ESFAS. La enseñanza en las FAS. En búsqueda de un nuevo modelo de formación para los futuros oficiales del Ejército de Tierra

Salón de actos de la AGM

11 abr 2025

ESFAS. La enseñanza en las FAS. En búsqueda de un nuevo modelo de formación para los futuros oficiales del Ejército de Tierra

Domingo Expósito Álvarez.  Teniente Coronel, Artillería, Cuerpo General Ejército de Tierra.

Introducción

Desde la aprobación de la Constitución de 1978 comienzan en España una serie de importantes medidas para transformar las Fuerzas Armadas (FAS) en un estamento moderno, reflejo de la sociedad de ese momento. Sin embargo, esta gran reforma tarda en materializarse y no es hasta la entrada en vigor de la Ley de Régimen de Personal Militar Profesional de 1989 (Ley 17/89), cuando se sentarán las bases de la esperada nueva enseñanza militar que marcará el nuevo rumbo de unas FAS más integradora, reflejo de una democratización y modernización tan necesaria y buscada (Adé Portero, 2016).

Tras numerosas transformaciones sufridas a lo largo de la historia, no fue hasta la aprobación de la Ley 17/89 cuando se establecieron unos objetivos generales comunes para todos los planes de estudio de los oficiales. Hasta ese momento, la enseñanza para oficiales de los Ejércitos y la Armada mantenían itinerarios educativos distintos e independientes. A pesar de que siempre existiera la intención de unificar la enseñanza militar de formación de oficiales, el temor de perder la esencia de cada uno de los Ejércitos y de la Armada, con su correspondiente tradición e historia propia, hizo ralentizar este necesario pero poco impulsado cambio (Laguna Sanquirico, 1998).

Es durante los años previos a la aprobación de la ley cuando se inicia un importante cambio hacia la unificación de la enseñanza de formación para oficiales en España con la finalidad de transformar un sistema que hasta ese momento realizaba pruebas de acceso independientes para los centros de formación de los Ejércitos y la Armada. Así, en 1985 se implementarán las primeras pruebas de acceso comunes para todos los aspirantes a las academias y escuelas militares de oficiales pasándose poco después a una gestión del proceso de acceso unificada en la Dirección General de Enseñanza del Ministerio de Defensa, que centralizará las pruebas y asegurará igualdad de condiciones para todos los candidatos a formar parte de los oficiales de las FAS, cambio que a su vez coincidirá con la incorporación de la mujer a las FAS, marcando un avance significativo en la igualdad dentro del sector.

En este momento también se establecerá un hito al regularse la adaptación de la enseñanza militar al sistema educativo general, si bien no se conseguirá de una manera absoluta, manteniéndose la gestión por el propio Ministerio de Defensa, lo que supondrá una limitación importante en el reconocimiento de titulaciones académicas (Álvarez Roldán, 1989).

Posteriormente, la ley 17/1999 fue considerada fundamental para la modernización y profesionalización total de las FAS, al alinearse la formación militar con las necesidades y valores de una sociedad contemporánea que avanzaba sin parar en España. Esta legislación jugaría un papel fundamental en la democratización de las FAS, promoviéndose la formación de una tropa y marinería profesional y elevándose el nivel intelectual, cultural y profesional de los cuadros de mando. Esencialmente, la ley consolidaría la integración de la enseñanza militar en el sistema educativo general, actualizándose los planes de estudio para poder reflejar las demandas de defensa y seguridad modernas, e incluyéndose conocimientos técnicos y una mayor comprensión de los principios democráticos que fluían en la sociedad española (Adé Portero, 2016; Pérez Moreno, 1999; Zumalacárregui Luxán, 2005).

