16 sept. 2024
El realineamiento estratégico en África: implicaciones de la pugna por los proyectos energéticos
Selenn Fernández Juin y José María Valdés de Olives
Introducción
La guerra de Ucrania provocó que la UE redujera sus importaciones de gas ruso, pasando del 45 % al 15 % en tan solo dos años1. Esta situación ha puesto de manifiesto la necesidad de diversificación energética de la Unión Europea2 que ha incrementado la compra de gas natural licuado (GNL) a precios más altos a países como Estados Unidos o Catar3.
Ante esta coyuntura, África, aunque ya proveedor de gas a la UE a través de Argelia y Libia emerge como una solución viable para la diversificación energética. De hecho, la Estrategia de Seguridad Energética Nacional de 2015 ya señalaba la vertiente atlántica africana, especialmente Nigeria y el golfo de Guinea, como un escenario estratégico para el suministro de hidrocarburos para España. Sin embargo, Europa requiere de una inversión considerable en infraestructuras para poder integrar el gas africano en el mercado energético europeo4. En este contexto, España, se convierte en un nexo estratégico entre África y Europa, gracias a su posición geográfica y su capacidad de almacenamiento y regasificación5. Estos factores resaltan la importancia de una estrategia a largo plazo que contemple nuevas conexiones por gasoductos6. Bajo esta premisa, a continuación, examinaremos las propuestas argelina y marroquí y presentaremos a los países del Sahel como actores relevantes en estos desarrollos7.
Nigeria en el radar de Marruecos y Argelia
Nigeria, conocido como el «gigante africano», no solo es el país más poblado de África —con más de 220 millones de personas— sino también es una de las economías más dinámicas del continente8 —en términos de PIB nominal—. El país se beneficia de su abundancia en recursos naturales9, particularmente sus reservas de gas natural, estimadas en 209 Tcf (trillones de pies cúbicos), que destacan como una fuente crucial para su economía y desarrollo10.
No obstante, a pesar de sus vastas reservas que incluyen hidrocarburos y minerales tales como el litio, oro o betún —valorados en unos 700.000 millones de dólares—11 la población nigeriana no ha logrado percibir los ingresos potenciales de su explotación y exportación. En este sentido, señalar a Nigeria como un exponente de la denominada «maldición de los recursos» quizás sea aventurado, sin embargo, la paradoja de la abundancia refleja una situación que ha persistido a lo largo del tiempo en el país12.
La posición de Nigeria como potencial exportador de hidrocarburos suscitó el interés en Marruecos y Argelia que percibieron al país africano como el socio prioritario13 en materia energética para desarrollar sus infraestructuras gasísticas. Si bien Nigeria se ha adherido a estas iniciativas, el país enfrenta problemas estructurales que afectarían al desarrollo de estos proyectos, tales como la proliferación de conflictos de actores no estatales14 — como Boko Haram— o los casos de piratería y sabotajes en el delta del río Níger15.
Ilustración 1. Mapa comparativo de ambos gasoductos. Fuente: elaboración propia
Iniciativas magrebíes
El denominado «gasoducto atlántico» tiene su origen en el año 2016 con el anuncio del proyecto nigerino-marroquí, formalizado en 2017 a través de un acuerdo de cooperación. Si bien se estima que el proyecto finalice en el año 2045, este enfrenta desafíos principalmente de carácter económico16, que generan interrogantes sobre su materialización. En este sentido, Marruecos ha asegurado que cuenta con diversos apoyos financieros, como los Emiratos Árabes Unidos y el Banco Islámico de Desarrollo. Las últimas informaciones indican que Rabat ha iniciado los estudios topográficos del tramo norte del gasoducto (Mauritania-Senegal) a través de la empresa encargada del proyecto, la marroquí ETAFAT17.
