IEEE. Implicaciones geopolíticas y estratégicas del cambio de régimen en Siria

Introducción y contexto actual

El 8 de diciembre de 2024 concluyó uno de los conflictos más complejos de este siglo. La guerra civil siria estaba estancada desde 2020, con el régimen de Bashar al-Assad controlando dos tercios del país y las principales ciudades. Mientras tanto, las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), vinculadas a los kurdos, dominaban al noreste en Rojava, los islamistas de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) al noroeste en Idlib y, el Ejército Nacional Sirio (SNA) proturco, las zonas fronterizas al norte de Al Raqqa y Halab junto a tropas otomanas. Pese al aparente estancamiento y aparente ventaja del gobierno, el 27 de noviembre de 2024 HTS lanzó una ofensiva fulminante que, con apoyo de otras facciones islamistas y del SNA respaldado por Turquía, derrocó a Assad aprovechando la debilidad del régimen.

El agotamiento tras más de una década de conflicto, las duras sanciones internacionales o el drenaje de activos rusos hacia Ucrania debilitaron en buena medida al gobierno de Assad a nivel político, económico y militar. Esto sumado a la presión externa del neo-otomanismo de Erdoğan o el enfrentamiento de Israel contra sus aliados del Eje de la Resistencia iraní. Situación que fue aprovechada por HTS, liderados por Mohammed al-Jolani, para en tan solo unos días avanzar hasta tomar la capital de Damasco, forzar la marcha de Assad y conseguir el control de facto del país.

Las dinámicas geopolíticas internacionales marcaron el desarrollo de la guerra civil siria, al igual que fueron decisivas para este cambio de régimen. Ya desde su comienzo en 2011 se convirtió en una guerra proxy entre los Estados Unidos y las potencias revisionistas de Rusia e Irán. EEUU fue aliado desde un principio de grupos opositores moderados como el Ejército Libre Sirio o los kurdos de las SDF para provocar un cambio de gobierno en el país. Del otro lado, Rusia era un firme aliado del gobierno de la República Árabe Siria y buscaba asegurar sus bases estratégicas en Tartús y Latakia, brindándole apoyo militar clave y sirviéndole al gobierno para vetar cualquier resolución en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para intervenir en la guerra.

Asimismo, entre 2014 y 2019 el Estado Islámico supuso una enorme amenaza internacional con su rápida expansión a lo largo de Siria e Iraq, pero, gracias a los respectivos esfuerzos de Washington y Moscú, se logró neutralizar a este grupo yihadista junto a fuerzas locales. Al mismo tiempo, Siria formaba parte del Eje de la Resistencia liderado por Irán, histórico aliado estratégico que persigue extender su influencia regional a través de apoyo militar propio y de milicias afines como los libaneses chiitas de Hezbollah.

De igual forma, milicias de corte islamista fueron instrumentalizadas en la guerra por Turquía en un intento de reprimir las aspiraciones separatistas kurdas o evitar la extensión del conflicto a su territorio. Ankara ha dado mucha importancia a Siria en su estrategia regional, por lo que ha hecho uso de milicias suníes como el SNA o HTS para proteger sus intereses y consolidar su particular esfera de influencia de orientación islamista, sostenida en un hábil equilibrio en sus relaciones con los demás actores implicados. Israel, por su parte, mantenía una posición oficial de no intervención en la guerra civil, pese a su apoyo a la comunidad kurda en Rojava y su autodeterminación o mostrar una fuerte oposición a Assad, viendo como una amenaza su pertenencia a la esfera de influencia iraní y habiendo intensificado los ataques contra Siria desde octubre de 2023.