Por último, la ley 46/2015, establecería la conocida como Ley de la Carrera Militar (LCM), introduciendo cambios sustanciales en el régimen de personal de las FAS, especialmente en lo relativo a la enseñanza de los oficiales. Esta reforma responderá a la necesidad de adaptar la formación militar al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), implementándose así un modelo educativo que, desde el curso 2010/2011, permitiría a los oficiales de los Cuerpos Generales del Ejército de Tierra, Armada, Ejército del Aire y Guardia Civil obtener un título de grado del sistema educativo general junto con su formación militar. La iniciativa establecía así un sistema de doble titulación que alinearía la formación militar con las exigencias profesionales y educativas europeas, marcando un hito en la integración de la enseñanza militar dentro del sistema educativo general. Posteriormente, la necesidad de simplificar este modelo, llevaría a la unificación de las asignaturas militares y académicas en un solo currículo de cinco años de duración, extendiéndose así el periodo formativo en comparación con los cuatro años habituales de un grado universitario (Rosique Nieto, 2010; Gómez Álvarez, 2008).

Tras más de una década de vigencia y la implantación del nuevo concepto del Ejército de Tierra (ET) “Fuerza 2035” se plantea con este trabajo la revisión del modelo de enseñanza de formación para oficiales para realizar una actualización del modelo de enseñanza actual y conocer que otro modelo puede satisfacer mejor las necesidades de los futuros oficiales del ET para poder recibir una formación más holística e integral que responda adecuadamente a las necesidades de un entorno cada vez más cambiante.

Así, se abordará el estudio de la formación militar general y específica de los futuros oficiales del ET a través del establecido currículo único distribuido en cinco cursos académicos que proporciona la titulación de grado del sistema educativo general del grado en Ingeniería en Organización Industrial y que aporta a la consecución de las competencias generales y específicas requeridas a los oficiales para poder egresar de la academia e incorporarse a sus cometidos y misiones profesionales dentro de la escala de oficiales del ET.

Exposición

La búsqueda de un mejor modelo de enseñanza de formación de oficiales en las FAS es un tema de interés crítico, que abarcan desde la necesidad de adaptarse a los cambiantes escenarios de seguridad hasta el desarrollo y dirección de un liderazgo más eficaz, dentro de una compleja y diversa sociedad.

El mundo se encuentra en constante cambio, y con él, los desafíos de seguridad que afrontan las organizaciones de seguridad y las naciones que las forman. Las FAS por tanto, deben preparar a sus oficiales para poder enfrentar amenazas emergentes no solo con habilidades técnicas y tácticas, sino también con fuertes capacidades como pueden ser las de liderazgo, análisis, psicología y la toma de decisiones.

Así, las FAS y con ellas sus modelos de enseñanza, especialmente de formación, deben de saber adaptarse para alcanzar el objetivo de afrontar los retos de seguridad y defensa del futuro. La enseñanza de los oficiales, personal clave sobre el que recaen las funciones directivas dentro de las FAS, debe de amoldarse a esta nueva realidad e incluir en sus planes de estudios las herramientas y habilidades para poder gestionar y facilitar la comprensión de los problemas futuros de seguridad desde diferentes puntos de vista, no solo con la base de conocimientos técnicos, sino también con ciertas habilidades de liderazgo, pensamiento crítico y comprensión cultural y ética será de gran interés para las FAS (Sánchez Bariego, 2014).

Tras el correspondiente análisis realizado, se han podido deducir ciertos puntos clave sobre el modelo actual para los oficiales de las FAS, además de vislumbrar ciertos parámetros que deberán de tenerse en cuenta de cara a la definición de un nuevo modelo de enseñanza más atractivo y diverso.

El sistema actual es indudable que proporciona una elevada preparación técnica a través de los estudios proporcionados por la carga lectiva correspondiente al grado de Ingeniería en Organización Industrial que ayuda a avanzar hacia un ET en pleno proceso de transformación digital que debe ser capaz de adaptarse a nuevos retos tecnológicos para poder servir adecuadamente a la sociedad y a sus ciudadanos. Otros aspectos positivos van de la mano de la capacidad para adaptarse a las nuevas demandas de la inteligencia artificial o la robótica que coparán nuestros esfuerzos futuros. Queda por ver, si la especialización técnica del grado de Ingeniería es tan positiva en el sumatorio total de factores donde entran a jugar la formación y demanda profesional a la que se verán afectados los oficiales del ET.

