IEEE. Disputas regionales en la costa africana del mar Rojo y del golfo de Adén

Somalilandia

11 mar 2025

IEEE. Disputas regionales en la costa africana del mar Rojo y del golfo de Adén

Blanca Palacián de Inza. Analista del IEEE (CESEDEN)

Introducción

La región geopolítica objeto de este trabajo es la costa oriental del mar Rojo y del golfo de Adén: la costa africana de estas aguas plagadas de amenazas a la seguridad y que la conforman como un polvorín a punto de estallar.

El mar Rojo se localiza entre África y la península Arábiga. Limita hacia el norte con la península del Sinaí, el golfo de Aqaba y el golfo de Suez y hacia el sur con el golfo de Adén. Los países africanos ribereños de este mar son Egipto, Sudán, Eritrea y el norte de Yibuti.

Por el canal de Suez conecta al norte con el mar Mediterráneo y por el estrecho de BabelMandeb, al sur, con el océano Índico, lo que le convierte en una arteria vital para el transporte y, por tanto, para la economía mundial.

Esencial en esta ruta de intercambio resulta también el golfo de Adén, conocido como golfo de Somalia. Baña, al igual que hace el mar Rojo, las costas de dos continentes, Asia y África, en concreto el cuerno de África y la península Arábiga, al sur del mar Rojo. Su ribera occidental pertenece a Somalia y, por tanto, también a la autoproclamada república independiente de Somalilandia y el sur de Yibuti.

Semejante relevancia geopolítica no escapa a los intereses y luchas de poder de países vecinos y más lejanos siendo, a su vez, escenario de múltiples crisis como la guerra entre Arabia Saudí y Yemen; las tensiones de este último con Somalia, Yibuti o Eritrea; los ataques de los rebeldes hutíes de Yemen a barcos en el mar Rojo; los tráficos ilícitos, el terrorismo y la piratería o el conflicto de Israel y Hamás que recientemente ha prendido mecha en Líbano.

Además de estos ejemplos de tensiones y guerras en la región amplia del mar Rojo, encontramos conflictos más ceñidos al espacio objeto de este estudio como el provocado por la Gran Presa del Renacimiento etíope, el desencadenado por la firma del memorando de entendimiento entre Etiopía y Somalilandia o la guerra civil sudanesa, que no conviene minimizar ante los grandes conflictos que ocupan las portadas de los periódicos.

Acto seguido, se van a desgranar los antecedentes y la situación actual de estos tres últimos grandes focos de tensión en la región y la implicación internacional en los mismos.

Antecedentes del conflicto

Los antecedentes inmediatos de las rivalidades y enfrentamientos regionales en la ribera africana del mar Rojo se encuentran décadas atrás y tienen como explicación conflictos pasados, algunos de ellos aún abiertos y la lucha por un recurso tan vital como el agua.

Con esta situación, los enfrentamientos y enemistades regionales son más difíciles de abordar y sus desenlaces son imprevisibles. Así, Egipto y Sudán se oponen a la construcción de la Gran Presa del Renacimiento en Etiopía (Woldemariam y DonnellonMay, 2024), construcción que comenzó en 2011 coincidiendo con las Primaveras Árabes.

En relación también con el agua, esta vez salada, Etiopía ha firmado un memorándum de entendimiento con Somalilandia mediante el cual el primero obtendría acceso al mar en propiedad y el segundo su primer reconocimiento internacional como país independiente. Todos los países vecinos se han posicionado apoyando la soberanía nacional de Somalia y en contra del acuerdo. Reconocer el memorando sería reconocer la autoproclamada independencia que el territorio somalí de Somalilandia declaró unilateralmente hace tres décadas.

En octubre de 2023, el primer ministro etíope Abiy Ahmed afirmó en un discurso que «el mar Rojo y el Nilo [...] están interconectados con Etiopía y serán los fundamentos que traerán su desarrollo o provocarán su desaparición» (Kaledzi, 2024).

En tercer lugar, en la guerra civil sudanesa de nuevo algunos países se ven posicionados enfrente de Etiopía. De este modo Egipto, Eritrea, Sudán del Sur y Somalia apoyan al general AlBurhan que manda a las fuerzas armadas sudanesas, mientras que Etiopía respalda a su rival al frente de las fuerzas paramilitares: el general Hemedti.