A esta confluencia de intereses hay que añadir el reciente debilitamiento del gobierno y de sus principales aliados. Rusia había centrado sus esfuerzos y recursos en la guerra contra Ucrania, e Irán y Hezbollah se encontraban desgastados tras su confrontación con Israel. El reajuste estratégico de Moscú y el Eje de la Resistencia limitó las capacidades para hacer frente a la inesperada ofensiva de HTS, que contaba con el apoyo estratégico de Turquía y sus milicias en Siria. Como resultado, se refuerza la alineación estratégica de Turquía con HTS para seguir prestándose apoyo mutuo en sus objetivos: los islamistas de HTS construyen un régimen islamista que promueva los intereses turcos a cambio de material militar, apoyo logístico y político o mediación internacional. De este modo, el gobierno turco podría ser el mejor posicionado actualmente para asegurar sus objetivos entre las tensiones y divergencias existentes.

Consecuencias e impacto del nuevo régimen islamista en Siria

Hayat Tahrir al-Sham o la Organización para la Liberación del Levante es un grupo terrorista de ideología salafista creada en 2017 durante la guerra civil como una escisión del Frente al-Nusra, anteriormente conocido como al-Qaeda Siria. Su actual líder, Mohammed al-Jolani dirigió este último tras haber alcanzado también altos cargos dentro de la estructura de al-Qaeda Iraq, grupo que posteriormente derivó en el Estado Islámico o ISIS.¹ Al-Jolani decidió desvincularse de al-Nusra en 2017 para evitar ser objetivo de ataques rusos o americanos por el hecho de pertenecer a la red de al-Qaeda. Sin embargo, en ningún momento él o HTS han declarado su renuncia a la ideología yihadista ni los objetivos de esta.

El día que tomaron el poder, HTS estaba considerado como grupo terrorista por el Consejo de Seguridad, la UE, Rusia, Estados Unidos o Reino Unido entre otros, aparte de existir una orden de busca y captura con recompensa de 10 millones desde Washington por su líder. Esta fue retirada pocos días después del derrocamiento para facilitar establecer posibles lazos institucionales con el nuevo régimen islamista. De hecho, el nombre real de su líder es Ahmed al-Sharaa, el cual está volviendo a usar ya como líder político para desligarse de su pasado como combatiente yihadista.²

HTS era el actor central en Idlib, el fortín de la oposición islamista, conformando el autodenominado Gobierno de Salvación Nacional en 2017. Optó desde su creación por una retórica menos radicalizada para conseguir legitimidad y apoyos clave como el de Turquía. No obstante, en los últimos años la Agencia de Asilo de la Unión Europea³ o el Departamento de Estado⁴ de EEUU denunciaron graves violaciones de derechos humanos, derechos de la mujer, ataques terroristas, represión contra minorías o la imposición de la ley sharía en Idlib.

Desde que gobiernan, HTS ha intentado potenciar una imagen separada del yihadismo y prometido respetar el pluralismo religioso. Conseguir un lavado de imagen en la comunidad internacional les permitiría obtener el apoyo de actores internacionales (Turquía, Arabia Saudí o, potencialmente, Estados Unidos) y locales a cambio de controlar la reactivación de grupos vinculados a Assad o Irán principalmente.⁵ HTS buscaría con apoyos pragmáticos afianzarse en el poder, usándolos también como contrapeso de garantías a la influencia iraní a nivel interno.

Las dudas que generaba el abandono formal del yihadismo por HTS se consolidaron con solo unos días al mando, puesto que el Observatorio de Derechos Humanos de Siria (SOHR) confirmó más de un centenar de ejecuciones extrajudiciales y represión contra la comunidad alauita chiita bajo el pretexto de pertenecer al aparato del anterior régimen.⁶ Esta situación refuerza el sectarismo, pues muchos individuos de las fuerzas del orden actúan bajo una ideología yihadista, lo cual genera temor entre los grupos no suníes. A diferencia de los drusos (minoría religiosa de etnia árabe concentrada en Sweida) o los kurdos, cristianos y alauitas carecen de milicias propias que garanticen su seguridad, rebelándose estos últimos el 6 de marzo contra objetivos militares del régimen como muestra de rechazo y respuesta a la marginalización.