En el caso argelino, aunque ya existió un estudio de viabilidad (2006) y los acuerdos previos (2009), no fue hasta el año 2022 cuando, Nigeria, Níger y Argelia relanzaron el proyecto del gasoducto transahariano (TSGP) mediante un memorando de entendimiento. Actualmente, el proyecto debe hacer frente a diversos desafíos diplomáticos —por las tensas relaciones entre los países implicados— y de seguridad — como la inestabilidad de Níger—, que dificultan la colaboración regional. Además, cabe recordar que el tramo nigeriano ya construido (gasoducto AKK18) enfrenta problemas de seguridad y falta de inversión, con un 30% de su construcción aún pendiente debido a la paralización del proyecto. En términos económicos, el TSGP será construido y operado por una asociación entre la Corporación Nacional del Petróleo de Nigeria (NNPC) y la empresa estatal argelina Sonatrach. Finalmente, se espera que el gasoducto conecte eventualmente con el MedGaz —vía España—.
El pulso geopolítico del Magreb: la rivalidad entre Marruecos y Argelia
El Magreb se halla inmerso en una contienda regional. Marruecos y Argelia mantienen una pugna por ser la potencia dominante en el noroeste africano, con un aumento de las tensiones desde 202019. Frente a una Argelia que tradicionalmente ha construido sus relaciones económicas y militares en consonancia con Rusia y catalogada como un estado rentista, debido a la riqueza en hidrocarburos, encontramos a un Marruecos que se presenta como un aliado preferente de Estados Unidos en la región, con una fuerte diversificación en sus relaciones exteriores, y cuya dependencia de los hidrocarburos, está favoreciendo la transformación de sus sectores productivos —haciendo especial énfasis en el de las energías renovables—20.
Tras la suspensión de las relaciones diplomáticas en agosto de 202121, la tensión entre ambos países continúa latente. Entre los principales puntos de discordia, destacan: el apoyo argelino a la cuestión saharaui, la influencia en el resto de los países que conforman la Unión del Magreb Árabe y la progresiva influencia marroquí en el Sahel en detrimento de las relaciones diplomáticas argelinas con sus vecinos del sur — especialmente con Mali—.
Cabe destacar la relación de ambos países magrebíes con los hidrocarburos, especialmente tras el cierre que Argelia realizó al gasoducto Magreb Europa (GME) en noviembre de 202122 —un corte con el que Marruecos no solo perdía los beneficios que cobraba como tarifa por derecho de paso, sino que aumentaba su dependencia energética— y tras la guerra de Ucrania, con una Europa buscando diversificar su dependencia gasística.
En este punto, Argelia ha sido una de las grandes beneficiadas del conflicto en Ucrania, al percibir un aumento de la demanda de gas, como consecuencia de las sanciones europeas a Rusia. Los beneficios económicos obtenidos ante esta demanda otorgaron a Argelia la capacidad de aumentar su gasto militar un 76 %, alcanzando los 17.000 millones de euros. En comparación, su rival estratégico —Marruecos—, solo ha alcanzado los 4.800 millones de euros en 2023. Entre ambos países, representan el 82 % del gasto militar en el norte de África y el 45 % del continente23, lo que podría contribuir a incrementar la espiral de tensión entre ambos. A estos puntos de fricción se les une la contienda por hacerse con el control del primer gasoducto nigeriano que llegue a Europa24, que reflejan una cuestión que tiene mucho de beneficio económico, pero también de imagen, estatus y de orgullo nacional.
Además, cabe mencionar la excelsa producción académica y periodística en torno a estos gasoductos, que refleja la guerra informativa que están llevando a cabo las dos potencias del Magreb: ambas —y en menor medida Nigeria— han instrumentalizado los gasoductos no solo en su comunicación interna, sino también en la búsqueda y consolidación de alianzas con terceros, como parte de sus estrategias de proyección diplomática. En este contexto, el conflicto no se limita únicamente a la eventual finalización o cancelación de los proyectos, sino que se centra en la competencia por ser el primero en llevarlo a término25.
En este juego de influencia, el entorno de la información juega un papel clave en la difusión de las narrativas que ensalzan el proyecto nacional, en detrimento del de su adversario. Habida cuenta de las audiencias objetivo de los países sahelianos, con una población mayoritariamente joven, caracterizada por fuertes sentimientos de patriotismo y anticolonialistas, las potencias magrebíes han presentado estos proyectos como un símbolo de integración e independencia de las naciones africanas frente a posibles intereses occidentales que no beneficien a la población local.