Relativo a las debilidades y amenazas del modelo actual, es remarcable la falta de formación en los ámbitos humanísticos, sociales y de las ciencias jurídicas.

Entre los resultados más llamativos del análisis realizado a los distintos modelos implementados en las FAS relativos a la enseñanza de formación de oficiales, se puede destacar que después del área militar o técnico-táctica que siempre ha sido el de mayor contenido en cuanto a carga lectiva de la enseñanza de formación de oficiales, el área que más peso ha tenido a lo largo de los distintos modelos de enseñanza ha sido la correspondiente al área humanística, con un 30% del total de la formación recibida a lo largo de los diferentes planes de estudio. Tras este, le ha seguido muy próximo con un 20% de la formación el área científica, para concluir con una formación física hasta completar las horas de formación disponibles (Ibáñez Dobón, 2020, p. 276-277). Una educación humanística ofrece herramientas para desarrollar una visión estratégica más amplia, permitiendo a los oficiales entender mejor las implicaciones a largo plazo de sus decisiones y acciones en un contexto global interconectado y cada vez más complejo e incierto. En un mundo en constante cambio, el enfoque que proporcionan el entorno humanístico, el de las ciencias sociales y de las ciencias jurídicas fortalece el juicio ético y la capacidad para tomar decisiones que respeten los valores humanos fundamentales, así como aportan las destrezas necesarias para asumir situaciones implícitas en la vida de un oficial preparando mejor a los líderes militares para adaptarse y responder de manera efectiva a nuevos propósitos, incluyendo cambios sociales, tecnológicos y medioambientales. (Lastra Díaz, 2006).

Igualmente reseñable es la posible pérdida de talento y valores que no pueden captarse por la excesiva rigidez del modelo de enseñanza actual. El modelo de acceso sin titulación encasilla a único bachillerato el acceso a las academias. La implementación del modelo de enseñanza que cursa el grado de Ingeniería en Organización Industrial implica forzosamente a estudiantes con un importante conocimiento del área científico tecnológico e implica un sistema de selección en base a la nota de las pruebas de universidad. Esto ha provocado que numerosos estudiantes accedieran a las academias sin quizás mucha vocación o conocimiento sobre las FAS, solo por la relativa facilidad del proceso que desde la implementación de la última ley de carrera militar eliminó el proceso selectivo con otras pruebas que obligaban al aspirante a competir demostrando su conocimiento sobre diferentes pruebas, además de poseerse una elevada nota de acceso a la universidad que era también valorada. Sin embargo, el proceso selectivo actual, al igual que como en el resto de universidades, solo contempla la nota de acceso a la universidad como criterio de acceso. Este hecho indujo a un número muy importante de abandonos bien por la complejidad física y psicológica de la academia, por la dificultada de la ingeniería a cursar o simplemente porque descubrían la dureza del entorno donde desarrollarían su carrera profesional a través de un estricto régimen militar.

De este modo, se puede identificar que, con una nota de acceso a la universidad de entre el 12 y 13 puntos sobre 14, los estudiantes eran altamente capacitados si bien muy probablemente, tras el número tan elevado de abandonos que se sufría durante el proceso de formación, se debe de plantear la reflexión de si estos eran los mejores oficiales para formar las filas de las FAS, donde es necesaria una voluntad de sacrificio, profundos valores éticos y la posibilidad de incluso entreguen sus vidas por la defensa de la nación y de sus ciudadanos.

Igualmente destacable es la posible limitación existente por la única perspectiva ante estudios o resoluciones de problemas que pudiera provocarse debido a la única base de conocimiento fruto de la enseñanza, al existir solo un modelo con un único camino de formación académica a través de una formación en ingeniería. Este hecho provoca poca versatilidad y especialización en un ámbito y área de conocimiento concreto, hecho que con ejércitos pequeños como es el caso del español pudiera ser contraproducente1. Facilitar una formación académica más amplia e interdisciplinar, completada con un mayor conocimiento de materias relacionadas con la psicología y la conducta humana, ayudará a liderar y conocer los hechos que motivarán a nuestros soldados a la defensa incondicional de los intereses del país al que defienden.

