16 oct. 2024
Ucrania 2024. ¿Mejor una buena guerra que una mala paz?
Ignacio Fuente Cobo
Crimea. Una península demasiado lejana
A principios de 2023, la situación de la guerra parecía sonreír a Ucrania. Las contraofensivas de Jersón y Járkov habían sido un rotundo éxito y muchos en Occidente tenían la esperanza de que las tropas de Kiev siguieran avanzando y cambiaran el rumbo de la guerra de una vez por todas. Ucrania estaba ganando.
Pronto se demostró que la victoria no iba a ser tan fácil. En el mes de mayo de 2023, el grupo Wagner lograba tomar Bajmut, un antiguo puesto cosaco avanzado que carecía de importancia estratégica, aunque el coste que tuvo que pagar para conseguirlo fue muy elevado. Bajmut se convirtió en un símbolo de la lucha entre dos ejércitos, a los que «el orgullo, el desafío y la terquedad pura»1 obligaron a combatir una de las batallas más cruentas y costosas de la guerra. Aunque Rusia terminó por imponerse, la victoria fue pírrica en una brutal batalla de desgaste que duró nueve meses2. No obstante, tanto rusos como ucranianos consideraron que la batalla había merecido la pena. Los primeros porque habían ganado y los ucranianos porque Bajmut «limitó las capacidades de Rusia en otras áreas y permitió a Ucrania prepararse para nuevos avances»3.
Tras unos meses de retraso debido al mal tiempo y la demora en la entrega de armas occidentales, Ucrania se encontraba a principios de junio de 2023 en condiciones de retomar el impulso ofensivo en varias direcciones contra el territorio ocupado por Rusia. Se pensaba, con excesivo entusiasmo, que una nueva ofensiva de primavera, que algunos comparaban con el «Día D»4 del desembarco de Normandía en la Segunda Guerras Mundial, supondría un momento decisivo en el devenir de la guerra, siempre que las fuerzas armadas ucranianas fueran capaces de romper el frente y llegar al mar de Azov. De tener éxito, la guerra entraría en una fase decisiva dividiendo en dos a las fuerzas rusas en el sur de Ucrania, antes de lanzarse al asalto definitivo de la península de Crimea.
Incluso si no fuera posible expulsar a todas las fuerzas rusas del territorio ucraniano ocupado, algo que muchos analistas consideraban improbable5, una eventual victoria ucraniana serviría para debilitar la posición estratégica de Rusia en la guerra, al tiempo que aseguraría a Ucrania seguir recibiendo apoyo militar y garantías de seguridad a largo plazo de Occidente6. Este aspecto era muy importante a la vista de la cumbre de la OTAN que debía celebrarse en Vilnius a finales de 2023, donde se iba a hablar sobre el futuro de Ucrania en la Alianza Atlántica.
Para la ofensiva, el alto mando ucraniano pensaba aprovechar las nuevas unidades creadas, las cuales habían estado recibiendo entrenamiento militar de la OTAN, así como el equipo occidental, principalmente tanques M1 Abrams y Leopard 2, que habían ido llegando a Ucrania paulatinamente7. A principios de agosto, tras varios meses de retraso, Ucrania tenía comprometido 150.000 soldados para la ofensiva con entre 50.000 y 60.000 soldados dispuestos para a ser empleados como punta de lanza, encuadrados en doce brigadas dotadas de moderno armamento occidental8. Frente a ellos, los rusos contaban con un número de efectivos que podía cifrarse en torno a los 300.000 soldados9.
Durante estos meses, los rusos no se habían estado quietos y habían aprovechado los retrasos en la ofensiva para fortificar los territorios ocupados, movilizar y entrenar a sus soldados y aumentar la producción de la industria militar10. Desde noviembre de 2022, sus ingenieros militares levantaron la más formidable línea defensiva conocida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Esta línea de defensas se extendía a lo largo de 2.000 km de longitud, desde la frontera con Bielorrusia hasta el delta del Dniéper, con especial énfasis en la región de Zaporiyia donde el mando ruso estimaba que el ejército ucraniano iba a ejercer el esfuerzo principal del ataque. Estaba compuesta principalmente por zanjas profundas, dientes de dragón anticarro, trincheras, posiciones de artillería y posiciones de tiro preparadas para emboscar vehículos, además de extensos campos de minas en la primera línea. Todo ello convertía las defensas rusas en posiciones prácticamente infranqueables11.
Al mismo tiempo, el Estado Mayor ruso reorganizó su cadena de mando haciéndola mucho más horizontal y flexible, de manera que podía combinar las diversas unidades en función de la misión y de las circunstancias colocándolas bajo un mando único12. Igualmente, desplazó sus puestos de mando y centros logísticos a retaguardia de la primera línea de manera que se pudiera reducir la eficacia de los ataques de precisión por parte de los misiles y drones contra los mismos.
Fuente: elaboración propia a partir de
https://edition.cnn.com/interactive/2023/09/world/ukraine-war-counteroffensive-maps-guide-dg/
Los cálculos más optimistas de la OTAN durante el período de planificación estimaban que el ejército de Ucrania podría avanzar treinta kilómetros al día siguiendo el ejemplo de la contraofensiva de Jersón de otoño de 202213, lo que potencialmente le permitiría llegar al mar de Azov en una semana. La realidad iba a ser muy distinta.
El 5 de junio, las fuerzas armadas de Ucrania comenzaron lo que la viceministra de Defensa de Ucrania, Hanna Maliar, denominó «acciones ofensivas en varias direcciones»14. Había comenzado una gran ofensiva en cinco áreas de la línea del frente en el sur del óblast de Donetsk, en el sector de Zaporiyia, con dos direcciones principales de ataque que rompieron brevemente las primeras defensas rusas. No obstante, desde los primeros momentos, las tropas ucranianas se toparon con la solidez del esquema defensivo ruso que esa misma tarde recuperó las posiciones perdidas.
A pesar de que, desde los primeros momentos, el ejército ucraniano se mostró incapaz de romper el frente evidenciando que la ofensiva podía terminar convirtiéndose en un fracaso, el mando ucraniano decidió perseverar en sus intentos de seguir avanzando, en un terco y prolongado empeño que duró varios meses. Durante el tiempo que duró la ofensiva, los combates fueron encarnizados, pero los avances ucranianos fueron mínimos, con algunos éxitos tácticos que no se tradujeron en resultados estratégicos.
Para noviembre de 2023, las exhaustas tropas ucranianas se quedaron sin infantería con capacidad de asalto y, más peligroso, sin municiones. Cinco meses después del comienzo, el impulso ofensivo estaba agotado y la ofensiva se estancó con fuertes bajas y numerosas unidades de artillería presentando una grave falta de munición. Cualquier intento de seguir avanzando se volvió inviable15.
Con el fin de aliviar la presión militar en el frente de Zaporiyia, las fuerzas armadas ucranianas lanzaron una acción de diversión en el óblast de Jersón cerca de la desembocadura del Dniéper. El 30 de octubre de 2023, la infantería de marina ucraniana cruzaba el río y tomaba Krynky en la orilla izquierda con el apoyo lanzacohetes MRLS y artillería. Aunque consiguieron establecer una pequeña cabeza de puente, no fueron capaces de ampliarla y avanzar hacia el sur en dirección a Crimea quedando embolsados en la orilla izquierda del río. Los intensos combates por mantenerse en la orilla continuaron durante ocho meses, con fuertes pérdidas para los ucranianos, que terminaron finalmente por abandonarla en junio de 2024. También, las fuerzas rusas sufrieron un duro desgaste y desperdiciaron algunas de sus mejores unidades en acciones de contraataque —entre ellas los 382º y 337º regimientos aerotransportados—, pero fue la infantería de marina ucraniana quien pagó el mayor precio para mantener una cabeza de puente sobre el Dniéper, que nunca tuvo más sentido que convertirse en otra batalla de desgaste16.
A finales de 2023, era evidente que los resultados de la ofensiva ucraniana estaban muy lejos de los ambiciosos objetivos estratégicos que se habían trazado inicialmente y con un coste en vidas humanas y materiales muy elevado para ambos bandos. Según afirmaciones del Ministerio de Defensa ruso, los ucranianos habrían perdido más de 90.000 heridos y muertos, casi 600 tanques y alrededor de 1.900 vehículos blindados durante la contraofensiva. Por su parte, los ucranianos estimaban las pérdidas de las fuerzas rusas en 15.000 bajas al mes, con un pico de 25.000 bajas durante el mes de agosto, cuando tuvieron lugar los combates más duros17. Aunque estas cifras de ambos bandos hay que tomarlas con cautela, sí son un indicador de la dureza de los combates.
Las causas del fracaso de la ofensiva fueron múltiples empezando por una excesiva ambición en cuanto a los objetivos a alcanzar. A ello habría que añadir la inferioridad de Ucrania en potencia de fuego artillero, la falta de apoyo aéreo, la insuficiencia de medios adecuados para superar los extensos campos de minas preparados por Rusia y la falta de iniciativa de los mandos ucranianos en el nivel táctico, cuya escasa experiencia y limitada formación militar les impidió explotar las brechas abiertas en las líneas rusas y profundizar rápidamente antes de que pudieran ser cerradas.
Otro factor clave fue la incapacidad de Ucrania de ajustar su estrategia a las circunstancias, una vez que se demostró que el esfuerzo inicial en dos ejes de ataque no resultaba eficaz, a lo que habría que añadir que las fuerzas rusas, después de un año y medio de guerra, demostraron ser más eficaces y sus mandos competentes de lo que las evaluaciones occidentales habían esperado18.
En noviembre, en un inesperado gesto de honestidad hacia sus soldados, el general jefe del Estado Mayor ucraniano, Valerii Zaluzhnyi, admitía que la guerra estaba «en un punto muerto» y que no era posible lograr un avance significativo a menos que se produjera un «salto tecnológico masivo»19. De no producirse, Rusia tendría la ventaja en una guerra de desgaste casi estancada, al tener más recursos humanos y naturales, mientras Ucrania se desangraría hasta el agotamiento, lo que conduciría a su inevitable derrota.
