destino y con un horario paralelo al del centro de enseñanza que les daba soporte, la Academia Básica del Aire, sus jornadas comenzaban con la preparación física, para continuar con la instrucción físico-militar, las clases teóricas, el orden cerrado y daba comienzo su preparación como combatientes. Para ello aprendieron, a su vez, a gestionar el vestuario y el equipo, a moverse en pequeñas unidades, nociones de topografía, armamento, tiro con fusil y pistola, NBQR, transmisiones, primeros auxilios e instrucción nocturna. También comenzaron las marchas de endurecimiento de dificultad ascendente, buscando siempre el aprendizaje de lo enseñado; y la formación en valores, esencia de la milicia: valor, honor, lealtad, disciplina, compañerismo, espíritu de sacrificio y de superación. El impulso que lleva a seguir adelante, sin mirar atrás, en las difíciles situaciones que uno encuentra en cualquier periodo de la vida militar.

     No obstante, a los pocos días de llegar a León otro aspirante solicitó la baja. 19 sería el número definitivo de aspirantes que ansiaba completar el ciclo.

     El adiestramiento en orden cerrado consumió muchas horas de instrucción, pues resultará una actividad fundamental una vez que se incorporen a la Escuadrilla Plus Ultra del Grupo de Honores, donde su participación en los grandes eventos de Estado necesita un aprendizaje perfecto desde el inicio. Será otra de las constantes de su servicio en filas.

     Las salidas al campo de doble o triple jornada «con todo el equipo a cuestas» sirvieron para evaluar el correcto aprendizaje de los alumnos.

     Estas siete semanas en León finalizaron con el ejercicio de entrega de boinas. En él, nuestros aspirantes tuvieron que superar diferentes retos teóricos y prácticos que, cargados de un alto nivel de estrés y exigencia física, les exigieron aplicar los conocimientos adquiridos durante todo el periodo, poniendo a prueba también los valores militares que se les había intentado inculcar.

     La recompensa mereció la pena, pues en un acto presidido por el coronel jefe de la Guardia Real, recibieron la ansiada boina azul que los identificará para siempre como guardias reales.

     Al día siguiente de lograr la boina, símbolo de nuestra unidad, la aspirante M.ª Begoña Martínez, quiso hacer una lectura de agradecimiento a compañeros y cuadros de mando que se reproduce al final de este texto. En ella relata su experiencia de sus dos primeros meses en las Fuerzas Armadas.

     Tras la despedida de León y su regreso al acuartelamiento de El Rey, completarán su formación específica en las distintas escuelas que el Ejército del Aire y del Espacio tiene en sus bases de Zaragoza, León o Getafe; dependiendo de la especialidad elegida. Sus futuros compañeros aviadores de El Pardo ya esperan su regreso.

 

  

Carta de agradecimiento de una soldado del ciclo 01/2022

     Buenos días a todos:

     Quería agradecer de alguna forma el apoyo recibido por parte de mis compañeros y hermanos y de nuestros mandos. En un ratico de autobús he escrito estas palabras. ¡Gracias!, porque sin ustedes hoy no estaría aquí para poder decirlas.

     Gracias a nuestros queridísimos cuadros de mando instructores, ¡gracias!

     Somos dueños de la cárcel más dura que existe, esa cárcel que no tiene muros ni vallas, ni ladrillos ni cemento, pero sí unas barreras mentales que nos autoimponemos nosotros mismos y otras que adquirimos desde que nacemos de esta sociedad y del sistema en el que vivimos, como apuntó nuestro gran capitán haciendo referencia a Miguel Ángel.

     Gracias a nuestros instructores, nuestros cabos Pineda, Ramos y Pozo; nuestros queridos cabos primeros De Santos y Serrano; nuestro cabo mayor, sargento, sargento primero, brigada, teniente y capitán por acompañarnos cada día en nuestro vuelo diario del ave fénix en el que ha habido diferentes subidas y bajadas, pero siempre movimiento hacia adelante.

     Cuando crees que has tocado fondo, solo es en ese momento cuando coges el mayor impulso que nunca hubieras podido imaginar. Gracias por haber buscado nuestros límites en cada uno de nosotros con el claro objetivo de comprobar que todos somos capaces de superarlos, día a día y minuto a minuto.

     Gracias por permitirnos caer, por haber estado siempre ahí y no soltarnos la mano, porque en cada momento de esta fase de formación, miraras hacia donde mires: norte, sur, este u oeste; con calor, con   frío, con rayos de sol encandilando, con oscuridad… Solamente teníamos que mover nuestra mano a cualquier lado y nunca te sentías solo. Siempre ha habido un compañero, hermano o instructor que estaba ahí. Pero SIEMPRE, recordad hermanos, SIEMPRE hay luz al final del túnel.

     Estamos deseando llegar a casa para contar historias, cada una de nuestras experiencias que hemos vivido, sufrido y luchado juntos. Padres, abuelos, hermanos, sobrinos, primos, tíos, amigos; todas las personas que nos han ayudado y aportado en nuestra vida. Su apoyo es muy necesario en cada una de nuestras vivencias y uno de los motivos principales por los que seguimos cada día.

     Gracias a cada uno de mis dieciocho hermanos por las nueve semanas vividas intensamente. Veinticuatro horas juntos han dado para todo tipo de momentos, unos muy buenos.

     Como bien nos advirtió nuestro capitán aquel día en El Pardo, damos las gracias por hacernos sentir hambre, sed, sueño y ganas de una ducha. Estoy segura de que su objetivo ha llegado y nos ha   calado para formar nuestro primer escalón y ser buenos soldados de España.

     Gracias por los valores que nos han transmitido desde aquel 23 de mayo que entramos como pollos sin cabeza en el Centro de Formación. Aquello que se nos dijo desde el primer día, lo privilegiados que éramos por pertenecer a este centro y la locura que pensábamos que era en aquellos primeros días de desenfreno... Gracias por demostrarnos cada día más y hacernos sentir cada uno de esos privilegios.

     Estoy segura de que los diecinueve que estamos aquí llevaremos por bandera y con orgullo cada día el ideario de la Guardia Real y, en mi opinión, creo que es la mejor forma de poder agradecer a nuestros mandos el quehacer diario que han tenido con nosotros en esta formación general.

     Nunca olvidaremos la mañana del 20 de julio de 2022, que siempre llevaremos grabada a fuego en el corazón con esta boina azul turquí que ya podemos oler y sentir nuestra. En estos días atrás,  cuando entrábamos a un sitio cerrado, lo primero que hacíamos era quitarnos la gorra «beisbolera», ahora, sin embargo, llevamos solo dos días con nuestra boina y ya nos cuesta quitárnosla.

     Por último, recordad una de las frases más importantes en nuestra formación: «No hay mayor satisfacción en una acción que el haberla realizado».

     «Siempre unidos, siempre fuertes»

 

Aspirante a GR. M.ª Begoña Martínez

 

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