Las autoridades respondieron con una dura represión contra estas minorías, confirmando el SOHR 1454 víctimas (973 civiles, sobre todo alauitas y cristianos) en las primeras 72 horas⁷ y ACNUR la huida forzosa al Líbano de al menos 15 mil personas en once días.⁸ Los incidentes se reportaron por semanas y el eurodiputado Nikolas Farantouris declara, gracias a su presencia en la zona y fuentes locales, que fuerzas gubernamentales acabaron con la vida de más de 7 mil civiles cristianos y alauitas, saquearon sus comercios y destruyeron sus hogares en un intento de forzar su limpieza étnica.⁹ En cambio, ante la falta de datos oficiales, el académico Fabrice Balanche estima la cifra de víctimas en 5 mil, basándose en fuentes extraoficiales.¹⁰ Dicha represión no ha sido justificada por el gobierno, aunque todo apunta a miembros islamistas entre sus filas.¹¹ Destacan también los llamamientos a estos actos desde figuras radicales vinculadas al régimen como, por ejemplo, el yihadista egipcio y autoridad de la sharía Yahya Taher al-Farghali.¹²

Por estos motivos, podría decirse que HTS no se ha desvinculado totalmente de influencias yihadistas y se necesitan más garantías para un gobierno legítimo y plural. El pueblo sirio requiere de un marco político que verdaderamente garantice la estabilidad, no solamente declaraciones del nuevo gobierno. Un gobierno que tomó el poder violentamente con una ofensiva militar y que pospone la celebración de elecciones en Siria para dentro de al menos cuatro años.¹³ Como resultado, la coexistencia entre grupos identitarios podría verse amenazada por el autoritarismo religioso.

Efectos y oportunidades geopolíticas regionales
Turquía

Los turcos pueden ser quienes más fortalecidos vean su posición estratégica con el ascenso al poder de HTS, con quien han cooperado desde su creación contra el anterior gobierno. El decisivo apoyo estratégico de Ankara en la ofensiva se orienta a consolidar a la nueva Siria dentro de su esfera de influencia, prestándose apoyo mutuo en sus intereses. En este sentido, es primordial tener en cuenta el peso del islamismo suní para Erdoğan en su visión geopolítica, quien ve ahora en las nuevas autoridades un gran pilar de su proyecto, al igual que reducida la influencia del eje Moscú-Teherán.¹⁴

Esto, junto con la postura crítica contra Israel, ayuda a fortalecer su poder blando en el mundo islámico, presentándose como un salvador del pueblo sirio y colaborando en la reconstrucción del país. Reconstrucción en la cual las empresas turcas tendrían un papel esencial, apoyando el crecimiento de la propia economía nacional, donde el sector de la construcción e infraestructuras es clave. También le sirve para aliviar la enorme presión generada por el más de 3,5 millones de refugiados sirios en su país, facilitando su retorno y apoyando la estabilización interna.¹⁵

Un área convergente entre HTS y Turquía sería la cuestión kurda. Las SDF defienden desde el cambio de gobierno que no buscan la separación de Siria y quieren formar parte de un gobierno plural, quizás por estar en una posición muy debilitada frente a ambos actores y tener que abandonar sus ambiciones de autonomía o separatistas. De hecho, el pasado 10 de marzo el líder de HTS, al-Jolani, y el de las SDF, Mazloum Abdi, acordaron la integración de las instituciones militares y civiles controladas por SDF en la región de Rojava dentro del nuevo aparato estatal.¹⁶ Este sorprendente movimiento tras años de enfrentamiento puede deberse al temor kurdo a la retirada de tropas estadounidenses, su principal aliado. Como resultado, antes de verse a merced de Ankara y Damasco, parecen haber preferido obtener garantías de seguridad a cambio de renunciar a la autonomía. Así, Turquía ve neutralizada la amenaza kurda y consigue lograr una de sus prioridades en seguridad, gracias también a la disolución y abandono de la lucha armada del PKK.¹⁷

Asimismo, Turquía ha visto su influencia regional ampliada frente a países como Israel, Irán o Rusia sin confrontación directa. Tras años de implicación en el norte, limitados por el gobierno de Assad y sus aliados, Turquía puede ahora extender sus puestos militares por todo el territorio e influir en la conformación de las instituciones estatales. Turquía parece haber acordado el uso o cesión de las bases aéreas de Althias, Tadmur y Minaq, evidenciando gran cooperación militar y de defensa.¹⁸ Lo cual, permitiría un mayor alcance en sus operaciones y la posible captación de inteligencia sobre rivales en la región: milicias iraníes, movimientos israelíes, actividad de grupos kurdos u opositores a HTS.

