Las Fuerzas Armadas han puesto fin a su mayor despliegue en España en tiempos de paz: la operación Balmis, a través de la cual han respondido a la crisis nacional más grave y compleja desde la Guerra Civil. Durante 98 días, los transcurridos desde que fue activada el 15 de marzo, siguiente al de la declaración del estado de alarma, hasta el 20 de junio, en que terminó la sexta y última prórroga, se realizaron 20.002 intervenciones para hacer frente al coronavirus en 2.302 poblaciones.
Balmis —llamada así en homenaje al médico militar que llevó la vacuna de la viruela a los territorios del imperio español en América y Filipinas a comienzos del siglo XIX— se ha desarrollado así en paralelo a este periodo de excepción, manteniendo un nivel de reacción adecuado a las necesidades de cada momento. En los peores días de la crisis intervinieron, de promedio, unos 8.000 militares, y después, a medida que la situación mejoraba, se redujo progresivamente la participación de las Fuerzas Armadas.
En el combate contra el COVID-19, los militares han apoyado a las Administraciones e instituciones y han estado con los ciudadanos en sus pueblos y ciudades, ayudándoles a afrontar la enfermedad y a mitigar sus efectos. Han desinfectado infraestructuras críticas y servicios esenciales, sobre todo residencias de mayores; reforzado las capacidades médicas civiles con la movilización de la sanidad y la farmacia militar; contribuido a poner en marcha hospitales de campaña y hoteles medicalizados; transportado por vía aérea y terrestre materiales y suministros y ayudado a distribuirlos; trasladado a pacientes entre hospitales y a fallecidos a los depósitos intermedios; atendido a personas sin hogar; colaborado con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en el control y vigilancia de espacios públicos...