Planeamiento, visualización y libertad de acción del Comandante Operacional

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03 ene. 2025

Planeamiento, visualización y libertad de acción del Comandante Operacional

Sebastián Carlos Latorre. Comandante.

Introducción

El análisis de los conflictos armados recientes posibilita entender como los escenarios que se presentan en la actualidad exigen una mayor capacidad de autodeterminación en el Comandante de nivel operacional, puesto que los desafíos que enfrenta han superado largamente la lógica lineal de causa – efecto, sino por el contrario, son de tal grado de complejidad que obliga a maximizar su soberanía dentro del Teatro de Operaciones. El Comandante debe entonces obrar orientado por la intención política pero no aprisionado por esta.

El estudio profundo de la historia militar y más específicamente las ultimas experiencias obtenidas en Iraq e Afganistán permiten intuir la existencia de una relación directa entre la visualización del Teatro por parte del Comandante, su capacidad de intermediación y la transformación esperada de la realidad.

Lo expuesto se ve también claramente reflejado en la reciente invasión a Ucrania, donde la evidente desatención al nivel operacional de la guerra, demostrado por la máxima conducción política rusa, ha producido un impacto directo en el desarrollo de la campaña, lo que explica en gran parte la imposibilidad en haber obtenido los objetivos planificados y en los tiempos previstos.

El presente artículo se centra en el estudio de las herramientas que dispone el Comandante Operacional, la visualización y la libertad de acción, aplicadas ambas al planeamiento, así como su capacidad de intermediación, para ajustar la realidad del Teatro a las necesidades que impulsaron la ejecución de la acción bélica en primer lugar.

Antecedentes

Las peculiaridades que tipifican los conflictos bélicos actuales han impulsado el surgimiento de innovadoras interpretaciones de la teoría militar, como consecuencia de nuevas repuestas a problemas que no pueden encuadrarse en lógicas pasadas.

En este sentido, es necesario consignar como piedra basal de la interpretación sobre la relación en tensión entre la política y la guerra la teoría clausewitziana (Clausewitz, 2005), que establece el principio de la supremacía política en la dirección de la guerra, que ha sustentado una interpretación occidental uniforme.

A partir de este axioma inicial, surgen múltiples interpretaciones que plantean nuevos enfoques o facetas de esta relación tensa, que servirán de base al presente trabajo de investigación.

En primer lugar, es necesario consignar el trabajo del Teniente Coronel Pedro Valdés Guía, en cuyo libro La Dirección de la Guerra propone un nuevo modelo de relación entre los niveles político – estratégico – operacional durante la guerra (Valdés, 2021).

En segundo lugar, se consideran los estudios de Raymond Aron donde se reconoce la tensión existente en la relación político – militar, asumiendo el axioma clausewitziano de la supremacía política, pero reconociendo al mismo tiempo que esa supremacía se daba en una relación de conflicto constante (Aron, 1987).

En el mismo sentido se puede considerar lo postulado por Samuel Huntington, quien continua lo expuesto por Clausewitz en cuanto a la supremacía de la política porque impone su lógica a la guerra, pero reconociendo que esta tiene una gramática que le es propia y exclusiva (Clausewitz, 2014). Huntington advierte entonces que, en esa gramática propia y exclusiva, el conductor militar debe disponer soberanía absoluta y sin interferencias para conducir el acto bélico (Huntington, 1985).

Contraponiendo los postulados de Clausewitz, John Keegan advierte en su trabajo que la guerra como continuación de la política conforma una apreciación errónea, puesto que postula que la guerra no es un hecho político sino cultural, y es la cultura y no la política la que le otorga su validez y naturaleza (Keegan, 1995).

En esta misma línea crítica al principio de guerra como continuación de la política se ubica Martin Van Creveld, en cuya obra se cuestiona la preeminencia del estado como actor político con capacidad de imponer su lógica en la guerra, hecho que puntualiza a partir de la aparición del arma nuclear (Creveld, 2007).

La ruptura de la trinidad de Clausewitz pronosticada por Van Creveld ha sido superada por la reciente invasión rusa a Ucrania, donde dos actores estatales se enfrentan por la obtención de unos determinados fines políticos. Sin embargo, sus apreciaciones sobre una nueva naturaleza de la guerra insurgente de baja intensidad han demostrado su validez en conflictos armados recientes.

Exposición

La invasión rusa a territorio ucraniano ha devuelto al centro de la escena mundial un escenario que parecía lejano, la guerra interestatal en Europa continental. Este ejemplo actual permite ahondar en el análisis de un aspecto particular de la guerra que se mantiene constante en su esencia, como es la relación entre su dirección política y su conducción militar.