Turquía ve reforzada también su posición frente a Irán o Israel, viéndolo como una victoria en su particular batalla regional al quedar como potencia dominante en Siria. Respecto a Moscú, Turquía necesitó hasta ahora de la mediación de Putin en sus relaciones con el gobierno sirio o los kurdos. Ahora que Rusia necesita negociar para mantener sus bases en el país, se cambian los roles y Turquía podría intervenir en su apoyo, siempre que haya condiciones favorables para ellos, pasando Ankara a ser un importante contrapeso para los rusos.¹⁹

Irán

Por el contrario, Irán puede haber sufrido el golpe más duro con el derrocamiento, perdiendo a un gran aliado y el acceso directo a sus activos en el Líbano, lo que puede retrasar el refortalecimiento de Hezbollah tras su desmantelamiento por parte de Israel. El enfrentamiento con este último desgastó en buena medida al Eje de la Resistencia, que se vio incapaz de intervenir en la ofensiva y se vio obligado a retirar sus grupos de Siria. Esto inclina la balanza a favor de los turcos en el poder regional por el momento, pero probablemente Teherán apueste por reforzar su alianza en Yemen o Iraq y reconstruirla en Siria y en el Líbano para restablecer el equilibrio de poder.²⁰

En la línea estratégica para impedir el dominio turco o israelí, Irán podría retomar influencia a través de las Fuerzas de Movilización Popular chiitas de Iraq.²¹ Con estos grupos se podría intentar desestabilizar el proyecto de HTS y sus aliados, buscando también recuperar la línea logística y militar con Hezbollah pese a mayores obstáculos. Otros elementos de este reajuste podrían ser la intensificación de los movimientos hutíes en Yemen para la distracción de Israel o EEUU o, también, el aprovechamiento de las tensiones sectarias en Siria para instrumentalizar el descontento del grupo alauita o cristiano, apoyando a milicias que desgasten al gobierno interino.²²

Israel

El Estado de Israel era uno de los más interesados en la caída de Assad, habiendo intensificado sus ataques aéreos sobre Siria en los días previos y posteriores al derrocamiento, suponiendo su mayor campaña aérea en décadas,²³ contribuyendo a allanar el camino a HTS. Esto perseguía debilitar el poder militar sirio y acabar con su arsenal estratégico o tecnológicamente avanzado para que no cayera en manos equivocadas.²⁴ Se logró neutralizar sus capacidades y logística, necesitando el nuevo régimen por sí mismo años para recuperarse completamente.

El mismo día de la toma de Damasco, fuerzas militares israelíes se apresuraron a extender su territorio ocupado más allá de los Altos del Golán, hasta el monte Hermón, a unos 30km de la capital siria. Israel buscaba fortalecer la frontera norte con una mayor zona de amortiguamiento ante la inestabilidad política y naturaleza de HTS.²⁵ Esto indica ambición por imponer condiciones y normas en este nuevo contexto regional en el que la caída de un firme aliado del Eje de la Resistencia beneficia a los objetivos de seguridad de Tel Aviv, obstaculizando al mismo tiempo la reorganización de Hezbollah en el Líbano.

A su vez, Israel analizaría como claros riesgos la ideología radical del nuevo gobierno y la creciente influencia turca en la zona. Existe una elevada desconfianza por el régimen de al-Jolani, pero medios israelíes indican que existen canales de comunicación con las nuevas autoridades para imponer condiciones y garantías, habiendo atacado probablemente por ello bases áreas que el ejército turco se disponía a usar en Siria al verlo como una amenaza.²⁶ Con las capacidades sirias mermadas, Israel querría usar su espacio aéreo para realizar posibles acciones autónomas contra Irán, aunque la presencia turca supone un desafío y puede generar fricciones en el futuro. Aquí, Israel vería en Moscú un gran aliado para hacer de contrapeso contra el clientelismo otomano, viendo favorablemente que conserven sus bases en el país para un equilibrio de poder entre potencias.