Lo que venía Zaluzhnyi a criticar, sin decirlo abiertamente, era que los aliados occidentales, temerosos ante la posibilidad de una eventual escalada, se habían mostrado demasiado cautos en el envío de armamento de última tecnología y que las entregas habían sido deliberadamente retenidas en un intento de sostener el esfuerzo de guerra de Ucrania dentro de unos límites. La consecuencia de esta actitud occidental deliberada fue que el armamento no se entregó en tiempo, cantidad y calidad suficiente para que la ofensiva de Ucrania hubiera tenido éxito. En particular, afirmaba que «la contraofensiva de Ucrania se vio frenada por la falta de aviones de combate modernos y municiones de artillería»20 atribuyendo el fracaso a la falta de aviones de combate F-16 y misiles balísticos tácticos de ataque en profundidad MGM-140 ATACMS.
Las críticas del general Zaluzhny le valieron su destitución el 8 de febrero de 2024 como comandante en jefe de las fuerzas armadas de Ucrania, siendo sustituido por el general Oleksandr Syrskyi quien anteriormente había servido como comandante en jefe de las Fuerzas Terrestres de Ucrania. Se trataba de un militar enérgico, cuyo origen ruso no le había impedido ser el arquitecto de la exitosa contraofensiva de Járkov en 2022. Sin embargo, su poca consideración por la vida de sus soldados durante la batalla de Bajmut le había hecho objeto de fuertes críticas por «perseguir tácticas militares sangrientas al estilo soviético» que derivaron en cuantiosas pérdidas ucranianas21.
El fracaso de la contraofensiva ucraniana puso en evidencia que la guerra basada en la maniobra de grandes unidades resultaba imposible de ejecutar, lo que obligó al mando ucraniano a reinventar tácticas de infiltración que no se habían utilizado en ninguna guerra convencional desde la Segunda Guerra Mundial. Es decir, hubo que volver a emplear pequeños destacamentos que se infiltraban a través de los campos minados y despejaban sigilosamente el terreno con el apoyo de artillería y drones para, a continuación, asaltar las posiciones rusas en un intento de capturarlas, o causar su desgaste. El lado negativo de esta recuperada táctica del combate de infantería era que, el pequeño tamaño de los equipos de asalto y la duración de las operaciones, se traducía normalmente en una mayor lentitud de la contraofensiva y en una mejor capacidad de los defensores rusos de reaccionar a los ataques.
Tampoco tuvo un impacto significativo en las operaciones ni se tradujo en beneficios inmediatos para Ucrania, la rebelión del Grupo Wagner contra el presidente Vladímir Putin, la cual tuvo lugar durante la ofensiva, a pesar de la facilidad con la que las fuerzas de Wagner se acercaron a menos de 200 km de Moscú22. Quizá el efecto más importante de esta intentona golpista fuera el hecho de que «las fuerzas rusas no hicieron más para detener el avance de Wagner»23, lo que ponía de manifiesto la incapacidad rusa de reaccionar rápidamente a este tipo de imprevistos, así como su falta de reservas.
El resultado decepcionante de la ofensiva se tradujo en una creciente desilusión en la opinión pública ucraniana por el futuro de las operaciones y la fe en la victoria. Cuando al presidente Zelenski se le preguntó si estaba satisfecho con los resultados de la contraofensiva, no pudo más que dar una respuesta ambigua afirmando: «Mira, no vamos a retroceder, estoy satisfecho. Estamos luchando con el segundo (mejor) ejército del mundo», para agregar a continuación: «Estamos perdiendo gente, no estoy satisfecho. No conseguimos todas las armas que queríamos, no puedo estar satisfecho, pero tampoco puedo quejarme demasiado»24.
Posiblemente no podía decir otra cosa dadas las circunstancias, ante la disminución del flujo de ayuda militar de los Estados Unidos, la creciente oposición fundamentalmente en las filas republicanas a la guerra en Ucrania y la aparición de una nueva guerra en Gaza, que desvió el centro de atención de las preocupaciones estratégicas norteamericanas hacia Oriente medio25. El conflicto entraba en «una nueva fase», en la que el duro invierno iba a complicar la situación militar de Ucrania y el curso de las operaciones, que quedaban ahora bajo la iniciativa de Rusia.
Rusia toma la iniciativa. La batalla de Avdiivka
A principios de octubre de 2023, con la ofensiva ucraniana estancada, el alto mando ruso decidió que había llegado el momento de pasar a la ofensiva. El centro de gravedad se trasladó a Avdiivka, una ciudad del óblast de Donetsk que estaba considerado la puerta de entrada al Dombás occidental26. Avdiivka, que contaba con unas 32.000 personas antes de la guerra —reducida a unas 2.500 personas en el 2023—, era un punto estratégico de las defensas ucranianas en la región de Donetsk, desde el que se protegía varias posiciones militares clave más al oeste y se ponía a la cercana ciudad de Donetsk, controlada por Rusia, bajo fuego artillero y constante amenaza de asalto.
Militarmente estaba muy fortificada, contando con un denso sistema de trincheras, posiciones de tiro y búnkeres reforzados con hormigón armado, lo que la hacía muy difícil de conquistar. Sus condiciones defensivas podían compararse con las de la planta de acero de Azovstal durante el asedio de Mariupol, que tanto costó tomar a Rusia en 2022. La captura de Avdiivka que, desde marzo de 2023, se encontraba prácticamente rodeada por las fuerzas rusas, permitiría ocupar una ciudad estratégica convertida en un símbolo de la resistencia ucraniana, al tiempo que alejaría la amenaza del ejército ucraniano de la cercana ciudad de Donetsk en manos rusas27.
La batalla por Avdiivka, también conocida como la «segundo Bajmut» o «Bajmut 2.0» debido a las similitudes en las condiciones del campo de batalla, las tácticas empleadas por ambas partes y el elevado número de bajas que produjo28, comenzó el 10 de octubre, cuando tres brigadas de fusiles motorizados rusas iniciaron una acción ofensiva, empleando una nueva táctica de asalto. El anterior ataque ruso contra la ciudad ucraniana fortificada de Bajmut en 2023 había consistido básicamente en lanzar sucesivas oleadas de unidades de infantería contra posiciones ucranianas fuertemente fortificadas, que fueron finalmente capturadas después de varios meses, si bien al precio de decenas de miles de víctimas. En Avdiivka se buscó evitar el choque frontal y reducir las bajas mediante una acción de doble envolvimiento de la ciudad, lo que no impidió que se convirtiera en una de las batallas más sangrientas y feroces de la guerra29.
Fuente: The Kyiv independent. https://kyivindependent.com/avdiivka-defense-uncertain-as-ukraine-struggles-with-fortification/
Inicialmente, las tropas de asalto mantuvieron la doctrina convencional rusa de atacar en olas, con la primera consistente en soldados bisoños ligeramente armados para obligar a los defensores a gastar sus limitadas existencias de municiones, los cuales eran seguidos de efectivos bien entrenado para explotar los puntos débiles identificados en las defensas ucranianas. Esta táctica se complementaba con reconocimientos, emboscadas y acciones de sabotaje por parte del personal de operaciones especiales que se infiltraban detrás de las líneas del frente utilizando la extensa red de túneles de la ciudad30. No obstante, a medida que la batalla fue prolongándose en el tiempo, la táctica rusa de oleadas fue reemplazada por el empleo de soldados profesionales bien descansados y entrenados que se infiltraban en la ciudad en pequeños grupos tras fuertes bombardeos de artillería31.
También el mando ruso cambió el perfil del combatiente. Si en Bajmut, el grueso de las fuerzas fue aportadas por los mercenarios de Wagner, en Avdiivka Rusia decidió utilizar como fuerza principal al 8.º Ejército de Armas Combinadas, que consistía en el 1er Cuerpo del Ejército de la República Popular de Donetsk (DPR), así como el 2.º Cuerpo de Ejército de la República Popular de Luhansk (LPR). Se trataba de unidades formadas por personal nativo del Dombás, con larga experiencia de combate frente a los soldados ucranianos adquirida en la larga guerra de baja intensidad que siguió a la revolución del Euromaidan de 2014. A esta fuerza se les añadió la 20.ª y 150.ª Divisiones de fusileros motorizados del ejército regular de la Federación Rusa que actuaban como reserva32.
Dos días después de iniciado el ataque, las fuerzas rusas «no habían asegurado ningún avance importante»33 y resultaba poco probable que pudieran rodear a las fuerzas ucranianas, debido a las fuertes pérdidas y a los contraataques en el flanco sur del despliegue ruso. La dureza de los combates obligó a las fuerzas rusas a hacer una pausa operacional para reagruparse y reforzarse, trasladando la 6.ª división de fusileros motorizados del frente de Zaporiyia a Avdiivka. Unos días después, reiniciaron las operaciones con la captura de la montaña de escombros al oeste del ferrocarril y la planta de Coca-Cola, una posición elevada tácticamente importante, dado que dominaba la ciudad34.
A principios de noviembre de 2023, el ritmo de los ataques rusos disminuyó momentáneamente debido al empeoramiento de las condiciones meteorológicas, con fuertes lluvias y lodo que complicaban los movimientos y la logística para ambos ejércitos. Para entonces, las tropas rusas habían capturado al menos el 60% de la zona industrial situada al sureste de la ciudad, que constituía la zona de primera línea fortificada de Ucrania y que se había mantenido en sus manos desde 2014. Para evitar el ataque frontal a una posición tan fuerte, las unidades rusas comenzaron a expandirse por la «zona gris» al norte de Avidiivka en un movimiento de envolvimiento, que se veía obstaculizado por la posesión en manos ucranianas de una planta de carbón convertida por dichas tropas en una posición defensiva «casi perfecta», al estar repleta de túneles, líneas de ferrocarril y estrechos callejones que proporcionaban a Ucrania una «ventaja defensiva local» muy importante35.
