23 oct. 2024
Desatención mortal a la guerra de Sudán (reedición)
Blanca Palacián de Inza
Simple inattention kills empathy, let alone compassion.
So the first step in compassion is to notice the other’s need.
It all begins with the simple act of attention.
La simple falta de atención mata la empatía, y deja sola a la compasión.
Entonces, el primer paso hacia la compasión es darse cuenta
de la necesidad del otro. Todo comienza con el simple acto de atención.
Daniel Goleman
Introducción
El conflicto armado en Sudán1 ha cumplido un año desde la fecha en la que se sitúa su inicio, abril de 2023. Entonces tuvo lugar el comienzo del enfrentamiento directo y armado entre el general del ejército regular del país (SAF2), Abdel Fattah al-Burhan; y el general al mando de los paramilitares agrupados en las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF3), Mohamed Hamdan Dagalo conocido como Hemedti. No obstante, este conflicto no debe considerarse como un enfrentamiento de dos bloques homogéneos, sino de frágiles coaliciones, puesto que los dos bandos integran grupos variados y volátiles en cuanto a actores e intereses. Como era de esperar, esta circunstancia dificulta las labores encaminadas a firmar una paz.
Durante este año de guerra, la opinión internacional ha mirado a otros conflictos. Primero a Ucrania y más recientemente a Gaza. Este «desinterés mortal»4 por la situación en Sudán ha contribuido, en gran medida, a que el país se encuentre en una crisis de proporciones épicas. Según estimaciones de Naciones Unidas5, cuando se cumple el primer aniversario, a cerca de 14.000 personas les había costado la vida este conflicto armado y se contaban por decenas de miles las que habían resultado heridas. La mitad de la población del país necesitaba ayuda urgente y casi 9 millones de ciudadanos se habían visto obligados a huir de sus hogares.
Nos encontramos ante la tercera guerra civil sudanesa, un conflicto interno, internacionalizado y enquistado con la ayuda de las acciones y omisiones de otros países. En este documento de trabajo se analizarán los apoyos activos y pasivos al conflicto y sus consecuencias, que han dado lugar a lo que podemos denominar la «tormenta humanitaria perfecta».
Un año de conflicto interno-internacionalizado
En la doctrina del derecho internacional humanitario las normas se dividen entre las que aplican a los conflictos armados internos y las que lo hacen en los de carácter internacional. No obstante, el conflicto de Sudán se puede definir como interno- internacionalizado quedando fuera de estas dos categorías. No es el caso exclusivo de la guerra civil que asola Sudán, puesto que la mitad de los conflictos actuales aúnan ambas características también.
Por conflicto armado interno-internacionalizado se ha de entender aquel en el que las hostilidades internas (en el caso de Sudán una guerra civil) se ven influenciadas por el papel de actores externos, bien sea de forma directa o bien de manera indirecta y encubierta, participando en las hostilidades o desarrollos políticos. Esta participación extranjera tiene lugar en la inmensa mayoría de los conflictos armados internos o incluso en todos6.
No es difícil ver la internacionalización de un conflicto por acción de uno o varios Estados extranjeros de manera directa o sutil. Conviene considerar, por otra parte, si además de por acción externa, el conflicto interno se puede considerar «internacionalizado» por omisión extranjera. A este respecto, y en el conflicto que nos ocupa, se podría entender que el hecho de que la comunidad internacional haya ignorado la guerra de Sudán durante su primer año de hostilidades ha coadyuvado a su enquistamiento de manera similar a como lo han hecho los apoyos que han encontrado los contendientes en distintos países.
Como se ha avanzado anteriormente, en este complejo conflicto, actores internos y sobre todo externos participan por acción u omisión.
En la esfera interna, se encuentran, por un lado, las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) con unos 300.000 efectivos. Por su parte, las RSF aglutinan a 100.0007. El trasfondo de la guerra es el enfrentamiento entre el norte y el sur por las desigualdades heredadas del periodo colonial. De este modo, los generales en contienda no solo representan a dos grupos armados sino también a dos conjuntos de sudaneses: Al-Burhan a la ciudadanía más privilegiada de Jartum, mientras que Hemedti, oriundo de Darfur, al grupo de población más pobre y marginalizada8. Pero como hemos apuntado anteriormente, no se trata de dos bloques homogéneos enfrentados, sino de frágiles coaliciones que aglutinan grupos diversos con agendas diferentes. Un ejemplo de ello son las «brigadas de la sombra», islamistas luchando del lado de al-Burhan.
En la esfera internacional, los apoyos directos (por acción) son numerosos hacia un bando y otro. La excelente ubicación geográfica de Sudán constituye un aliciente para que algunas potencias regionales participen en la guerra, pues se trata de una puerta a la región subsahariana y a las rutas de comercio que atraviesan el mar Rojo.