El sistema de alianzas y apoyos común a casi todos los enfrentamientos regionales de esta zona se organiza en torno a un enemigo común que despliega un cuestionable manejo de las relaciones regionales: Etiopía. De otro lado encontramos en sintonía a Egipto, Eritrea y Somalia. Con relación a este orden se van a repasar brevemente los antecedentes de conflicto de los países de este último bloque con Etiopía.

Etiopía

La distancia entre Etiopía y sus vecinos Eritrea, Egipto e incluso Sudán se va agrandando mientras que el contexto geopolítico más amplio gana en complejidad.

Internamente las cosas no marchan mejor para Etiopía, un país muy complejo con una estructura política federal dependiente de difíciles convivencias entre más de cien grupos étnicos. Las condiciones socioeconómicas de su población son muy precarias. Además, no gozan de paz puesto que uno de los mayores problemas que enfrenta el Gobierno es la insurgencia de grupos armados que luchan por la autodeterminación en las regiones de Tigray, Oromía y Amhara.

Se puede resumir este conflicto armado citando a Juan Mora Tebas (2021), que explica cómo sus motivos se encuentran en una tensión de larga duración entre el Gobierno central y el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF). El TPLF fue la fuerza política dominante en todo el país hasta que Abiy Ahmed Ali, actual presidente de Etiopía, llegó al poder en 2018 e introdujo una serie de reformas de gran alcance.

Aunque en noviembre de 2021 se firmó un acuerdo de paz entre el Gobierno etíope y el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), la paz está lejos de alcanzarse no solo en la región tigrina. La región administrativa y étnica de Amhara, que había apoyado al Gobierno en su lucha en Tigray, no se vio recompensada por sus servicios y ante la consecución de la política centralista de Abiy Ahmed comenzó una sublevación en agosto de 2023 (Masoliver, 2024). Se trata de un conflicto de baja intensidad al que se suma a otro en el sur del país entre el Ejército de Liberación de Oromo (OLA) contra milicianos Ahmara residentes en esa región y también contra el ejército federal etíope.

Cabe la posibilidad de que las cuestionables actuaciones etíopes en la política regional obedezcan a un intento de desviar la atención de su población de las dificultades internas mediante una agenda y una narrativa nacionalista agresivas y ambiciosas (Kaledzi, 2024).

En los siguientes apartados se exponen las dificultades en las relaciones entre Etiopía y sus vecinos Egipto, Eritrea y Somalia, con quien mantiene disputas de alta tensión. Seguidamente, se analizarán dichos desacuerdos y conflictos entre los que también se incluye la guerra civil sudanesa, en la que se puede ver cómo los apoyos a un bando u otro replican los desencuentros abiertos en otras zonas.

Relaciones de Egipto y Etiopía

Las relaciones entre estos dos países han sido especialmente tensas desde la década de los sesenta del siglo pasado. Se puede decir que el elemento de ruptura principal son los acuerdos y desacuerdos sobre las aguas del rio Nilo. Como ha quedado expuesto anteriormente, el acceso y uso al agua, del Nilo o del mar Rojo, está presente en los conflictos regionales más relevantes de la región que, a su vez, dan forma a los acuerdos y apoyos de unos países y otros en disputas de otro tipo. De este modo, parece que sea el agua la que da contenido y forma a la agrupación regional en bloques.

Relaciones de Eritrea y Etiopía

Las relaciones entre ambos países han conocido más tiempo de enemistad que de alianza desde que Eritrea logró la independencia de Etiopía en 1993. Ambos Gobiernos fueron aliados en la guerra de Tigray, pero las tornas han cambiado una vez más con las ambiciones etíopes para obtener un acceso marítimo propio.

Estas ambiciones materializadas con el memorando de entendimiento con Somalilandia, preocupan al Gobierno eritreo, en tanto en cuanto despiertan un espíritu restaurador de un viejo orden geopolítico en el que se contempla la separación de Eritrea como un error histórico (Woldemariam, 2023) quizá a tiempo de ser enmendado.

En otro frente, Eritrea parece apoyar la causa Amhara en Etiopía (Kheir Omer, 2023), enfrentamiento con mucha capacidad de minar la escasa estabilidad que le queda a Adís Abeba. De relevancia resulta también mencionar que Eritrea aún mantiene tropas en la región tigrina.

