El sentido de las Guardias reales

Desde la antigüedad, siempre ha sido necesario proteger a los monarcas de todas las naciones de los atentados, ataques y diversos tipos de violencia a los que, inevitablemente, se han visto expuestos por parte, bien de rivales, bien de detractores de la monarquía, o incluso de familiares celosos de su poder, de ahí que, desde tiempos remotos, se conozca la existencia de cuerpos especialmente dedicados a prestar ese servicio de protección.

Como ejemplo de lo dicho se puede citar la eficaz “Guardia Pretoriana” de tiempos de los emperadores romanos ‒fundada por Publio Escipión el Africano‒ y eliminada por Constantino, así como los temibles “Genízaros” de los sultanes de la Sublime Puerta, que tuvieron su origen en el siglo XIV y continuaron su existencia hasta la caída del Imperio otomano, y a los que ni el mismo sultán se atrevía a contradecir.

En la tradición ibérica se conoce, ya en tiempos de los reyes godos, de la existencia de conjuntos de individuos dedicados a la custodia del rey, cual fueron los “Espatarios” creados en el siglo I.