Al mejor postor: decisiones estratégicas de los países sahelianos
En la última década, la dinámica geopolítica del Sahel ha sido testigo de una transformación significativa, marcada por la creciente presencia e influencia de potencias externas como China y Rusia, y el declive del papel de los países occidentales —véase la retirada definitiva de la Misión de Entrenamiento de la Unión Europea (EUTM-Mali)—. Este vacío ha creado una ventana de oportunidad para que las potencias regionales del Magreb —Marruecos y Argelia—, intensifiquen sus actividades diplomáticas, comerciales y geopolíticas en la región26.
En este sentido, destaca como elemento disruptivo, el proyecto de la Iniciativa Atlántica marroquí en la que Marruecos ofrece la vertiente atlántica y una salida al mar a los países del Sahel27. Es en este complejo entorno en el que se ha producido la creación de un nuevo bloque regional, la Alianza Estratégica del Sahel (AES), en detrimento de la CEDEAO —de la que se retiraron los miembros de la AES en enero de 2024—. Habida cuenta de la importancia de la posición de los países del Sahel en la configuración del tablero geopolítico regional28, los proyectos gasísticos que parten de Nigeria adquieren una relevancia significativa.
El papel de Mali
Las decisiones estratégicas de Mali han posicionado al país como un ejemplo a seguir para sus vecinos en el Sahel. Además de ser uno de los países miembro y fundador de la AES, destaca por haberse consolidado como un país libre de presencia occidental. Los desafíos internos a los que Mali debe enfrentarse, tales como los problemas de gobernanza29 o la reactivación del conflicto tuareg en el norte del país, requieren alcanzar soluciones que a medio plazo parecen improbables.
Las relaciones de Mali con el norte de África han sido redefinidas en base a las recientes acciones diplomáticas, siendo la más destacada el ofrecimiento de la Iniciativa Atlántica a los países del Sahel por parte de Rabat. Como cabría esperar, las tensiones con Argelia no tardaron en aparecer, el 19 de diciembre, el presidente argelino, Tebboune, recibió al influyente imán Mahmoud Dicko30 y a líderes de los grupos armados de la Coordinación de Movimientos de Azawad (CMA) —considerados hostiles por el Gobierno de transición de Mali—. Las autoridades malienses no tardaron en denunciar este evento como una injerencia directa en sus asuntos internos.
La crisis diplomática entre Argelia y Mali se acrecentó a partir del 22 de diciembre de 2023 cuando ambos países retiraron sus embajadores respectivamente. En este contexto, el 23 de diciembre, Marruecos confirmaba, mediante una reunión con los ministros de Asuntos Exteriores de Mali, Chad, Níger y Burkina Faso, el interés de estos por la Iniciativa Atlántica31. Las tensiones entre Mali y Argelia vieron su culmen tras el discurso de Año Nuevo del líder de la junta maliense, Assimi Goita, en el que anunció una nueva estrategia de diálogo interno sin intervención extranjera para resolver el conflicto del norte. Este cambio hacia la nacionalización del proceso de paz reflejó un distanciamiento del Acuerdo de Argel, que acrecentó las tensiones con Argelia, quien ha sido el principal mediador del conflicto entre Mali y el Azawad durante 34 años.
A principios de 2024, Mali adoptó una narrativa que destacaba los beneficios del acceso al Atlántico a través de la iniciativa marroquí. En este sentido, cabe destacar que Mali es el único país de la AES que reconoce a la República Árabe Saharaui Democrática. El 25 de enero de 2024 Mali se retiró definitiva y oficialmente del Acuerdo de Paz de Argel32, reflejando un punto de inflexión en las dinámicas regionales. Como resultado, la comunidad internacional —incluidas ONU y CEDEAO— instó a ambas partes a reanudar un diálogo constructivo, pero la junta maliense no dudó en criticar los esfuerzos argelinos en mantener las sanciones de la ONU33.