Sumando tan solo estos factores mencionados, resulta evidente que la convivencia es cuando menos tensa y que la vecindad se asienta sobre un polvorín que, si no estalla, es quizá porque ninguno de los dos países se lo puede permitir.

Relaciones de Somalia y Etiopía

En enero de 2024 se tuvo conocimiento de un memorando de entendimiento firmado por Adís Abeba con Somalilandia. En él, Somalilandia arrendaría veinte kilómetros de su costa durante cincuenta años a Etiopía a cambio de su reconocimiento internacional como país independiente. Somalilandia también percibiría otras compensaciones de índole económica y comercial.

El conocimiento de este acuerdo ha provocado una reacción muy dura por parte de Somalia, cuyo presidente ha declarado a Etiopía como país enemigo (Horn Observer, 2024). A fecha de redacción de este trabajo, no ha habido ningún enfrentamiento directo pero la tensión se mantiene, así como el acuerdo pese a no haberse materializado por el momento.

Somalia ha encontrado apoyos en su vecindario cercano, así como en potencias más distantes y organizaciones supranacionales, que se han posicionado del lado de la soberanía territorial somalí sin reconocer a Somalilandia como Estado independiente.

El apoyo más destacable por su rápida materialización ha sido el de Egipto, que ha desplegado tropas en Somalia. Este respaldo egipcio sin fisuras ha podido ser la causa de la aparente pausa en la puesta en marcha del memorando, puesto que Etiopía ve con preocupación la implicación egipcia en esta cuestión que, además, se suma al enfrentamiento que ambos países mantienen sobre la presa etíope en el Nilo que se analizará más adelante.

A continuación, se van a analizar de forma breve los antecedentes de los tres conflictos regionales de mayor impacto en la región: la Gran Presa del Renacimiento, el acuerdo de Etiopía con Somalilandia para lograr un puerto en el mar Rojo y, finalmente, la cruenta guerra civil sudanesa.

Gran Presa Etíope del Renacimiento

La Gran Presa Etíope del Renacimiento (GERD, por sus siglas en inglés: Grand Ethiopian Renaissance Dam) comenzó a materializarse en 2011 sobre el afluente del Nilo Azul, en las tierras altas del norte de Etiopía, desde donde mana el 85 % de las aguas de este río. Se trata del proyecto de estructura hidroeléctrica más grande del continente.

La construcción de esta presa ha tenido desde sus inicios y mantiene actualmente, unas implicaciones políticas de enfrentamiento en las relaciones de Etiopía con Sudán, pero sobre todo con Egipto. La explicación más evidente de la oposición a la construcción de este depósito es que, si bien el 85% de las aguas del Nilo brotan en Etiopía, prácticamente todo el consumo tiene lugar en sus dos vecinos. El propósito de este proyecto es la generación de energía para Etiopía, pero se teme que el proceso altere los patrones de flujo de agua en Sudán y Egipto (Wheeler et al. 2020).

Por este motivo, el país de los faraones, pese a que se encuentra a más de 2.500 kilómetros río abajo de la presa, se opone ferozmente al uso arbitrario de la misma. Esta agua resulta vital para su supervivencia pues de ella depende el suministro para consumo, la agricultura e incluso para la producción de electricidad en su propia estructura de almacenamiento de agua. También Sudán alberga temores de esta índole y de la misma manera que Egipto (BBC, 2023), su dependencia del caudal del río es crítica (Suter, 2019). Ambos ven en la presa una amenaza existencial.

Legalmente Etiopía quedó vinculada con la firma de un tratado en 1929 y otro en 1959, que cedía a sus dos vecinos los derechos sobre la mayor parte del agua del río. En dichos tratados Etiopía también les dio derecho de vetar proyectos rio arriba que pudieran perjudicarles. No obstante, durante las primaveras árabes, Adís Abeba afirmó no verse sujeta a esos antiguos tratados y comenzó las obras de la presa (BBC, 2023).

La tensión por esta construcción ha escalado, en especial con Egipto que, por este motivo, se ha acercado a Somalia y a Eritrea en un frente común contra Etiopía.