A pesar de las fortalezas y oportunidades que ofrece el modelo de enseñanza actual para los oficiales del ET, se constata que existen áreas de mejora que deben abordarse para asegurar que la enseñanza siga siendo relevante y eficaz y capaz de afrontar los complejos retos que sin duda deberán afrontarse en el futuro.

Otro aspecto importante analizado es el relativo a las tendencias de la enseñanza de formación para oficiales de otros países aliados y amigos. Tras analizar una selección de países basado en la relación existente con nuestras FAS, ya sea por intercambios de oficiales en centros de enseñanza, por su cercanía geográfica, cooperación especial, alianzas históricas y actuales, influencia militar, o por el impacto y proyección que la cultura y educación del sistema español han tenido a lo largo de los siglos en dichas naciones y sus instituciones públicas se han llegado a una serie de consideraciones. Con este análisis se ha podido observar las diferencias, tendencias y rasgos comunes a las enseñanzas de formación de los países que conforman los bloques de estudio que se ha denominado Norteamérica, países Iberoamericanos y Europa. En este sentido, se concluye que existen modelos de enseñanza que presentan una oferta formativa amplia permitiéndose acceder a titulaciones universitarias de todas las áreas del conocimiento, incluidas las humanidades y ciencias sociales, incluyéndose titulaciones específicamente creada ad-hoc para las fuerzas armadas.

El entorno descrito para los próximos 10 años y la planificación que el propio ET está realizando para prepararse para este, el él concepto denominado “Fuerza 2035” avocan a un militar que debe poseer la habilidad para realizar tareas de planificación, gestión y supervisión de operaciones militares, así como funciones técnicas, logísticas, administrativas y de enseñanza, demostrando liderazgo, iniciativa, compromiso con la responsabilidad, eficaz gestión de los recursos y capacidad de toma de decisiones. Como vemos, estas competencias pueden proporcionar un marco para el desarrollo y la evaluación de los oficiales, teniendo en cuenta los cambios tecnológicos y las exigencias del entorno militar moderno. Al estudio realizado, podemos añadir que los oficiales del futuro deben de ser competentes para organizar y dirigir grupos de personas con distintos orígenes, inquietudes y perspectiva de género, evaluando los aspectos propios del comportamiento humano y de la propia sociedad, por eso, se deberá prestar especial atención al desarrollo de competencias capaces de resolver los problemas que a continuación se relacionan (MINISDEF, 2020):

Además, fruto de una encuesta realizada entre miembros de la institución específicamente para el desarrollo del trabajo de investigación, podemos concluir que existe la percepción general dentro de los oficiales de las FAS de que es necesario revisar el modelo actual. La encuesta refleja la demanda mayoritaria hacia la implementación de una enseñanza académica basada en un nuevo grado interdisciplinar y ad-hoc para el ET o la posibilidad de estudiar el implementar la opción de diversificar los grados universitarios ofertados a los que optar. Por último, queda también apoyado la opinión interna en las FAS de que la carga lectiva en las áreas no científico-tecnológicas es demasiado elevada y se echa en falta sin embargo más formación en el ámbito humanística y de las ciencias sociales y jurídicas. Destacar también que incluso el personal joven que ha sido formado con el modelo actual de enseñanza tampoco aprueba el sistema en el que se formó e igualmente ratifica la opinión mayoritaria mostrada en este análisis y ven con buenos ojos un sistema con mayor carga humanística.