A pesar de la fortaleza de las defensas, las constantes oleadas de ataques rusos terminaron por agotar las líneas ucranianas y, el 22 de noviembre, el 255.º regimiento perteneciente a la 20 división rusa de fusileros motorizados capturaba las fortificaciones defensivas al suroeste de la zona industrial. Al día siguiente comenzaba la «tercera ola» de asaltos rusos a Avdiivka por parte de varias columnas mecanizadas, de manera que para el 4 de diciembre toda la zona industrial estaba bajo control de las fuerzas rusas que avanzaban desde «todas las direcciones» mientras se producían intensos combates en los alrededores de la planta de carbón36. En esos momentos, las fuerzas rusas superaban a los defensores ucranianos en una proporción de cinco a uno y tenían abrumadora superioridad aérea y de artillería, frente a unas unidades ucranianas que informaban de suministros insuficientes y de escasez de municiones de 155 mm.
Los asaltos rusos continuaron hasta principios de enero de 2024, sin resultados apreciables, por lo que decidieron cambiar la táctica de tratar de flanquear a Avdiivka con asaltos blindados rápidos pero expuestos a la reacción defensiva, sustituyéndola por infiltraciones de pequeños grupos de asalto de infantería que eludían los ataques directos a las posiciones ucranianas. También cambiaron las direcciones de ataque desde el norte y el oeste de la ciudad para atacar desde el sur y el este. Estos cambios se tradujeron en avances significativos de las fuerzas rusas en el sur, que se vieron en parte facilitados por la infiltración de un reducido número de efectivos de operaciones especiales por la red de alcantarillado para emerger detrás de las posiciones ucranianas37.
Para el 22 de enero, las tropas rusas habían entrado en zonas urbanas al norte y oeste de la ciudad y se encontraban en las proximidades de la planta de carbón defendidas por la 110.ª Brigada Mecanizada ucraniana, sin que sus contraataques para recuperar las posiciones perdidas tuvieran éxito. Un mes más tarde, la situación en la ciudad se había vuelto crítica con los rusos avanzando hacia el centro de Avdiivka y la 110.ª Brigada Mecanizada ucraniana agotada con «todos los que pueden sostener una ametralladora»38 utilizados para mantener la línea del frente.
Los rusos hicieron uso de su poderío aéreo lanzando sobre Avdiivka cientos de bombas de planeo FAB-1500, altamente letales al ser capaces de planear grandes distancias y de crear un cráter de 15 metros de ancho y desplazar los objetos en su interior a más de 500 metros. Ello, junto con su mayor producción de drones y de superioridad artillera —que les permitía disparar cinco proyectiles por cada uno ucranianos—, convirtieron las defensas ucranianas «en un infierno» y en «una bendición para el bando de Putin»39, que consolidó sus avances40. Las fuerzas ucranianas intentaron compensar la falta de proyectiles de artillería con el empleo de sus propios drones, los cuales resultaron muy sensibles a las condiciones climáticas adversas del invierno ucraniano41.
Ante lo difícil de la situación, a mediados de febrero el mando ucraniano se vio obligado a transferir sus últimas reservas, en particular la 3.ª Brigada de Asalto, considerada una unidad de élite, pero que había sido fuertemente castigada en la batalla de Bajmut y no había tenido tiempo de recuperarse. Esta Brigada se desplegó en la planta de carbón. La 110.ª Brigada Mecanizada del ejército ucraniano, que había defendido la ciudad sin parar desde marzo de 2022 y que se encontraba exhausta, empezó a abandonar la ciudad. Se confirmaba la decisión del mando ucraniano de retirarse parcialmente de Avdiivka42, antes de que las fuerzas rusas cortasen la línea de comunicación terrestre ucraniana con la retaguardia y rodeasen a las unidades que defendían el centro urbano y las fortificaciones más meridionales del bastión de trincheras y fortificaciones del sur de la ciudad43.
Para ablandar la defensa ucraniana, la Fuerza Aérea rusa bombardeó las posiciones ucranianas en toda la ciudad, sin encontrar resistencia dada la carencia de artillería antiaérea. El empleo de municiones incendiarias produjo una nube de humo tóxico que cubrió toda la ciudad convertida en un escenario de película futurista de ciencia-ficción44.
En la noche del 14 al 15 de febrero, para evitar el aniquilamiento, las agotadas tropas de la 110.ª Brigada de Ucrania abandonaban «bajo una lluvia de proyectiles de artillería y fuego de ametralladoras» la denominada posición defensiva «Zenit», un bastión de trincheras y fortificaciones ubicadas en el flanco sur de Avdiivka, que había impedido durante años cualquier asalto directo desde el sur, sufriendo en la retirada numerosas bajas que quedaron abandonadas a su destino45. Esta zona fue inmediatamente ocupada por el 1er Cuerpo de Ejército de la República Popular de Donetsk con lo que, a partir de ese momento, el destino de la ciudad estaba echado.
El 16 de febrero, 15.000 soldados rusos completaban el envolvimiento quedando toda Avdiivka en sus manos. Simultáneamente, 5.000 soldados ucranianos intentaban una retirada en masa que se produjo de una manera cada vez más caótica y costosa46. Los últimos en hacerlo fueron los soldados de la formidable 3.ª Brigada de Asalto que habían cubierto desde la planta de carbón la retirada del resto de las unidades. Lo hicieron por la llamada «carretera de la muerte»47, donde fueron alcanzados por la artillería y drones rusos, lo que ocasionó su casi completa destrucción. Esta fase final de la batalla fue descrita por el New York Times como la «batalla más feroz de la guerra»48 y se refleja en el hecho de que no más de 300 soldados ucranianos fueran hechos prisioneros por parte de las fuerzas rusas, las cuales fueron acusadas de crímenes de guerra49.
El 18 de febrero de 2024, las banderas rusas ondeaban por toda la ciudad incluida la planta de carbón, al tiempo que el Ministerio de Defensa ruso declaraba que las fuerzas rusas habían tomado «todo el control» de Avdiivka. Con la felicitación del presidente ruso Vladímir Putin a sus tropas por la captura de la ciudad, el comandante a cargo del asalto a Avdiivka, el coronel general Andrei Mordvichev, daba por finalizada una batalla que había durado cuatro meses y que medios occidentales como el New York Times calificaron como «la primera gran batalla ganada por las fuerzas rusas» desde la captura de Bajmut en mayo de 202350.
Aunque el número de bajas es uno de los secretos mejor guardados de esta guerra, en febrero de 2024, el Instituto para el Estudio de la Guerra norteamericano (ISW) afirmaba, utilizando estimaciones ucranianas, que las bajas rusas tras la captura de Avdiivka podían estar en una horquilla que iba de los 16.000 a 47.000 entre muertos y heridos51, con un pico durante los momentos culminantes de la batalla en febrero de 2024. Las bajas ucranianas serían algo inferiores dado que se encontraban a la defensiva y, por tanto, inicialmente mejor protegidos si bien la enorme superioridad de fuegos de Rusia y la retirada bajo enorme presión, habrían aproximado sus cifras a las de los rusos.
El éxito ruso fue causado en gran medida por la falta de suficientes suministros de armas para Ucrania52 y, principalmente, por la escasez de municiones resultado de la retención de la ayuda militar prometida de 60.000 millones de dólares por parte del Congreso de los Estados Unidos desde octubre de 2023. Pero en última instancia, el factor decisivo clave para que los rusos capturasen Avdiivka se debió al hecho de que sus fuerzas habían mejorado extraordinariamente su capacidad de cooperación aeroterrestre, de manera que supieron aprovechar su superioridad aérea para «proporcionar a las tropas terrestres un apoyo aéreo próximo»53 mediante el uso rutinario de bombas de planeo sobre las posiciones ucranianas, un factor que se mostró determinante en el resultado final de la operación ofensiva. El propio general Zaluzhnyi admitía antes de su destitución que habían subestimado la voluntad de combatir de los líderes y soldados rusos, al indicar que «Rusia ha perdido al menos 150.000 muertos. En cualquier otro país, tales bajas habrían detenido la guerra»54.
La batalla de Avdiivka supuso un enorme desafío operativo y logístico para Ucrania, además de un enorme costo psicológico por la decisión de retirarse de una ciudad, cuya caída supuso una grave pérdida para el ejército ucraniano. Sin embargo, en su favor puede decirse que el ejército ucraniano fue capaz de cumplir con el objetivo establecido por su comandante en jefe, el general Syrskyi de preservar su poder de combate y prepararse para operaciones futuras. La 110.ª Brigada Mecanizada que había defendido a Avdiivka durante casi dos años, demostró una inmensa capacidad de sacrificio, al igual que la 3.ª Brigada de Asalto que actuó como fuerza de seguridad. El elevado costo en vidas humanas y material que tuvo la retirada corroboró, una vez más, los enormes obstáculos que supone para cualquier ejército hacerlo bajo presión del enemigo558.
La captura de la ciudad representó un importante un impulso moral para el ejército ruso y proporcionó también al presidente ruso Vladímir Putin una victoria en el campo político pocas semanas antes de las elecciones presidenciales rusas de 2024. Estas se desarrollaron entre el 15 y el 17 de marzo de 2024 con una aplastante victoria de Vladímir Putin que fue reelegido para un tercer mandato consecutivo con el 88% de los votos, el porcentaje más alto de victoria en una elección presidencial en Rusia desde la disolución de la Unión Soviética56.
El 29 de febrero, el jefe militar de Ucrania, el coronel general Oleksandr Syrskyi, emitió un amargo informe en el que afirmaba que su inspección del comportamiento de las tropas en la región de Donetsk revelaba que algunos comandantes «cometieron ciertos errores de cálculo al dominar la situación y evaluar al enemigo, lo que afectó directamente la estabilidad de la defensa en ciertas direcciones», por lo que enfatizaba la importancia de contar con comandantes experimentados y decisivos57. Por su parte, el presidente Zelenski, mucho más comedido, se limitaba a elogiar a sus tropas por «agotar» a las fuerzas rusas.