Acuerdo entre Etiopía y Somalilandia

Etiopía considera que su búsqueda de un acceso directo al mar Rojo es un derecho que perdió con la independencia de Eritrea en 1993 y que ha de recuperar. Por este motivo, en enero de 2024 firmó un memorando de entendimiento con Somalilandia para alquilar el puerto de Berberá durante cinco décadas. Parece ser (Garrison, 2024) que hay términos de este acuerdo secreto que apuntan a que Etiopía obtendría la propiedad del puerto, así como terreno para establecer una base militar. A cambio, además de prebendas de carácter pecuniario, reconocería a Somalilandia como entidad nacional independiente de Somalia.

El Gobierno somalí concibe este memorando como un acto de agresión (Abdjaziz, y Yibeltal, 2024) y en esa misma línea se han pronunciado países vecinos y lejanos así como entidades supranacionales. El acuerdo, que aún no se ha materializado, supone un foco de alta tensión en una región crecientemente volátil.

La guerra civil en Sudán

El inicio del conflicto armado1 se sitúa en el mes de abril de 2023 con el enfrentamiento entre el general Abdel Fattah alBurhan, al frente del ejército sudanés y Mohamed Hamdan «Hemedti» Dagalo, que manda a las fuerzas paramilitares llamadas Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés: Rapid Support Forces).

Además de la desesperada y desatendida crisis humanitaria que ha provocado la guerra en el país, se añade el peligro de los apoyos a un bando u otro que podrían extender la violencia más allá de sus fronteras. Dichos apoyos, por otro lado, provocan que ninguno de los dos bandos vea la derrota cercana prolongándose así la guerra sin visos de solución, pese a algunos intentos de mediación por terceras partes.

De nuevo encontramos el agua como elemento presente en el conflicto, aunque esta vez de manera indirecta, pues es el Nilo el que abre una brecha que sustenta una trayectoria histórica de desigualdades entre el valle regado por sus aguas y por las intervenciones extranjeras que alargan y agravan el conflicto sin resto del país. Más cerca de la superficie de la disputa, encontramos la lucha étnica avivada remisión (Diallo, 2023).

Las tensiones anteriormente mencionadas, la de la presa y la de la búsqueda de la salida al mar por parte de Etiopía, influyen en la conformación de los apoyos regionales, como se verá más adelante.

Situación actual del conflicto
La Gran Presa del Renacimiento

A comienzos de 2024, coincidiendo con el acuerdo de Etiopía con Somalilandia, la presa había sido construida en un 94% (Ahram Online, 2024) y ya estaba llena. Se inauguraba de este modo una nueva era etíope en el sector de la energía.

Durante la última década, los tres países implicados en esta estructura: Etiopía, Egipto y Sudán, han estado negociando los términos y compromisos relacionados con ella y con su uso sin ningún éxito. No solo no se han logrado acuerdos relacionados con el propio depósito de almacenamiento de agua sino, aún más grave, ni siquiera se han alcanzado sobre la manera de obtener mediación en el conflicto. Egipto prefiere internacionalizar las negociaciones mientras que Etiopía sugiere la mediación de la Unión Africana. Además de esto, la principal cuestión para Egipto y Sudán, fijar legalmente cómo y cuándo se llenará la presa en tiempos de sequía, resulta inaceptable para Etiopía (Woldemariam y DonnellonMay, 2024).

Ya en 2019, el International Crisis Group advirtió que el conflicto armado era una posibilidad (International Crisis Group, s. f.). Lógicamente, esta amenaza no solo sigue presente, sino que, al sumarse a otros focos de tensión en la región, algunos de ellos también con Etiopía como protagonista, se ha acrecentado. A este respecto el Gobierno egipcio anunció ya en 2023 que se reservaba el derecho de defender su seguridad nacional (Lucente, 2023).

Las acciones políticas y los pasos dados por el Gobierno etíope, como el acuerdo con Somalilandia, no han ayudado en absoluto a rebajar la tensión. Etiopía parece estar llevando a cabo una peligrosa política de hechos consumados, a un alto costo de inestabilidad regional, pero con un impacto positivo en el sentimiento nacional de unidad de una población fracturada. La narrativa de propaganda del gobierno de Addis Abeba confirma esta posibilidad, al centrarse en la idea de que actores externos tratan de minar la soberanía y el desarrollo etíope (Al Jazeera, 2022).

