IEEE. Cómo legitimar la guerra: Un comentario de la Guerra de Tigray

Elaboración propia. Mapa conceptual de la Guerra

13 mar 2025

IEEE. Cómo legitimar la guerra: Un comentario de la Guerra de Tigray

Daniel Maldonado Rodríguez

Aproximación polemológica

A lo largo de la historia, los acontecimientos de la guerra se han preservado a través de las narraciones de los pueblos. Una práctica que conforma un estudio historiográfico, y una disimulada capacidad traumática de cicatrizar en los pueblos. En el siglo XIX, se profesionaliza la práctica histórica como área de investigación académica, y la guerra como parte de la misma, evidenciando su indivisible relación con los Estados nacionales y su práctica política. Ocurre en un momento de desintegración, en una época en la que la Ilustración y la Revolución estaban destruyendo la legitimidad del reino dinástico jerárquico un día divinamente ordenado1. La nación, se muestra como garante de la libertad, y el fervor patriótico como el motor de la movilización en un momento de Guerras Napoleónicas. El nacionalismo es el elemento aglutinador de una sociedad desigual, pero apaciguada por los nanas nacionales, en forma de héroes y mártires, canalizadores del amor a la patria.

Debido al desarrollo simultáneo de las teorías darwinistas aplicadas al ámbito de las relaciones humanas, la guerra se concibió como algo deseable, una ley de vida, en el que las naciones inferiores o imperios moribundos caían por su propio peso o falta del mismo2. Carl Von Clausewitz capturó una idea en un aforismo, “la guerra es la mera continuación de la política por otros medios”. Los jóvenes Estado-Nación, contemplaron la guerra como una herramienta para la consecución de sus objetivos políticos, cuando la política menos radical falla. Con el paso del tiempo, y las dos devastadoras guerras mundiales, la concepción bélica cambia. Existe una preocupación por comprender la paz, no como un supuesto si no como una necesidad. Los horrores de la guerra hicieron apartar la mayoría de las miradas, sin embargo, el sociólogo Gaston Bouthoul, se enfrentó a aquellos fantasmas bajo el lema “si tu veux paix, connais la guerre”.

Bouthoul, propone el estudio científico de las guerras como fenómeno susceptible de observación, y en última instancia como una forma de estudiar la paz. Los estudios de la guerra, tomando en consideración el aforismo de Clausewitz, observan que la finalidad de la guerra es la paz, entendida como la nueva situación política tras el conflicto3. Bajo esta línea de pensamiento, que subordina la violencia al instrumento, y la guerra a la política, redefinimos la política como forma racional de administración de los intereses colectivos de una nación y la guerra es la suspensión temporaria de cierto equilibrio y cierta armonía que se dan como presupuestos y a los que se aspira como fines superiores4. En esa pugna por el triunfo de la paz más violenta5, las fuerzas armadas y sociedad son también engullidas por la vorágine política.

Las dinámicas de la globalización han provocado el reajuste de las relaciones entre grupos sociales añadiendo una visión suplementaria, la violencia6. Convirtiendo a la guerra, en un fenómeno social regulador de las relaciones nacionales e internacionales, elevándose como una institución más del sistema político internacional. Es ahora, un mal no deseado, pero regulado, una actividad prohibida pero utilizada, y normativizada por el Derecho internacional humanitario.

Reflexiones sobre la fuerza, el poder y la gobernabilidad

Clausewitz comprendió la guerra como un acto de fuerza para imponer la voluntad de un grupo a otro, a través del desgaste del segundo y en cuyo ejercicio puede ser que no se contemplen los límites. Sin embargo, se confunde fuerza con poder, mientras que la fuerza es la ejecución de la acción con esfuerzo, en oposición a la resistencia, el poder es amorfo, y por tanto influyente a pesar de la misma. Su problema reside en su liquidez, pues cae de las manos como arena entre los dedos, y su mantenimiento sin duda será una dicha, sobre todo para un príncipe, reunir todas las buenas cualidades; pero, como nuestra naturaleza no tiene tan gran perfección7.