Rusia abre un nuevo frente. La batalla por Járkov
La conquista de Avdiivka permitió mejorar la logística militar rusa y reponer las pérdidas en el óblast de Donetsk en previsión de futuros avances terrestres, al tiempo que demostró que Rusia era capaz de mantener su esfuerzo de guerra ofensivo durante un tiempo prolongado. Con su economía adaptada a un escenario de guerra, un gasto militar total que representaba un tercio de su presupuesto nacional y alcanzaba alrededor del 7,5% del PIB, un crecimiento del PIB superior del 3,6% en el 2023 y la inflación contenida en menos del 9%58, Rusia podía atender las necesidades de su población y abastecer simultáneamente de personal y material a sus fuerzas armadas. Además, el suministro de munición de artillería, municiones merodeadoras y misiles balísticos de Irán y Corea del Norte reforzaban sus capacidades y acentuaba el desequilibrio militar en beneficio de Rusia. Eso significaba que podía contar con suficientes misiles y drones para mantener un nivel constante de presión sobre las defensas aéreas de Ucrania y continuar con la ofensiva terrestre, al tiempo que atacaba su industria de defensa y erosionaba la moral civil y militar de la población ucraniana59.
En este contexto favorable, el mando ruso decidió aprovechar el impulso ofensivo y continuar el avance hacia el oeste de Avdiivka, capturando sin apenas oposición diversos asentamientos próximos. Las fuerzas rusas eran capaces de mantener un alto ritmo operativo y explotar las oportunidades tácticas que les ofrecía la victoria en Avdiivka60. Unas semanas después, el 10 de mayo de 2024, el mando ruso decidió abrir un nuevo frente al norte del óblast de Donetsk, lanzando un complejo ataque con aviones, blindados, artillería y tropas de infantería mecanizada con el objetivo puesto en Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania. Se trataba del segundo intento ruso de avanzar sobre la ciudad, después de que las tropas ucranianas repelieran con éxito el primero durante la invasión en febrero de 2022.
Complementariamente, Rusia podría crear una zona de amortiguamiento a vanguardia, que alejaría de la frontera rusa61 los ataques de las milicias de voluntarios rusos que combatían en favor de Ucrania encuadrados en el Cuerpo Voluntario Ruso y la Legión de la Libertad de Rusia. Estas unidades de rusos proucranianos habían realizado molestas incursiones transfronterizas en las regiones de Kursk y Belgorod en 2023 y más tarde en 2024, dado que cuestionaban la capacidad del Kremlin de proteger sus fronteras y en cuya destrucción los rusos tuvieron que comprometer importantes medios62.
Más que de montar una nueva ofensiva en toda su dimensión, la incursión rusa parecía, por tanto, ser parte de una estrategia deliberada consistente en atraer las reservas de Ucrania de la zona de Chasiv Yar y Avdiivka63 donde Rusia estaba preparando la ofensiva principal de primavera. Con un volumen de tropas que no superaba los 48.000 efectivos64, se trataba de una maniobra secundaria de diversión, mientras que el esfuerzo principal de las operaciones militares continuaba desarrollándose, lenta pero inexorablemente, a 150 millas al sur, dirigiéndose desde Avdiivka hacia la pequeña y estratégicamente ubicada ciudad de Chasiv Yar. La toma de esta antigua ciudad-fábrica permitiría a las fuerzas rusas situarse lo suficientemente cerca de la autopista que recorre Kostantinivka-Kramatorsk-Sloviansk en la retaguardia ucraniana, como para cortar las líneas de suministro ucranianas.
La ofensiva tenía lugar en unos momentos muy complicados para Ucrania, en los que sus tropas parecían estar mal preparadas para resistir una nueva ofensiva65, como consecuencia del desgaste producido por los combates de los meses anteriores. Además, el estiramiento del despliegue defensivo a lo largo de un frente de 1.000 km, reducía la capacidad de defensa y obligaba, en caso de ataque, a una reubicación parcial de tropas extraídas de otras aéreas que quedaban debilitadas y expuestas a ataques secundarios66.
Afortunadamente para los ucranianos, la incertidumbre sobre su situación militar mejoró sensiblemente a finales de abril, cuando los Estados Unidos aprobaron finalmente un paquete de ayuda militar de 61.000 millones de dólares que incluía misiles, artillería y sistemas de defensa aérea, muy necesarios en esos momentos para reforzar las debilitadas fuerzas armadas ucranianas67.
Fuente: elaboración propia a partir del The Kyiv independent. https://kyivindependent.com/avdiivka-defense-uncertain-as-ukraine-struggles-with-fortification/
Pero lo que realmente cambió la situación sobre el terreno en beneficio de Ucrania fue que, en el mes de mayo, los Estados Unidos levantaran las restricciones que impedían a las tropas utilizar las armas suministradas en el interior del territorio ruso próximo a la frontera. Los estadounidenses habían llegado a la conclusión de que las continuas amenazas rusas de escalada en caso de que se utilizaran eran infundadas y vacías68.
Con el veto levantado, Ucrania utilizó los sofisticados sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad guiados (HIMARS), suministrados por los Estados Unidos para atacar a los misiles S-300 rusos, que estaban golpeando Járkov desde posiciones cercanas a la frontera69. Ello detuvo la ofensiva de Rusia casi en sus momentos iniciales, al tiempo que proporcionó a las tropas ucranianas tiempo suficiente para reubicar los refuerzos procedentes del sur y el este.
No parece, por tanto, que los rusos realmente pensaran que podían ocupar Járkov70, una ciudad fuertemente defendida donde los ucranianos habían construido un complejo sistema de defensas que incluían kilómetros de trincheras protegidas con alambre espinoso, campos de minas e incontables líneas de dientes de cemento anticarro. Así pareció demostrarlo el hecho de que unos días después de iniciado el ataque, los soldados rusos solo lograron reclamar la ocupación de una pequeña zona en las afueras de Vovchansk, una localidad próxima a la frontera y a 70 kilómetros de Járkov. Rusia no tenía suficientes soldados para tomar la ciudad.
Para el 6 de julio, las fuerzas rusas estaban lejos de lograr su objetivo de crear una zona de amortiguamiento de 15 kilómetros en el interior de Ucrania, sin que la deficiente dirección operacional del mando ruso y las limitadas habilidades tácticas del coronel general Alexander Lapin, comandante de la Agrupación del Norte de las Fuerzas de Rusia, lograse algo más que intentar avanzar modestamente en la dirección de Vovchansk71. Para esa fecha, la situación era de estancamiento militar en el sector de Járkov, lo que abría nuevas oportunidades para Ucrania de actuación en otras partes, en unos momentos en los que se encontraba fuertemente necesitada de lograr algún éxito militar que le permitiera justificar la continuación de la ayuda militar occidental y, eventualmente, llegar a cualquier forma de negociación en términos aceptables.
El balance final de la ofensiva de Járkov puede calificarse de favorable para Ucrania y un serio fracaso operacional para las fuerzas rusas, debido al gran número de tropas y equipo que perdieron y la escasa ganancia territorial conseguida. A los pocos días de iniciado el ataque, este se detuvo muy lejos de Járkov y sin que hubieran logrado su objetivo de destruir las reservas ucranianas. No obstante, el éxito ucraniano en Járkov resultó tan solo un paliativo temporal a sus aflicciones operativas, ya que no lograron alterar esencialmente la dinámica de la guerra, ni los avances rusos en otros frentes.
Con el comienzo de la incursión ucraniana en el óblast ruso de Kursk de agosto de 2024, la actividad en Járkov cayó significativamente, con pequeños enfrentamientos a lo largo de la línea del frente. Las fuerzas ucranianas se mantenían firmes y, aunque la ciudad fue objeto de repetidos ataques de bombas planeadoras lanzadas desde aviones rusos, siguió estando fuera del alcance de sus ambiciones territoriales y, también, de su artillería72.
Rusia avanza en el este. La ofensiva del saliente de Ocheretyne
La incursión al norte de Járkov tuvo lugar a una considerable distancia de la región principal del frente en el llamado saliente de Ocheretyne, donde Rusia continuaba con sus operaciones ofensivas tras el éxito que supuso la toma de Avdiivka. Después de una pequeña pausa operacional para reorganizarse, el ejército ruso continuó su avance hacia el oeste con el objetivo de capturar la ciudad de Pokrovsk en el óblast de Donetsk, una ciudad situada a unos ochenta kilómetros al noroeste de Avdiivka. Se trataba de la principal base logística para las tropas de Ucrania en la línea del frente oriental, además de ser un importante centro de comunicaciones donde se cruzan varias carreteras y líneas de ferrocarril principales. Pokrovsk era, por tanto, una continuación natural de la batalla por Avdiivka ya que su caída podía suponer el desmoronamiento de toda la línea del frente.
Más al norte, la atención rusa se centró en la ciudad de Chasiv Yar, situada en una colina desde la que se domina algunas de las ciudades importantes de Donetsk todavía bajo control ucraniano. Para esta ofensiva, el mando ruso había desplegado alrededor de un tercio del Grupo de Ejército Central —unos 30.000 soldados—, junto con sus mejores reservas73.
El 14 de abril, las fuerzas rusas avanzaron hacia el norte hacia Ocheretyne, lo que dio lugar a una batalla de desgaste que duró varios días y que se resolvió favorablemente para los rusos, después de que la 115.ª Brigada Mecanizada de Ucrania, que defendía la población, abandonase sus posiciones de primera línea sin permiso, dejando el sector indefenso y permitiendo a las fuerzas rusas avanzar cinco kilómetros74.