Todo parece indicar que las acciones del Gobierno etiópico buscan cohesionar a la propia población ante enemigos comunes y desviar la atención de la multitud de fracturas internas existentes.

Acuerdo entre Etiopía y Somalilandia

Todas las manifestaciones oficiales externas son a favor de la integridad territorial de Somalia y, por tanto, en contra del acuerdo entre Etiopía y Somalilandia. Entre ellas podemos destacar las de actores de peso como Egipto, Catar, Turquía, Estados Unidos, China, la Unión Europea, la Unión Africana o la Liga Árabe (Lawal, 2024). Rusia, hasta el momento, permanece en silencio a este respecto.

La escalada de tensión no se constriñe al plano de la retórica. Parece haber indicios de que Etiopía está reuniendo tropas en Zalambessa, cerca de la frontera con Eritrea y del puerto de Assab. También es posible que el presidente eritreo Afwerki esté apoyando a los amhara (Kheir Omer, 2023). Por su parte Egipto ha enviado ayuda militar a Somalia quien a su vez ha amenazado con expulsar a las tropas etíopes de su país que son parte del contingente de la misión de la Unión Africana en Somalia (ATMIS).

No obstante, de la general oposición y de la preocupante escalada militar, Essa Kayd, ministro de Asuntos Exteriores del enclave somalí de Somalilandia, afirmó a comienzos de septiembre de 2024 (APA News, 2024) que el memorando firmado con Etiopía sigue adelante toda vez que las negociaciones sobre el mismo han finalizado y el acuerdo oficial pasará pronto también a la rúbrica.

Por su parte, las fuerzas etíopes se han hecho con el control de los aeropuertos en Gedo, Jubalalandia, al sur de Somalia (Al Mayadeen, 2024). En esta área se encuentran cinco de los veintiún aeropuertos que tiene el país. La motivación de esta acción parece ser detener el posible desembarco aéreo de fuerzas egipcias en la región que han de reemplazar a las etíopes. Addis Abeba también ha nombrado un embajador en Somalilandia (Al Mayadeen, 2024).

Turquía, aliado de Somalia, ha mediado en esta disputa entre Somalia y Etiopía en dos ocasiones sin éxito. Está programado un tercer intento pese a que las expectativas, ante la creciente militarización del conflicto, no son halagüeñas. A su vez, Turquía ya es parte del conflicto al haber aprobado el envío de fuerzas navales a Somalia dentro del acuerdo bilateral de defensa conjunta que mantienen ambos países (Farhat, 2024).

La guerra civil en Sudán

La guerra civil en Sudán cumple dos años y medio sin visos de pronta solución. Los esfuerzos de mediación han fracasado. Ambos bandos rechazan deponer las armas y cesar la violencia. Se encuentran voluntariamente atrapados en una lucha, apoyada por actores extranjeros, que ha costado ya 15.000 vidas y ha dado lugar a las peores crisis de desplazados y por hambre del planeta (Center for Preventive Action, 2024). De este modo, el mayor productor agrícola del continente africano, considerado un potencial granero para la región, se encuentra al borde de la peor hambruna del mundo.

El trasfondo de la guerra es el enfrentamiento entre el norte y el sur por las desigualdades heredadas del periodo colonial. De este modo, los generales en contienda no solo representan a dos grupos armados sino también a dos conjuntos de sudaneses: AlBurhan a la ciudadanía más privilegiada de Jartum, mientras que Hemedti, oriundo de Darfur, al grupo de población más pobre y marginalizada (Sköld, 2023). No se trata de dos bloques homogéneos enfrentados, sino de frágiles coaliciones que aglutinan grupos diversos con agendas diferentes. Un ejemplo de ello son las brigadas de la sombra, islamistas luchando del lado de alBurhan2.

Mientras actores regionales e internacionales sigan apoyando a las dos partes con armas, munición y dinero, las perspectivas de paz seguirán siendo escasas. A pesar de ello sigue habiendo esperanza para la mediación. A fecha de cierre de este trabajo, a propuesta de Estados Unidos, los bandos beligerantes están dispuestos a retomar las conversaciones para poner fin a la guerra (Reuters, 2024).