Esta relación entre política y guerra es tan antigua como la historia misma del hombre organizada en sociedad y, como tal, fue profusamente estudiada por reconocidos autores a lo largo del tiempo.

Sun Tzu, en su célebre tratado sobre estrategia desarrollado hace más de 2500, advierte ya esta relación esencial al postular que “la guerra es de vital importancia para el Estado; es el dominio de la vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio: es forzoso manejarla bien” (Tzu, 2003, p. 4)

Estos postulados fueron después recogidos y profundizados por Nicolas Maquiavelo en su célebre El Príncipe (Maquiavelo, 1999) o Carl Von Clausewitz en el tratado militar más influyente de la historia contemporánea (Clausewitz, 2014), evidenciando con ello lo universal y perenne de estos conceptos.

La innovación teórica propuesta por Clausewitz en orden a la existencia de esa relación tensionante entre conducción militar y dirección política, si bien es la más célebre y ampliamente difundida, no es la única conceptualización reveladora que ofrece su obra.

El conflicto ruso - ucraniano nos acerca también la posibilidad de analizar la dirección de la guerra desde dos sistemas políticos que se presentan antagónicos, como ser la democracia occidental de carácter liberal representada por Ucrania y la autocracia rusa como forma de gobierno en la cual la voluntad de una persona es ley suprema, tal cual la definición que otorga la Real Academia Española.

Rusia se enfocó entonces en llevar a cabo un tipo de guerra convencional ofensiva de carácter limitado, que le permitiese obtener sus objetivos sin enfrentar las consecuencias de una guerra abierta generalizada.

Prueba de esto es la sostenida categorización del conflicto armado como “operación militar especial”, incluso desde el mismo momento de su anuncio por parte del presidente ruso Vladimir Putin.

Para Ucrania en cambio, se libra una guerra de supervivencia donde se pone en juego su existencia misma como Estado, tanto así que se compromete la totalidad de los recursos e instrumentos a disposición para conseguir la preeminencia.

Es posible advertir también como algunos conceptos de Clausewitz (2014) que son en esencia extemporáneos, permiten comprender de mejor manera la situación de Rusia en su empresa militar actual.

En su Tratado, dedica el capítulo vigésimo primero de su Libro VII a analizar las características de una guerra de invasión, siendo principalmente importante en esta coyuntura lo referido a las debilidades que enfrenta una Fuerza que penetra en la profundidad del territorio enemigo.

La primera causa de debilitamiento a analizar será entonces la referida a la hostilidad del teatro bélico en territorio enemigo, lo cual obliga a la ocupación efectiva de parte del terreno conquistado. De igual manera la profundidad del avance es directamente proporcional a la extensión, y por tanto vulnerabilidad, de sus líneas de comunicación y de sus flancos estratégicos (Clausewitz, 2014).

Una segunda causa de debilitamiento propia de una guerra de invasión como la llevada a cabo por Rusia se encuentra en que el avance de la ofensiva aleja a las Fuerzas de sus fuentes de sostenimiento (Clausewitz, 2014), que al igual que el agua que se desplaza por un tubo pierde presión a medida que se aleja del grifo.

Por último, y quizás la más significativa de todas las causas de debilitamiento en este escenario, es el cambio en el contexto político, que Clausewitz relaciono con la necesidad de estimar adecuadamente como la acción ofensiva victoriosa de un Estado grande sobre uno pequeño provoca la aparición de “muchos protectores si se está amenazando su existencia” (Clausewitz, 2014, p. 628)

El apoyo manifiesto de prácticamente la unanimidad de las democracias liberales occidentales a Ucrania, materializada en ayuda militar directa principalmente de Estados Unidos y los países miembros de la Unión Europea, es una prueba de ello.

Se pretende ahora establecer los objetivos políticos de cada uno de los contendientes, en cuanto esta finalidad política como motivación primaria será trascendental para determinar tanto el objetivo militar a alcanzar como la magnitud del sacrificio que se está dispuesto a llevar a cabo para obtenerlo (Clausewitz, 2014).

Con la salvedad de que esta determinación de objetivos políticos se hace desde la perspectiva del observador, es posible considerar que los perseguidos por Rusia eran negar la expansión de la OTAN sobre su área de influencia, establecer en Ucrania un gobierno de carácter pro ruso y asegurar la anexión del Donbass y la integración definitiva de la península de Crimea.