EAU e Irán son presuntos cómplices en las atrocidades cometidas en el año que ha cumplido el conflicto armado. Irán, a través del envío de drones al Ejército sudanés —colaboración que el gobierno sudanés desmiente9— y la EAU por prestar apoyo militar a los paramilitares10.
Estos dos países parecen ser los mayores sostenes con los que cuentan ambos bandos, pero no son los únicos. Distintos medios y expertos consideran que las Fuerzas Armadas de al-Burhan cuentan además con el respaldo de Estados Unidos, Egipto, Arabia Saudí11 y Eritrea. Por su parte, los paramilitares comandados por Hemedti parecen tener apoyo de Libia, Chad, Sudán del Sur12 y Etiopía13.
Por otro lado, Rusia parece estar «jugando» a ambos bandos desde antes del comienzo del conflicto armado14 como estrategia para desarrollar y asegurar sus intereses en el país.
En este mismo sentido, aunque fuera del entorno regional, es indispensable mencionar que la actividad rusa es cada vez mayor en el continente. Oficialmente, Rusia tiene un papel doble en el conflicto. Es el principal proveedor de armas de Sudán, y, por otro lado, manifiesta, en palabras del ministro Lavrov, en junio de 202315, su deseo de estabilizar la situación en el país. A la vez, parece ser que ambos contendientes tienen vínculos con Rusia16 y que el Grupo Wagner está alimentando el conflicto en la misma línea que está siguiendo en otros países del continente.
Los países occidentales, y de manera especial Estados Unidos, han sido apoyos importantes en el intento de transición democrática tras la caída de Al-Bashir17. No obstante, de cara al conflicto armado sudanés, las actuaciones han sido escasas o nulas. Entran dentro, por tanto, de lo que en este trabajo se entiende como acción por omisión y que, sin duda, también ha influido en el devenir de los acontecimientos. Todo parece confirmar que la Responsabilidad de Proteger18 murió el mismo día que Gadafi.
Las opciones de Estados Unidos para mitigar la crisis armada son limitadas más allá de procurar aliviar el desastre humanitario19; aunque tras cumplir un año de guerra parece que su papel va tomando más protagonismo de cara a lograr que se firme un acuerdo de paz20.
Por su parte, los organismos supranacionales más destacados tampoco han tenido una actuación activa en el conflicto ni en su resolución, más allá de condenarlo. Estos, al igual que la prensa y la opinión pública, han centrado su atención en la guerra de Ucrania y el posterior conflicto en Gaza.
De este modo, la Unión Africana ha condenado la guerra en Sudán de manera rotunda21, pero no ha liderado una intervención, un proceso de paz ni ha emprendido plan alguno para aliviar las condiciones tan difíciles de la población. En la misma línea han actuado tanto la Unión Europea como Naciones Unidas, siendo preocupante que la última ni siquiera haya logrado aprobar una resolución que garantice el acceso seguro de la ayuda humanitaria22. Se trata, sin duda, de un reflejo más no solo de la inoperancia del Consejo de Seguridad, sino también de los intereses internacionales enfrentados en el conflicto.
Cabe mencionar, por su singularidad, una coalición local civil sudanesa contra la guerra y supuestamente neutral23. Se trata de Taqaddum, también conocida como Coordinación de Fuerzas Civiles Democráticas, liderada por el ex primer ministro Abdalla Hamdok y que aspira a representar a la población civil cuando tengan lugar las conversaciones de paz. Hasta entonces procura coordinar los esfuerzos humanitarios.
La tormenta humanitaria perfecta
El mundo ha cerrado los ojos ante una crisis humanitaria de proporciones épicas. La guerra ha causado profundos daños humanos y materiales durante el año que lleva activa, dejando al país en la ruina social, económica y política.
Las pérdidas de vidas humanas se estiman en 14.000, siendo la situación de tal gravedad que, en referencia a la región de Darfur, ya se habla de genocidio sobre la población no árabe a manos de las RSF24. Si bien es cierto que en la actualidad el término genocidio se emplea con una prodigalidad alejada de su real significado jurídico, los hechos no dejan de ser de extrema gravedad.
La mitad de la población del país necesita ayuda urgente y casi ocho millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares. El hambre y la sed se extienden mucho más rápido que los propios combates.
Gran parte de la infraestructura civil de primera necesidad ha sido destruida, como hospitales25 o escuelas, así como la necesaria para el tejido productivo del país, lo que ha paralizado completamente la economía. Se calcula que hará falta al menos una generación para reconstruir Sudán a partir de la fecha en la que se consiga imponer la paz26. Por el momento, el país sigue huérfano ante el mundo mientras el desastre continúa agravándose.