La complejidad de un mundo cada vez inundado por una entramada red de organizaciones supranacionales e internacionales que se mueven por complejos y diversos intereses alrededor de la geopolítica global, provoca la necesidad de conocer la legislación nacional e internacional, la geopolítica y los intereses que motivan los conflictos actuales. Tenidas en cuenta estos problemas que sin duda afectarán al oficial del futuro, podemos vislumbrar cuales deberán ser las competencias generales a desarrollar en el futuro, considerando las tendencias actuales y los retos emergentes, debiéndose abarcar una combinación de habilidades técnicas, éticas, sociales, de liderazgo y de adaptabilidad continua. A continuación, se describen las 10 competencias principales que deben contemplar un nuevo modelo para alinearse con las necesidades futuras de los oficiales:

  • Compromiso ético y constitucional: para actuar en todo momento conforme a los valores y principios constitucionales, defendiéndolos con un fuerte sentido de la ética, prestando especial atención a la lealtad de superiores y subordinados.
  • Liderazgo situacional: para ejercer un liderazgo y mando efectivo capaz de adaptarse a las variadas situaciones del futuro, promoviendo la cohesión y el rendimiento óptimo del equipo de personas que los oficiales lideran (Palacios, 2020).
  • Pensamiento crítico y creatividad: a través de la capacidad de analizar, sintetizar y evaluar información de manera crítica, emitiendo juicios con iniciativa y creatividad para poder resolver problemas complejos y tomar decisiones oportunas, concretas y acertadas, basándose en un análisis riguroso auxiliada con las herramientas proporcionadas por la inteligencia artificial (MINISDEF, 2020).
  • Trabajo en equipo y colaboración, adaptabilidad y flexibilidad: para fomentar y participar activamente en el trabajo en equipo, mostrando habilidades de colaboración efectiva en cualquier situación, en especial en entornos difíciles, donde la ausencia de valores en la sociedad puede ser la tónica reinante y con la capacidad para adaptarse a un entorno VUCA, manteniendo un alto rendimiento bajo presión o frente a la incertidumbre.
  • Desarrollo de la inteligencia emocional: para capacitar a los militares y mejorar la autoconciencia, la autorregulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales, lo cual es esencial para el liderazgo efectivo y la cohesión del equipo (Badillo Amador & Martínez Capel, 2014).
  • Competencia lingüística: para poder comunicar eficazmente en inglés u otros idiomas relevantes conociendo implicaciones culturales que estos envuelven. A pesar de la mejora realizada en los últimos años, una optimización en las competencias lingüísticas en inglés sería considerado de alto interés dado la tendencia consolidada de participación en organizaciones internacionales como la OTAN, UE y las Naciones Unidas, además del mantenimiento de relaciones bilaterales con otros países donde las competencias lingüísticas continúan siendo una herramienta básica de comunicación.
  • Conciencia global: para entender la actualidad nacional e internacional, la geopolítica y la geoeconomía, reconociendo el impacto de estas en las operaciones militares y en la contribución personal necesaria en la acción exterior del país.
  • Dominio de las TIC y de las operaciones multidominio: para emplear de manera efectiva las tecnologías de la información y la comunicación para mejorar las operaciones y la gestión del conocimiento. No es necesario un oficial científico pero sí debe aprovechar el empleo de la tecnología para provocar una ventaja estratégica en el campo de batalla, siendo fundamental la capacitación en operaciones multidominio que integren capacidades terrestres, marítimas, aéreas, espaciales, cognitiva y cibernéticas para defender y asegurar recursos estratégicos en un entorno de amenaza diverso y tecnológicamente avanzado (Badillo Amador & Martínez Capel, 2014; MINISDEF, 2020).
  • Gestión y administración y aplicación de normativas cada vez más complejas: para poder desarrollar habilidades en la gestión de recursos, logística y funciones administrativas en estructuras militares nacionales e internacionales e interpretar y aplicar correctamente la legislación y normativas, tanto militares como civiles, relevantes para el ámbito militar.
  • Formación continua y motivación de subordinados: para instruir y motivar a los subordinados, utilizando métodos pedagógicos efectivos que fomenten la superación continua, además de mantener un alto nivel de preparación física y psicológica, esencial para el liderazgo efectivo en operaciones exigentes (Abarca, 2019).

