Arranque de ejercicio para los diplomáticos acreditados ante el Reino de España

En apenas una semana han tenido lugar una presentación de cartas credenciales y la tradicional recepción al Cuerpo Diplomático

    El manto helado del comienzo del año madrileño nos deja, por tradición, algunas de las ocasiones más importantes en las que la Guardia Real resulta parte fundamental como herramienta al servicio de la Jefatura del Estado. La sesión inaugural, siempre, para la Pascua Militar, y apenas hemos cepillado los caballos y aprestado los uniformes nos encontramos con las efemérides que llevan a los diplomáticos que desarrollan su trabajo en nuestro país hasta los salones de máxima representación de Palacio Real.

    De esta manera, el más auténtico ceremonial heredado de los Habsburgo se hizo visible, nuevamente, por las calles de Madrid para dar la solemne bienvenida que merecen los embajadores que presentan sus cartas credenciales ante Su Majestad el Rey. Primero a toque de clarín, flanqueados por la caballería desde Santa Cruz, y ya —a todo énfasis— desde su entrada en la plaza de la Armería donde una compañía de honores y nuestra Unidad de Música cumplimentan a los legatarios extranjeros con los acordes de sus correspondientes himnos nacionales. Una ceremonia que, difícilmente, podrán olvidar en toda su vida. Entregaron los documentos que validan su poder representativo ante el Reino de España los embajadores de Luxemburgo, Finlandia, Egipto, Argelia, Indonesia y Armenia.

    Con apenas una semana de diferencia, enviados de casi todos los países del orbe —124 en esta ocasión— presentaron sus respetos a don Felipe, como máxima autoridad del Estado, acompañado de doña Letizia, en la tradicional recepción al Cuerpo Diplomático acreditado en España. De acuerdo con las normas sanitarias vigentes, apenas media centena de los legatarios pudo escuchar, con posterioridad, el discurso que en el Salón del Trono pronunció el decano del cuerpo, nuncio de su santidad, monseñor Bernardito Auza y la posterior contestación de don Felipe.

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