IEEE. Neo-eurasianismo en el Kremlin: influencia de la teoría de Dugin en la política exterior de Rusia (2014- febrero 2022)

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06 mar 2025

IEEE. Neo-eurasianismo en el Kremlin: influencia de la teoría de Dugin en la política exterior de Rusia (2014- febrero 2022)

J. Luigi M. Kunz Saponaro. Investigador Predoctoral F.P.I. Universidad Carlos III de Madrid

Introducción

Nietzsche nos enseñó a distinguir entre facta y ficta, entre hechos y ficciones. El filósofo alemán se sorprendía con la facilidad con la que se olvidaba que la verdad no es más que una ilusión adornada poética y retóricamente y que su abuso la ha convertido en canónica1. Lograr hacer esta distinción en la política actual es una ardua tarea. Las dinámicas geopolíticas se fundamentan, principalmente, en narrativas donde los hechos se mezclan con la ficción2. Con la creación de estas narrativas, los Gobiernos justifican los objetivos de su política tanto nacional como exterior, lo que significa que los líderes pueden valerse de narrativas para conseguir el logro de sus propósitos políticos3. No obstante, pese a que estas interpretaciones pueden ser una útil herramienta para que un país consiga determinados objetivos en materia de política exterior, las mismas pueden igualmente convertirse en el detonante de un conflicto.

Inculcar en la mente de una población ideas a lo largo del tiempo puede llevar a la lenta normalización de ciertos comportamientos, costumbres e ideologías. Para forjar una narrativa que permita delinear una estrategia política exterior, es necesario establecer una base que la legitime. Es un proceso que se desarrolla en diferentes niveles, desde el discurso político en los documentos oficiales de un país hasta la narrativa de los medios de comunicación. En el caso específico de la política exterior, para identificar las variaciones de los objetivos promovidos por un líder se pueden considerar dos factores: por un lado, las estrategias de seguridad nacional sirven para identificar las variaciones en el discurso político utilizadas para legitimar determinados objetivos, donde se exponen las amenazas, desafíos, prioridades y objetivos de un país4; por otro lado, se pueden considerar acciones prácticas de un país que van más allá de los documentos oficiales como es el caso de acciones militares.

En el caso de Rusia, la relación cada vez más estrecha entre EE.UU., la OTAN y sus aliados han transformado la política exterior de Moscú. Acorde a lo expuesto por el Kremlin, Occidente representa el contendiente por antonomasia del Kremlin en temas económicos, militares y de seguridad. De hecho, Rusia siente una gran amenaza por la hegemonía occidental. Un claro ejemplo es la influencia que Occidente estuvo ejerciendo desde la caída de la Unión Soviética de 1991 en los Estados satélites de Moscú, en particular en Ucrania. El acercamiento de Kiev a la OTAN en 2008 fue el primer paso en el retroceso en las relaciones entre Rusia y Occidente. En términos prácticos, esta tensión resultó en la anexión de Crimea en 2014 por parte de Rusia. En términos ideológicos, este antagonismo derivó en un rechazo del Kremlin hacia cualquier tipo de influencia por parte de Occidente. Por otro lado, la anexión de Crimea y el autoaislamiento de Rusia generaron una creciente inseguridad en Occidente, lo que dio lugar a una dinámica de tira y afloja.

Resulta difícil discernir si la narrativa del Gobierno de Putin se basa en hechos o ficción. Más allá de las tensiones exteriores, cambiar la trayectoria de la política exterior e iniciar una guerra es sin duda el resultado de un proceso de presión interna. De hecho, las decisiones que un gobierno toma son el resultado de un proceso de lobby ejercido por varios actores5. De ahí se puede derivar que, a la hora de establecer su política exterior, el Kremlin toma en consideración ideologías defendidas por personalidades influyentes de la élite rusa. Un ejemplo es Aleksandr Dugin, politólogo ruso considerado uno de los fundadores del neo-eurasianismo y que introdujo su teoría en el entorno de Putin. El neo-eurasianismo se basa en la oposición de Rusia a la tendencia hegemónica que Occidente – EE.UU., la OTAN y sus aliados – impone sobre el resto del mundo, limitando el desarrollo de Rusia.

