
23 may 2025
ESFAS. Determinismo geográfico de los conflictos internacionales
Ian Broe. Comandante del Ejército de Tierra Británico
Introducción
Napoleón dijo una vez que comprender la geografía de una nación es esencial para entender su política exterior. Esta idea fue reiterada por Nicholas Spykman (1938), quien argumentó que la geografía es el factor más crítico a la hora de determinar el comportamiento de un estado debido a su naturaleza duradera. Esta perspectiva influyó significativamente en el pensamiento estratégico de principios del siglo XX, como destaca el análisis de Diehl (1991). Más recientemente, Robert Kaplan (2012), en The Revenge of Geography, hizo hincapié en el profundo impacto de la geografía en las decisiones estratégicas y las relaciones internacionales, ilustrando cómo los factores geográficos configuran la dinámica global.
Hace sólo 30 años, en la década de 1990, el optimismo sobre la política mundial alcanzó su punto álgido, impulsado por la expansión de la democracia y el capitalismo de mercado, que algunos creían que conduciría a un "fin de la historia" pacífico (Fukuyama, 1989). Este sentimiento se vio reforzado cuando grandes potencias como China y la Unión Soviética parecieron abrazar la democracia capitalista, sugiriendo un cambio global hacia la gobernanza liberal como sistema político definitivo (Kagan, 2008).
Sin embargo, el escenario mundial actual contrasta fuertemente con el optimismo de aquella época. Acontecimientos como los atentados del 11-S y la crisis financiera de 2008 han puesto de manifiesto complejidades más profundas y han cambiado las perspectivas, desafiando la finalidad de la democracia liberal. Junto con el aumento de las tensiones geopolíticas y los conflictos en Europa del Este y Oriente Próximo, existe un renovado interés por la geopolítica (Fuente, 2023), que pone de relieve la naturaleza cíclica de la historia, en la que las consideraciones estratégicas y geográficas moldean continuamente las relaciones internacionales.
La geopolítica, definida originalmente como el estudio de los asuntos internacionales desde una perspectiva espacial, trata de comprender esta dinámica global considerando a los Estados como componentes de una estructura más amplia, como los ladrillos de un edificio, según describe Parker (2015). Gray (1999) añade que la geopolítica implica la práctica espacial de las relaciones internacionales, haciendo hincapié en su aspecto práctico. Kaplan articula la esencia de la geopolítica como una pugna por el espacio y el poder en un escenario geográfico, sugiriendo que se trata de una lucha continua por el dominio de los elementos esenciales del poder. El término, sin embargo, sigue siendo controvertido, a menudo criticado por inclinarse hacia el determinismo geográfico o por utilizarse para justificar la agresión internacional (Owens, 1999).
El concepto de determinismo geográfico ha generado debate dentro de la geopolítica. El concepto de determinismo plantea la cuestión fundamental de si el mundo sigue caminos predeterminados o si existe una verdadera apertura en el desarrollo de los acontecimientos. A efectos de este artículo, el determinismo se define como la creencia de que todo acontecimiento tiene una causa y de que todo acontecimiento o estado de cosas es el resultado de acontecimientos o estados de cosas anteriores. Teniendo en cuenta esta definición, puede concluirse que el determinismo geográfico afirma que los factores geográficos son la causa o el factor determinante que crea un determinado estado de cosas.
Mientras que los no deterministas señalan el papel del factor humano y de los factores culturales e históricos en la configuración de los resultados geopolíticos. A menudo se rechaza el determinismo geográfico y se lanzan acusaciones contra la geopolítica clásica. Jared Diamond (1999) rechaza de nuevo la rápida desestimación de las interpretaciones geográficas y la contrapone a la aceptación de otras explicaciones deterministas. El debate sigue siendo pertinente en la medida en que teorías geopolíticas clásicas como las de corazón continental (Heartland) y anillo continental (Rimland) adquieren relevancia en conflictos contemporáneos, como la guerra entre Rusia y Ucrania, lo que plantea interrogantes sobre el papel del determinismo geográfico en las crisis geopolíticas modernas.