Desde el punto de vista de Ucrania, se infiere que su objetivo político está asociado a asegurar la supervivencia del estado y su integridad territorial. El hecho que sus objetivos están intrínsecamente ligados a su propia existencia no hace más que confirmar la magnitud del sacrificio que se está dispuesto a realizar para obtenerlos.

La concepción política de la guerra que se emprende tiene un impacto directo en su estructuración propiamente dicha, la cual se articula en una serie de niveles diferenciados, pero íntimamente relacionados entre sí.

Los niveles referidos son el político estratégico, el estratégico militar, el operacional y el táctico. El nivel político es aquel que decide emplear la guerra para alcanzar sus objetivos pretendidos, establece los recursos a comprometer y cuantifica el esfuerzo que se está dispuesto a asumir, el nivel estratégico militar toma decisiones referidas al mejor empleo del instrumento militar para la consecución de los objetivos políticos establecidos, el nivel operacional el que planifica y conduce las operaciones, además de asegurar su sostenimiento y el nivel táctico es aquel donde se producen los enfrentamientos propiamente dicho.

En la ejecución de la denominada “operación militar especial” Rusia pareció darle la espalda al vasto legado de su pensamiento militar, organizándose en Agrupaciones que operaban en forma autónomas entre sí y respondiendo directamente al nivel político - estratégico en Moscú, anulando en la práctica las implicancias del nivel operacional.

Desde la perspectiva ucraniana, la relación dirección política - conducción militar presenta una concepción más armoniosa, en una interacción más concordante con el precepto de lógica superior que se expresa por medio de una gramática autónoma.

En el nivel político, Ucrania ha demostrado una gran capacidad para usar todos los instrumentos de poder a su disposición orientados sinérgicamente a obtener sus objetivos trascendentales.

La concepción operacional planteada por Ucrania se centró principalmente en una defensa móvil que impida a las fuerzas invasoras concentrar sus fuerzas contra un enemigo fijado en el terreno, a sabiendas de que la inferioridad relativa de su poder de combate impedía cualquier intento de ofrecer una batalla decisiva.

Es importante analizar y comprender las herramientas que tiene a disposición el Comandante Operacional para transformar su capacidad de intermediación entre la dependencia política y la propia realidad del Teatro, a través de un planeamiento que plasme su visualización como instrumento de la libertad de acción.

La libertad de acción del comandante operacional es esencial para el éxito de la campaña, porque no hay otro camino para alcanzar los objetivos estratégicos que no sea a través de la ejecución de operaciones concatenadas en tiempo y espacio, que respondan integralmente a nuestra voluntad.

Es un concepto trascendental que otorga al comandante las herramientas necesarias para tomar decisiones rápidas y efectivas en un ambiente operacional comúnmente caracterizado por su “complejidad caótica carente de unidad; una complejidad desintegrada difícil de aprehender” (Valdés Guía, 2021, p. 298).

La libertad de acción implica el grado de autonomía en disposición del Comandante Operacional para adoptar resoluciones o tomar decisiones minimizando las restricciones que la situación le impone.

En segundo orden, la visualización del comandante operacional constituye sin duda alguna uno de los instrumentos más significativos a su disposición para configurar una solución innovadora y creativa al problema operativo que se le presenta.

Visualizar implica representar intelectualmente una situación que aún no se encuentra presente en la realidad, identificando anticipadamente los factores que la conforman, cómo se relacionan entre sí y cuál es en definitiva su interdependencia.

La visualización del comandante operacional es un instrumento de aplicación trascendental en el planeamiento de operaciones militares, con impacto directo en su posterior ejecución.

Varios autores a lo largo de la historia han destacado esa concepción intelectual del Comandante. El mismo Clausewitz (2014) reconocía su extrema relevancia al afirmar en el capítulo tercero de su Libro I, dedicado al genio militar, que:

Lo que aquí se reclama a las fuerzas superiores del espíritu es unidad y juicio, ascendidas hasta una fantástica visión que en su vuelo afecta y supera mil ideas en penumbra que un entendimiento habitual solo saca a la luz con mucho esfuerzo, y que le agotarían. Pero esta actividad superior del espíritu, esa mirada del genio no se convertirá en manifestación histórica si no le apoyaran las cualidades del carácter y el ánimo. (p. 63)

De igual modo, Bungay (2011) destaca la importancia de la capacidad del comandante de visualizar intelectualmente escenarios diversos, a partir de los cuales prever las resoluciones adecuadas y las órdenes requeridas, maximizando la adaptabilidad y la flexibilidad en el accionar.

