Nuestros “Monteros de Espinosa”

Fue quizá el “muy noble Cuerpo de los Monteros de Espinosa” la primera unidad que merece el nombre de Guardia Real, puesto que se creó en el siglo XI con el fin de custodiar la persona del tercer conde de Castilla, don Sancho García. Con todo, los “Monteros de Espinosa” no constituyeron, en realidad, un cuerpo de carácter militar, ya que su misión, definida más claramente en las Partidas de Alfonso X el Sabio, era, concretamente, la de custodiar al rey mientras dormía. Más tarde se denominaron “Monteros de Cámara y Guarda de Su Majestad” y nunca dispusieron de instrumentos de guerra ni de estandarte, si se exceptúa el machete que colgaba de su cintura. Empezaron siendo cinco, que Alfonso VIII aumentó hasta 35; el rey Fernando III incluyó tres más y Fernando el Católico otros 14, lo que hacía un total de 52. Finalmente se redujeron a 48 por orden de Carlos V en 1552, en cuyo número continuó el Cuerpo hasta el siglo XVIII.

Fernando VII ‒tras la Guerra de la Independencia‒ fijó en 12 el número de Monteros, 10 con residencia en la Corte y dos en la villa de Espinosa para su descanso, que se turnaban en el servicio al rey con los que permanecían en la Corte. Con Alfonso XIII regían para los Monteros las Ordenanzas de 1854. Su número, en esa época, era de 24, de los cuales cuatro debían estar permanentemente en Madrid, mientras el resto alternaba estancia en Corte y en Espinosa. Se mantuvieron así hasta la proclamación de la Segunda República en 1931, año en la que se produjo la disolución del Cuerpo.

De manera tradicional, los Monteros de Espinosa tenían por misión velar el sueño de los monarcas, empresa que acometían en tres rotaciones: la prima, la modorra y el alba.