China y el agua: entre la fortaleza y la debilidad

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02 oct 2024

China y el agua: entre la fortaleza y la debilidad

Mar Hidalgo García

Introducción

El crecimiento demográfico y económico, la creciente urbanización, el aumento del porcentaje de clase media-alta y su mayor peso en la esfera geopolítica internacional son la prueba de que China continúa su firme trayectoria para alcanzar el objetivo de convertirse en la primera potencia mundial. Sin embargo, este camino no es fácil y el coste a pagar está siendo, desde el punto de vista medioambiental, bastante alto, con importantes problemas de contaminación, donde el agua y el aire han sido los recursos naturales más afectados. La degradación del medioambiente se ha convertido en un problema político creciente en China, y la exportación de este problema ha suscitado una considerable preocupación internacional1.

En 2023, el PIB de China creció un 5,2 %2. A pesar de ser buen dato, al presidente chino Xi Jinping le preocupa que este crecimiento no sea sostenible desde el punto de vista medioambiental, tanto por la contaminación generada —con implicaciones directas a la salud de la población— como por el uso inadecuado de recursos naturales. Este enfoque se ha denominado Beautiful China y fue introducido en el informe del XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China3 y también constituye uno de los objetivos del plan quinquenal 2020-20254.

Este enfoque busca la construcción, integrar el concepto de civilización ecológica en todos los aspectos económicos, políticos, culturales y sociales del país para lograr así el desarrollo sostenible de la nación china. La protección ecológica efectiva, el uso sostenible de los recursos y la coexistencia armoniosa con la naturaleza son los pilares sobre los que se asienta la Beautiful China5.

El país ha logrado reducir las emisiones de dióxido de carbono por unidad de PIB en un 34,4 %, ha establecido el mercado de carbono más grande del mundo y es líder en varios sectores de energía renovable. En 2023, las energías renovables y la energía nuclear superaron por primera vez la capacidad basada en combustibles fósiles6.

Si bien el aspecto medioambiental es importante, en el caso del agua, puede considerarse como el recurso vital y el motor que permite a China continuar con el avance hacia su hegemonía mundial. Sin una adecuada gestión del agua en su territorio, China tendrá muchas dificultades para continuar con su crecimiento económico en un contexto desfavorable de contaminación, escasez de agua y de cambio climático.

Proporcionar agua de forma sostenible a 1.400 millones de personas7 constituye todo un desafío al que China se va a enfrentar en las próximas décadas. China necesita de forma urgente tomar medidas para mantener su crecimiento con menos agua y menos contaminación, priorizando sectores económicos, a la vez que garantiza la seguridad energética y alimentaria de su población, ya que la agricultura acapara el 61 % de los recursos hídricos8.

La Iniciativa de Aguas Claras tiene como objetivo promover la armonía entre el ser humano y el agua. Con ella, China pretende conservar los entornos acuáticos, los recursos hídricos y los ecosistemas acuáticos, y avanzar en la conservación y restauración de los principales ríos, como el río Yangtsé y el río Amarillo, así como de los principales lagos9.

China se enfrenta a un problema fundamental de escasez de agua, caracterizado por una gran población y una distribución espacial y temporal desigual de los recursos hídricos. La conservación del agua se considera la solución fundamental al problema de la escasez. A partir del 1 de mayo de este año, China ha implementado las primeras regulaciones a nivel nacional sobre conservación del agua. Los objetivos para 2024 incluyen una reducción del 13 % en el consumo de agua por cada 10.000 yuanes (unos 1.400 dólares estadounidenses) de PIB y una disminución similar en el consumo de agua por cada 10.000 yuanes de valor agregado industrial en comparación con los niveles de 202010.

Mientras China implanta estas regulaciones de conservación de agua, también ejerce una diplomacia del agua. El mismo mes en que se anunciaron las restricciones, China regaló 3.000 toneladas métricas de agua glacial del Tíbet a las Maldivas —que es beneficiaria de la Iniciativa de la Franja y la Ruta— en dos lotes separados en marzo y mayo11.

Proyectos internos

China se enfrenta a varios desafíos relacionados con el agua, algunos de ellos muy similares a los que se enfrentan otros países en distintos lugares del planeta. Algunas de las provincias chinas son tan áridas como algunos países de Oriente Medio, con la tendencia creciente del aumento de las zonas desérticas, que amenaza con paralizar la actividad agrícola e industrial y la propia seguridad alimentaria de las poblaciones que habitan en estas regiones. Este problema es especialmente preocupante en el norte, donde la disponibilidad de agua es de 760 m³/año, muy por debajo de lo establecido internacionalmente como escasez de agua.