Algunos autores argumentan que Dugin representa el cerebro del Kremlin y que el neo-eurasianismo personifica la ideología que dirige su brújula geopolítica6. La presente investigación pretende aclarar si esta ideología representa efectivamente una influencia determinante en la política exterior rusa. Desde la anexión rusa de Crimea en 2014, las relaciones entre Rusia y Occidente se deterioraron significativamente, llegando a truncarse por completo con la invasión de Ucrania, en febrero de 2022. El cambio en la política exterior de Moscú desde este momento ha sido considerable. Con el fin de averiguar si el neo-eurasianismo ha provocado este cambio, en las siguientes páginas se analiza su presencia en la última Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) rusa, publicada en 2021 y se compara con la anterior ESN rusa, de 2015.

El neo-eurasianismo de Dugin

El neo-eurasianismo, conceptualizado por Aleksandr Dugin, propone que Rusia debe guiar un bloque geopolítico euroasiático capaz de contrarrestar la influencia de Estados Unidos y la OTAN en zonas de interés para el Kremlin7. Esta entidad geopolítica se identifica con el término Rusia-Eurasia. Se trata de una identidad civilizatoria única liderada por Rusia que encabeza un vasto territorio desde Europa del Este hasta Asia Central. Basado en valores tradicionales y una identidad propia, el neo-eurasianismo sugiere que Rusia está destinada a ser la fuerza geopolítica líder en el mundo actuando como contrapeso al decadente liberalismo occidental.

Dugin fundamenta esta teoría en tres principios clave. En primer lugar, evidencia el antagonismo entre Rusia-Eurasia y Occidente. Según él, existe una lucha política emprendida por occidente cuyo objetivo es limitar el poder de actuación de Rusia. Aunque la competición entre Occidente y Rusia no es novedosa, el neo-eurasianismo lleva esta idea a un nivel más ideológico y estructural8. De esa manera, se facilita su divulgación en el público para moldear posibles acciones políticas. Esta es una herramienta útil para oponerse a Occidente y acabar con sus intentos de desestabilizar Rusia mediante presiones geopolíticas y propaganda denigratoria.

En segundo lugar, el neo-eurasianismo aboga por una firme defensa de los valores tradicionales rusos. Estos valores, que incluyen la espiritualidad ortodoxa, el comunitarismo y la soberanía nacional, son presentados como un antídoto contra el relativismo cultural y el individualismo que se atribuyen a Occidente9. Es necesario, según esta lógica, luchar para que los valores comprometidos occidentales no se adentren en el tejido social de Rusia y evitar caer en declive. En este sentido, Dugin argumenta que la rusidad debe ser protegida y promovida como un ejemplo de resistencia a la decadencia occidental.

En último lugar, la ideología se refiere a la expansión territorial de Rusia. Con esto el neo-eurasianismo tiene como objetivo recuperar el dominio ruso sobre las antiguas regiones del Imperio ruso y la URSS para fortalecer su poder geopolítico. La idea sería crear una civilización euroasiática común que rivalice con las potencias occidentales10. En definitiva, este aspecto de la teoría representa la parte más beligerante del neo-eurasianismo ya que defiende e inclusive insta a adoptar una posición militar para anexionar territorios. El resultado de esta acción patriótica consistiría en perturbar el orden mundial y derribar a sus competidores.

Considerando los puntos fundamentales del neo-eurasianismo, se percibe que no solo tiene implicaciones teóricas, sino también prácticas. Acciones concretas de poder duro y blando por parte de Rusia se transforman en un escenario realista gracias al marco ofrecido por esta ideología. Se puede utilizar este pensamiento para justificar acciones concretas, como la anexión de territorios o la intervención en conflictos regionales – ambas acciones realizadas por Rusia en la última década. En este sentido, el neo-eurasianismo ha captado la atención tanto de los analistas como de algunos departamentos del Kremlin. En las siguientes secciones se esclarecen cómo y cuándo estas influencias se empezaron a manifestar en la política exterior de Rusia.