Fuente: elaboración propia a partir de mapa del ISW. https://storymaps.arcgis.com/stories/36a7f6a6f5a9448496de641cf64bd375
Ante la gravedad de la situación, el mando ucraniano no tuvo más remedio que echar mano de la castigada 47.ª Brigada Mecanizada, una unidad que se había portado muy bien en Avdiivka, pero de cuyos durísimos combates no había tenido tiempo de recuperarse. El despliegue de estas reservas en la zona, no impidió la captura de Ocheretyne por las fuerzas rusas el 28 de abril. También contribuyó a esta derrota la penosa situación militar ucraniana debido a la escasez de municiones y equipo75. El Ministerio de Defensa ruso confirmó la captura el 5 de mayo.
Tras una breve pausa operacional, el 17 de julio comenzaron combates por Prohres, una aldea en el centro de la provincia de Donetsk, que las fuerzas rusas ocuparon sin demasiados problemas al día siguiente. El avance se debió en buena medida a los fuertes ataques aéreos rusos que provocaron el derrumbe y posterior retirada de las 110.ª y 47.ª Brigadas Mecanizadas que la defendían. La captura de la aldea de Prohres colocó en una difícil posición a las Fuerzas Armadas de Ucrania (AFU) en el sector del saliente de Ocheretyne, ya que amenazaba las líneas de suministro de Ucrania en la parte más vulnerable del frente76.
Durante el mes de agosto, con las mejores unidades ucranianas empeñadas en su arriesgada incursión en Kursk, las fuerzas rusas siguieron avanzando lenta pero ininterrumpidamente hasta situarse a pocos kilómetros de la ciudad de Pokrovsk. La situación se volvió muy complicada para los ucranianos, como admitía el propio presidente Zelenski77. A finales de agosto el ejército ruso tomaba, sin combatir, la importante ciudad ucraniana de Novohrodivka que antes de la guerra contaba con 20.000 habitantes. La decisión de no defenderla fue muy criticada en Ucrania y su explicación estaría en que, con sus fuerzas infradotadas y superadas en número por los rusos, el ejército ucraniano consideró que su defensa no valía las posibles pérdidas, por lo que resultaba preferible retirarse para reforzar la defensa de Pokrovsk.
Como esfuerzo secundario, las fuerzas rusas lanzaron ataques de menor entidad contra la ciudad de Selidove, justo al sur de Novohrodivka, y otras zonas de la región de Donetsk en la que se conoció como la batalla de Toretsk, un esfuerzo renovado para capturar partes de la región de Donetsk y un intento de flanquear la disputada ciudad de Chasiv Yar desde el sur.
En el curso de esta batalla secundaria, las fuerzas rusas se apoderaron el 11 de agosto de la mayor parte del noroeste de la pequeña y cercana ciudad de Niu-York y, con ella, de las últimas partes de la línea de defensa en el Dombás controlada por Ucrania desde la invasión rusa a gran escala de 2022. El objetivo era fijar las reservas ucranianas y evitar que se desplazasen hacia la zona de Pokrovsk para reforzar su defensa. No obstante, a principios de septiembre, la situación militar en Niu-York mejoró sensiblemente para Ucrania después de que la Brigada Azov lograra romper el cerco de Niu York y recuperar parte de la ciudad78.
Al mismo tiempo, el mando ruso procedió a un cambio de táctica, recuperando la utilizada anteriormente en la guerra por el grupo mercenario Wagner. Las unidades ucranianas empezaron a enfrentarse a oleadas de infantería rusa que intentaban asaltar sus posiciones, con gran desprecio de la vida de los soldados. Estas tácticas consideradas «picadoras de carne»79 resultaron muy costosas para las fuerzas rusas dado el número de bajas que producía, pero también para las ucranianas que veían agotar rápidamente sus reservas obligadas a defenderse de los constantes ataques.
Por otra parte, los rusos hicieron un uso moderado de los vehículos blindados, lo que complicaba la tarea de los tanques y la artillería ucraniana de batir objetivos rentables. Rusia también intensificó el uso de las potentes y letales bombas «planeadoras» FAB-1500, que obligaban a las fuerzas ucranianas a dispersar sus unidades cuando comenzaban los bombardeos y, a veces, incluso a retirarlas de la línea del frente.
En favor de los ucranianos puede decirse que salieron favorecidos en esta batalla de desgaste, a la hora de hacer el balance de bajas. Mantener una defensa preparada siempre ha resultado más fácil y menos costoso en recursos materiales y medios humanos que la acción ofensiva. Ucrania supo diseñar y ejecutar una inteligente estrategia consistente desangrar lentamente el poder ofensivo ruso, a cambio de perder pequeñas porciones de su territorio. Quizá no fuera un enfoque especialmente atrevido o novedoso, pero fue efectivo.
Esta estrategia, ampliada con el empleo extensivo de aviones no tripulados y misiles, aumentó lentamente los costos para Rusia de sostener la guerra, al tiempo que ofreció a Ucrania la oportunidad de reconstituir su agotado ejército. La entrada en vigor de una nueva ley de movilización80 aprobada en mayo de 2024 que reducía la edad de reclutamiento de 27 a 25 años permitió sumar unos 50.000 reclutas más, muy lejos de los 400.000 inicialmente estimados, pero suficientes para preparar la sorpresa estratégica que tendrá lugar en agosto en la región de Kursk.
La incursión de Ucrania en Kursk. Una batalla que nunca fue decisiva
La estrategia militar de Ucrania cambió radicalmente a principios de agosto. Mientras los rusos avanzaban por el saliente de Ocheretyne en dirección a Pokrovsk, al igual que en otros frentes secundarios como Vuhledar o Kostiantinyvka, los ucranianos habían estado preparando con gran sigilo una contraofensiva en Kursk, el lugar donde menos podían esperar los rusos y una región con gran carácter simbólico, dado que allí había tenido lugar la mayor batalla de carros de combate de la segunda guerra mundial.
Fuente: elaboración propia a partir de mapa del ISW. https://storymaps.arcgis.com/stories/36a7f6a6f5a9448496de641cf64bd375
Consecuentemente, el 6 de agosto, Ucrania lanzó una audaz ofensiva aprovechando la sorpresa y la velocidad para eludir las líneas defensivas rusas, en lo que puede considerarse el primer incidente armado desde la Segunda Guerra Mundial en el territorio ruso. La incursión, bautizada como la «segunda batalla de Kursk»81, en alusión a la batalla de 1943 en la misma región, tomó a Rusia desprevenida. A ello contribuyó decisivamente la calidad de las fuerzas dado que, a diferencia de la fallida contraofensiva de 2023, en la que se emplearon brigadas de nueva creación, para esta operación los ucranianos utilizaron formaciones experimentadas en combate. La incursión se inició con al menos dos brigadas de las fuerzas regulares ucranianas compuestas por fuerzas mecanizadas, altamente móviles y protegidas por una importante defensa aérea.
Los rusos intentaron inicialmente enviar refuerzos que fueron contrarrestados con ataques de los sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS), los cuales destruyeron las columnas rusas durante los desplazamientos hacia sus posiciones de entrada. La deficiente respuesta del mando ruso puso de manifiesto la incapacidad de sus líderes militares para controlar situaciones dinámicas y la rigidez de sus estructuras de mando y control para coordinar eficientemente una eventual reacción ante este tipo de incursiones.
La sorpresiva ofensiva en la región fronteriza rusa de Kursk parecía indicar un intento por parte de Ucrania de cambiar el ritmo de la guerra, en unos momentos en los que el ejército ruso parecía imparable en su avance hacia Pokrovsk, mientras mantenía la presión ofensiva sobre Járkov. Se trataba de reducir, en el nivel operacional, la capacidad de Rusia para canalizar más tropas al frente principal de Pokrovsk, al tener que atender un nuevo frente. Aunque no lo descartaban, resultaba poco probable que, dada la limitación de los medios empleados, los ucranianos pensaran seriamente en «tomar Kursk, o mantener vastas extensiones de territorio ruso en su poder»82.
En el nivel estratégico, Kiev buscaba crear una «zona de seguridad» en territorio ruso que le permitiera llegar en términos favorables, a cualquier mesa de negociaciones para poner fin a la guerra o, al menos, hacerlo en condiciones de evitar un acuerdo desfavorable que incluyese comprometer la soberanía de Ucrania, o asumir pérdidas territoriales inaceptables.
La apuesta militar ucraniana era, por tanto, muy arriesgada, ya que si tradicionalmente se acepta que la sorpresa acompañada de un alto nivel de movilidad resulta esencial en cualquier operación militar para crear o explotar brechas en las defensas enemigas, también lo es que las operaciones mecanizadas exigen una mayor carga logística que las acciones llevadas a cabo por tropas a pie y son difíciles de ocultar en una guerra abierta, lo que las hace especialmente vulnerables.
La ofensiva logró inicialmente unos objetivos seguramente superiores a los estimados por el mando ucraniano. En los días siguientes, sus unidades mecanizadas y motorizadas fueron capaces de penetrar en territorio ruso a través de al menos dos ejes de avance y ocupar y consolidar una bolsa de unos mil quinientos kilómetros cuadrados tomando prisioneros a cientos de soldados rusos. La audacia operativa de Ucrania sorprendió a todo el mundo y el éxito inicial logrado puso de manifiesto que el campo de batalla estaba lejos de ser trasparente, y que las actividades de engaño, el buen uso de la inteligencia y el logro de la sorpresa siguen siendo elementos fundamentales de las maniobras ofensivas en las guerras modernas.
El mando ucraniano confiaba en que la ofensiva obligase a los rusos a reconsiderar sus despliegues de fuerzas en otras partes de la línea del frente. Los rusos tendrían que responder al ataque ucraniano en Kursk y para ello, dejar de atacar en otros lugares. Al hacerlo, se volverían vulnerables durante los desplazamientos de tropas desde el sur, dada la superioridad ucraniana en armas de precisión como los sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad (HIMARS), o los temibles misiles balísticos superficie-superficie (ATACMS) fabricados por Lockheed Martin y con un alcance de 300 kilómetros.