Esta escasez va ligada a la gran desigualad económica y de disponibilidad de agua que existe entre el norte y sur del país. El norte solo dispone del 16 % de los recursos hídricos de China, pero es donde se asienta el 47 % de la población y contribuye el 49 % del PIB, lo que le hace ser el motor económico de crecimiento del país. Sin embargo, el sur concentra el 80 % del agua.

Para solventar este desequilibrio entre la disponibilidad de recursos hídricos y el desarrollo económico entre el norte y sur, el Gobierno chino está llevando a cabo tanto infraestructuras locales como megaproyectos de diversificación por etapas para llevar agua del sur al norte.

Como ejemplos de proyectos locales se puede mencionar el diseño innovador de gestión de agua en las ciudades. Así por, ejemplo, la ciudad de Xian, situada en la zona norte de China, se enfrenta a graves problemas de escasez de agua debido al agotamiento de los acuíferos. La abundancia de agua en la ciudad del pasado se ha convertido en escasez en la actualidad. Por este motivo, se ha fomentado el desarrollo de proyectos originales enfocados a utilizar el agua de forma más eficiente y el uso de aguas residuales, apostando por un nuevo modelo de ciudad denominado Proyecto de los ocho ríos, que consiste en la creación de veintiocho lagos alrededor de la ciudad para garantizar el suministro12.

Las inundaciones son también un problema creciente en el sur de China —especialmente en la cuenca del Yangtsé y sus afluentes—, ya que además de la pérdida de vidas humanas, causan cuantiosas pérdidas económicas. La creación de «ciudades esponjas»13, capaces de contener y absorber el agua de lluvia torrencial o de tormentas extremas, también son una apuesta del Gobierno chino para hacer frente a las inundaciones.

Además de estos modelos de gestión hídrica local, el Gobierno chino tiene el ambicioso propósito de llevar agua del sur al norte, conocido como «Proyecto de desvío de agua sur-norte». No importa la distancia a recorrer ni las dificultades orográficas. El norte de China alberga el 35 % de la población de China y el 40 % de sus tierras cultivables, pero solo el 7,2 % de sus recursos hídricos.

El Proyecto de desvío de agua sur-norte del país tiene tres rutas. La ruta intermedia, que es la más importante, comienza en el embalse de Danjiangkou, en la provincia de Hubei, en el centro de China, y atraviesa Henan y Hebei antes de llegar a Pekín y Tianjin. La ruta oriental ha transferido agua desde la provincia oriental de Jiangsu a áreas como Tianjin y Shandong. El 2024 marca el décimo aniversario de la operación integral de las dos rutas. Hasta ahora, el proyecto ha transferido más de 68.000 millones de metros cúbicos de agua, beneficiando a más de 176 millones de personas14. La ruta occidental aún está en la etapa de planificación15.

De todas ellas, la que tiene mayor importancia es la del medio, ya que gracias a ella se suministra agua a la capital Pekín, que apenas disponía de 292 metros cúbicos per cápita. A fecha de hoy, el 70 % del agua de la ciudad procede del sur del país gracias a este proyecto de desvío.

La Ruta del Oeste, que atraviesa la meseta del Qinghai-Tíbet situada entre 3.000 y 5.000 metros sobre el nivel del mar, representa todo un desafío de ingeniería y está prevista su finalización en 2050.

La gestión de los proyectos en las cuencas transfronterizas: la fortaleza de China

Estas acciones locales de gestión interna de los recursos hídricos van acompañadas de la realización de megaproyectos hidrológicos que presentan importantes desafíos desde un punto de vista medioambiental, social y geopolítico.

Algunos de estos proyectos se realizan en las cuencas transfronterizas de los ríos que se originan en el sistema de los Himalayas, fuente de los diez principales ríos de Asia que discurren por 16 países. De estos diez ríos, ocho son transfronterizos y nueve tienen algún punto de origen en territorio chino gracias al poder político que ejerce sobre el Tíbet desde 1950.

Este desequilibrio de poder añade complejidad a la gestión de los recursos hídricos que son vitales para los países asiáticos por donde transcurren. Además, la gestión se complica por la falta de adhesión de los Estados ribereños a la Convención de la ONU para la gestión de las cuencas transfronterizas16.