Este artículo evalúa críticamente el papel del determinismo geográfico en los conflictos internacionales contemporáneos, centrándose específicamente en si los factores geográficos son la causa fundamental del conflicto. Explora la evolución del determinismo geográfico dentro de las teorías clásicas y su aplicabilidad a través del estudio de caso del conflicto entre Rusia y Ucrania. Sostiene que, aunque las condiciones geográficas contribuyen a los conflictos, no son los únicos determinantes, sino parte de una compleja interacción de factores. Ideas como el posibilismo ofrecen una explicación más matizada del papel de la geografía en los conflictos, sugiriendo que la geografía física influye significativamente en el desarrollo de la sociedad y en los resultados políticos, aunque es la interacción con la acción humana lo que realmente da forma a los paisajes geopolíticos.
Exposición
Determinismo geográfico en la geopolítica clásica
La geopolítica clásica se desarrolló durante un periodo marcado por grandes convulsiones mundiales. Antes de analizar la obra de cada teórico, es importante comprender el contexto histórico y geopolítico en el que surgieron estas teorías. El pensamiento geopolítico evolucionó significativamente en el siglo XX debido a los avances tecnológicos, la competencia imperial y la idea de un "sistema político cerrado". El dominio de Europa y Estados Unidos a principios de siglo cambió tras la Primera Guerra Mundial, lo que provocó inestabilidad internacional y el ascenso de regímenes autoritarios de derechas en Alemania, Italia y Japón. La Segunda Guerra Mundial transformó la dinámica mundial, creando un mundo bipolar dominado por Estados Unidos y la Unión Soviética.
En el núcleo de la geopolítica clásica se encontraban teóricos como Alfred Thayer Mahan, Halford Mackinder, Karl Haushofer y Nicholas Spykman, cada uno de los cuales aportó una perspectiva única, aunque a menudo interrelacionada, sobre las implicaciones estratégicas de la geografía (Diehl, 1999). Como dijo Colin Gray "Una teoría no 'posee' la geopolítica" (1999, p. 168). Estos pensadores desarrollaron teorías que han configurado de manera fundamental la comprensión de la estrategia mundial y siguen influyendo en la política y las estrategias militares hasta nuestros días.
Mahan, defensor de la supremacía naval, hizo hincapié en el control de los mares como elemento clave del poder nacional en su libro The Influence of Sea Power Upon History (1980). Su doctrina sugería que el dominio marítimo era esencial no sólo para la defensa, sino para posibilitar la influencia global y el control de las rutas comerciales, afirmando así que "quien domina las olas domina el mundo". Sus teorías impulsaron a las naciones a reforzar sus capacidades navales, dando un peso considerable a la influencia de las consideraciones espaciales, especialmente el acceso marítimo. El uso que Mahan hacía del lenguaje, invocando términos como "destino", "determina" y "controla", sugiere una creencia en la primacía de la geografía como factor determinante de su prosperidad general e influencia en el mundo (Parker, 2015).
Mackinder introdujo una perspectiva opuesta con su Teoría del Heartland, originalmente en 1904 con "The Geographical Pivot of History" y desarrollada en 1919 con Democratic Ideals and Reality y en 1942 con " "The round world and the winning of the peace". En esencia, la teoría del del Corazón continental (Heartland) postula que el control de una región geográfica específica, el Corazón continental (Eurasia), es primordial para lograr el dominio mundial. Su famosa sentencia: "Quien domina Europa Oriental domina el Heartland; quien domina el Heartland domina el World-Island; quien domina el World-Island domina el mundo", subrayaba la importancia del dominio terrestre.
Hace hincapié en la geografía como principal factor determinante de la dinámica del poder mundial. Su evaluación sugiere que factores críticos como la ubicación, el territorio y el acceso estratégico están estrechamente relacionados. El control sobre regiones geográficas concretas, en particular el corazón continental (Heartland), desempeña un papel crucial a la hora de determinar el destino de las naciones y su capacidad para influir en los acontecimientos mundiales. Las características geográficas son fundamentales y decisivas a la hora de configurar los resultados geopolíticos.