La encrucijada de Níger
En julio de 2022, Níger expresaba su compromiso con el desarrollo del TSGP a través de la firma del Memorando de Entendimiento. Sin embargo, tras el golpe de Estado en Níger (julio de 2023), se evidencia un distanciamiento entre el país y su vecino argelino.
En un primer momento, el régimen nigerino había expresado su deseo de mantener las buenas relaciones de amistad con Argelia (octubre de 2023), como consecuencia de la propuesta argelina sobre una fase de transición al gobierno civil, Níger también rechazó la fase de transición de seis meses propuesta por su vecino magrebí —considerándolo como una injerencia en sus asuntos internos—34. Así mismo, tras la adhesión a la iniciativa atlántica marroquí de los países del Sahel, Argelia anunció el cese de los préstamos destinados a estos países35.
A medida que las tensiones aumentaban, en febrero de 2024, Argelia propuso la creación de zonas de libre comercio entre su país y los países del Sahel. Hasta la fecha, Níger nunca ha reconocido a la RASD ni ha apoyado al Frente Polisario, pese a lo cual Rabat ha establecido sólidas relaciones con el país saheliano36. Esta aproximación es justificada por Níger al haber observado cómo Marruecos, a diferencia de Argelia, se mantuvo neutral frente a los problemas internos del país —a raíz del golpe de Estado—, lo que ha generado una mayor confianza en el reino alauita.
A partir de abril de 2024, se produce un punto de inflexión entre Níger y Argelia considerándose la segunda crisis bilateral habida con un país del Sahel. Esta escalada de tensiones se produce con motivo de las deportaciones de inmigrantes nigerinos desde Argelia, que derivaron en protestas por parte de las autoridades de Níger37. Ante esta coyuntura, Níger deberá enfrentar difíciles decisiones a medio plazo.
Su papel en la cuestión de los gasoductos puede reflejarse a través de la metáfora del «gambito de dama»38. En este sentido, el país juega un papel crucial en la competencia entre Marruecos y Argelia por la influencia en el Sahel, ya que ambos países compiten por el favor nigerino. A pesar de los grandes beneficios del gasoducto argelino, factores como la inseguridad endémica del país, las tensiones con Argelia y la ofensiva diplomática marroquí han llevado a Níger a declarar su apoyo a la iniciativa de Marruecos, pudiendo conllevar la reconsideración de su posición y sacrificar su apoyo al TSGP en busca de un mayor interés a largo plazo, subrayando así la primacía de las consideraciones geopolíticas sobre las económicas en la región.
El apoyo de Burkina Faso
La posición de Burkina Faso como miembro de la AES, su adhesión a la iniciativa marroquí (enero 2024), el apoyo al Plan de Autonomía marroquí39 40 para el Sáhara Occidental, combinado con la ofensiva diplomática de Rabat41 —en busca del favor de los países del Sahel—, reflejan un alineamiento geopolítico de Burkina Faso con Marruecos.
La postura de Mauritania
Mauritania se ha consolidado como uno de los países que despierta un mayor grado de interés a Marruecos y Argelia. Actualmente, las relaciones de ambos países con su vecino están condicionadas por las elecciones del próximo 29 de junio. Relativo a las relaciones con Marruecos, a pesar de las discrepancias tradicionales, ambos países han experimentado algunos desencuentros recientes42, como la subida en las tasas arancelarias en el paso del Guerguerat por parte de Mauritania43 44. No obstante, Marruecos reconoce la importancia de mantener y mejorar las relaciones con Nuakchot por dos motivos principales: evitar que Argelia desarrolle una relación más estrecha con Mauritania y asegurar el apoyo mauritano en el proceso de consolidación del Sáhara Occidental. La postura neutral de este país ante la ONU y su participación en la Iniciativa Atlántica son cruciales para Marruecos, especialmente dado que el acceso al puerto de Dajla desde el Sahel requiere transitar por territorio mauritano45. Por su parte, Argelia, consciente del distanciamiento progresivo de algunos países del Sahel y la consolidación marroquí del Sáhara, busca aislar a Marruecos ofreciendo incentivos a la nación mauritana —ejemplo de ello es el proyecto para construir una carretera que conecte Argelia y Mauritania—46.