A nivel interno, verían favorablemente una alianza con la comunidad drusa (minoría relevante también en Israel) para ampliar la zona de amortiguamiento y extender su influencia. Algo similar se buscaba con los kurdos persiguiendo garantías de seguridad y contener las aspiraciones turcas antes del acuerdo con HTS. Así, ante violaciones de derechos contra los drusos o minorías, Israel podría justificar una intervención en el país. Por el momento, HTS no ha mostrado hostilidad ni oposición a las acciones israelíes,²⁷ haciendo quizás concesiones para evitar roces o por miedo a represalias. En definitiva, desde Tel Aviv se empleará una estrategia multidimensional para eliminar cualquier grupo de resistencia pro-iraní, contener la influencia de Turquía y disuadir cualquier amenaza que atente contra sus objetivos de seguridad y geopolíticos presentes o futuros en su acumulación de poder regional.

Implicaciones estratégicas y geopolíticas globales.
Rusia

La caída de Assad fue un revés para los intereses globales del Kremlin, incapaz de reaccionar contra la ofensiva por el desgaste en Ucrania, siendo relegado por Turquía como potencia preponderante en la zona. Rusia tendría como prioridad mantener su base aérea de Hmeimim y en el puerto de Tartús, claves en la logística y operaciones en el Mediterráneo y África e influencia regional. Por su peso estratégico, existe interés mutuo con HTS en mantener relaciones y renegociar condiciones para mantenerlas pese al derrocamiento del gran aliado ruso, exiliado en Moscú, lo que a su vez muestra pragmatismo por parte de HTS por su diplomacia equilibrada para aferrarse al poder.²⁸

En cambio, como alternativa se espera que Rusia pudiera redistribuir activos o mudarse a bases áreas (Al Khadim, Al Qardabiyah, Matan al Sarra) y marítimas (Tobruk) en Libia.²⁹ Esta situación ha debilitado la proyección de poder rusa y su capacidad de controlar las ambiciones turcas o combatir cualquier auge extremista, por lo que la cooperación con Israel sería necesaria para contrarrestarlo, apuntando siempre al buen entendimiento con Erdogan. Por ende, Putin estaría en una posición más incómoda a la hora de negociar con Turquía en otras cuestiones como Ucrania o Armenia. No debería ignorarse tampoco que, como miembro de la OTAN, Ankara podría colaborar en un momento dado para sabotear objetivos rusos en Siria.

Los rusos podrían usar la represión contra minorías para justificar su presencia militar en Siria, habiendo acogido a miles de civiles alauitas y cristianos en sus bases para protegerles en la crisis de marzo.³⁰ Se debería señalar la importancia de las fuerzas rusas apuntalando el régimen de Assad y en la lucha contra el ISIS durante la guerra civil, pero han pasado de estar repartidas por diversos puestos a lo largo del país a limitarse actualmente a las bases principales que poseen.³¹ Por lo tanto, disminuirá el peso de tareas como contrainsurgencia de grupos terroristas o mantenimiento de la estabilidad para centrarse en usar las bases como puente en sus operaciones en África y como contrapeso frente a otras potencias, sobre todo contra una hegemonía turca o influencia occidental.