Es debido a su liquidez, que el poder no se intercambia si no que se ejercita; no existe más que en acto y es productor de saber y verdad8. A la interacción, entre gobernado y gobernante se le denomina gobernabilidad, y es el conjunto de instituciones tácticas y reflexiones que toman como objeto esencial a la población, como forma de saber a la economía política y como instrumento técnico esencial a los dispositivos de seguridad9. La gestión del poder ejercita un discursivo confeccionado por una minoría que lo convierte a través del poder político en un elemento legitimador.

Foucault va más allá en la comprensión del poder, y utiliza lo que denomina la inversión del aforismo de Clausewitz, “la política es la continuación de la guerra por otros medios”. Se reconoce un cambio en la concepción de lo social, colocando al conflicto y no a la armonía como su modo de ser, lo que define a cualquier ordenamiento sociopolítico como el efecto de la dominación de ciertas fuerzas sociales sobre otras10. A diferencia de Clausewitz, que considera la guerra como una forma excepcional de política, plantea que el conflicto no finaliza con el fin de la guerra, ya que la política es el mecanismo a través del cual se gestionan las tensiones que dieron lugar a la guerra, y la herramienta que define la nueva situación política tras el conflicto. La inversión del aforismo abre la puerta a la comprensión de la política como herramienta creadora del trasfondo político, cultural e ideológico por el cuál la guerra se hace razonable.


Ilustración 1. Elaboración propia. Mapa conceptual de la Guerra.

Evolución de los conflictos sociales a conflictos armados

La política, por tanto, es un mecanismo organizador de los conflictos sociales. La guerra como conflicto armado, sería la máxima expresión de la política la desnudez misma de las relaciones de fuerza11. Ahora bien, ¿Qué es un conflicto, un conflicto social y un conflicto armado? ¿Cómo se escala de conflicto social a conflicto armado? La interacción entre individuos, en ocasiones genera incompatibilidad o divergencia de sus objetivos, oposición que se traduce en tensión, como en un nudo corredizo. Su resolución puede ser consensuada o competitiva según como se distribuya el poder y el resultado. Cuando durante la competición aparece la hostilidad, nace el conflicto. La hostilidad entonces es el vínculo entre la agresividad y la agresión, como forma de deseo de perjudicar al otro, de doblegar su voluntad a través del empleo de la violencia.

La ingobernabilidad personal llena de carga emocional sus posturas, convirtiéndose la trascendencia en su característica, pasando a ser valores irreductibles12. Los competidores ahora son enemigos y la hostilidad la única forma comunicativa. La escalada del conflicto, y el traspaso de los valores de violencia aceptados, cataliza en sí misma la violencia, al exhortar a unos a otros a incrementar las consecuencias negativas para la otra parte. El conflicto social finalmente, es la oposición entre grupos de personas con intereses diferentes, en el mismo espacio territorial, en un Estado. Puesto que los conflictos entre Estados, contienen más de un conflicto social aunque el grupo se esfuerce por presentarlo como único en su discurso13. Finalmente, el conflicto armado es aquel conflicto social en el que un grupo enfrentado, organizado y atendiendo a un plan, actúa mediante el empleo de armas contra el grupo opositor con el fin de alcanzar el objeto del que surge la oposición14.

Las aspiraciones políticas contrapuestas suelen reclamar cambios en la estructura política establecida, los actores con menos mecanismos para la reforma a través de medios legítimos, puedan impulsar el conflicto como herramienta. Cuando la privación relativa es recubierta de percepción de injusticia, el grupo subordinado manifiesta un favoritismo endogrupal y hostilidad hacia el grupo dominante15. El caldo de cultivo de la oposición, es articulado a través del discurso del enemigo, explotando sus diferencias. Cuanto más percibe un grupo una amenaza a su identidad, más motivados están sus miembros a alcanzar un consenso sobre la definición de la situación, y el grado de libertad de los miembros del grupo para elegir qué hacer, pensar o sentir disminuye, resultando en definiciones colectivas16. Dinamitar la primera brecha entre grupos, y exacerbar sus diferencias contribuye a la radicalización del discurso del enemigo, y a legitimar el conflicto armado en tanto que agota las vías previas y lo presenta como la solución inevitable. La combinación entre el discurso y antagonismo es la bipolarización que actuará como catalizador del proceso evolutivo del conflicto.