Diferencias entre la influencia del neo-eurasianismo en la ESN de 2015 y la del 2021

Al analizar la ENS rusa de 202111, Galeotti comentó que “mucho es esencialmente lo mismo que en la del 2015, pero son los cambios los que importan”12. La versión más reciente abarca no solamente cuestiones de seguridad nacional, sino también, entre otras cosas, los valores tradicionales rusos – algo que no fue tratado en la estrategia de 201513. Esta novedad brinda una mezcla peligrosa en términos de propaganda cuyo objetivo es persuadir al público que Rusia está siendo atacada en un aspecto que toca de manera muy personal a su población. No es exagerado afirmar, entonces, que los cambios que caracterizan la nueva estrategia representan un manifiesto para una era diferente.

Para Trenin se trata de “una estrategia definida por la confrontación cada vez más intensa con Estados Unidos y sus aliados y un retorno a los valores tradicionales rusos”41. Además, la ESN de 2021 muestra un cambio progresivo en las prioridades del Kremlin, basadas en acusaciones y miedos infundados hacia Occidente15. Lo sorprendente es que la nueva estrategia, a diferencia de la anterior, plantea un panorama más alarmante sobre las amenazas de Occidente a las que Rusia se enfrenta desde Occidente y también conceptualiza esas amenazas en términos más amplios16.

Siguiendo esta línea, la intención de proteger los valores tradicionales rusos fue aumentando en las dos ESN. La más reciente, al contrario de la del 201517, atribuye mucha importancia al hecho de que Occidente menosprecia sus valores. Este descrédito se lleva a cabo por medio de la propaganda promovida por los medios de comunicación occidentales que desprestigian estos valores rusos. Por esta razón, se puede decir que la ESN de 2021 adoptó una terminología más estridente si la comparamos con la del 2015, identificando a EE.UU. y sus aliados como la fuente de los ataques a los valores rusos18. Mientras que en 2015 se empleó un discurso que no atacaba de manera directa a Occidente.

Tras observar la posición cada vez más defensiva de Rusia, algunos analistas empezaron a sostener que la ESN de 2021 representa mucho más que una actualización del documento adoptado en 2015. Este es el caso de Trenin quien opina que las relaciones con Occidente ya se vieron comprometidas como resultado de la anexión de Crimea, pero aún se consideraban salvables19. Pese a eso, la nueva estrategia introdujo unos cambios en cuanto a las relaciones con la UE de ruptura irreversible. De hecho, si comparado a la ESN de 2015 donde se contemplaba la posibilidad de restablecer una relación constructiva con EE.UU. y sus aliados, la estrategia de 2021 se aleja de manera evidente de la realización de tal correspondencia20.

En resumen, el incremento de la influencia del neo-eurasianismo en la ESN de 2021 respecto a la del 2015, se puede relacionar con el deterioro de las relaciones entre la OTAN y la Federación Rusa. Es posible argumentar que se formó una crisis entre las dos partes con la cumbre de la OTAN en Bucarest en 2008. En una entrevista para The Economist, el profesor Mearsheimer opinó que, con el acercamiento de la OTAN a Ucrania y Georgia en aquella cumbre, Moscú se opuso a la idea de que la OTAN extendiera su alcance tan cerca de Rusia21. Consecuentemente, el Kremlin empezó un proceso de aislacionismo.

Putin fue creando una narrativa que se enfoca en las amenazas exteriores – la OTAN – para distraer la población cada vez más insatisfecha con los problemas internos del país22. Este declive en el apoyo público coincidió con un tono cada vez más beligerante y nacionalista en la retórica del Kremlin – en línea con los ideales del neo-eurasianismo23. Estas prácticas alarmaron a Occidente y empujó a sus miembros a sacar la OTAN de su estado de “muerte cerebral”, como descrito por Macron, disipando las tres décadas de relativa irrelevancia después del final de la guerra fría24.

En un escenario de creciente tensiones entre las dos partes, Galeotti anticipó que la creencia de que la OTAN representase una verdadera amenaza para Putin podría llevar al riesgo de un error de cálculo que conduzca a un enfrentamiento directo25. Sus palabras demostraron ser premonitorias, ya que el deterioro de las relaciones entre la OTAN y Rusia culminó con la invasión de Ucrania.