Papel de los actores externos

Además de los actores regionales mencionados más arriba, en la región también desempeñan un papel relevante otros actores de localización geográfica más alejada. Estas presencias son desiguales en las tres amenazas que se están analizando. Así, en el proyecto etíope de la Gran Presa del Renacimiento la injerencia internacional parece ser mínima; en el acuerdo de Somalilandia con Etiopía no va más allá, en general, de declaraciones de apoyo a la soberanía somalí y, sin embargo, en la guerra de Sudán las participaciones son mucho más activas en favor de un bando u otro.

Gran Presa del Renacimiento

En el gigantesco proyecto de la presa etíope sobre el Nilo azul apenas hay indicios de la participación de actores internacionales. Esto podría deberse a las presiones ejercidas por Egipto para evitar apoyos a las obras de construcción de esta.

Para las obras de la presa han sido contratadas empresas italianas3. Más allá de esto no parece haber mayor implicación.

No obstante, la participación de China es notoria en la financiación y también en algunos trabajos de construcción. Esta implicación china parece inaugurar un cambio en su política exterior con un giro más proactivo y comprometido a pesar del riesgo de poder ganar enemistades, especialmente la de un aliado financiero y político como Egipto.

De este modo, la participación de Beijing se ha materializado de la mano de bancos y compañías estatales chinas4, en la financiación5 y construcción de la presa e infraestructuras necesarias para los trabajos a realizar. Resulta de especial relevancia esta inversión china puesto que, si tenemos en cuenta la precaria situación económica en Etiopía, sin ella la realización del proyecto no hubiera sido posible.

Además de un posible cambio de estrategia en la política exterior china, este apoyo a la construcción de la presa podría ser algo así como un ensayo para un proyecto propio en el rio Mabja Zangbo. Al igual que ocurre en el caso del Nilo, la presa que pretende hacer Beijing podría afectar al cauce fluvial de sus vecinos, Nepal e India (Peri, 2023). La defensa china del proyecto etíope ante el Consejo General de Naciones Unidas podría sostener la intención de, por un lado, defender los derechos de los países aguas arriba y, por otro, su participación en numerosas presas dentro y fuera de sus fronteras en una política clara de control del agua (Hall y Swain, 2023).

Acuerdo entre Etiopía y Somalilandia

Las posturas oficiales de países cercanos y lejanos son a favor de la integridad territorial somalí o, lo que es lo mismo, en contra del memorando de entendimiento firmado por Somalilandia con Etiopía.

En esta línea, es especialmente comprometida la postura de Egipto, explicada anteriormente. También es reseñable la oposición de Yibuti, que pierde vitales ingresos que le cobra a Etiopía por utilizar su costa; de países más lejanos como Catar, Estados Unidos, o Turquía, y la de organizaciones supranacionales como la Unión Europea, la Liga Árabe, Naciones Unidas, la Organización para la Cooperación Islámica o la Unión Africana (Lawal, 2024).

El Gobierno ruso no se ha pronunciado oficialmente sobre este tema, pero cabe contemplar la posibilidad de que apoye a Etiopía puesto que su relación es buena y la tensión en el mar Rojo le beneficia tanto como perjudica a los países occidentales.

La guerra civil en Sudán

Como se ha visto en apartados anteriores, los apoyos a los bandos enfrentados en la guerra civil sudanesa son numerosos y prologan, sin solución de continuidad, el conflicto armado. Estos apoyos se materializan con el suministro de armamento, dinero e incluso efectivos.

Los más relevantes son Egipto, Irán (Ali AlSadiq, 2024) y Arabia Saudí, del lado el Ejército sudanés y Emiratos Árabes Unidos, Libia y Rusia a través del grupo Wagner del de las fuerzas paramilitares RSF.

En el ámbito regional podemos ver la agrupación en los mismos bloques que en las otras disputas analizadas en este trabajo. De este modo, Egipto y Eritrea apoyan a las fuerzas armadas de alBurhan y Etiopía a los paramilitares junto con Libia, Chad y Sudán del Sur. Como era de esperar, Egipto respalda al que considera su aliado en el desacuerdo con la Presa del Renacimiento etíope.