La visualización permite identificar prematuramente aquellos momentos o sucesos que irremediablemente conllevarán a la toma de una decisión, evaluando para cada circunstancia los distintos escenarios que se pueden presentar y las consecuencias de cada uno de ellos.

En este punto, es necesario valorar cómo se implementan los conceptos de libertad de acción y visualización del Comandante Operacional, en ese diálogo jerárquico con el nivel político, enmarcado en el proceso de planeamiento.

El método de planeamiento de la alianza confirma el papel destacado que tiene el Comandante, como figura central de la totalidad del proceso, así como también contempla en su estructura una serie de hitos donde el Comandante Operacional tiene la potestad de presentar sus consideraciones en un ejercicio de diálogo directo con sus niveles superiores.

Sobre estos hitos se sustenta los niveles de libertad de acción y el alcance de su visualización que determinarán, de igual manera, el grado de soberanía que podrá ejercer sobre el Teatro.

Se aprecia entonces como, el propio método de planeamiento contempla algunas instancias que permiten gestionar esa tensión que se genera entre la intención del poder político de maximizar su control sobre la acción bélica desde una perspectiva externa y la necesaria autonomía que requiere el Comandante para desenvolverse en un sistema que debe ser analizado y comprendido internamente.

Para una mejor comprensión de los argumentos expresados, se materializará sobre el ejemplo histórico de la Guerra de Malvinas, la relación en constante tensión entre la dirección política y la conducción militar, y como la gestión de esa relación por parte del Comandante tiene un impacto fundamental en la obtención de los objetivos.

La denominada Guerra de Malvinas fue un conflicto armado que enfrentó a la Argentina y el Reino Unido por la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, desarrollada entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982.

Al momento de desarrollarse las operaciones militares, el nivel político en la Argentina era detentado por una Junta Militar, integrada por los Comandantes en Jefe de cada una de las Fuerzas Armadas, constituyendo un cuerpo colegiado que debía adoptar sus resoluciones por consenso interno, más allá que siempre el representante del Ejército ostentara la figura de Presidente.

El nivel estratégico militar era ejercido por el Estado Mayor Conjunto, instituido como consecuencia de las experiencias obtenidas de la Segunda Guerra Mundial, pero que no había logrado una evolución adecuada de sus funciones y representaba más bien una formalidad, puesto que cada una de las Fuerzas Armadas retenían para sí una autonomía absoluta.

Esta estructura de toma de decisiones donde el poder sectorial militar detentaba las funciones del poder político conforma la esencia misma de todos los errores cometidos en la dirección política de la guerra, con la previsible consecuencia de un avasallamiento de las funciones y competencias propias de los niveles estratégico militar y operacional.

El primero de estos ejemplos de distorsión entre los niveles de conducción se materializa cuando el 12 de enero de 1982 la Junta Militar determinó la constitución de una Comisión de Trabajo con el objeto de “analizar la previsión del empleo del Poder Militar para el caso Malvinas, con un enfoque político militar que especificara los posibles modos de acción" (Comisión de Análisis y Evaluación de las responsabilidades en el conflicto del Atlántico Sur, 1983, Pág 53).

Este acontecimiento inicial marcó el primero de los hitos en el que el nivel político distorsionaba su relación con los niveles estratégico militar y operacional, puesto que existía toda una organización como el Estado Mayor Conjunto que componía el ámbito natural donde debía desarrollarse ese tipo de planeamiento, ya que disponía de la organización, idoneidad y estructura interna para desarrollarlo.

En segundo orden, la distorsión generada por el poder político también se materializó en la modificación de los plazos de ejecución de la operación previstos. La Comisión de Trabajo inició su planeamiento con la previsión de su ejecución para no antes del 9 de julio de ese año, 1982.

Finalmente, y precipitado por un incidente con obreros argentinos en la Islas Georgias, el 26 de marzo la Junta Militar ordenó el inicio de las acciones para el 1 de abril de 1982, eventualmente pospuesto al 2 o al 3 si las condiciones meteorológicas lo imponían.

De lo expuesto, se desprende que, por imposición del nivel político, relativas al secreto y a la fecha de la ejecución, el nivel operacional dispuso solo de seis días para el planeamiento de una campaña que implicaba la proyección de fuerzas a un teatro insular distante 600 km, su sostenimiento limitado a medios navales y aéreos y la ejecución de acciones decisivas para defender los territorios recuperados ante la tercera potencia militar del mundo en esa época.