La realidad es que no ocurrió así. Superada la sorpresa, Rusia pudo contener la ofensiva ucraniana con aviación, drones y un compromiso mínimo de tropas que procedían del Grupo de Ejércitos del Norte recientemente creado que abarcaba Belgorod, Kursk y Bryansk83 y de los dos ejércitos adicionales de reserva del eje del Dniéper84. Rusia estaba manteniendo el impulso ofensivo en Pokrovsk, sin preocuparse excesivamente por la limpieza de Kursk.
El hecho de que Rusia evitara desplegar unidades de primera línea experimentadas en combate en Kursk indicaba la confianza del mando ruso en el limitado alcance de la incursión, que veía más por su carácter propagandístico para la opinión pública interna e internacional, que por su capacidad de alcanzar objetivos relevantes. Esta valoración rusa demostró ser acertada, ya que ningún objetivo estratégico fue conquistado, ni siquiera la central nuclear de Kursk situada a 60 kilómetros de la frontera con Ucrania, que quedó en todo momento mucho más allá de la línea de contacto entre ejércitos. Lo más que lograron las fuerzas ucranianas fue capturar la subestación de medición de gas clave de Sudzha que abastece a Europa con gas ruso85.
Tampoco la incursión ucraniana logró detener, o ralentizar, el ritmo de avance ruso en la dirección de Pokrovsk, de manera que, a principios de septiembre, cuando el impulso ucraniano se había agotado, las fuerzas rusas se encontraban a 10 km de esta ciudad, al tiempo que reforzaban su maniobra de envolvimiento sobre la ciudad próxima de Vuhledar. La realidad es que la incursión ucraniana tuvo un limitado impacto a nivel operativo en las operaciones del ejército ruso, sin que fuera capaz de cambiar, en el nivel estratégico, el curso de la guerra.
Más importante fue el éxito logrado por Ucrania en el nivel político, al cambiar la narrativa sobre la guerra y contrarrestar la desinformación rusa sobre su «inevitable victoria»86. La ofensiva de Kursk no solo sorprendió al mundo, sino que cambió la percepción sobre la capacidad de Ucrania para tomar la iniciativa en la guerra y se tradujo en un refuerzo significativo en el enfoque de Occidente sobre la necesidad de seguir apoyando a Ucrania, al entender que todavía tenía opciones de victoria.
La incursión ucraniana en la región de Kursk puso de manifiesto que la guerra en Ucrania no estaba estancada, sino muy activa y ha demostrado que tanto Ucrania como Rusia tienen la capacidad de tomar decisiones que producen un impacto significativo en las realidades del campo de batalla en cada momento, y seguramente también en el resultado final del conflicto.
Pero las narrativas solo funcionan si van acompañadas de hechos ciertos que se mantienen en el tiempo; si no es así, su impacto es efímero. Como dice la célebre frase «dato mata relato». Aunque todavía no está claro el destino final que tendrá el saliente de Kursk, o hasta qué punto Ucrania será capaz de mantenerlo, parece evidente que los objetivos de esta ofensiva están siendo menos ambiciosos y más limitados en alcance que en las anteriores ofensivas ucranianas de 2022 y 2023. La imposibilidad a corto plazo de vincular la incursión de Kursk con la batalla general en Dombás y la dificultad para obtener beneficios militares suficientes para alterar sustancialmente el curso de la guerra indica que, muy posiblemente, la ofensiva se concibió como una operación de oportunidad, más que como una batalla decisiva, algo en lo que los ucranianos han demostrado ser maestros.
La estrategia militar siempre es una cuestión de elección. Sembrar el caos en un determinado momento y en un determinado lugar puede que sirva para crear nuevas oportunidades que las fuerzas armadas ucranianas pueden capitalizar. Pero, en última instancia, el éxito de la incursión en Kursk está condicionado por el pequeño tamaño de las tropas que Ucrania puede comprometer y las limitaciones de su cadena logística. Ello nos lleva a plantearnos serios interrogantes sobre la oportunidad de esta operación diversiva ucraniana y hasta qué punto la decisión de lanzar una ofensiva en Kursk fue acertada.
Si Ucrania se hubiera centrado en la defensa en Donetsk, habría tenido una buena oportunidad de agotar la ofensiva rusa centrada en la toma de Pokrovsk, mientras solucionaba los problemas de reclutamiento y estabilizaba las líneas del frente antes de la llegada del invierno. Los nuevos soldados reclutados durante la primavera podrían haber sido utilizados para crear nuevas brigadas y reforzar las que mantienen las líneas del frente, al tiempo que las armas proporcionadas por Occidente y los nuevos diseños propiamente ucranianos, especialmente en el campo de los drones, habrían servido para parar la ofensiva rusa, o al menos ralentizarla con un coste muy alto para Rusia.
De esta manera, aunque Ucrania hubiera perdido territorio seguramente habría podido salvar algunas de las ciudades amenazadas y ganado tiempo para relevar sus agotadas unidades en el frente, reorganizar sus estructuras operativas y acumular fuerzas para lanzar una eventual ofensiva en el 2025. Esta opción ya no es posible y lo más probable es que, al final, las fuerzas armadas ucranianas terminen cediendo el entrante que ocupan en territorio de la Federación Rusa, bien sea por presión militar rusa, o bien apremiados por la necesidad de reforzar otras áreas prioritarias, fundamentalmente en la región de Pokrovsk, una ciudad clave cuya pérdida sería un duro golpe para las aspiraciones ucranianas de conservar la parte de Donetsk que aún controlan.
Ucrania tendrá que minimizar el impacto de la continuación de la ofensiva rusa sobre Pokrovsk, al tiempo que concentra sus esfuerzos en mantener el saliente de Kursk, un doble esfuerzo militar que puede resultar excesivo. Ahora bien, puede ocurrir que no consiga ni lo uno ni lo otro, e incluso que el péndulo de la opinión pública y del apoyo internacional bascule si las noticias del frente son un redoble constante de territorios, ciudades y pueblos perdidos.
Tampoco hay que desdeñar el considerable esfuerzo militar que supone para Ucrania mantener Kursk. A mediados de septiembre de 2024, su defensa exigía no menos de cinco brigadas mecanizadas (22.ª, 54.ª, 61.ª, 88.ª, 116.ª), una brigada de defensa territorial (103.ª), dos brigadas de asalto aéreo (80.ª y 82.ª) y una variedad de batallones de diverso tipo, lo que hacía un total de doce brigadas87. Aunque no se trataban de unidades completas, sino de unidades improvisadas para crear una fuerza de ataque entre 7.000 y 12.000 hombres, su constitución se hizo a costa de drenar de hombres y material del resto del frente y de emplear las reservas.
Fuente: elaboración propia a partir de mapa del ISW. https://storymaps.arcgis.com/stories/36a7f6a6f5a9448496de641cf64bd375
La ironía de la ofensiva de Kursk es que, si el objetivo principal era aliviar la presión sobre los defensores ucranianos en la región de Pokrovsk, ha sucedido precisamente lo contrario, ya que las tropas ucranianas son las que están ahora siendo presionadas en esta región. En este escenario principal de las operaciones, las defensas ucranianas se han visto debilitadas por la escasez de tropas y tienen serios problemas para mantener la línea defensiva frente al empuje ruso.
En definitiva, la ofensiva de Kursk no ha servido para corregir el actual desequilibrio de fuerzas en la guerra y lo que ha hecho es diluir a las fuerzas ucranianas en un momento en que necesitan concentrarlas. Rusia conserva una ventaja considerable en tropas, equipo y municiones, lo que le ha permitido continuar sin interrupción su avance, haciendo cada vez más difícil la situación de las fuerzas armadas ucranianas en varias partes del frente. Las fuerzas rusas continúan haciendo retroceder las líneas ucranianas a lo largo de varios ejes que van de Vuhledar a Pokrovsk, de Toretsk a Chasiv Yar y cerca de Kupiansk y es probable que la ciudad de Pokrovsk termine cayendo en manos rusas, lo que facilitaría su avance hacia el Donetsk occidental. La caída de esta ciudad daría a Rusia un eventual control de casi la totalidad del óblast de Donetsk y acercaría el final de la guerra en términos favorables para Rusia88.
Por otra parte, las unidades rusas han capturado la mayor parte de Niu-York y han entrado en Toretsk, una ciudad estratégicamente situada en una posición dominante de primera línea89. Su captura permitirá a las fuerzas rusas obstruir rutas logísticas ucranianas clave, que conectan la retaguardia del Donetsk oriental con la zona de combate.
Más importante es el hecho de que, siguiendo un patrón operativo que se ha normalizado, los rusos han ocupado recientemente la ciudad de Vuhledar, una ciudad fortificada situada en un terreno dominante en el punto de intersección entre los frentes oriental y meridional y a 50 km al sureste de la ciudad de Pokrovsk. Aunque es poco probable que la toma de Vuhledar por parte de Moscú altere decisivamente el curso de las operaciones ofensivas en la zona occidental de la región de Donetsk, principalmente porque Vuhledar no es un nodo logístico particularmente crucial90, la caída de esta ciudad tiene un fuerte simbolismo dado que había resistido en la misma línea del frente durante más de dos años. Operativamente, ayudará a Rusia a mejorar su logística y a avanzar hacia Pokrovsk antes de que se intensifiquen las lluvias y el terreno fangoso se vuelva excesivamente complicado para el movimiento. De no conseguirlo, seguramente el mando ruso preferirá esperar a que la llegada del frío consolide el terreno.