Imagen: Proyecciones de seguridad alimentaria en Sudán para junio-septiembre de 2024, según las fases de inseguridad alimentaria del IPC. Fuente: USAID. https://reliefweb.int/attachments/0787f600-4626-432e-8d68-80cb5773ce3f/USG%20Sudan%20Complex%20Emergency%20Fact%20Sheet%20%2314.pdf
A fecha de enero de 2024, Naciones Unidas estimaba que casi seis millones de personas habían abandonado sus hogares como desplazados internos y 1,5 como refugiados. Se trata de la peor crisis por movimiento de población del mundo27.
En semejante contexto de huida y necesidad, la violencia, y en concreto la sexual utilizada como arma de guerra28, el reclutamiento de niños, las torturas y las detenciones arbitrarias no dejan de aumentar. Semejante violencia puede ser considerada «crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad», como afirmó el SGNU en abril de 202429.
Crímenes contra la humanidad
Se consideran crímenes contra la humanidad aquellos cometidos como parte de un ataque sistemático contra la población civil como la violación, la tortura, la persecución de determinados grupos de población, entre otros. Podrían haberse producido en Sudán, según el SGNU Antonio Guterres30, y dadas las noticias aparecidas en la prensa, parece que no cabe duda de que así ha sido. No obstante, ninguna organización ha llevado a cabo ninguna acción paliativa al respecto.
Hay evidencias, además, de que se está llevando a cabo una nueva limpieza étnica en Darfur a manos de las RSF contra comunidades no árabes31. Resuena al genocidio que tuvo lugar en esta región hace dos décadas, y al igual que entonces, también se está haciendo una política de tierra quemada que está llegando a tales proporciones que, en el conflicto actual, se está considerando el «uso del fuego como arma de guerra»32.
La tormenta humanitaria se puede considerar perfecta si a todos estos factores le añadimos el de la inacción y la escasa ayuda internacional para paliar una crisis de estas magnitudes.
Impacto regional
La situación de guerra y sus efectos afecta a los países vecinos, como Chad o la República Centroafricana, que viven sus propias situaciones de inestabilidad agravadas por las mareas de refugiados sudaneses y retornados nacionales que acuden a estos países que no tienen recursos para atenderles. De este modo, los conflictos internos sudaneses impactan en el muy complejo equilibrio regional y sobre todo en su economía. Este impacto contra la precaria estabilidad es especialmente notable en el joven Sudán del Sur.
La guerra en Sudán tiene un impacto devastador en su vecino del sur en lo social, debido a los retornados y refugiados; y en la economía, dependiente en un porcentaje extremadamente alto del petróleo. A este respecto, su mayor vulnerabilidad, además de la falta de diversificación, es que depende de su vecino del norte para la exportación del crudo. Por este motivo, los destrozos de la guerra y el cierre del espacio aéreo sudanés han resultado catastróficos para la economía sursudanesa33.
Antes del comienzo de la guerra sudanesa, Sudán del Sur ya sufría sus propios conflictos internos con los recursos por lo que su situación ya era de crisis económica y humanitaria. La guerra de su vecino no ha hecho más que empeorar la situación. Con semejante panorama, si la comunidad internacional continúa mirando a otro lado, es de esperar que también en este país prenda la llama de la violencia, puesto que a pesar de que el gobierno trata de mantener buenas relaciones con los dos generales en contienda, hay ciudadanos sursudaneses luchando en ambos bandos.
Trabajos por la paz
Pese a la inacción citada, se producen algunas iniciativas e intentos de minorar la catástrofe generada.
Conferencia Humanitaria de París
Ante la patente ceguera internacional, el pasado mes de abril de 2024 se vislumbraron algunos rayos de esperanza en la Conferencia Humanitaria de París para Sudán y países vecinos. Si bien la ayuda aprobada resulta insuficiente, se trata de una cifra récord que alcanza los 2.000 millones de euros.
El Gobierno de Sudán no fue invitado a dicha conferencia, lo que fue calificado por su ministro de Asuntos Exteriores como un hecho que ignora el principio de soberanía34.
Durante la cumbre parisina, el ministro de Asuntos Exteriores francés, Stéphane Séjourné, señaló el olvido que ha sufrido la crisis sudanesa en favor de los conflictos en Gaza o Ucrania. Y si bien la conferencia ha ayudado a ver a Sudán durante un día, resulta insuficiente para una guerra que ha cumplido un año y que ha provocado la peor crisis de desplazados del mundo.