Estados Unidos

El cambio de régimen posiblemente se viera como una victoria estratégica en Washington tras años de apoyo a grupos opositores y duras sanciones. Estados Unidos intervino desde 2015 contra la amenaza yihadista del ISIS y otros grupos, colaborando estrechamente con las SDF kurdas. Con la derrota del terrorismo, mantuvo presencia militar (unos 2 mil efectivos según el Pentágono cuando el derrocamiento)³² para reforzar a sus aliados kurdos, contrainsurgencia terrorista o contener intereses rusos, turcos e iraníes. El segundo mandato de Trump apunta a una retirada total de tropas del país, sin embargo, el gobierno de HTS plantea desafíos por la dominación turca, amenaza terrorista o la neutralización de su contrapeso en las SDF, reduciendo las garantías para objetivos regionales. Ciertamente, Trump declaró que el ascenso de HTS se trataba de una “toma de poder hostil” que respondía a los intereses turcos.³³ Habría también que recordar que las SDF controlan en Rojava prisiones con aproximadamente 8 200 presos yihadistas,³⁴ evitando liberaciones masivas y un nuevo auge yihadista internacional, pues muchos son combatientes extranjeros.

Con todo, EEUU valora una retirada, dejando el peso de labores contra grupos extremistas o milicias iraníes a Israel, lo que aumentaría aún más su autonomía. Israel solicita la presencia de Washington para mayor seguridad y pide cautela para levantar sanciones con el objetivo de impedir un fortalecimiento apresurado de HTS, el resurgimiento de milicias pro-Teherán y yihadistas o que Turquía desequilibre el orden regional.³⁵ Por el contrario, la administración Trump no ve en Siria una prioridad, apostando quizás por normalizar relaciones para potenciar otros ajustes geopolíticos más amplios en Oriente Medio: normalización de relaciones Israel-Arabia Saudí, marginalizar la causa palestina o la debacle definitiva iraní.

La Unión Europea

El rol de la Unión Europea en la región no debería ser menospreciado, pues confluyen intereses relevantes junto con los de otras potencias en seguridad energética, derechos humanos o la cuestión de los refugiados. Durante la guerra civil, la UE mostró su rechazo al anterior gobierno y se implicó de lleno en la ayuda humanitaria y la acogida de refugiados sirios, habiendo movilizado un total de 30 mil millones para estos fines.³⁶ Ahora, si desde Bruselas se quiere tener un rol influyente, la UE debe valerse de su poder e influencia diplomáticos para implicar a agencias de la ONU en labores de estabilización y desarrollo efectivas. El retorno de más de un millón de refugiados en suelo europeo es un asunto de peso, pero sería comprometido realizarlo cuando la vulneración de derechos es un riesgo persistente y no existe el marco más adecuado.

Pese a la crisis sectaria de marzo y su pasado, la UE ha acercado posturas con HTS. La Comisión Europea achaca la crisis a “remanentes” del régimen de Assad,³⁷ mientras que la Alta Representante, Kaja Kallas, condenó los hechos y llamó a HTS a esclarecerlos de forma imparcial.³⁸ Igualmente, el 17 de marzo, la UE organizó una conferencia con miembros del gobierno donde se prometieron casi 6 mil millones de euros en ayuda para Siria y actores vecinos.³⁹ Probablemente esto persiga que no resurjan de sus cenizas grupos opositores cercanos a Assad, Irán o Rusia mientras la UE enfrenta grandes desafíos por la guerra de Ucrania.

El posible reconocimiento de HTS como gobierno legítimo se desviaría de la resolución 2254 del CSNU, la cual demanda un proceso democrático y plural que excluya a organizaciones terroristas, siendo esto un requisito para el Servicio de Acción Exterior en 2020.⁴⁰ Asimismo, un incidente reseñable tuvo lugar en la visita de la ministra de exteriores alemana Annalena Baerbock en enero de 2025, donde al-Jolani se negó a darle la mano, pero sí lo hizo con sus asesores u homólogo francés, todos varones.⁴¹ Estos hechos muestran una brecha en cuanto a valores democráticos e ideología con HTS, a la par que podrían restar legitimidad a Bruselas como defensor del mundo basado en reglas o en la lucha antiterrorista por intereses estratégicos.