Estas competencias reflejan la necesidad en un futuro de oficiales no solo tácticamente preparados, sino también tecnológicamente competentes, éticamente sólidos y adaptables a los rápidos cambios del entorno global que vivirán durante su carrera profesional, fundamentalmente en el liderazgo y en los campos virtuales y cognitivos.

Sin embargo, la titulación académica seleccionada dentro del currículo de formación actual implica una elevada formación científica en el ámbito de la ingeniería pero una escasa aportación para la adquisición de otras competencias generales y específicas que se buscan en los oficiales al egresar, ya que se adquieren principalmente a través de la formación exclusivamente militar del currículo.

Conclusiones

Las distintas reformas legislativas realizadas en el ámbito del personal y la enseñanza militar en los últimos 15 años han facilitado la integración de la enseñanza militar en el sistema educativo español y europeo. Sin embargo, la ausencia de experiencia en nuestro país, ha generado algunas inconsistencias, especialmente en lo que respecta a la selección de un grado en Ingeniería en Organización Industrial como base académica de los oficiales del ET.

El éxito de una formación militar completa, holística, integral y capacitadora para los oficiales del futuro radica en la combinación equilibrada y la interrelación de conocimientos científicos, tecnológicos, humanísticos, jurídicos y sociales, al considerarse esenciales para el desempeño eficiente en funciones de liderazgo, planificación y ejecución de operaciones militares en un futuro complejo y cambiante. Sin embargo, el modelo actual amplía significativamente la carga lectiva de los alumnos y reduce sustancialmente la humanística y la de ciencias sociales y jurídicas, en favor de una formación técnica en ingeniería, lo que ha producido un elevado porcentaje de fracaso y abandono pese al altísimo perfil académico de ingreso en lo relativo a nota de acceso EBAU/EvAU, hecho que a día de hoy supone un déficit en el ET de casi 600 oficiales en los empleos de capitán y teniente.

Otra conclusión obtenida es relativa a la necesidad de actualizar el proceso de selección. El actual modelo de selección se basa en la nota de acceso a la universidad de la rama científica tecnológica de bachillerato, como la de cualquier otra universidad de España de este grado. Sin embargo, una profesión tan demandante y necesaria de componentes con sólidos valores necesita seleccionar a los mejores para la institución. El modelo actual pierde el talento de candidatos de otros bachilleratos e incluso se ve afectado por la brecha de género que hace que las mujeres están subrepresentadas en los grados STEM2 debido a factores culturales, educativos y socioeconómicos que desincentivan su participación desde edades tempranas en el área de formación.

Tras analizar las características necesarias que debe de cumplir el oficial militar del futuro, se concluye que este debe ser altamente adaptable y poseer conocimientos aplicados en tecnología derivados de la digitalización y automatización del combate del futuro. No obstante, es igualmente de importante que posea altas competencias interculturales para operar de manera efectiva en contextos diversos, cambiantes y globales, materializándose como lideres, innovadores y éticos, capaces de tomar decisiones rápidas en situaciones de alta presión, con la suficiente capacidad lingüística para comunicarse y poder resolver problemas complejos con creatividad y con el uso de herramientas como la inteligencia artificial. Para lograr eficazmente estas competencias, es altamente recomendable una enseñanza de formación interdisciplinar o abrir la posibilidad de recibir una formación más diversa en lo relativo a opciones de grado a cursar que posibiliten afrontar los retos futuros, garantizando la eficacia y sostenibilidad de las operaciones militares en entornos cambiantes, como el descrito para la "Fuerza 2035".

En este sentido y tras su análisis, la iniciativa que está llevando a cabo actualmente el ET para transformar su enseñanza de formación hacia un nuevo grado ad-hoc interdisciplinar parece muy acertada, ya que se contribuirá directamente a las competencias de egreso con una formación académica muy específica.