Conversaciones de paz
Tras varios intentos fallidos durante el año que cumple el conflicto en Sudán, el líder de los paramilitares se había pronunciado recientemente preparado para un alto al fuego y el inicio de las negociaciones de paz35. Se esperaba que las negociaciones en Arabia Saudí tuvieran lugar la primera semana de mayo, pero las declaraciones de Al-Burhan36, alegando que ni estas ni otras tendrían lugar hasta la rendición de las RSF, han frenado en seco el proceso una vez más. No obstante, algunos investigadores ya se habían mostrado poco esperanzados, no solo por los dos grupos en contienda, sino también por los países que les apoyan y que no están completamente implicados en llevar las negociaciones a buen término37.
Para algunas partes, la narrativa de que este conflicto es una causa perdida y sin solución parece ser la justificación de su implicación en su mantenimiento en detrimento de lograr el alto el fuego38. Por este motivo, el compromiso con la paz es inestable y desigual de manera que, hasta la fecha, ningún llamamiento a las conversaciones de paz ha contado con todas las partes implicadas. No solamente resulta indispensable que los dos grupos directamente enfrentados se reúnan, sino también aquellos países que, de un modo u otro, están sosteniendo el conflicto. Confiemos en que el anuncio por parte del Gobierno egipcio de una conferencia de paz a celebrar a finales de junio de 2024 se organice desde parámetros más eficaces.
En cualquier caso, a medio y largo plazo, los líderes del país tendrán que enfrentarse a los desafíos que están detrás de las causas aparentes del conflicto: la ausencia de una identidad nacional común que sirva de cohesión y que se sustente en un reparto equitativo de los recursos y de la representación y toma de decisiones. Será esta la forma de atenuar las preocupaciones de la parte de la población que se siente marginada. Sin solucionar estas carencias de base, es muy posible que en unos años volvamos a ser testigos de una situación de conflicto parecida a la actual.
Si los acuerdos de paz no dan los frutos deseados y el conflicto armado se prolonga, las consecuencias para el país, e incluso para sus vecinos, pueden ser devastadoras. Se incrementarían y extenderían los males con los que ya malvive la población sudanesa, más allá de las víctimas directas de la guerra: hambre, sed, falta de servicios básicos y movimientos de población masivos.
En semejante coyuntura es posible que los ciudadanos hiciesen lo posible por armarse y tratar de sobrevivir uniéndose a algún grupo armado. No solamente Sudán se vería más desestabilizado de lo que lo está actualmente, sino también su entorno regional, lo que podría constituir un terreno propicio para los actores yihadistas39.
Imagen: Gala Yousif Goly posa delante de su mural “A man with a heavy heart”.
Fuente: https://www.instagram.com/galalgoly/p/CxD-_fzoYTP/?locale=es_US%3FICID%3DBLOG_MBF_ES
Conclusiones
En el actual conflicto armado de Sudán que se ha analizado en este documento de trabajo, se advierten dos tendencias que, si bien no son nuevas se van generalizando, como son la existencia cada vez mayor de conflictos internos internacionalizados y la disminución del respeto por el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos. Ambas influyen notablemente en que sea muy difícil lograr un acuerdo de paz, por un lado; y en que la población viva unas crisis humanitarias de mayor envergadura cada vez.
A estas dos características se añade otra que facilita las anteriores y que tampoco es una novedad: la opinión pública atiende un conflicto o dos simultáneos, no más. Y durante poco tiempo. Y el conflicto que no se mira, se enquista. Afortunadamente, aunque con timidez e insuficientemente, parece que el mundo comienza a ver a Sudán, y si se atiende hay esperanza. Estamos comenzando a vislumbrar un poco de atención e intención internacional con la esperanza de que no sea un simple chispazo.
Cuando no hay solución política en el horizonte porque los dos bandos se ven suficientemente fuertes para ganar, solo la atención internacional y sus presiones pueden lograr avances hacia la paz. Mientras tanto, las cifras se van incrementando: millones de desplazados, zonas del país al borde de la hambruna, violencia sexual y étnica, infraestructuras destruidas… Hará falta una generación para reconstruir el país y las pérdidas no materiales serán irremplazables.
Se tendrán que encarar las causas profundas del conflicto que se arraigan en las desigualdades entre el norte y el sur del país. De no hacerlo, el conflicto dará la cara una y otra vez, debilitando al país como haría una enfermedad mal curada con un cuerpo débil. Pero nada de esto sucederá si el mundo, sumido en una crisis global de atención, gira la cabeza a otro lado, ignorando a las miles de vidas cercenadas, la crisis de desplazados, la sed, la hambruna…
Blanca Palacián de Inza
Analista del IEEE
RUSSIA ISLAMIC WORLD. «Lavrov: Russia Backs Sudan's Efforts to Normalize the Situation». 22/9/2023. Disponible en: Lavrov: Russia Backs Sudan's Efforts to Normalize the Situation — Группа стратегического видения "Россия - Исламский мир" (russia-islworld.ru)
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