DISCURSO DE LA MINISTRA DE DEFENSA, CARME CHACÓN, EN LA INAUGURACIÓN DEL III CONGRESO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LA DEFENSA

06/05/2008 Twitter En el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

Buenas tardes.

Una feliz coincidencia ha permitido que mi primera intervención como ministra en un ámbito de reflexión sobre la defensa sea hoy aquí, en un centro universitario cuya materia de estudio es la paz y en un congreso que va a tratar sobre la participación de España en las operaciones multinacionales de pacificación. Quiero agradecerle al rector de la UNED, y, cómo no, al director del Instituto Universitario Gutiérrez Mellado su invitación para intevenir en la apertura de este Congreso.

Este acto estaba programado desde hace tiempo y, como digo,  mi participación en él es en parte fruto de ese azar que a veces se cuela en las agendas. Pero no fue casual que mis palabras en la toma de posesión comenzaran recordando a los militares españoles que se encuentran por el mundo defendiendo la paz y la legalidad internacional. Y tampoco fue casual que mis primeros viajes fueran para visitar a las tropas españolas destacadas en Afganistán, en Líbano y en Bosnia.

Fui allí a comprobar su alto grado de preparación. Fui a decirles que estamos orgullosos del servicio que prestan. Pero, sobre todo, he querido que estos viajes contribuyeran al mejor conocimiento del importante papel que las Fuerzas Armadas españolas desempeñan a favor de la estabilidad en el mundo. El mismo objetivo que tiene el encuentro que hoy comienza.

Éste es un congreso de historia, y la participación de España en las misiones de paz tiene una historia corta, pero intensa; especialmente en los últimos tiempos. En apenas veinte años, más de 90.000 hombres y mujeres han intervenido en más de 50 operaciones. Lo han hecho en condiciones duras, difíciles; asumiendo unos riesgos cuya mejor medida son los 142 miembros de las Fuerzas Armadas que han perdido la vida en el transcurso de estas misiones.

He dicho hombres y mujeres, y quiero felicitar a los responsables del Congreso por la elección de la imagen que aparece en el programa, porque esa soldado representa muy bien el creciente papel de las mujeres en nuestras Fuerzas Armadas. En este momento, casi 200 participan en misiones de paz, y, como he podido comprobar, aportan un valor añadido indiscutible a un trabajo que era tradicionalmente de hombres. Un trabajo que desde hace veinte años las mujeres desempeñan, al menos, con la misma eficacia que sus compañeros, ya sea en un hospital de campaña, en un Cuartel General, en una patrulla armada o a bordo de una fragata.

El trabajo y la inteligencia de mujeres y hombres serán necesarios para afrontar los nuevos desafíos que plantea un mundo en constante transformación. Un mundo cada vez más complejo, en el que las antiguas certezas ya no sirven. Y no tengo ninguna duda de que en el creciente protagonismo que España está asumiendo en este cambiante escenario internacional, el compromiso con la paz y el multilateralismo es nuestra imagen de marca, un rasgo que, no solo nos define, sino que también nos prestigia como país.

En este entorno complejo y diverso, las funciones que desarrollan nuestras Fuerzas Armadas en el marco de las misiones de paz son, también, complejas y diversas. Aunque no siempre es fácil distinguir entre los diferentes tipos de misiones de restablecimiento, de consolidación, de mantenimiento o de imposición de la paz, todas son de naturaleza multifuncional: requieren, desde el punto de vista estrictamente militar, de la participación de actores de diversa naturaleza; implican a fuerzas policiales y a agencias civiles; y exigen un alto grado de coordinación a escala internacional. Circunstancias que, sumadas a nuestra relativa falta de experiencia en este tipo de misiones, dan la medida de esa complejidad a que deben hacer frente las Fuerzas Armadas españolas.

Me acompaña en esta mesa mi director general de Relaciones Institucionales. Como Ustedes saben, el objetivo de esa Dirección General es promocionar y difundir la cultura de la defensa en nuestra sociedad. Para nosotros, ya lo he dicho, es una prioridad que los ciudadanos y el mundo universitario en particular, no sean ajenos a las grandes cuestiones de la seguridad y  de la defensa; que conozcan a las Fuerzas Armadas, que se familiaricen con la naturaleza de sus misiones. Que valoren cada día más el imprescindible servicio que nos prestan: el de nuestra libertad.

El compromiso del Ministerio de Defensa es claro y decidido. Nuestras tropas están y seguirán participando en contingentes internacionales. Llevando paz donde no la hay. Velando por la seguridad de la población civil. Trabajando para derrotar a esas secuelas de la guerra, como el hambre, como la violencia, como el odio, que aún subsisten cuando callan las armas. Y que, como dijo Willy Brandt, también son guerra.

Nos mueve la solidaridad, el compromiso con quienes sufren; pero, especialmente, nos mueve la preocupación por nuestra propia seguridad y la defensa de los intereses de nuestro país en el mundo y por supuesto, de nuestros valores.

Para hacer frente a estos retos hacen falta apoyo social y determinación política. Y, muy especialmente, comprensión de la realidad presente y capacidad para anticipar lo que nos deparará el futuro. En esta labor de análisis y prospección, el Instituto Universitario Gutiérrez Mellado constituye una herramienta importantísima.

Por eso quiero terminar con una efusiva felicitación a los organizadores de este Congreso. A los ponentes les agradezco por adelantado sus aportaciones y les invito a seguir trabajando en una labor para la que siempre encontrarán el apoyo del ministerio que me honro en dirigir.

Muchas gracias.

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