Como potencia hidrohegemónica en la región, China disfruta de una clara ventaja estratégica en relación con sus vecinos, con los que comparte las cuencas hidrográficas más importantes de Asia. La gestión que China realiza de las cuencas transfronterizas se ha convertido en un asunto de seguridad y, aunque la cooperación parece ser el camino obligado para evitar conflictos y conseguir sus objetivos económicos, lo cierto es que juega con la ventaja de poder imponer sus reglas. Como sucede en otras regiones del planeta, la importancia de las decisiones que tomen los Estados situados aguas arriba tiene importantes repercusiones en el resto de sus vecinos de cuenca, máxime cuando existen pocos tratados para garantizar el uso equitativo del agua y entre los países ribereños.

Este poder controlador de los recursos hídricos es percibido de forma diferente por los países con los que comparte las cuencas hidrográficas. Con los países de la cuenca del Lakang-Mekong —Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam— existe un modelo de cooperación basado en el desarrollo de intereses económicos, políticos y de seguridad comunes, pero que refleja la asimetría de poder entre China y sus vecinos de cuenca. Los orígenes del modelo actual de cooperación se remontan a 1995 cuando en vista de la posición de desventaja frente a China, los países de la cuenca baja: Camboya, Laos, Tailandia y Vietnam, establecieron la Comisión del río Mekong para trabajar conjuntamente y garantizar el desarrollo sostenible del río. Posteriormente, en 2012 se estableció el Marco de Cooperación Lancang-Mekong (Lancang-Mekong Cooperation, LMC, por sus siglas en inglés). Este marco ofrece una visión compartida del río y de su futuro. Con él se pretende ofrecer y fomentar el desarrollo de la región con una cultura de igualdad, confianza, asistencia mutua y afinidad.

Para China, la cuenca Lacang-Mekong tiene una importancia estratégica incuestionable, no solo por sus recursos hídricos, sino también porque al ser navegable supone una salida al mar de su Ruta de la Seda. Sin embargo, a pesar de la intención de China de ejercer una diplomacia del agua en la región, el escepticismo entre sus vecinos de cuenca no llega a desaparecer dada la preocupación que han mostrado por la construcción de proyectos hidroeléctricos que está realizando China y la falta de colaboración para facilitar datos de utilización de las mismas, tanto para paliar sequías como para evitar inundaciones. A pesar de estas inquietudes, que son una fuente de continua tensión en la zona, lo cierto es que, al menos, se existe un marco de cooperación para ofrecer soluciones negociadas para los complejos problemas hídricos de la cuenca del Lackang-Mekong.

Por el contrario, India percibe que la cooperación en relación con la gestión de sus recursos hídricos no es tan evidente e incluso ha habido acusaciones de que China está llevando a cabo de una forma sigilosa una guerra del agua. El agua desempeña un papel clave en las disputas territoriales por la zona de Arunachal Pradesh, ocupada por India y reclamada por China, por entender que forma parte del sur del Tíbet.

Entre los ríos que comparten ambos países y que discurren por esta frontera en conflicto destaca el Yarlung Tsangpo/Brahmaputra que aporta un 30 % de los recursos hídricos de India y sobre el que China no duda en ejercer su poder como potencia hidrohegemónica de la cuenca.

A fecha de hoy, no existe ningún acuerdo sobre la gestión de la cuenca del Brahmaputra ni ninguna comisión que vigile la adecuada administración de los recursos hídricos compartidos. Con esta falta de acuerdos, el agua puede jugar un papel decisivo en la geopolítica de la región por su capacidad de constituir un catalizador que deteriore las relaciones entre ambos países. De hecho, India ya ha realizado varias acusaciones sobre China relacionadas con el uso coercitivo del agua en respuesta a las disputas territoriales, como ya sucedió tras el enfrentamiento en Docklam en 2017. Tras este incidente, China evitó compartir datos hidrológicos17 —a pesar del acuerdo existen con la India—, provocando graves inundaciones en territorio indio. La contaminación deliberada y el desvío de agua forman parte también de las acusaciones realizadas por la India.

El río Brahmaputra, apodado el «río más alto del mundo», existe como una mina de oro hidroeléctrica. Además, este río es una fuente de vida para más de 200 millones de personas que viven en China (Tíbet), India (región noreste) y Bangladés. Hasta ahora, los tres países ribereños interesados no han firmado ningún acuerdo que regule la gestión de la cuenca del Brahmaputra, lo que ha ocasionado preocupaciones en torno a las actividades de construcción de represas de China18.

Además de la construcción de presas en la parte de la meseta tibetana en la que destaca la de Zangmu y la intención de China de desviar el agua del Brahmaputra a las zonas áridas del norte de China, existe un ambicioso proyecto en construcción: una superpresa en la denominada «Gran Curva», un área con los mayores recursos hidroeléctricos sin explotar del planeta, ya que el agua da un giro brusco, cayendo 3.000 metros a través de un desfiladero antes de brotar a través de la frontera en Arunachal Pradesh en la India19.