Ilustración 2. Fuente y Elaboración: Santé, 2017. Ciclo de exacerbación del conflicto social.

Concepción criminológico-cultural de la legitimación de la guerra

En el ámbito de la criminología cultural, se relaciona cultura, violencia y guerra, reconociendo el papel de los factores psico-culturales. Considera que la violencia no solo es producto de ataques de gigantes sobre los enanos, si no que coincide con la enorme expansión de armas y el aumento de la violencia estructural de una guerra de clases global que ha resultado en creciente desigualdad17. Determinando que la guerra se mantiene mediante la dominación ideológica de arriba hacia abajo, siendo la opinión pública y su condicionamiento el componente clave para comprender su legitimación ideológica.

La trinidad de Clausewitz reconoce tres actores, pueblo, gobierno y ejército, de la que se interpreta que la fuerza de los tres, dependerá de la habilidad de los comandantes para comunicar y la de los gobernantes para afianzar la unión entre naturaleza, propósito y conducción de la guerra18. El pueblo es generalmente influenciado por psicologías nacionales que activan significados y culturas remotas y bajo ciertas circunstancias, persuaden a la colectividad de que tales significados y culturas están bajo amenaza y deben ser defendidos o restaurados19.


Ilustración 3. Fuente: visto en Rueda. Elaboración propia. La trinidad del Clausewitz.

Recurrimos a la state-corporate crime theory de Krammer & Michalowski, que deslegitima la acción estatal como proveedor predilecto de seguridad, y señala su capacidad junto a las grandes instituciones de envolverse en actos criminales (incluyendo la guerra) y su necesario ejercicio de legitimación a través de la generación (de arriba a abajo) de influencia cultural sobre los individuos.


Ilustración 4. Fuente: Klein, 2021. Elaboración propia. Legitimación corporativa-estatal de la guerra.

Dimensión político-económica

En esta dimensión observamos aquellos factores macro, de carácter político-económico, es decir los intereses que subyacen a la guerra. Según Clausewitz, nadie empieza una guerra, o más bien, nadie en sus sentidos debe hacerlo, sin primero tener claro en su mente, lo que piensa alcanzar por esa guerra y cómo piensa conducirla. Por ende, cada guerra tiene su propia teoría20. Y cada guerra su propia autoridad política, con la tarea de gestionar la información, condensarla en un discurso y a través del poder político transformarla en legitimidad. En un contexto de posmodernidad, en el que los acontecimientos pertenecen a un tiempo en el cual la verdad, se ha vuelto insignificante o irrelevante21. Obviando que la verdad (rigurosa o no) tiene la capacidad de construir la realidad, entendida como los procesos sociales y culturales disputados mediante los cuales se definen las situaciones, se categorizan a los individuos y grupos, y se comprenden las consecuencias humanas22. Este escenario da lugar a sociedades, conceptos, objetivos líquidos, en un contexto de desmonopolización del estado como productor de verdades compartidas. Generando un vacío que ha dado lugar a un mercado competitivo abierto por controlar la verdad, con actores como estados, terroristas, corporaciones y oligarcas. 