Reflexiones sobre el neo-eurasianismo, Rusia y su relación con Ucrania
El papel de Occidente

Existe un debate sobre si Occidente representa o no el punto principal de la brújula para el Kremlin. Lo que es cierto es que en Rusia se impulsó la radicalización ideológica e imperialista mediante un creciente populismo. Se puede llegar a esta conclusión partiendo del análisis de la relación la UE compartía con Rusia. Más concretamente, la UE mantuvo una relación con Rusia que no había alterado en los años precediendo la guerra con Ucrania. Por esta razón, el Kremlin no tendría razón para sentirse amenazada o provocada destacando el papel que tuvo la presión interna del país en provocar una acción militar en Ucrania.

La rivalidad entre Occidente y Rusia-Eurasia empeoró a lo largo del mandato presidencial de Putin. El primer Putin era un líder joven, pragmático y relativamente reformista. De cara al exterior, esto significaba tender la mano a Occidente e incluso fantasear con la idea de que Rusia entrase algún día en la OTAN. Pero esta idea de Putin no es la que ha llegado hasta nuestros días. El líder político, al igual que su ideología, ha ido evolucionando a lo largo de los años. Esta visión se entrelaza con la visión de un fortalecimiento de la radicalización rusa que desprende desde la política interior y las demandas de la población rusa. De hecho, cuando la intelectualidad soñó con poner a alguno de los suyos en el poder tras las protestas de 201136, Putin, al retomar el puesto de presidente en 2012, dio la espalda a Occidente. Desde entonces, la esperanza de una pacificación duradera entre Occidente y Rusia se desvaneció para siempre.

En el caso específico de Ucrania, unos cuantos factores han llevado a este incremento de confrontación entre las dos partes. A partir de 2014 con la anexión de Crimea, el Kremlin empezó a interpretar la influencia de Occidente como una injerencia en un país que considera suyo. Más concretamente, Ucrania siempre fue entendida como una provincia más de Rusia y, por ende, el Kremlin constantemente quiso influir y controlar Ucrania. Es posible ir más allá y destacar el papel que EE.UU. y la OTAN tienen en este marco. El respaldo que la OTAN y EE.UU. dieron a Ucrania ofreciéndole la posibilidad de participar en la Alianza Atlántica y brindando armas y asesoramiento militar, enfureció al Kremlin. De esa manera, la brecha entre Occidente y Rusia-Eurasia se hizo aún más amplia.

El papel de la percepción geográfica de Rusia-Eurasia

La geografía siempre ha sido un elemento dominante en la manera de pensar de los Gobiernos rusos en los años antecedentes a la guerra. Esta afirmación se basa en la consideración de la constitución geográfica que caracteriza el territorio ruso. Las fronteras occidentales son amplias llanuras que conecta Rusia con Centroeuropa, lo cual, desde un punto de vista estratégico, caracteriza a una zona propensa a la formación de conflictos. Su enorme extensión y posible fragilidad ha sido un motivo de obsesión para los líderes rusos desde hace tiempo, lo que ha estimulado sus instintos de control y autoritarismo. Debido a esas inseguridades, Rusia quiere crear una “profundidad estratégica” que consiste en un cinturón de aliados o estados vasallos que los distancian geográficamente de Occidente. Para lograr este objetivo, Moscú tiende a invadir y ocupar a sus naciones vecinas – Ucrania, que es una llanura, la primera de ellas.

La importancia de la percepción geográfica de Rusia-Eurasia, sin embargo, parece no influir de manera evidente en el caso concreto de Ucrania. Es necesario interpretar la recuperación de la idea de Rusia-Eurasia como una manera para fortalecer el Kremlin transmitiendo la idea de que Rusia como potencia tiene derecho legítimo de controlar los territorios de la URSS y más allá. Lo que esta idea subraya de nuevo es el pragmatismo de Putin para emplear las ideas que más le benefician. De hecho, usa el aspecto geográfico del neo-eurasianismo, pero no el concepto de una civilización euroasiática para imponerse sobre sus vecinos. Al tratar, por ejemplo, la idea de una civilización conjunta, el neo-eurasianismo se transfigura en una ideología política que trasciende desde y más allá del nacionalismo e imperialismo ruso.