En la actualidad, el proyecto que causa mayor preocupación a India es la construcción de la descomunal presa que China pretende construir en una localización tan estratégica como el denominado codo del Brahmaputra en el condado de Megndot, justo antes de que el río entre en territorio indio en la región de Aruchanal Pradesh.

Las cifras del proyecto resultan abrumadoras y dejan atrás el hito de construcción que supuso la presa de las Tres Gargantas, finalizado en 2007. El nuevo proyecto fue presentado en el 14.º Plan quinquenal (2021-2025) del PCCh y representa una oportunidad histórica para garantizar los recursos hídricos y energéticos de China, y también su seguridad nacional.

Pekín tiene un historial de mantener en secreto el trabajo en grandes proyectos de represas en ríos internacionales hasta que la actividad ya no se puede ocultar en las imágenes satelitales disponibles comercialmente. Este megaproyecto, con una capacidad prevista de 60 gigavatios, generaría tres veces más electricidad que la presa de las Tres Gargantas, ahora la central hidroeléctrica más grande del mundo. El proyecto desempeñará un papel importante en la realización del objetivo de China de alcanzar un pico de emisiones de carbono antes de 2030 y la neutralidad de carbono en 206020.

Pero para India, el proyecto ya ha sido considerado como un arma por la posibilidad de que la presa sea utilizada desde un punto de vista político y estratégico. Por un lado, a India le preocupa la disminución de caudal, ya China pretende desviar parte del agua del río hacia su territorio; y por otro, la gran capacidad de almacenamiento de la presa supone una grave amenaza, ya que la zona es muy activa sísmicamente, por lo que existiría un riesgo permanente de tener una bomba líquida aguas arriba con unas consecuencias catastróficas para las poblaciones situadas aguas abajo21.

En este sentido, la intensificación de la construcción de presas en la meseta por parte de la RPC suscita preocupaciones legítimas en materia de seguridad. Si la megarepresa colapsara, las áreas río abajo serían devastadas. En 2020, unas inundaciones récord pusieron en peligro la controvertida presa de las Tres Gargantas de la RPC en el río Yangtsé, poniendo en peligro a 400 millones de chinos22. Otro factor importante a considerar es que la megapresa se está construyendo en Pemako, considerado el lugar más sagrado del Tíbet23.

China considera la construcción de la presa como una pieza clave para conseguir sus objetivos climáticos porque le permite contribuir a abandonar el empleo de combustibles fósiles. Sin embargo, la pérdida de biodiversidad, el desplazamiento de poblaciones y la pérdida de aspectos culturales de la población tibetana serán algunas de sus consecuencias. La infraestructura puede no ser la causa del conflicto por el agua en la cuenca del Brahmaputra, pero desempeña un papel importante en la disputa por la influencia sobre el territorio entre China e India24. De hecho, el 9 de marzo de 2024, India colocó la primera piedra del proyecto hidroeléctrico multipropósito de 2.880 MW de Dibang, también en la zona de Arunachal Pradesh, que será la presa más alta de la India y comenzará a funcionar en febrero de 203225.

La dependencia de los recursos hídricos del Tíbet: la debilidad de China

Muchos de los megaproyectos que está llevado a cabo China para satisfacer su demanda de agua y sus necesidades de generación hidroeléctrica no sería posible realizarlos, basándose en una decisión unilateral, si la región del Tíbet no estuviera bajo su control político. Esta región es el pilar de la seguridad hídrica de China y fuente de numerosos recursos naturales, lo que la convierte en una región estratégica con unas implicaciones geopolíticas trascendentales.

Con la ocupación en 1950 por parte de la República de China, la región autónoma del Tíbet se convirtió en la segunda provincia más grande de China por detrás de Xinjiang. Encuadrada dentro del sistema montañoso de los Himalayas —conocido como las torres del agua y el tercer polo, al albergar la tercera reserva de glaciares más grande del planeta, por detrás del Ártico y la Antártida—, esta región presenta varios problemas asociados al cambio climático.

En las próximas décadas, el calentamiento global reducirá gradualmente la masa de agua de los glaciares del sistema de los Himalayas afectando al caudal de los ríos que se alimentan de ellos. Pero a corto plazo, el derretimiento temprano de los glaciares en combinación con las lluvias estacionales puede generar graves inundaciones en los países ribereños.