Dimensión institucional

La guerra cuando se expresa, se ramifica, y una de sus ramas más importantes, coincidiendo el pueblo de la trinidad Clausewitz, es la opinión pública. En conflictos anteriores como en el genocidio de Ruanda, la emisora Hutu Radio Télévision Libre des Mille Collines, jugó un papel esencial en la legitimación del genocidio de Ruanda, impulsando un marco étnico, y acusados de esparcir miedo y rumores bajo el marco discursivo mata o muere contra los Tutsis así como el cómo hacerlo23. El impacto de los medios en el conflicto, y su capacidad de influir a millones de personas, han convertido a los medios en un activo de la guerra más.

Las noticias encierran en sí mismas, a modo de píldoras de realidad, la imagen de un conflicto, sus motivos, su gestión y desarrollo que en ocasiones resulta más trascendente que la realidad24. Si la exaltación nacional, étnica, religiosa, es la guerrificación’ de la vida cotidiana, la opinión pública es la armificación’ de los torpes con un fúsil. Con el auge de la sociedad de la información, esta última brotaba a borbotones de las heridas del mundo, y su vulnerabilidad provocó que instituciones de interés jueguen con la verdad y lo manifiestamente falso, en un ejercicio voluntario de infoxicación según conviene. Con mayor incidencia en las redes sociales, que han destronado a los medios tradicionales de comunicación de su monopolio de la información, cayendo también en la lógica de poder.

Los medios por tanto asumen la tarea de divertir, entretener e informar e inculcar valores y creencias que les harán integrarse en la sociedad25. Utilizando el framing, que es la selección de información y recursos retóricos, con la que el emisor puede explicar el problema de política relevante y designar soluciones26. El framing de la guerra, es generador de narrativas que abren espacios en la realidad donde ejercer la violencia de manera desinhibida. Un marco interpretativo que suele relacionarse con el belicismo, el patriotismo tribal o el nacionalismo étnico, que están estrechamente relacionados con el chauvinismo, e implican beligerancia y asisten ideológicamente a la guerra agresiva27. Finalmente, se moldea una opinión pública que cierra el círculo de legitimación, en un proceso de arriba abajo, que vuelve de abajo a arriba, posibilitando la guerra tal y como la conocemos.

La Guerra del Tigray
Análisis geopolítico del conflicto

Etiopía es un país complejo, el país más antiguo de África y el segundo más poblado, y se encuentra encasillado entre Somalia, Yibuti, Eritrea, Sudán, Sudán del Sur y Kenia. Es un país con más de 115 millones de habitantes, y goza de una diversidad de grupos étnicos, lenguajes y religiones mayoritarias, que cuando el ecosistema se desequilibra, pasa factura en forma de conflictos étnicos, y descontento social. El modelo de pacificación social, en teoría es resuelto por un federalismo étnico donde todos gozan de igual valor y representación, y donde cada región, basada en criterios étnicos disfruta de una amplia autonomía que les concede su propio Gobierno y su propio sistema judicial28. Sin embargo, como en todo ecosistema de poder, cuando se fractura la armonía de intereses, los glóbulos blancos, atacan y destruyen los organismos alborotadores. En este caso, el foco de la infección política se ubicó en el extremo norte del país, en Tigray donde habitan seis millones de tigrayanos, con lengua y cultura propia.  La región Tigray, es una de los nueve estados étnico-federales, denominados Kililoch, según el ordenamiento político-administrativo del país establecido en 199529.


Ilustración 5. Fuente y elaboración: Fair Politik y Descifrando la guerra. Etnias de Etiopía.

Una vez aterrizados en esta parte del mundo, abordamos los antecedentes del conflicto. El 28 de mayo de 1991, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE), con el control de las fuerzas armadas del Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT), llegó al poder, y crearon un primer gobierno transitorio, dando lugar a la República Federal en 1995. Después de años de estancamiento político, en 2018, Abiy Ahmed, de la etnia Oromo, es elegido como primer ministro de Etiopía, en un contexto de coyuntura social y protestas violentas antigubernamentales contra el entonces primer ministro, Hailemariam Desalegn, en la región de Oromia30. Ahmed dio paso a una reforma centrada en la liberalización económica y la apertura política, desafiando el modelo de la antigua Etiopía, y reestructurando el reparto de poder. Originando la fundación del Partido de la Prosperidad, y la consecuente fusión de las etnias mayoritarias y élites minoritarias Oromo y Amhara.