Haushofer, un seguidor de Mackinder (Kaplan, 2012), aunque su legado está empañado por su asociación con la geopolítica nazi, contribuyó significativamente al discurso a través de su teoría del Lebensraum o "living space" (Dodds, 2019). Haushofer creía que un Estado requería "living space" para su correcto funcionamiento, atribuyendo los conflictos históricos a la búsqueda de tierras por parte de poblaciones que carecían de espacio suficiente. También se centró en el conflicto entre el poder terrestre y el marítimo, alineando su énfasis en las consideraciones espaciales con los pensamientos de Mahan y Mackinder.
En conjunto, la obra de Haushofer es un claro ejemplo de cómo las circunstancias geográficas (localización y características territoriales) eran consideradas como principales determinantes del destino de un Estado (Parker, 2015).
Spykman, revisando la teoría de Mackinder, introdujo la Teoría del Anillo continental (Rimland) que hacía hincapié en la importancia estratégica de las zonas costeras que rodeaban el continente euroasiático: el anillo continental (1944). Spykman argumentó que el control de esta región, en lugar del Heartland central, era crucial para el dominio mundial, destacando la importancia del poder tanto terrestre como marítimo en la estrategia geopolítica. Sus opiniones matizaron la comprensión del determinismo geográfico al sugerir que el control de las interfaces entre la tierra y el mar era vital para asegurar el poder global.
Figura 1. Mapa de Corazón continental (Heartland) frente a anillo continental (Rimland).
Fuente: The Geography of Peace, Nicholas Spykman (1944)
Aunque este análisis se ha centrado principalmente en las contribuciones de Mahan, Mackinder, Haushofer y Spykman al determinismo geográfico, es importante señalar que otros pensadores influyentes también han considerado la geografía como un factor determinante fundamental en la estrategia geopolítica y los conflictos. Académicos como Colin Gray y Saul Cohen han ofrecido perspectivas estratégicas, Zbigniew Brzezinski ha proporcionado evaluaciones geopolíticas y autores populares como Jared Diamond, Tim Marshall y Robert Kaplan han llevado estos debates a la esfera pública. Su obra colectiva subraya la persistente relevancia de la geografía en la configuración de la dinámica mundial, destacando cómo los lugares estratégicos se convierten a menudo en campos de batalla de la rivalidad y la influencia internacionales.
Al repasar las obras geopolíticas clásicas, surge un hilo conductor claro: todas reconocen la importancia del "escenario geográfico". Esto engloba consideraciones espaciales y de posicionamiento estratégico, haciendo hincapié en las intrincadas condiciones espaciales de una región y destacando su vital conectividad, ya sea por mar o por tierra. Así pues, el entorno geográfico constituye un factor común clave para determinar el comportamiento de los Estados.
Aunque estos teóricos coinciden en la importancia de la geografía, sostienen en gran medida que también debe tenerse en cuenta la intervención humana, lo que lleva a la conclusión de que el determinismo debe considerarse blando o condicional. Teorías geográficas como el posibilismo y el probabilismo cuestionan la visión determinista de que el entorno dicta exclusivamente el comportamiento humano. El posibilismo, esbozado en el Dictionary of Human Geography (Johnston, 1994), hace hincapié en el factor humano, sugiriendo que aunque el entorno ofrece varias respuestas posibles, los individuos tienen una libertad considerable para elegir entre ellas. Esta teoría se aleja del absolutismo causal, centrándose en cambio en la voluntad humana (Fekadu, 2014).
El probabilismo, por su parte, actúa como término medio entre el determinismo y el posibilismo. Postula que, aunque los factores geográficos influyen en la probabilidad de ciertos resultados, no determinan rígidamente las acciones humanas. Este punto de vista sugiere que las personas, influidas por su entorno, conservan cierto grado de flexibilidad y capacidad de elección, lo que concuerda con la idea del determinismo blando, según la cual los individuos, motivados por sus deseos y libres de limitaciones externas, son considerados agentes libres y moralmente responsables.
Estudio de caso: El conflicto entre Rusia y Ucrania
La exploración de la geopolítica clásica ha sentado las bases para este estudio de caso, suscitando una reflexión sobre cómo el escenario geográfico, que abarca consideraciones espaciales y de posicionamiento estratégico, podría considerarse la causa fundamental del conflicto entre Rusia y Ucrania. Este artículo explorará las causas más generales para comprender su importancia relativa.
El Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, describió el conflicto entre Rusia y Ucrania como la situación más peligrosa en Europa desde la Segunda Guerra Mundial (Gronholt-pedersen, 2022). El conflicto comenzó tras las protestas ucranianas del Euromaidán en 2014, que desembocaron en la anexión de Crimea por parte de Rusia y su apoyo a los separatistas prorrusos en la región de Donbás. En febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania, dando lugar a una guerra convencional con importantes pérdidas de vidas humanas y destrucción (Mills, 2024). El conflicto tiene implicaciones mundiales de gran alcance, que afectan a los mercados energéticos, las relaciones internacionales, la seguridad alimentaria mundial y la inflación (Dodds et al., 2023). Las razones del conflicto son complejas y requieren un examen exhaustivo de su génesis y causas.
Las causas estructurales del conflicto entre Rusia y Ucrania residen en las duraderas divisiones históricas y culturales entre Oriente y Occidente. Estas causas estructurales hunden sus raíces en la antigua rivalidad que se remonta a la Guerra Fría, cuando las batallas ideológicas entre el Occidente capitalista y el Oriente comunista dominaban la política mundial. Esto es evidente en la expansión de la OTAN y la Unión Europea hacia Europa del Este, percibida por Rusia como una amenaza estratégica para su esfera de influencia (Kaplan, 2012; Dunford 2023). Además, las divisiones étnicas y lingüísticas internas de Ucrania han agravado estas tensiones, ya que la nación lucha por su identidad y cohesión, dividida entre sus regiones orientales de habla rusa y las occidentales de habla ucraniana (Hunter, 2023).
Figura 2: La expansión de la OTAN tras la disolución de la Unión Soviética.1
Fuente: Carnegie Endowment for International Peace, 2019.
Geográficamente, la llanura del norte de Europa y el acceso estratégico de Crimea a puertos de aguas cálidas exacerban estas tensiones. La llanura ha sido históricamente un corredor de invasiones, lo que ha influido significativamente en las estrategias defensivas rusas (Marshall, 2015). Mientras que Crimea proporciona una puerta naval crítica al Mar Negro y más allá.
Las causas coyunturales del conflicto se derivan principalmente de acontecimientos clave que agudizaron las tensiones entre Rusia y la OTAN, en particular en relación con Ucrania. Un momento crucial fue la Cumbre de Bucarest, en la que los líderes de la OTAN declararon que Ucrania y Georgia acabarían convirtiéndose en miembros (OTAN, 2008), una declaración que alarmó considerablemente a Rusia. Además, las protestas del Euromaidán de 2014 en Ucrania, que derrocaron a un gobierno prorruso, marcaron un giro definitivo hacia las alianzas occidentales (Dodds et al., 2023). Rusia percibió este giro como una amenaza existencial, lo que le llevó a salvaguardar de forma asertiva su influencia y sus intereses estratégicos en Ucrania (Dunford, 2023). El consiguiente realineamiento de Ucrania hacia las estructuras económicas y de seguridad occidentales, incluidas las aspiraciones a ingresar en la UE y la OTAN, intensificó aún más los temores de Rusia de verse cercada y perder su zona de seguridad geopolítica.
Las causas superficiales del conflicto entre Rusia y Ucrania incluyen la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, que desafió directamente la soberanía ucraniana e intensificó las tensiones. Esto ocurrió durante la agitación política de Ucrania y fue seguido de un controvertido referéndum bajo supervisión militar, criticado internacionalmente (Dunford, 2023). Al mismo tiempo, los esfuerzos legislativos y constitucionales de Ucrania hacia la integración en la OTAN, en particular la obtención del estatus de Socio de Oportunidades Mejoradas de la OTAN en 2020, aumentaron los temores de Rusia en materia de seguridad (OTAN, 2020). Estas acciones, percibidas como amenazas por Rusia, junto con las sanciones económicas occidentales, intensificaron el conflicto, lo que condujo a la invasión rusa a gran escala en 2022, subrayando los desencadenantes inmediatos en medio de tensiones históricas más profundas.