De entre las potencias internacionales implicadas, Emiratos Árabes Unidos (EAU) destaca por ser uno de los actores más implicados en la guerra con su apoyo a los paramilitares sudaneses liderados por Hemedti. Apoyando al bando contrario encontramos a otro peso pesado del Golfo, Arabia Saudí, que también ve en esta guerra una oportunidad para reforzar su estatus hegemónico en Oriente Medio gracias los recursos y situación geográfica estratégica de Sudán (Mohammad, 2023).

Arabia Saudí y la UAE se disputan el dominio en la región, que viene de la mano del control de las rutas marítimas en el golfo de Adén y el mar Rojo, de especial interés para Emiratos; mientras que para Arabia Saudí la motivación principal de su apoyo al ejército sudanés puede residir en un intento de adelantarse a los intereses de Irán en el país africano (Sanz, 2023).

Desde 2018, EAU han invertido en Sudán varios miles de millones de dólares en divisas, proyectos agrícolas y un puerto. Además, parece que ha contratado a combatientes del ejército sudanés para que le apoyen en el conflicto de Yemen (Darwich, 2024).

Rusia negocia y obtiene, no solo recursos mineros sino también acuerdos económicos como el uso de los puertos sudaneses (Sanz, 2023). La presencia del grupo ruso en el país se puede rastrear hasta 2017.

Hace tiempo que se puede hablar de guerra civil en Sudán, pero también, por estas injerencias, de conflicto interno que se ha internacionalizado regional e internacionalmente y que conlleva un alto riesgo de escalar a una guerra regional.

Conclusiones y perspectiva

Los distintos conflictos que asolan la costa oriental del mar Rojo inciden, no solamente en la seguridad de sus aguas, sino también en las economías de la otra costa y en las luchas de poder e influencia de las disputas y conflictos de la región.

Se puede hablar de una crisis múltiple en un contexto de alta volatilidad, pobreza, sequía y hambre, tanto por los conflictos analizados en este capítulo como por aquellos del contexto geopolítico más amplio. La situación general difícilmente podría ser más compleja y reunir un número mayor de amenazas a la paz y la seguridad.

En la zona costera del África Oriental que nos ocupa, los conflictos y disputas analizadas tienen de fondo la voluntad del control del agua, incluso en la guerra civil de Sudán en la que algunos apoyos regionales a un bando u otro tienen ese mismo trasfondo.

Las acciones y ambiciones etíopes parecen sustentarse en un intento de desviar la atención de su población de los problemas internos mediante una narrativa nacionalista aglutinante. La agresividad en las acciones y declaraciones, no obstante, conforman toda una suerte de enemistades regionales que difícilmente compensarán los posibles dividendos de dicha narrativa.

Resulta un punto esencial para el sostenimiento del conflicto, de manera especial en la guerra de Sudán, la intervención de potencias extranjeras hambrientas por ganar o afianzar su poder en un entorno de extremada importancia geoestratégica.

La prospectiva de un futuro de paz y cooperación se nubla de manera relevante en el caso de la guerra civil sudanesa por involucrar muchos intereses internacionales. En el caso de las disputas y tensiones provocadas por la ambición y acción etíope, las expectativas de futuro son moderadamente más optimistas ante las dificultades que tendrían los diversos actores en sostener un conflicto directo, pero no se puede descartar que un movimiento brusco pueda dar alas a la tensión acumulada.

Bibliografía

Anexo I. Tablas: Cronología del conflicto e Indicadores geopolíticos

Cronología del conflicto  
Cap. 4 Disputas regionales en la costa africana del mar Rojo y del golfo de Adén.
Fecha  
1993

Eritrea se independiza de Etiopía.

Eritrea se independiza de Etiopía.

2011 Primaveras Árabes
2011 Comienza la construcción de la Gran Presa del Renacimiento
Abril 2023 Inicio del conflicto armado en Sudán.
Enero 2024 Se conoce la firma del Memorando de Entendimiento entre Etiopía y Somalilandia.
La presa GERD está construida en un 94 % y ya está llena de agua.



 

Egipto
Tabla de indicadores geopolíticos
Extensión: 1.001.450 km2
PIB: 1.912 trillones de dólares (2023 est.)
PIB per cápita: 17.000 dólares (2023 est.)
Población: 111.247.248
Grupos étnicos: Egipcios 99.7 %, otros 0.3 % (2006 est.)
Población bajo el umbral de la pobreza: 29,7 % (2019 est.)
Índice GINI: 31,9 (2019 est.)
Gasto militar. % del PIB: 1 % (2023 est.)