Ahmed opera bajo el resguardo filosófico-político del Medemer, que consiste en aglutinar las diferencias, con el objetivo de construir una nación única, una Gran Etiopía. Una apuesta por la democracia multipartidista, que chocaba frontalmente con el modelo regional de la Constitución Etíope de 1994, lo que suponía la pérdida de capital político del grupo tigrayano, puesto que aquel reparto favorecía la representación de una etnia no mayoritaria, al mismo que la situaba estratégicamente en el centro del poder, evitando el crecimiento de la oposición31. El conflicto entre intereses, esperaba un evento que encendiese la mecha, que escalase el conflicto, y tras el desacato del FPLT de llevar a cabo elecciones regionales en 2020, tras haber sido postergadas por el COVID-19, ocurrió un intercambio de hostilidades. Por un lado, se congelaron los fondos presupuestarios de Tigray, declarando inconstitucional e ilegal su gabinete legislativo, y por el otro, el FPLT manifestó su no reconocimiento de la administración de Ahmed, desembocando en un ataque tigrayano a la base militar del ejército etíope, y la sucesiva respuesta militar del gobierno central dando lugar al inicio de la guerra el 4 de noviembre de 2020.

Esa operación del Gobierno Central sería articulada a través de las Fuerzas Nacionales de Etiopía (FNDE) y las Fuerzas de Defensa Eritreas (FDE), contra las Fuerzas de Defensa de Tigray (FDT) lideradas por el FPLT. Durante el conflicto la coalición del gobierno central, tuvo que lidiar con las montañas en la insurgencia tigrayana, con el reclutamiento masivo de tigrayanos dadas las atrocidades cometidas contra civiles de las fuerzas etíopes y eritreas, y la alianza entre insurgentes antigubernamentales en la región de Oromia32. Finalmente el 2 de noviembre de 2022, se firma un acuerdo de paz en Pretoria, Sudáfrica entre el gobierno etíope y el FPLT.

Weaponizing los medios de comunicación social

En el siglo quinto dijo Sun Tzu, que toda guerra se basa en el engaño, y desde entonces este ha pasado a ser un fenómeno observable de la estrategia militar. En Etiopía los medios de comunicación han sido tradicionalmente una herramienta del poder dominada por el estado y su partido gobernante, a excepción de una serie de cadenas privadas en la capital33. El aire reformista de Ahmed, trajo vientos de esperanza sobre la libertad de prensa, puesto que desreguló el sector de la comunicación y liberó periodistas encarcelados, sin embargo, resultó un sistema que segmentaba las instituciones mediáticas en líneas étnicas, provocando un auge de medios de comunicación que alimentaron la polarización y resultaron en fracturas étnicas34.

Una vez iniciada la guerra el gobierno, impulsó un blackout de las comunicaciones. La inaccesibilidad de la información provocó un asedio narrativo articulado a través de medios oficiales y redes sociales, en el que partes intentan distraer la opinión pública del verdadero curso de los hechos. El control gubernamental de la narrativa a través del blackout, homogenizó la opinión pública, representando a los tigrayanos como una amenaza para la unidad de la Gran Etiopía, justificando la guerra como una operación de mantenimiento del orden35. Las etiquetas que un día fueron utilizadas en el genocidio de Ruanda, “cucaracha”, han sido replicadas con otras palabras como “hiena, demonio, monstruo, cáncer, fantasma, traidores, homosexuales y enemigo”. Conductas que en definitiva, legitiman el uso de la fuerza contra el grupo deshumanizado, y conducen a la comisión de crímenes de guerra. El profesor del IPSS en Adís Abeba, Yohannes Buayalew, dijo, “el odio es uno de los factores más importantes para ganar la guerra y debemos tenerlo”36.