| Esfera | Niveles de las causas | ||
| Profundo | Coyuntural | Superficial | |
| Geográfica |
- Llanura del norte de Europa y acceso a puertos de aguas cálidas. |
||
| Social | - Ethinc Brecha lingüística. - Políticas de deportación y reubicación. |
- Revolución Naranja. - Protestas de Euromaiden. |
|
| Cultural | - División histórica entre Oriente y Occidente. | - Mayor orientación de Ucrania hacia Occidente. - Disputas sobre los derechos lingüísticos. |
|
| Económica | - Disparidad económica. - Dependencia energética y seguridad Corrupción. |
- Ucrania busca acuerdos comerciales con la UE. | - Sanciones económicas impuestas a Rusia. |
| Política | -Transferencia de Crimea 1954. -Rivalidad entre Rusia y la OTAN. |
- Aspiraciones ucranianas de adhesión a la UE. - Retirada del acuerdo con la UE - Asociación Oriental en 2009. |
- Referéndum en Crimea sobre la adhesión a la Federación Rusa. - Reformas legislativas ucranianas sobre la adhesión a la OTAN y la UE. |
| Militar | - Tensiones de la Guerra Fría | - Cumbre de la OTAN en Bucarest | - Utilización de las instalaciones navales de Sebastopol. - Anexión de Crimea. - Concesión por la OTAN a Ucrania del estatuto de Socio con Oportunidades Reforzadas. |
Tabla 1: Resumen del análisis causal. Las esferas/factores utilizados en este diagrama vienen de Cuadernos de Estrategia, número 69, del IEEE. Fuente: elaboración propia.
El cuadro anterior resume las diversas causas del conflicto, pero en conclusión, el conflicto entre Rusia y Ucrania ilustra las intrincadas relaciones causales que pueden conducir a conflictos internacionales significativos y mantenerlos. Al examinar las causas estructurales, circunstanciales e inmediatas, este análisis no sólo proporciona una visión de este conflicto específico, sino que también ofrece una comprensión más amplia de cómo dinámicas similares pueden influir en otras disputas internacionales. Este enfoque polifacético pone de relieve la importancia de considerar un amplio abanico de factores, desde cuestiones históricas profundamente arraigadas hasta acciones geopolíticas concretas, para comprender y, potencialmente, resolver los conflictos mundiales contemporáneos.
Aunque el conflicto no se ajuste perfectamente a las teorías geopolíticas clásicas en todos los sentidos, merece la pena reflexionar sobre sus conexiones con las obras de Mackinder, Spykman, Mahan y Haushofer.
La Teoría del Heartland de Mackinder resulta especialmente ilustrativa en este contexto. Mackinder sostenía que el control del Heartland euroasiático es fundamental para la supremacía mundial. Esta teoría encuentra resonancia en el conflicto actual, en el que Ucrania, situada como puerta de entrada entre Rusia y Europa Occidental, desempeña un papel estratégico crucial. Las acciones de Rusia, en particular la anexión de Crimea y sus compromisos militares en el este de Ucrania, parecen esfuerzos para asegurar este Heartland, que Mackinder sugirió que podría tener una influencia global significativa.
La teoría Anillo continental (Rimland) de Spykman añade otra capa de análisis, haciendo hincapié en la importancia de las zonas que rodean el Heartland, las Rimlands. Ucrania, situada en la intersección entre el Heartland y el Rimland europeo, emerge como una zona de conflicto fundamental. La lucha por Ucrania subraya la importancia estratégica del control de estas zonas fronterizas, ya que Rusia intenta contrarrestar la expansión de la OTAN y mantener su influencia geopolítica y el acceso a las rutas marítimas críticas a través del Mar Negro.
Figura 3: Mapa de las puertas de la Corazón continental. Noten la llanura europea y la crimea como las puertas.
Fuente: The Geography of the Peace (Spykman, 1944)
Las perspectivas de Mahan sobre el poder marítimo aclaran aún más las motivaciones de Rusia tras la anexión de Crimea. Mahan hizo hincapié en que el control de los puntos de estrangulamiento marítimos estratégicos y el acceso a los mares son esenciales para el poder naval y comercial de un Estado. Al asegurar Crimea, Rusia no sólo consolidó su control sobre el Mar Negro, sino que también actuó según el principio de Mahan de que las grandes potencias deben controlar las puertas marítimas vitales para proyectar y mantener su poder.