 

Eritrea
Tabla de indicadores geopolíticos
Extensión: 117.600 km2
PIB: 9.702 billones de dólares (2017 est.)
PIB per cápita: 1.600 dólares (2017 est.)
Población: 6.343.956
Grupos étnicos: Tigrinya 50 %, Tigre 30 %, Saho 4 %, Afar 4 %, Kunama 4 %, Bilen 3 %, Hedareb/Beja 2 %, Nara 2 %, Rashaida 1 % (2021 est.)
Población bajo el umbral de la pobreza: sin datos
Índice GINI: sin datos
Gasto militar. % del PIB: 10 % (2019 est.)

 

Etiopía
Tabla de indicadores geopolíticos
Extensión: 1.104.300 km2
PIB: 354.604 billones de dólares (2023 est.)
PIB per cápita: 2.800 dólares (2023 est.)
Población: 118.550.298
Grupos étnicos: Oromo 35.8 %, Amhara 24.1 %, Somali 7.2 %, Tigray 5.7 %, Sidama 4.1 %, Guragie 2.6 %, Welaita 2.3 %, Afar 2.2 %, Silte 1.3 %, Kefficho 1.2 %, otros 13.5 % (2022 est.)
Población bajo el umbral de la pobreza: 23.5% (2015 est.)
Índice GINI: 35 (2015 est.)
Gasto militar. % del PIB: 1% (2023 est.)

 

Somalia
Tabla de indicadores geopolíticos
Extensión: 637.657 km2
PIB: 26.351 billones de dólares (2023 est.)
PIB per cápita: 1.500 dólares (2023 est.)
Población: 13.017.273
Grupos étnicos: predominantemente Somali con menor número de árames, Bantus y otros
Población bajo el umbral de la pobreza: 54.4% (2022 est.)
Índice GINI: 36.8 (2017 est.)
Gasto militar. % del PIB: 6% (2021 est.)

 

Sudán
Tabla de indicadores geopolíticos
Extensión: 1.861.484 km2
PIB: 136.039 billones de dólares (2023 est.)
PIB per cápita: 2.800 dólares (2023 est.)
Población: 50.467.278
Grupos étnicos: árabes sudaneses (aproxiadamente 70 %), Fur, Beja, Nuba, Ingessana, Uduk, Fallata, Masalit, Dajo, Gimir, Tunjur, Berti; hay unos quinientos grupos étnicos
Población bajo el umbral de la pobreza: sin datos
Índice GINI: 34.2 (2014 est.)
Gasto militar. % del PIB: 1 % (2021 est.)

Blanca Palacián de Inza
Analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos

1Para más información véase el capítulo dedicado a este conflicto en el Panorama Geopolítico de los Conflictos 2023. Disponible en: https://www.defensa.gob.es/Galerias/fichero/panoramas/PGC2023/PGC2023_Capitulo03.pdf
2Para más información sobre la guerra en Sudán se recomienda consultar el capítulo dedicada a ella en el Panorama Geoestratégico de los Conflictos 2023. Disponible en: https://publicaciones.defensa.gob.es/media/downloadable/files/links/p/a/pan_geo_conflictos_2023.pdf
3Véase WEBUILD «Grand Ethiopian Renaissance Dam Project». Disponible en: https://www.webuildgroup.com/en/projects/dams-hydroelectric-plants/grand-ethiopian-renaissance-dam-project/
4En la construcción de la presa han participado multinacionales y empresas estatales chinas, entre ellas Sinohydro, el Grupo Gezhouba, Voith Hydro Shanghai y la Corporación Internacional de Agua y Electricidad de China. Fuente: https://www.disruptionbanking.com/2023/09/04/why-is-china-financing-the-grand-ethiopian-renaissance-dam-gerd/
5En 2013, China ofreció a Etiopía un préstamo de 1200 millones de dólares para construir líneas de transmisión entre la presa y las ciudades locales. Después de que el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, visitara Beijing en 2019, China ofreció otros 1800 millones de dólares para avanzar en la infraestructura de energía renovable relacionada con la GERD.
    • Disputas regionales en la costa africana del mar Rojo y del golfo de Adén

    • Regional disputes on the Red Sea and Gulf of Aden African Coast