Durante el curso de la guerra, el gobierno de Etiopía, obsesionado por el control de la agenda política, impulsó una plataforma estatal de fact-checking, bajo el nombre de “State of Emergency Fact Check”, funcionando en redes sociales como X y Facebook. Un generador de meta-verdades, una verdad creada tras una verificación de la verdad creada. El bastión contra narrativo del gobierno, impulsando primero, la unidad político-nacional y segundo, enfatizando la legitimidad democrática del gobierno en contraste con el grupo armado enemigo37. Tras el acuerdo de paz (2022), la plataforma de fact-cheking fue desmantelada.

Implicaciones humanitarias y violaciones del Derecho Internacional

El conflicto generó una crisis humanitaria, provocando inseguridad alimentaria, desplazamientos, pérdida de empleos y destrucción generalizada de medios de vida e infraestructura crítica. Según datos de la ONU del día 4 de agosto de 2021, unas 5,32 millones de personas en Tigray (90% población de la región) precisan de asistencia de emergencia para sobrevivir, cerca del 60% padecen inseguridad alimentaria, y hasta 400.000 personas padecen hambruna38. Además, durante el conflicto se obstaculizó la asistencia humanitaria y a través del hermetismo informativo, se vulneraron normas humanitarias en favor de los intereses bélicos. La ONU denunció que desde el 15 de diciembre de 2021 se impidió el paso del personal y los suministros de socorro en tanto continúa el desplazamiento de población debido al conflicto39.

La estrategia en primer lugar, respondió al uso del hambre como arma de guerra, a través de la privación de alimentos, denegación de ayuda humanitaria, y corte de la producción agrícola, y en segundo lugar, el control de la información, impidiendo el acceso a los periodistas obstaculizando por ende, el trabajo humanitario y la posible futura rendición de cuentas40. La Comisión Internacional de Expertos en Derechos Humanos sobre Etiopía, determinó que había motivos razonables para considerar que toda parte descrita (ENDF, FPLT, EDF y milicias Amharas) habían violado el Derecho Internacional Humanitario, incurriendo en ataques indiscriminados, matanzas y ejecuciones extrajudiciales, tortura, pillaje, saqueos, detenciones arbitrarias y violencia contra las mujeres y niñas. Sin embargo, ninguna parte reconoció su responsabilidad, y más bien optaron por apuntarse a teorías conspirativas41, sellando el proceso de crimen interpersonal, bajo la lógica del poder, la política y la guerra, por encima de toda la lógica humanitaria.

Conclusiones

El estudio de la guerra nos acerca a la paz, en tanto que arroja luz a donde nadie quiere mirar. La guerra es de naturaleza política, y es articulada a través de la gestión del poder, la política. Esta se articula en un contexto de conflicto social, existente o no, que funciona como base para la escalada a conflicto armado. La legitimación de la guerra en la opinión pública es activo clave en la estrategia militar bélica, generalmente articulada a través de medios de comunicación tradicionales y redes sociales. En el caso de la Guerra del Tigray, observamos como esta lógica se cumple. El conflicto nace de un desajuste del ecosistema de poder, una vez Abiy Ahmed llega al poder con aires reformistas. Además demuestra como exacerbar el conflicto étnico. es esencial para la escalada a conflicto armado. El gobierno de Adís Abeba, procedió a la armificación de medios de comunicación social, con el objetivo de explotar la brecha étnica y justificar la violencia. Finalmente la Guerra del Tigray, demuestra que, toda guerra nace vive y muere en un plano político, pero sus expresiones viven permanentemente en las vida de todos por los que pasa.