Fuente: elaboración propia a partir de mapa del ISW. https://storymaps.arcgis.com/stories/36a7f6a6f5a9448496de641cf64bd375
Puede afirmarse que, pese a los intentos ucranianos, el esfuerzo ofensivo ruso no ha disminuido; es más, se ha intensificado en los últimos tiempos, como si barruntarán que la posibilidad de un alto el fuego está cada vez más próxima y tratarán de llegar al mismo en la mejor situación posible. Mientras la situación militar se ha vuelto cada vez más difícil en el este de Ucrania (especialmente desde la captura de Vuhledar), el interrogante está en saber hasta qué punto Rusia conserva el suficiente nivel de fuerzas para mantener la presión ofensiva a lo largo de la línea del frente y tomar Pokrovsk, al tiempo que acumula fuerzas para eliminar el saliente de Kursk.
En conjunto, los avances de Rusia le han permitido ocupar más de 1.500 km2 de territorio ucraniano desde octubre de 2023 hasta septiembre de 2024, revirtiendo con creces los logrados con tanto esfuerzo por el ejército de Ucrania el año pasado. La extensión de territorio capturado por las tropas rusas entre mayo y septiembre sería casi el doble del que el ejército de Ucrania recuperó a un alto costo en términos de vidas y material militar con su ofensiva de verano de hace un año91.
Fuente: elaboración propia a partir de mapa del ISW. https://storymaps.arcgis.com/stories/36a7f6a6f5a9448496de641cf64bd375
Mientras tanto, el hecho de que las fuerzas ucranianas se estén atrincherando en Kursk, una vez agotado su impulso ofensivo, indica la posibilidad de que la región se está convirtiendo en el escenario de otra batalla de desgaste, quizá menos agotadora que las anteriores, que terminará en el momento en que el mando ruso decida acabar con las tropas ucranianas allí embolsadas. Kiev se está quedando sin opciones y tendrá que decidir hasta qué punto está en condiciones de invertir sus limitados recursos militares en mantener la operación de Kursk, mientras trata de ralentizar el avance ruso en Donetsk y todo ello con un ritmo aceptable de pérdidas.
El gobierno de Zelenski ha mostrado su intención de mantener el entrante como un espacio de seguridad dentro de Rusia y como un elemento fundamental de negociación ante unas eventuales conversaciones de paz, lo que significa que las fuerzas ucranianas están allí para quedarse y seguramente lo harán hasta el final. Esto supone una apuesta peligrosa para Ucrania que puede encontrarse en el peor escenario posible. Este sería que los rusos tomen Pokrovsk y avancen rápidamente hacia el oeste, sin que los ucranianos cuenten con reservas suficientes para detenerlos y que, simultáneamente las fuerzas rusas eliminen el saliente de Kursk. De ocurrir esto, Ucrania se colocaría en una posición de gran debilidad militar y también política, al perder su principal baza de negociación.
Habrá que ver, no obstante, cual es el resultado del enfrentamiento militar en Kursk que aún no ha terminado. Puede que los rusos sigan el ejemplo de las invasiones napoleónicas de 1812, cuando el príncipe Mijaíl Kutúzov se limitó a esperar a que la inmensidad de Rusia, la paciencia estratégica del ejército ruso y los inviernos helados hicieran su trabajo.
Otra de las opciones con que cuenta Rusia consiste simplemente en mantener una presión constante sobre las fuerzas armadas ucranianas embolsadas en la región de Kursk, para ir progresivamente reduciendo el saliente y esperar para acabar con él a las lluvias de otoño, que convertirán los campos en mares de barro. Al igual que le ocurriera a Napoleón, las fuerzas ucranianas en Kursk tienen largas líneas de suministro y tendrán dificultades para reabastecerse a medida que empeore la meteorología. El escaso tiempo que han tenido para fortificarse las ha dejado muy expuestas a los brutales ataques de los sistemas misilísticos y los drones rusos. Por el contrario, las fuerzas armadas de Rusia están acuarteladas y abastecidas en sus propias bases y solo tienen que mantener la presión y esperar a las circunstancias favorables para acabar con el saliente.
Más allá de la ofensiva de Kursk y la situación en el frente del Dombás, el mayor problema al que se enfrenta Ucrania en los próximos meses, es sobrevivir a la campaña de ataques rusos contra su red energética92. Ucrania se enfrenta a un invierno incierto y lo que más necesita ahora son generadores eléctricos y mayores medios de defensa antiaérea para proteger a su población y su economía. Aunque se han puesto en marcha medidas para paliar la situación, es probable que el país enfrente grandes apagones este invierno, lo que repercutirá en la moral de la población y en su voluntad de mantener el esfuerzo de guerra.
Como dice el refrán castellano «a perro flaco, todo son pulgas». A los problemas militares derivados de la difícil situación en los campos de batalla, hay que añadir los financieros y sociales. Ucrania enfrenta un déficit presupuestario de más de 11.000 millones de euros, el cual se espera que aumente a unos 12.000 millones en 202593. Incluso si aumenta la ayuda internacional, el deterioro económico supondrá subidas de impuestos y mayor inflación, lo que impactará aún más en el nivel de vida. Con el descontento social aumentando debido a las duras medidas que Ucrania tendrá que acometer, los riesgos del populismo y la desafección de la población hacia el gobierno probablemente aumentarán, lo que complicará todavía más su situación militar.
Previsiones sobre el futuro de la guerra de Ucrania
Rusia avanza lenta pero firmemente en Ucrania en su tercer año de conflicto y el tiempo no corre del lado de esta. Su situación militar sobre el terreno es cada vez más difícil y la presión para una solución diplomática mayor, algo comprensible en unos momentos en los que los países occidentales se muestran cada vez más reticentes a desembolsar grandes sumas de dinero para apuntalar su economía y reforzar sus capacidades militares. Europa y Estados Unidos han proporcionado 185.000 millones de euros entre enero de 2022 y junio de 2024 para financiarla, con otros 100.000 millones de euros aún por asignar94
Estas inmensas sumas de dinero han servido para financiar la guerra, pero no para ganarla. Es más, la aprobación de un paquete de ayuda estadounidense de 61.000 millones de dólares el 20 de abril, ha demostrado ser insuficiente para revertir la situación sobre el terreno95 y cada vez parece más evidente que no será posible hacerlo sin aumentar las entregas de armas y levantar las restricciones a su uso especialmente misiles de medio y largo alcance.
Fuente: elaboración propia a partir de mapa del ISW. https://storymaps.arcgis.com/stories/36a7f6a6f5a9448496de641cf64bd375
Un factor que seguramente favorecería adoptar esta decisión, pero que también serviría para prolongar la guerra, es la previsión futura de disponibilidad de armas para Ucrania. A principios de 2025, la capacidad de producción occidental habrá aumentado lo suficiente como para abastecer a las fuerzas ucranianas con cantidades suficientes de proyectiles de artillería y otros medios. Las plantas estadounidenses están en camino de producir 80.000 proyectiles por mes para fines de 2024 y 100.000 proyectiles por mes en algún momento de 2025. Si a eso le añadimos los 100.000 o más proyectiles al mes que se espera produzca la industria europea a finales de 2025, «Ucrania no solo podría mantener sus posiciones defensivas, lo que requiere unos 75.000 proyectiles al mes, sino también iniciar acciones ofensivas»96.
Ucrania necesita para revertir la situación militar, artillería, blindados y capacidades aéreas que le permitan atacar objetivos militares en el interior de Rusia, como bases militares, depósitos de municiones y combustible, y fábricas militares y civiles en una economía que Rusia ha orientado al esfuerzo de guerra. Levantar las restricciones de uso de armas occidentales daría a Kiev la oportunidad de degradar a las fuerzas armadas rusas, minar su moral de combate y evitar ataques a gran escala contra ciudades e infraestructuras ucranianas. Pero, también conllevaría grandes riesgos, principalmente el de que escale el conflicto y termine arrastrando a los aliados europeos y estadounidenses a una guerra total, que muy probablemente sería nuclear.
Este es un escenario apocalíptico que causa pesadilla en numerosos gobiernos occidentales y en gran parte de sus opiniones públicas. Está por ver si cuando en 2025 los Estados Unidos hayan decidido su futuro tras las elecciones presidenciales y comiencen a aumentar la producción de los proyectiles de artillería, se mantendrá el suficiente consenso político como para que las entregas a Ucrania sean suficientes para cumplir con los requerimientos del campo de batalla, además de cubrir la defensa aérea que Ucrania necesita para proteger sus ciudades97.
Por su parte Rusia, con sus tropas avanzando en diversos frentes, cree que está ganando, por lo que, en un contexto que entiende le es favorable, será difícil que acepte cualquier tipo de negociaciones de paz con Ucrania en términos que no estén próximos a la capitulación. Su estrategia de desgaste, empleada para maximizar el número de bajas enemigas, aun asumiendo uno propio, es algo que Rusia, con su mayor población y recursos económicos y militares, puede permitirse a largo plazo, pero Ucrania no. Moscú puede apoyarse en su economía de guerra para mantener el impulso militar y no tiene necesidad de negociar mientras confíe en que puede desangrar a Ucrania hasta la rendición y sobrevivir al embargo y al apoyo occidental a Kiev.
En esta situación militar favorable, Rusia podría llegar a un acuerdo con Ucrania similar a «la Iniciativa de Granos del mar Negro» de 2022, donde ambos países negociaron y firmaron en Turquía —supervisados por la ONU—, acuerdos con socios multilaterales, pero no entre sí. Esta posibilidad de lograr un acuerdo de alto el fuego sería asumible para Ucrania, a tenor de lo declarado por el propio presidente Zelenski a la revista Político98.
También en esta misma dirección, habría que entender las nuevas propuestas occidentales sobre un potencial acuerdo negociado entre ambas partes, en el que Rusia mantenga el control de facto, pero no de iure, del territorio que ocupa actualmente; a cambio Ucrania recibiría garantías de seguridad suficientes sobre el resto. No se trata de reconocer la soberanía de Rusia sobre la quinta parte del territorio ucraniano que controla, ya que ello iría contra el orden jurídico internacional y sería injusto para una Ucrania que lo ha dado todo en los campos de batalla, sino de una aceptación tácita de que esas tierras deberán ser recuperadas en el futuro por medios diplomáticos.
