Uno de los nuestros se ha quedado en el camino

El pasado sábado día 8 el guardia real Luis Tajuelo Aragonés falleció en un desgraciado accidente

12/05/2021

    Hay sucesos luctuosos para los que la mente humana no está preparada a pesar de los miles de años de evolución. Tales aconteceres desencadenan emociones que unen a las personas sin que sea necesario mediar palabra. El silencio y las miradas hablan por sí solos. El sábado 8 de mayo fue uno de esos aciagos días que los componentes de la Guardia Real no olvidaremos con facilidad. Un soldado del Rey, uno de los nuestros, se ha quedado en el camino.

    El guardia real Luis Tajuelo Aragonés, componente del Ejército de Aire destinado en la Compañía de Alabarderos, ha dejado un gran vacío en esta gran familia militar como consecuencia de un trágico accidente. Luis ha sido un magnífico subordinado en opinión de sus jefes directos, un colaborador ideal en boca de sus compañeros y un referente como persona para todos los que lo conocían. Tras varios destinos en su querida Guardia Real, se sentía especialmente orgulloso de formar parte de la Sección de Seguridad Inmediata.

    Su irreparable pérdida nos ha unido de forma especial a su familia, con la que hemos compartido, jefes y compañeros, unos momentos especialmente duros. Les enviamos, una vez más, también desde estas sentidas líneas, un abrazo muy sincero y todo nuestro apoyo, siendo conscientes de que es difícil encontrar consuelo cuando un ser querido se va para siempre.

    Reproducimos a continuación una carta que le dedica, desde el dolor de la pérdida, uno de sus compañeros de la sección.

Hola, Luis:

    Hoy me dirijo a ti con mi corazón lleno de dolor y sin poder creer que lo que ha pasado sea cierto. Todavía recuerdo el día que te presentaste para la entrevista obligatoria antes de formar parte de la Compañía de Alabarderos: llamaste a la puerta solicitando permiso para entrar y te presentaste con la fórmula reglamentaria, como lo hace un buen militar.

    Tengo que reconocerte que al principio tuve dudas. Demasiado joven, poco tiempo de servicio, falta de experiencia, pero, al finalizar la entrevista, escribí en mi ficha «OK Grupo 1.2». Fuiste una apuesta personal. Frente a las dudas que me surgieron al principio se impuso tu sinceridad, tu humildad, tu sencillez y ese brillo en los ojos que tiene un joven soldado que mira a sus mandos y veteranos con el ansia de aprender y ampliar sus conocimientos profesionales. Así fue. Tus primeros días de servicio e instrucción fueron tímidos y callados, pero siempre prestabas atención y aprendías en las clases teóricas y en las prácticas a la vez que realizabas servicios de seguridad, siempre de manera profesional.

    Con el tiempo, nos dejaste ver que dentro de ti también había una persona simpática, amable, con mucho sentido del humor y siempre gastando bromas a los compañeros (bendita confianza).Poco a poco fuiste adquiriendo experiencia y esas tablas que caracterizan a un buen soldado, pero siempre trabajando en silencio y con humildad.

    Como suele pasar en esta compañía, llegó el tiempo en el que los guardias reales más antiguos cambian de destino, y entonces llegó tu momento, el momento de asumir responsabilidades. Lo hiciste. Aun no siendo el más antiguo en el empleo, sí lo eras en el grupo, y diste el paso al frente para ayudar a los que aun siendo más antiguos que tú necesitaron de tu experiencia en el trabajo diario. No solo eso, me aconsejaste y asesoraste para intentar mejorar el trabajo y la convivencia; y eso Luis, es ser un buen soldado, no me equivoqué contigo. Gracias.

    El pasado sábado recibí uno de esos golpes invisibles que te da la vida, esos que no te esperas y que te dejan noqueado. No lo podía creer, no podía ser verdad… Esa noche no pude dormir, a mi cabeza venían imágenes, historias, anécdotas…  Solo podía llorar.

    Ayer te dijimos adiós, te dijimos adiós todos, todo tu grupo al completo, los últimos soldados en llegar y los antiguos miembros, todos. No dudaron en acudir desde muchas ciudades de España para despedirse de su compañero y amigo; y eso Luis, solo las buenas personas consiguen que pase.

    Ahora en mi mesa queda el IPEC que tendrías que haber firmado hoy, y que por desgracia ya no lo podrás hacer.

    Me despido de ti con la emoción contenida a duras penas. Ha sido un verdadero privilegio el que hayas estado a mis órdenes. Allá donde estés, sigue aprendiendo de mi hermano, el Cabo 1.º Cuéllar, como lo hiciste conmigo. Y cuida de nosotros.

    Siempre serás parte de nuestros corazones.

    «Así en el cielo como en la tierra».

Cabo 1.º Mario López de Andrés

 

 

 

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