Uno de estos intereses sería en materia de seguridad energética, con rutas alternativas a través de Siria y Turquía para acabar con el suministro de recursos rusos.⁴² Al mismo tiempo, esto supondría un gran impulso para la débil economía siria. Otros actores interesados serían Catar, por recursos y mayor alineación con HTS, o Turquía, por ser un nodo logístico y vínculos con el gobierno.⁴³ En contraposición, debe haber cautela en este sentido para evitar que estos proyectos supongan un nuevo instrumento de coerción, sin tampoco olvidar el respeto a los derechos humanos o la democratización en Siria.

Para tener un impacto positivo y no ser relegada a un segundo plano, la UE debe buscar beneficios económicos y de seguridad compartidos que permitan promover los objetivos europeos frente a los de otras potencias, a la vez que la reconstrucción y establecer una sociedad próspera y justa. Sin ello, probablemente reaparezcan graves fracturas sectarias, una escalada en los enfrentamientos o la reactivación de grupos extremistas, con el riesgo que supone para la estabilidad de Oriente Medio y Europa.

Conclusiones

La cuestión identitaria es aún un objeto de gran fractura social y sectarismo en Siria, lo que supone un obstáculo en la creación de una gobierno plural, moderado e inclusivo que garantice la estabilidad y la coexistencia pacífica. El respeto a las disposiciones de derecho internacional sobre Siria debe convertirse en una prioridad, haciendo valer la Resolución 2254 del CSNU. De no atenderse las causas subyacentes a las tensiones, es más que probable que vuelva el conflicto, puesto que gran parte del amplio abanico de actores nacionales se encuentran en mayor o menor medida insatisfechos con el panorama actual. El agotamiento generalizado tras casi catorce años de guerra ha favorecido este gran reajuste estratégico y de la sociedad, pero una vez que los diversos grupos refuercen sus capacidades, la guerra podría fácilmente reactivarse de nuevo. Por lo tanto, si no se consuma la pacificación y el establecimiento de un gobierno amplio, plural y libre, Siria seguirá siendo débil, fácilmente instrumentalizada y un escenario de disputas geopolíticas por parte de países más poderosos a favor de sus propios intereses, negando al pueblo sirio el derecho de configurar su propio gobierno y futuro.

Siria destaca otra vez por un panorama inestable alimentado, en buena parte, por disputas geopolíticas entre potencias externas. La caída de un rival estratégico como Assad para muchos actores internacionales se presentó apresuradamente como un éxito y distrajo a la opinión pública de la naturaleza e ideas de Hayat Tahrir al-Sham, cuyo historial desde 2017 evidencia claras influencias yihadistas, siendo ignorada su clasificación como grupo terrorista por la comunidad internacional tras el derrocamiento. Esta evolución de la situación muestra la importancia del realismo en la geopolítica presente, primando los objetivos estratégicos nacionales de las potencias sobre cualquier otra variable y aceptando un gobierno radical en Siria siempre y cuando se ofrezca como favorable a sus intereses. Esto aplica desde al pragmatismo del eje occidental con la UE o Estados Unidos, proclives al régimen, hasta incluso Rusia, que reconocería a las nuevas autoridades a cambio del respeto a sus ambiciones geopolíticas.

Existe entonces una clara falta de voluntad e interés en la comunidad internacional por la pacificación y democratización de Siria, siendo la injerencia externa uno de los principales problemas. Justamente, el propio cambio de gobierno fue avivado por los objetivos estratégicos de Turquía, que ve fortalecido su poder regional en su pugna con otras potencias. La primacía de las dinámicas geopolíticas sobre las nacionales eclipsa que se ha permitido gobernar a un grupo ideología islamista tras una toma violenta del gobierno, algo que sería impensable hace tan solo unos años. Particularmente por parte de Europa, tras recibir a millones de sirios que abandonaron su país por la gran inseguridad generada por el yihadismo en mitad de la guerra civil. En consecuencia, al permitir la vulneración de las libertades del pueblo sirio, aumentarán las tensiones dentro del país. Esto, junto con el auge de un orden geopolítico dominado por los objetivos e intereses egoístas de los Estados, generará nuevas tensiones entre los actores involucrados y podría derivar en problemas de seguridad que comprometerían la paz a escala nacional e internacional.