El nivel político intervino también en forma excesiva y nocivamente sobre las atribuciones del nivel operacional al designar dos comandos de ese nivel para el planeamiento y conducción de lo que en verdad fueron dos fases sucesivas de una misma campaña, toda vez que determinó la creación el día 26 de marzo de 1982 del Teatro de Operaciones Malvinas (TOM) para la ocupación y reconquista de las Islas, para luego desactivarlo el día 07 de abril y reemplazarlo con una configuración, atribuciones y delimitación geográfica diferente, por el Teatro de Operaciones Atlántico Sur (TOAS).

Esta situación inédita de desactivar un comando operacional y activar otro diferente en su reemplazo por el solo hecho de haber completado una fase del Plan de Campaña, atenta directamente contra la libertad de acción que ese Comandante Operacional puede disponer y anula toda posibilidad de concebir y aplicar su visualización a la solución del problema militar a afrontar.

En este caso histórico, el poder político le impuso al instrumento militar la obtención de sus objetivos con la prohibición absoluta del uso de la fuerza y la producción de bajas al enemigo, lo que implícitamente lleva aparejado la anulación de su misma esencia, su característica intrínseca y trascendente que lo tipifica y diferencia de cualquier otro instrumento de poder.

Las reiteradas intromisiones del nivel político en las competencias propias de la conducción militar tuvieron un impacto directo y significativo en el desarrollo de las operaciones, sin embargo, la más perjudicial de todas ellas y que determinó el resultado de la contienda, incluso aún antes de registrarse los primeros enfrentamientos, fue sin lugar a dudas la integración de los mandos componentes en la organización del Teatro de Operaciones.

En la época en que se desarrolló el conflicto armado, la doctrina argentina contemplaba ya la aplicación indefectiblemente conjunta de sus medios, bajo un comando único representado en el Comandante del Teatro de Operaciones.

Sin embargo, en la Guerra de Malvinas, el Componente Aéreo y el Componente Naval se encontraba bajo órdenes directas de la Junta Militar, dejando únicamente al Comandante del Teatro de Operaciones la conducción del Componente Terrestre durante el desarrollo de la campaña y, aun así, en muchas oportunidades respondían directamente al nivel estratégico en el continente.

Esta situación desvirtuaba completamente la figura del nivel operacional y, más allá de su existencia formal, implicaba una involución de más de 100 años en la práctica del arte militar.

Conclusiones

En este momento es debido poner en consideración las conclusiones más destacadas que se pueden obtener.

En primer lugar, se resalta la implicación trascendental que tiene la relación entre dirección política de la guerra y su condición militar, toda vez que el grado y el modo en que estas variables se relacionan determinan en gran medida el resultado probable a obtener de la acción bélica y la figura en la cual se personifica la gestión de estas dos realidades diferentes es el Comandante Operacional.

La política se sirve de la guerra para adaptar la realidad que percibe a la realidad que desea, la domina por ser un instrumento de su pertenencia, pero no le puede imponer la forma, el lenguaje o la manera sobre cómo desarrollarla, puesto que la guerra tiene una gramática que le es exclusiva y propia.

La actual guerra en Ucrania permite advertir entonces como esa tensión política - militar conserva su plena vigencia y como tiene un impacto directo en el desarrollo de la empresa bélica. Esta relación sigue siendo la piedra basal sobre la cual se estructura la Campaña y en ese sentido la figura del Comandante Operacional como puente vinculante entre estas dos realidades adquiere una trascendencia fundamental.

Respecto a la acción propia del Comandante Operacional, vemos como su propia visualización de la solución al problema militar operativo que enfrenta constituye el instrumento esencial que fundamenta todas las acciones posteriores, así como establece por sí misma los límites de la libertad de acción que dispondrá y de la capacidad de intermediación que podrá ejercer.

Finalmente, el estudio del caso histórico Malvinas refleja claramente el grado de intromisión del poder político sobre las atribuciones que son exclusivas del Comandante Operacional, así como también demuestra lo perjudicial que pueden llegar a ser esas intromisiones para la campaña militar.

La conducción operacional de Malvinas demuestra que cuando el Comandante carece de una visualización clara del estado final deseado y la traslada al planeamiento, asegurando la libertad de acción, la campaña militar se encuentra irremediablemente perdida, mucho antes aún del primer contacto con el enemigo.

Bibliografía

    • Planeamiento, visualización y libertad de acción del Comandante Operacional ( 0,15 MB )