Ante la diversidad de actividades y misiones que se desarrollan durante el desempeño de las funciones de oficial del ET y el análisis realizado sobre las destreza, habilidades y competencias necesarias para el oficial del futuro, se consideran dos posibles caminos de mejora hacia un futuro modelo de enseñanza capaz de satisfacer las necesidades del oficial del futuro.

Una primera opción implicaría la instauración del proyecto del ET del nuevo grado de Estudios para la Defensa y la Seguridad (EDyS) creado con la Universidad de Zaragoza (UNIZAR). El nuevo título interdisciplinar posee un equilibro adecuado en la distribución de carga lectiva por áreas de conocimientos, proporcionando competencias muy alineadas con las descritas 10 necesidades futuras. Además, la flexibilidad que presenta a través de su diseño modular lo capacita para poder adaptarse hacia nuevos retos. Otro aspecto muy valorado es la inclusión específica de un módulo de técnicas de liderazgo y otro de tecnologías aplicadas a la defensa para preparar al oficial a un combate futuro altamente digital y tecnificado. A pesar de esto, el modelo podría generar mejores oficiales si se estudiara la implementación de un nuevo proceso de selección para habilitar el acceso a estudiantes de diferentes ramas del bachillerato. Una posible solución a este problema sería el instaurar una prueba de conocimiento valorable que asegure un mínimo de conocimientos y valores éticos para no eliminar talento por el bachillerato cursado y asegurar un mínimo de valores a los candidatos.

La segunda propuesta vendría de la mano de estudiar la implementación de un sistema similar a la de la mayoría de los países europeos y norteamericanos, basado en la oferta de diversidad académica en contra de un solo grado de formación. Este modelo fomentaría el desarrollo de talento de diferentes perfiles de estudiantes ganándose en competencias como la de pensamiento creativo y la diversidad a la hora de acometer situaciones complejas y retos futuros. Sin embargo, debido a la formación de las diferentes especialidades fundamentales del ET, que requieren la base de ciertos contenidos impartidos durante la formación académica de grado, las titulaciones ofertadas deberían estar alineadas y relacionadas con las especialidades militares a obtener. Esto supondría un cambio de paradigma que cambiaría el momento de elección de la especialidad fundamental al primer curso en vez de a la finalización del cuarto como es en la actualidad o que lo eliminaría, de forma que directamente una formación supondría la adquisición de la especialidad sin necesidad de elección. Alineado con esta propuesta, también podría plantearse una remodelación mayor que incluyese una creación de una única academia común para todos los oficiales de las FAS para simplificar los costes de creación de un gran campus universitario de la Defensa y fomentar el ámbito conjunto entre los distintos Ejércitos y Armada. A pesar del inconveniente de la elección de la especialidad y coste que supondría la implementación de un número más amplio de titulaciones (creación de nuevas instalaciones, contratación de más profesorado, etc.), esta opción daría sin duda oportunidad de acceso a todo aspirante a oficial con independencia de su bachiller cursado, rompiéndose barreras de factores culturales, educativos y socioeconómicos que pudieran limitar el acceso de cualquier estudiante a los títulos ofertados.

Por último, otra de las conclusiones a las que se llega es relativa a la posibilidad de implantar un nuevo modelo donde se complete la formación del grado académico con una titulación MECES 3 (Marco Español de Cualificación para la Educación Superior) que sería relacionaría con la formación relativa a la especialidad fundamental o incluso el estudio de la posibilidad de cursar un doble grado aprovechando el exceso de carga lectiva por la inclusión de otros contenidos específicos fuera del grado académico, si bien la primera opción se considera más interesante.

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1Las fuerzas armadas de tamaño reducido buscan oficiales generalistas en contra de especialistas. En este sentido, una formación interdisciplinar se considera más valiosa de cara a poder cubrir distintas áreas de conocimientos.
2STEM es un acrónimo en inglés que sirve para designar disciplinas académicas relacionadas con la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
    • La enseñanza en las FAS. En búsqueda de un nuevo modelo de formación para los futuros oficiales del Ejército de Tierra