Considerando esta tesis, el caso de Ucrania se ve afectado de igual manera. Eurasia no ha jugado un papel en esta guerra ya que, para el Kremlin, Ucrania forma parte de Rusia, pero no hay ningún esfuerzo por crear una identidad común eurasiática. Es más, Rusia interpreta la nación ucraniana como un error y el resultado de un complot extranjero; y eso es algo injusto que debe deshacerse, según la visión del Kremlin. Los nacionalistas rusos matizan que Ucrania representa el lugar donde nació Rusia y, en consecuencia, tiene que ser parte de su territorio.

El papel de la identidad rusa

Los valores rusos tradicionales son una herramienta del Kremlin que no se vincula directamente con el neo-eurasianismo. En el caso de la iglesia ortodoxa, por ejemplo, el Kremlin la emplea como herramienta para promover distintos intereses políticos. Putin aceleró la represión en Rusia en 2011 y buscó el respaldo de la Iglesia ortodoxa y de las posturas más conservadoras. Aun así, Putin pone cierto límite al poder de la Iglesia para evitar una acumulación de poder que pueda rivalizar con el propio Kremlin.

Putin abraza más abiertamente los idearios nacionalistas y ortodoxos y, de ahí deriva, también, su agresividad hacia Ucrania: esa idea se desprende de que Ucrania no es un país sino más bien una región de Rusia, basándose en la hermandad espiritual eslávonica de la que Rusia se considera la cabeza, el pater familias. La cuestión de Ucrania tiene que ver con la identidad de Rusia, pero los valores del neo-eurasianismo no son los que empujan a Rusia a ocupar Ucrania La idea es, sencillamente, que Ucrania tiene que ser controlada por el Kremlin, de lo contrario supone una amenaza.

Por lo tanto, los ideales del neo-eurasianismo no han ejercido una influencia relevante en la decisión de invadir este país. La narrativa empleada respecto a Ucrania no es una cuestión de valores, sino de identidad - algo más grande de los valores en sí, ya que son comprendidos por la identidad. El objetivo de transmitir esta mentalidad a la población se refleja en lo que ha llevado Moscú a preparar el conflicto en Ucrania en febrero de 2022. De hecho, la identidad rusa ha jugado un papel en la preparación de esta guerra, enfocándose más sobre corregir un error: Ucrania no debió separarse nunca de Rusia ya que es, orgánicamente, parte de este país.

Ulteriores consideraciones

En el análisis de la ESN de 2021 se puede notar que Ucrania, aunque fuese mencionada solo una vez, iba a desempañar un papel importante para Rusia, quien tenía intención de establecer una “cooperación fraterna” con Kiev27. Cabe mencionar que solamente Ucrania y Bielorrusia fueron mencionados como países con los cuales Rusia iba a establecer tal cooperación. La decisión del Kremlin de enfocar sus relaciones con Ucrania de esta forma pareció vislumbrar intenciones de acercamiento - forzado o no - entre la Federación Rusa y Ucrania.
 
Una diferencia sustancial con respecto a 2014 es que la población de Crimea se identificaba como rusa, lo cual era percibido por Rusia como causa legítima para anexionar la península del mar Negro. En cualquier caso, este sentimiento pro-ruso no era ni es compartido por el resto de la población ucraniana28. Este fue un factor que, junto a la idea de que los ucranianos verían a las tropas rusas como sus liberadores del yugo del Gobierno de Ucrania, se ha mostrado clave en el estancamiento actual de la invasión del país. Para preparar la invasión de Ucrania, Moscú empezó a enfocarse en una retórica empleada desde hace años basada en el relato de la necesidad de desnazificar al país ya que el Gobierno ucraniano estaba llevando a cabo un presunto genocidio en el Donbás contra la población pro-rusa29. Es decir, el concepto de desnazificación de Ucrania es uno de los cambios más importantes que ha tenido la política exterior rusa desde 2014.

Sin embargo, el cambio más importante se fundamenta en la propaganda rusa sobre la vida política en Ucrania. Desde el año 2013, el desarrollo de la vida política ucraniana ha sido una constante en los debates televisivos de las cadenas estatales rusas, en los que se ridiculiza sistemáticamente lo que ocurría en el país vecino. Los canales controlados por el Kremlin son una parte de la maquinaria de propaganda del Gobierno a la que la población rusa ha estado constantemente expuesta. En los telediarios y debates políticos se ha ofrecido una imagen distorsionada de los ucranianos, que han sido deshumanizados, reduciéndoles a una sociedad de ladrones, maltratadores, violadores y, en última instancia, de nazis30.