Estos desafíos climáticos conviven con una posible reivindicación de más autonomía — que no de independencia— de la región del Tíbet, a la que China está haciendo frente desde hace varios años empleando una política de adaptación de la sociedad y religión tibetana hacia la sociedad socialista. Lo que significa protección de la cultura tibetana y respeto a la religión budista para China, significa eliminación de los aspectos religiosos y culturales para los tibetanos que están en el exilio, entre ellos el Dalái Lama que vive en India desde la ocupación china de la región26.

Durante los próximos años, el Tíbet puede convertirse en una fisura del poder hidrohegemónico de la región. Son muchos los intereses estratégicos presentes en la región y China está llevando a cabo acciones al respecto para afianzar su poder sobre la misma. Por un lado, China continúa aumentando su presencia en el Tíbet con la creación de infraestructuras e incentivando la presencia de población china en la región, a la vez que intenta influir en los asuntos religiosos y culturales, de los que cabe destacar el requisito establecido por parte del Gobierno chino de que las reencarnaciones deben ser aprobadas por el Gobierno o serán invalidadas.

Esta legislación avala la ocultación desde que tenía cinco años del legítimo panchen lama —que según la tradición budista era la reencarnación del anterior— y el nombramiento de otro panchen lama más afín a sus propósitos y al que se opone parte de la población tibetana27. Históricamente, el dalái lama y el panchen lama tenían una relación maestro-alumno y habían desempeñado un papel en el reconocimiento de la reencarnación del otro28.

Por lo que respecta a EE. UU., la cuestión de Tíbet es uno de los asuntos políticos más sensibles de China, y por lo tanto, puede utilizarse para actuar en un escenario de rivalidad entre ambas potencias. Para seguir de cerca la evolución, EE. UU. nombró en 2021 a Uzra Yeya como coordinadora especial de los asuntos del Tíbet, con la intención de promover el diálogo entre el Gobierno chino y el Dalái Lama en el exilio a la vez y velar por preservar la religión y la cultura del pueblo tibetano. También se encargaría de vigilar el abuso a los derechos humanos, la degradación medioambiental y la gestión de los recursos hídricos29.

La reciente política de apoyo tibetano de EE. UU. muestra públicamente su oposición a seleccionar y educar a los líderes budistas de una forma inconsistente con las creencias budistas. En ella se establece que se impondrán sanciones a los oficiales chinos que se interfieran en la sucesión del actual Dalái Lama e impedirá que China abra ningún consulado nuevo en territorio estadounidense si previamente no se abre uno de EE. UU. en Lasa. Por su parte, el Dalái Lama sugiere encontrar un punto en común con el Gobierno chino, pudiendo llegar a aceptar que el Tíbet dispusiera de una cierta autonomía dentro de China. Es el denominado «enfoque del camino medio»30.

El 12 de julio de 2024, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, promulgó la «Ley de Promoción de una Resolución de la Disputa entre el Tíbet y China». La ley afirma que los argumentos del Partido Comunista Chino son históricamente inexactos al afirmar que el Tíbet ha sido parte de China desde la antigüedad. La ley especifica además que las iniciativas de diplomacia pública de los Estados Unidos deben combatir activamente la desinformación del Gobierno chino respecto al Tíbet, incluidas las falsedades sobre los antecedentes históricos del Tíbet, su pueblo y sus instituciones, así como las asociadas con el Dalai Lama31.

Por su parte, China ha manifestado que esta ley incumple las normas básicas que rigen las relaciones internacionales32, interfiere gravemente en los asuntos internos de China, socava los intereses de China y envía una señal gravemente equivocada a las fuerzas de la «independencia del Tíbet»33.

La rivalidad entre EE. UU. y China podría influir en el futuro del Tíbet, abriendo varios escenarios, desde el más favorable para China, que sería continuar con el control político de la región, al más desfavorable, que supondría una desestabilización de la región con lo que peligrarían la hidrohegemonía de China sobre los recursos hídricos del Tíbet y el derecho de explotación de recursos naturales, lo cual tendría unas consecuencias muy negativas para el desarrollo y crecimiento económico del gigante asiático y su pretensión de hacerse con el primer puesto de la economía mundial.

Mar Hidalgo García
Analista principal del IEEE
@ieee_mhidalgo

6Ibid.
8LIU, Licheng, et col. «China's dietary changes would increase agricultural blue and green water footprint», Science of The Total Environment, Volume 903. 2023.
23Ibid.
    • China y el agua: entre la fortaleza y la debilidad

    • China and water: between strength and weakness