Daniel Maldonado Rodríguez

1Alcaraz, B, “Poder y Estado”, Conicet 1-1 (2017).
2Aznar, F. “Filosofía de la guerra”, Cultura de la defensa. (2014): 190.
3ídem.
4Tonkonoff, S. “Notas sobre el fin de la violencia”, Conicet (2015).
5Aznar, F. La Guerra: Teoría para comprender los conflictos del siglo XXI. (El viejo Topo, 2024).
6Ídem.
7Maquiavelo, N. El príncipe. (EDAF, 2024).
8Aznar, F. La Guerra: Teoría para comprender los conflictos del siglo XXI. (El viejo Topo, 2024), pp.8.
9López, P. “Biopolítica, liberalismo y neoliberalismo”, Docta Complutense. (2010), pp.2.
10Tonkonoff, S. “Notas sobre el fin de la violencia”, Conicet (2015).
11Tonkonoff, S. “Notas sobre el fin de la violencia”, Conicet (2015), pp.6.
12Santé, J.S “Conflictos sociales: hacia la evaluación del riesgo”, (Tesis doctoral, Ministerio de defensa, 2017).
13Ídem.
14ídem.
15Brown en ídem.
16Vanderberg, R.J. “Framing Violent Extremism: Terrorism and Narratives of Meaning”, (Tesis doctoral, Ohio State University, 2020).
17Pinker, visto en Klein, J. “Toward a cultural criminology of war”, Social Justice (2011): pp, 86-103.
18Rueda, R. “¿Son apropiados los aportes teóricos de Clausewitz para analizar los conflictos armados de los últimos tiempos?”, Estudios en seguridad y defensa (2007).
19Klein, J. “Toward a cultural criminology of war”, Social Justice (2011): pp, 86-103.
20Rueda, R. “¿Son apropiados los aportes teóricos de Clausewitz para analizar los conflictos armados de los últimos tiempos?”, Estudios en seguridad y defensa (2007), pp.44.
21Bartra en Aznar, F. “El mundo de la posverdad” en Cuaderno de Estrategia IEEE (2018): 197 pp. 21-79
22Ferrel, J. “Cultural criminology and the politics of meaning”. Critical Criminology. (2013), pp, 259.
23Kellow, C. “The role of radio in the Rwanda Genocide”, Oxford Academic (2007): 48, pp. 107-128.
24Aznar, F. “El mundo de la posverdad” en Cuaderno de Estrategia IEEE (2018): 197 pp. 21-79.
25Pineda, A. “El modelo de propaganda de Noam Chomsky”, IDUS (2001): 6, pp. 191-210.
26Entman en Mawere & Van Reisen, The hysteresis of war (Langaa, 2024)
27Klein, J. “Toward a cultural criminology of war”, Social Justice (2011): pp, 86-103, pp.88
28Mora, J. “Conflicto en Tigray (Etiopía)” en Panorama geopolítico de los conflictos. (IEEE, 2021).
29Palacián, B. “El hambre como arma de Guerra: Tigray (Etiopía)” Boletín IEEE (2022): 27.
30Molfino, S. “Claves para entender el conflicto del Tigray”, Cuadernos de política exterior Argentina, (2021):134, pp. 93-101.
31ídem.
32Mora, J. “Conflicto en Tigray (Etiopía)” en Panorama geopolítico de los conflictos. (IEEE, 2021).
33Tesfa, D. “Weaponizing the Media” en The hysteresis of war. Mawere & Van Reisen. (2024).
34ídem.
35ídem.
36Tigray Update. Facebook, 2023.
37Olivera, S & Otero, A. Estados fact-checkers, Elecciones (2024): 23, pp. 41-76.
38ONU “El coordinador humanitario califica de desgarradora la situación en Tigray”, Noticias ONU, 2021.
39ONU “La ONU urge a las partes en conflicto a permitir el acceso irrestricto de la ayuda humanitaria a Tigray, Etiopía”, Noticias ONU, 2022.
40Palacián, B. “El hambre como arma de Guerra: Tigray (Etiopía)” Boletín IEEE (2022): 27.
41Mora, J. “Conflicto en Tigray (Etiopía)” en Panorama geopolítico de los conflictos. (IEEE, 2021).
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