No obstante, la desinformación se ha vuelto en contra del propio Kremlin. La política del Gobierno ruso hacia Ucrania ha sido rehén de su propia desinformación sobre Ucrania. Más concretamente, el Kremlin, tras representar a Ucrania como un país disfuncional durante los años antecedentes a la guerra, tuvo que enfrentar una realidad de un país que resultó ser mucho más resistente de lo que se esperaba ante las tropas rusas.

Otro factor a tener en cuenta fue el cambio de presidentes en Ucrania. Una de las razones que llevaron a preparar una invasión de Ucrania fue la decepción del Kremlin con el gobierno de Volodímir Zelenski, que defendía el acercamiento de Ucrania hacia Occidente con su integración en la OTAN y su adhesión a la UE. Por ello, la aspiración del Kremlin de reforzar una relación de cooperación entre Kiev y Moscú y mantener su control sobre la situación del país, se desvaneció cuando el actual presidente ucraniano sustituyó a Petró Poroshenko.

Es más, Moscú estaba convencido de que EE.UU. y el resto de sus aliados no estaban capacitados para dar una respuesta contundente a una agresión contra Ucrania. Fue precisamente esta percepción de un Occidente dividido y debilitado lo que llevó a Rusia a efectuar acciones más arriesgadas. La abierta exposición rusa en contra de Occidente puede interpretarse como un error de cálculo del Kremlin, que esperaba ver el fin de la hegemonía de Occidente, y tras lo cual Rusia podría empezar a imponerse de nuevo en los países exsoviéticos que se habían dejado seducir por la influencia de EE.UU. El objetivo principal del Kremlin era, precisamente, restaurar esa zona de control.

Conclusión

Esta investigación reconoce los límites que las ESN rusas pueden tener en el entendimiento de la influencia de una teoría como la del neo-eurasianismo en la política exterior del Kremlin. Estos documentos son el resultado de una cooperación entre diferentes partes del Gobierno ruso, lo que significa que están limitados por sus respectivos compromisos políticos. Consecuentemente, se limita la posibilidad de manifestar un pensamiento exento de condicionamientos. Después de analizar las ESN rusas se puede llegar a la conclusión de que el neo-eurasianismo no ha desempeñado un papel fundamental en preparar el conflicto de febrero de 2022 en Ucrania. Dugin no es el cerebro del Kremlin, pero, al mismo tiempo, tampoco es irrelevante. En el ecosistema del Kremlin, sus ideas han calado en determinados debates estratégicos. Aún así, lo que verdaderamente influye en la política exterior rusa es el pragmatismo de Putin.

El objetivo de la política del presidente ruso es el de mantener el poder a cualquier precio. Esta mentalidad hace que Moscú utilice algunos aspectos del neo-eurasianismo para su política exterior y descarta otros aspectos que no considera ser útiles para los intereses de Rusia. El ejemplo más explicativo es el reciente acercamiento a EE.UU. para negociar un fin de la guerra yendo en contra de toda la propaganda antioccidental realizada durante la guerra. Putin no previó la magnitud de la respuesta militar y económica liderada por Occidente. Este error de cálculo lo ha llevado a un punto en el que el pragmatismo político se convierte en una herramienta esencial para gestionar una situación que inicialmente pareció estar bajo control, pero que ahora presenta riesgos para la estabilidad interna de Rusia y su proyección de poder al nivel internacional.

