Uso flexible del espacio aéreo
El concepto del uso flexible del espacio aéreo (FUA) se basa en ajustar el uso del espacio aéreo a las necesidades de cada momento. Con ello se trata de minimizar las reservas de espacio aéreo que obliguen a las aeronaves a dar rodeos para evitarlas. La idea es optimizar el uso del espacio aéreo de forma que se reduzca al máximo el consumo de combustible por parte de las aeronaves y, por ende, las emisiones de gases de efecto invernadero.
Como consecuencia, cualquier segregación de espacio aéreo se lleva a cabo de forma temporal de manera que vuelva a ser liberado una vez se haya finalizado la actividad que la requirió.
Dada la complejidad del control del tránsito aéreo, la variedad de usuario del espacio aéreo y la necesidad de asegurar en todo momento la seguridad de las aeronaves, la coordinación debe hacerse de forma exquisita y con la antelación suficiente que permita aprovechar las ventajas que ofrece el uso flexible del espacio aéreo en cuanto a reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Para ello, se ha creado una organización de coordinación a tres niveles de gestión del espacio aéreo:
- Nivel 1 - Estratégico: en el que se establece una planificación a largo plazo de la política nacional e internacional de gestión del espacio aéreo y sus estructuras, mediante un proceso conjunto civil/militar.
- Nivel 2 - Pretáctico: en el que se realiza la gestión del espacio aéreo día a día y la asignación temporal de espacio aéreo a través de la Célula de Gestión de Espacio Aéreo (AMC). Esta célula es una unidad nacional mixta civil/militar que gestiona diariamente la asignación temporal del espacio aéreo en función de las peticiones realizadas por los diferentes usuarios.
- Nivel 3 - Táctico: este nivel gestiona el uso del espacio aéreo en tiempo real. Permite la activación, desactivación o reasignación de los espacios aéreos establecidos en el Nivel 2 y la resolución en tiempo real de los problemas que puedan surgir en los servicios de tránsito aéreo civiles y militares.