El concepto de "Lebensraum" o espacio vital de Haushofer también proporciona un marco para entender las intenciones estratégicas más amplias de Rusia. Haushofer sostenía que el poder de una nación se demuestra por su capacidad para asegurar y expandir su territorio, lo que a su vez mejora su seguridad y su posición global. Esta noción se refleja en las ambiciones territoriales de Rusia en Ucrania, considerándola una zona tampón necesaria y un medio para reforzar su estatus de potencia dominante. Además, la idea de Haushofer de que el espacio vital se extiende más allá de las fronteras legales del Estado a regiones culturales o étnicas ayuda a explicar las acciones de Rusia en el este de Ucrania y Crimea, que justifica como protección de los rusos étnicos y de habla rusa.
En resumen, el conflicto entre Rusia y Ucrania demuestra cómo las teorías geopolíticas clásicas pueden arrojar luz sobre las disputas internacionales modernas. La posición geográfica estratégica de Ucrania como puerta de entrada al Corazón continental (Heartland) y campo de batalla del Anillo continental (Rimland) pone de relieve la pertinencia duradera de estas teorías. Sin embargo, también subraya la necesidad de tener en cuenta la acción humana y la naturaleza dinámica de la política internacional, en la que los factores históricos, culturales y estratégicos se entrelazan para configurar el panorama geopolítico. Esta compleja interacción de las teorías del pasado con las realidades del presente proporciona una visión global de las causas y consecuencias del conflicto, mostrando los matices con los que la geografía y otros factores se combinan para impulsar las relaciones internacionales.
Conclusiones
Robert Kaplan se preguntaba conmovedoramente en 2012 (pág. 38): "¿Cómo dividimos la diferencia entre reconocer la importancia de la geografía en la configuración de la historia y el peligro de exagerar ese mismo hecho?". Esta pregunta encierra el delicado equilibrio que este estudio trata de explorar en el marco del determinismo geográfico en los conflictos internacionales.
La visión clásica de la geopolítica hace hincapié en que el destino de una nación está en gran medida influido, y podría decirse que determinado, por su geografía, como su proximidad a importantes rutas marítimas y conexiones terrestres estratégicas.
Sin embargo, un examen más detallado sugiere que, aunque la geografía es indudablemente influyente, no es el único factor que determina los resultados internacionales. La geografía se cruza con factores políticos, económicos, históricos y culturales para moldear las relaciones internacionales.
El concepto de "determinismo probabilístico o posibilista" cuestiona la visión tradicional. Propone que las acciones humanas, influidas por las limitaciones geográficas, varían dentro de las probabilidades y no están estrictamente determinadas por ellas. Esta perspectiva aboga por un modelo de determinismo blando en el que la geografía prepara el escenario pero no dirige los acontecimientos, permitiendo así que la acción humana influya significativamente en los resultados.
Por ejemplo, los conflictos en Europa del Este, especialmente las actuales tensiones entre Rusia y Ucrania, ponen de relieve que los factores no geográficos, como las diferencias ideológicas y las divisiones internas, son igualmente cruciales. Estos factores a menudo intensifican los conflictos más allá de lo que podría preverse únicamente por la geografía. Este escenario demuestra la necesidad de un marco más amplio denominado "posibilismo geográfico"- que reconozca la interacción entre los factores geográficos y diversos factores no geográficos en la configuración de los conflictos.
Este enfoque subraya cómo las decisiones estratégicas y la diplomacia internacional pueden a menudo mediar o incluso eclipsar los imperativos geográficos, lo que sugiere que la comprensión de los conflictos internacionales modernos requiere una visión holística. La geografía es un factor significativo, pero opera dentro de una compleja red de interdependencias que incluye decisiones humanas y dinámicas culturales.
En conclusión, este estudio respalda la opinión de Jaehan Park (2023) de que los geopolíticos clásicos consideraban la geografía como "una ayuda para el arte de gobernar". La geopolítica es "descriptiva y predictiva", es una herramienta que ayuda a los Estados a navegar por las complejidades de las relaciones internacionales, destacando las oportunidades y limitaciones potenciales que plantean las realidades geográficas. Aunque la geografía puede ser una variable explicativa en las consideraciones estratégicas y los procesos de toma de decisiones, no predetermina los resultados.
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