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CEHISMI - Comisión española de historia militar

La dirección de la guerra. Conducción operacional y gobierno político de las operaciones militares.

Texto

Pedro Valdés Guía, La dirección de la guerra. Conducción operacional y gobierno político de las operaciones militares, Madrid, Editorial Tecnos, 2021, 541 páginas, ISBN: 978-84-309-8383-4

 

Pedro Valdés Guía, Teniente Coronel de Infantería, es profesor del Curso de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas del CESEDEN (Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional). El autor, que ya había publicado sobre las teorías de la conducción operacional, se propone en esta obra, fruto de su tesis doctoral en la Universidad de Navarra, analizar la relación existente entre la política y la conducción de la guerra en el siglo XX según las teorías soviéticas y estadounidenses. Parte del presupuesto de Clausewitz sobre la estrecha vinculación de la naturaleza de lo operacional con el gobierno político, pues marcó el pensamiento operacional contemporáneo. No aparece en el título este protagonismo de Clausewitz. Debería haberse introducido, toda vez que la pregunta esencial que se hace el autor es si la guerra (entendida como operaciones militares) tiene entidad propia o es simplemente un instrumento de la política. Por tanto, se trata de un estudio del pensamiento del Clausewitz aplicado al siglo XX en la URSS y en USA. La pregunta esencial que se hace el autor es si realmente la guerra tiene su propia lógica que la política no puede manejar según le convenga. Básicamente utiliza la propia obra de Clausewitz, en versión traducida, y maneja la bibliografía más característica, como P. Paret, M. Howard, B. Heuser, M. Herrero, además de la documentación emanada por la así llamada Publicación Doctrinal, esencialmente la doctrina operacional publicada entre 1996 y 2013. Para la doctrina soviética, sigue entre otros a J. M. McConnell.

La obra está estructura en seis capítulos, precedido de un breve prólogo que viene a ser un perfecto resumen de lo que se propone. Aunque carece de introducción y conclusiones, tanto el capítulo primero como el sexto vienen a cumplir ese papel. Está bien estructurado, con un discurso lógico, analiza bien los hechos y hace un abundante uso de las fuentes y de la bibliografía, y se centra, por la propia naturaleza de la obra, en el campo del pensamiento político y filosófico, aunque un índice analítico final hubiera sido muy útil. Asienta en el primer capítulo que nos encontramos ante una complejidad bélica que exige replantearse viejos presupuestos, si bien dedica cien páginas que podían haberse resumido. Es verdad que es difícil explicar las tres teorías (estructural, interactiva y caótica) que marcan los tres modelos operacionales que se reflejan en los siguientes capítulos. El segundo capítulo, que titula “La gramática del resultado”, ya se centra en el análisis estadounidense y soviético. El capítulo tercero, “Las gramáticas dialécticas” se focaliza ya en la cronología de los hechos, lo que él llama el camino soviético hacia la conciencia operacional, de 1918 a 1936, y la tardía operacional occidental con la Air-Land Battle americana de los años Ochenta. El cuarto capítulo, acaso demasiado largo, sobre “Las gramáticas de la intermediación y de la decisión”, estudia, usando terminología clausewitziana, la praxis insurgente y contrainsurgente, y el engarce operacional de la contrainsurgencia. En realidad el autor no se ha centrado en el período propuesto inicialmente, de 1922 a 1991, sino más bien ha abrazado un periodo preciso de 1945 hasta bien entrado el siglo XXI. Lo que hace el autor es presentar las contradicciones de la conducción real de la guerra, debido a que no existe un modo de articular la relación política y militar en la dirección de la guerra, porque aunque están estrechamente interconectados al final cado uno sigue su propia lógica. El capítulo quinto se plantea la guerra como dimensión lógica de un duelo constituyente, y cómo la lógica de la guerra lleva al pacto o la victoria, o acaso a guerras limitadas y absolutas. Viene a afirmar que la realidad bélica, aunque se origina desde la política, finalmente se independiza de tal modo que por sí misma “la conducción bélica tiene sus propios propósitos, que radican en el otro plano existencial, el del enemigo al que pretendemos transformar” (p.17). “Por último, el capítulo sexto viene en verdad a aportar la mayor originalidad del trabajo, porque hace un careo entre el esquema jerárquico político-operacional (diríamos que sobre una teoría) y el esquema “dialógico político operacional” (diríamos que sobre la realidad). Su posición es que debe existir una intermediación estratégica entre lo político y lo operacional, es decir, propone un esquema “simbiótico” atemporal que aúne sin fusionar la política y la guerra. El problema es que no nos ofrece cómo se puede realizar esa simbiosis, tan solo presupone, acaso ingenuamente por no tener en consideración la debilidad de la naturaleza humana, pues el hombre es quien hace la política y la guerra, que la política “domine” sin “dictar”, lo cual exige a la política un “respeto” al ámbito de soberanía del comandante operacional en el teatro bélico. En definitiva, aunque no nos ofrece una explicación de la simbiosis, sí nos dice el autor que el nivel estratégico (mediante los organismos y autoridades que lo materializan en cada país, en España el Consejo de Defensa y el Estado Mayor de Defensa) puede ser ese el vehículo de comunicación o de mediación, en tanto responsable de implementar una estrategia que va más allá de la guerra. El lector puede echar en falta una introducción historiográfica y unas conclusiones que superen la buena voluntad de pedir un “diálogo sincero con la realidad concreta” como solución a un problema que arranca de una mala interpretación en origen, diría que de Clausewitz, entre política y políticas. Porque, lo digo solo como historiador, al final de una guerra unos han ganado y otros han perdido. Y quizá también que la estrategia solo es entendible en cada situación, porque la URSS y USA tenían diferentes estrategias, diferentes tecnologías. Se trata de un libro recomendable para los estudiosos de la conducción operacional, con una buena exposición narrativa y una propuesta de “estrategia” (en tanto pivota más sobre política que sobre guerra, para graduarla, limitarla o encauzarla) que entra en el debate abierto por historiadores como J. Boone Bartholomees, Jr., Adrien Schu, Hew Strachan, J. Black, y por tanto que merece ser leído, estudiado y citado.

 

Enrique García Hernán

Instituto de Historia CSIC -CEHISMI.