El protagonismo de Senegal
La reciente adhesión de Senegal al Foro de Países Exportadores de Gas (GECF, por sus siglas en inglés) en marzo de 2024, refleja la importancia estratégica del país en el sector energético de África Occidental y su creciente influencia en el mercado global del gas47. Habida cuenta de los recientes descubrimientos de grandes reservas de gas, Senegal está emergiendo como un actor clave en el sector energético africano. Su integración en el GECF no solo fortalece su posición en la exportación de gas natural, sino que también le proporciona una plataforma para colaborar con otros países productores de gas. Su participación en el Foro podría facilitar acuerdos multilaterales y atraer inversiones necesarias para la construcción y operación del TSGP, ya que, como miembro del GECF, Senegal puede influir en las negociaciones sobre aspectos cruciales para la viabilidad económica del gasoducto (precio, producción, distribución…).
En lo referido a sus relaciones con el Magreb, la postura senegalesa es firme. Marruecos se ha consolidado como el principal socio económico de Senegal. Combinado con esta estrecha relación económica, se halla un apoyo político significativo. Senegal se mantiene como firme defensor del proyecto marroquí para el Sahara Occidental, incluso tras el cambio político del pasado mes de marzo de 202448.
Conclusiones
Los desafíos tradicionales —como la pobreza extrema, el terrorismo o los conflictos de gobernanza— bajo el marco de la coyuntura actual —con el auge de potencias como China, Rusia o Turquía— en la región del Sahel han contribuido a generar una ventana de oportunidad para que las potencias del Magreb (Marruecos y Argelia) logren ocupar el espacio vacío tras la retirada occidental. Si bien en base a la información disponible hasta la fecha, no es posible afirmar que dichos proyectos puedan materializarse en el periodo estipulado, sí permiten inferir su peso en la compleja red geopolítica regional. La combinación de las iniciativas energéticas —gasoductos— o de infraestructuras —Dajla Gateway to Africa— permiten a las potencias regionales condicionar el favor de los países sahelianos.
En este sentido, la competencia magrebí por el control de los gasoductos refleja una lucha de poder y hegemonía en la región que continuará favoreciendo el realineamiento estratégico de los actores involucrados. El Sahel se ha convertido en el campo de batalla por la influencia en el que países históricamente alineados con Argelia —como Mali o Níger— deberán tomar decisiones que determinarán su posicionamiento regional. Por su parte, los países sahelianos se han valido de esta coyuntura para pasar de un rol pasivo a participar activamente en la esfera diplomática, con objeto de promover sus intereses nacionales en el contexto de los proyectos energéticos en juego.
La competencia por los proyectos energéticos no se limita únicamente a las infraestructuras, sino que también abarca la creación de narrativas y la proyección de soft power. Estos países refieren intereses subyacentes, como la búsqueda de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, que reflejan la primacía de la cuestión geopolítica frente a la económica. Países como Mali, Níger, Burkina Faso y Chad han mostrado su apoyo a la iniciativa marroquí, reflejando un cambio significativo en las dinámicas de poder regional.
El papel de Níger destaca por su reciente proximidad con Marruecos, en detrimento de Argelia. Este viraje diplomático, combinado con los potenciales problemas de inseguridad que podrían obstaculizar la construcción y/o mantenimiento del gasoducto, podrían llevar al país a sacrificar su tradicional apoyo al TSGP. De materializarse esta decisión, reflejaría una estrategia a largo plazo con amplias repercusiones en el tablero geopolítico de la región.
Si bien es pronto para conocer los potenciales efectos de la ofensiva magrebí, esta nueva configuración de alianzas no solo desafía el statu quo, sino que refleja un realineamiento estratégico fruto de la influencia externa y de las ambiciones regionales. La inclinación de los países sahelianos hacia la iniciativa marroquí o argelina tendrá implicaciones de largo alcance para la región, así como en el mercado energético europeo, constituyéndose como un factor determinante en el futuro geopolítico y económico en África.
Selenn Fernández Juin y José María Valdés de Olives
Analistas