J. Luigi M. Kunz Saponaro
Investigador Predoctoral F.P.I. Universidad Carlos III de Madrid

1García Sánchez, M. (2021, October 10). Soldados de Salamina 2.500 años después. El País.
2véase Subotić, J. (2016). Narrative, Ontological Security, and Foreign Policy Change. Foreign Policy Analysis, 12(4), 610–627.
3Bacchilega C. (2015). Narrative Cultures, Situated Story Webs, and the Politics of Relation. Narrative Culture, 2(1), 27–46.
4véase Leszczenko, L., & Tarnavska, O. (2021). Russia's 2021 national security strategy in the context of the state’s strategic culture. Actual Problems of International Relations, (147), 18–26.
5Draca, M., & Grant, W. (2017, September 28). Department of Economics. Department of Economics - The University of Warwick.
6véase Burbank, J. (2022, March 22). The grand theory driving putin to war. The New York Times.; Burton, T. I. (2022, May 15). El "Rasputín de Putin": Quién es Alexander Dugin, El Filósofo Místico de extrema derecha que se hace fuerte en el Kremlin. infobae.; The Washington Post. (2022, March 23). Guerra Rusia-Ucrania: Cuál es el Peligroso Plan del Kremlin según El Gurú de Putin.
7Dugin, A. (2016). Eurasian mission. An introduction to neo-eurasianism. Renovem Verlag
8Ibid
9Ibid
10Dugin, A. (2016). Eurasian mission. An introduction to neo-eurasianism. Renovem Verlag
11ESN (2021). The 2021 Russian National Security Strategy. English translation by Aleksander Olech of the 2021 Russian National Security Strategy. Akademia Sztuki Wojennej.
12Galeotti, M. (2021, November 12). Inside-out: What changing Russian domestic politics mean for NATO. NATO Review.
13Trenin, D. (2021, July 6). Russia's National Security Strategy: A manifesto for a new era. Carnegie Endowment for International Peace.
14Trenin, D. (2021, July 6). Russia's National Security Strategy: A manifesto for a new era. Carnegie Endowment for International Peace.
15Galeotti, M. (2021, November 12). Inside-out: What changing Russian domestic politics mean for NATO. NATO Review.
16Ibid
17ESN (2015). The 2015 Russian National Security Strategy. English translation of the 2015 Russian National Security Strategy. Russia Matters.
18Cooper, J. (2021, July 19). Russia’s updated National Security Strategy. NATO Defence College.
19Trenin, D. (2021, July 6). Russia's National Security Strategy: A manifesto for a new era. Carnegie Endowment for International Peace.
20Duclos, M. (2021, August 2). Russia’s National Security Strategy 2021: The era of "Information Confrontation". Institut Montaigne.
21The Economist. (2022b). Sir Adam Roberts rebuffs the view that the west is principally responsible for the crisis in Ukraine. The Economist.
22Galeotti, M. (2021, November 12). Inside-out: What changing Russian domestic politics mean for NATO. NATO Review.
23Galeotti, M. (2021, November 12). Inside-out: What changing Russian domestic politics mean for NATO. NATO Review.
24The Economist. (2022a). How Russia has revived NATO. The Economist.
25Galeotti, M. (2021, November 12). Inside-out: What changing Russian domestic politics mean for NATO. NATO Review.
26Las protestas en Rusia de 2011 comenzaron como respuesta al fraude electoral en las elecciones legislativas del 4 de diciembre de 2011. Véase el artículo de Fernández, R. (2011, December 24). Miles de Rusos se manifiestan en moscú en protesta contra el fraude electoral. El País.
27Olech, A., & Pi?czak, L. (2021, July 5). Key theses of strategy of National Security of the Russian Federation (2021). Research Gate.
28véase Twining, D. (2022, May 6). Opinion | what Ukrainians think about the war with Russia. The Wall Street Journal.)
29Kirby, P. (2022, May 26). Donbas: Why Russia is trying to capture Eastern Ukraine. BBC News.; Kupfer, M., & Waal, T. (2014, July 28). Crying genocide: Use and abuse of political rhetoric in Russia and Ukraine. Carnegie Endowment for International Peace.
30véase McFaul, M., & Honcharuk, O. (2021, December 1). Opinion | the best response to Russia's threats is a closer relationship with Ukraine. The Washington Post.; Remnick, D. (2022, February 26). Putin's Bloody Folly in Ukraine. The New Yorker.
    • Neo-eurasianismo en el Kremlin: influencia de la teoría de Dugin en la política exterior de Rusia (2014- febrero 2022)

    • Neo-Eurasianism in the Kremlin: the influence of Dugin’s theory on the foreign policy of Russia (2014 – February 2022)