No es una solución fácil en medio de una brutal guerra, pero como afirma el último secretario de la OTAN Jens Stoltenberg: «Hay formas de resolver eso»99. Se trataría de seguir el precedente de otras situaciones controvertidas como son las garantías de seguridad que Estados Unidos proporciona a Japón, las cuales no cubren las cuatro islas Kuriles que Japón reclama como propias y que están administradas por Rusia después de que la Unión Soviética las ocupara en 1945.
No es, por tanto, imposible lograr algo parecido a un alto el fuego especialmente para Rusia, que con la guerra contra Ucrania desenvolviéndose en términos favorables, está decidida a continuarla hasta que Kiev ceda en sus pretensiones de recuperar las fronteras de 2014 y se avenga a negociar en sus propios términos. Esta posición rusa se ve reforzada a medida que sus fuerzas avanzan en el Dombás, y lo estará todavía más si logran tomar la ciudad clave de Pokrovsk y, con ello, el control casi total de la región.
Esta opción ha sido, hasta ahora, inaceptable para Ucrania; pero es posible que la disminución del apoyo militar occidental, el cansancio de sus opiniones públicas y la propia deriva desfavorable de la guerra, finalmente, empujen a Kiev a cambiar de opinión. Al final, como reconoce el propio Stoltenberg: «Cuando hay voluntad, hay formas de encontrar la solución. Pero será necesario definir la línea, a partir de la cual se invoca el artículo 5 y permitir a Ucrania controlar todo el territorio hasta esa frontera»100.
Lo que resulta evidente es que, si Ucrania quiere vencer militarmente a Rusia tendrá que hacer mucho más que mantener a Kursk como moneda de cambio y frenar su avance hacia el oeste en el Dombás. Deberá expandir los ataques en el interior ruso y agotar, suponiendo que pueda mantener el esfuerzo de guerra, el potencial ofensivo de Rusia incluyendo los ataques este invierno contra las instalaciones críticas ucranianas. Kiev necesita buscar formas creativas y asimétricas de aumentar la presión sobre un enemigo que ha demostrado ser muy resiliente, lo que se traduciría en levantar las famosas «líneas rojas» sobre el uso de sistemas de armas de largo alcance occidentales.
Aceptarlo supondría acabar con la política estadounidense de «gestión de la escalada» consistente en abstenerse deliberadamente de suministrar a Ucrania armas más poderosas en cantidades suficientes como para permitirle obtener una ventaja estratégica en la guerra, ante el temor de que ello pudiera forzar a Rusia a atacar a la OTAN. Esta estrategia ha demostrado ser particularmente ineficaz para explotar las debilidades de Rusia. Al introducir nuevas armas lentamente, públicamente y a pequeña escala, su impacto en el campo de batalla ha sido limitado al dar tiempo a Rusia para adaptarse.
En esta dirección de escalar el conflicto va el «plan de la victoria» presentado a finales de septiembre en Nueva York por el presidente Zelenski con su estrategia para mejorar la posición de su país antes de cualquier negociación de paz con Rusia. Además de ayuda más financiera y una poco creíble —dadas las reticencias de muchos aliados— invitación formal de la OTAN para que Ucrania se una a la alianza militar, la petición clave es que los aliados occidentales que han suministrado misiles permitan a Ucrania lanzarlos contra el interior de Rusia, una autorización que los estadounidenses no han otorgado hasta la fecha101.
Ninguna de estas demandas es nueva y va en la línea de lo que Ucrania ha estado pidiendo durante mucho tiempo. Ucrania mantiene su voluntad de prolongar la guerra en el tiempo, a pesar de que el estado actual de las operaciones no permita presagiar un buen resultado. Ucrania mantiene el convencimiento de que la única opción posible para lograr una victoria sobre Rusia pasa por lograr extender el conflicto al bloque occidental amigo, de manera que los Estados Unidos y sus aliados europeos acepten desafiar directamente a Rusia enviando tropas. Esta es una penúltima línea roja —la última sería la nuclear—, que ninguno de ellos está, hoy por hoy, dispuesto a cruzar y menos con unas opiniones públicas cuyo apoyo a la guerra es cada vez más limitado102.
Mientras el presidente ucraniano Zelenski, sigue presionando para obtener la aprobación de Occidente para utilizar misiles de largo alcance, el presidente Putin se ha apresurado a cambiar la doctrina nuclear de la Federación Rusa señalando que un ataque convencional por parte de cualquier nación no nuclear, con el apoyo de una potencia nuclear, que suponga una «amenaza crítica para nuestra soberanía», será visto como un ataque conjunto contra Rusia103. Esta amenaza parece indicar que Rusia estaría dispuesta a reducir significativamente el umbral para el uso potencial del arsenal nuclear ruso, si Occidente permite a Ucrania atacar a Rusia con armas de mayor alcance. Hacerlo significaría para Moscú, que la OTAN se colocaría técnicamente en guerra con Rusia.
Muchos analistas en Occidente piensan que Rusia es una «potencia corrupta, retrógrada y nihilista»104, pero pocos niegan que sigue siendo una potencia formidable cuyas capacidades de proyección de poder no deberían infravalorarse principalmente porque no han disminuido sustancialmente y su ejército, después de casi tres años de la invasión, se ha convertido en un formidable instrumento de guerra. Incluso en el supuesto de que Rusia se quede sin soldados, dinero, o tanques y misiles para mediado o finales de 2025, o incluso en 2026, Ucrania necesitará sobrevivir hasta entonces, algo que no tiene garantizado.
Subestimar a Rusia ha demostrado ser una estrategia errónea. El pensamiento mágico, muy extendido en Occidente, de que Rusia era «un coloso con los pies de barro» que podía ser derrotado en el campo de batalla y cuya economía se hundiría con las sanciones y no soportaría el esfuerzo de guerra, fue una de las principales causas del fracaso de la ofensiva ucraniana del verano de 2023 y de los éxitos rusos en 2024. Incluso en el ámbito naval, puede que los ucranianos hayan sido capaces de hundir parte de la flota rusa del mar Negro, pero como recoge un informe reciente del Think Tank británico Chatham House, salvo alguna excepción, la mayoría de los barcos destruidos eran «antiguos y limitados» y la flota rusa «no ha perdido ninguna de sus capacidades de combate en aguas abiertas»105.
Conclusión final
Muchas lecciones se pueden sacar de la guerra en Ucrania, pero lo que está claro es que la restricción en el suministro de armas en los momentos críticos de las batallas y la imposición de líneas rojas han demostrado ser devastadores para una Ucrania que ha soportado enormes sufrimientos para combatir de una manera que resulte políticamente aceptable en Occidente.
Ambos bandos están exhaustos, pero Ucrania lo está más, aunque no lo suficiente como para pasar de discusiones de bajo nivel —como puede ser el canje de prisioneros— a cuestiones más amplias relativas a un alto en los enfrentamientos, o un acuerdo sobre la seguridad nuclear. El abismo entre ellos es demasiado amplio y ambas partes están atascadas en la esperanza de que la otra termine por claudicar.
El anhelo de Kiev sigue siendo vencer a Rusia, pero sus terribles pérdidas humanas y materiales y el agotamiento de su población y de sus fuerzas armadas hacen que la recuperación de las fronteras en los términos existentes en 2014 se haya muy probablemente convertido en un «puente demasiado lejano» para las aspiraciones ucranianas. Al fin y al cabo, se trata de una brutal guerra de desgaste, y este tipo de guerra suele ganarla aquella parte que es capaz de poner el último combatiente en el campo de batalla. Dados los números, de continuar en las condiciones actuales, seguramente será ruso.
La alternativa de acabar con todo tipo de restricciones al empleo de la fuerza es la opción a la que tenazmente se aferra Ucrania. Pero pocas son las líneas rojas todavía vigentes. Si terminasen de caer una tras otra, el país de los cosacos se encaminaría peligrosamente hacia la guerra absoluta, libre ya de los efectos moderadores impuestos por la política y la sociedad y sin las restricciones prácticas del tiempo convertidas en un as long as it takes, y el espacio en un whatever it takes. De esta manera, adoptar la decisión de acabar con todas las restricciones llevaría a la escalada militar y, casi inevitablemente, a una guerra total entre Ucrania y Rusia, de consecuencias impredecibles. Al fin y al cabo, la historia no nos ofrece ningún ejemplo de una potencia nuclear que haya sido derrotada decisivamente por otra que no lo sea.
Al final, más allá de la guerra, Ucrania tendrá que asumir una definición más realista y menos ambiciosa de lo que entiende por victoria y buscar alguna forma de entenderse razonablemente con Rusia, a sabiendas de que no hay una respuesta sencilla a los interrogantes que presenta una nación tan compleja. Abandonar la visión absoluta de que los problemas geopolíticos con Rusia solo pueden resolverse en el campo de batalla, exigirá a Ucrania limitar sus expectativas militares y conformarse con los objetivos más modestos de mantener la mayor cantidad posible de territorio en el Donbás y de degradar en la medida en que sean capaces, el poder militar ruso.
En su «historia de la guerra», John Keegan explica cómo «en el mundo posprimitivo, el ingenio humano rompió con la restricción que se imponía a la guerra»106 permitiendo que rebasara todos los límites admisibles hasta convertirse en lo que Clausewitz definió como «un acto de violencia llevado hasta el límite máximo». Evitar llegar a estos extremos en Ucrania dependerá, más allá de los resultados militares, de las decisiones que se tomen en Occidente y fundamentalmente las que se tomarán en Washington tras las elecciones presidenciales de noviembre, pero lo que parece claro es que, sin los hábitos moderadores de la diplomacia y la negociación, Ucrania va camino de la guerra total sumida en el pensamiento mágico de que, levantando las restricciones en el uso de la violencia, Rusia terminará por colapsar.
Ignacio Fuente Cobo
Coronel de Artillería.
Analista principal del IEEE.
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