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CEHISMI - Comisión española de historia militar

La defensa militar de Fuerteventura en la II GM

Texto

 Díaz Benítez, Juan José / Martínez de Merlo, Jesús / Romero Serrano, José

La defensa militar de Fuerteventura en la Segunda Guerra Mundial (2022), Ministerio de Defensa, 161 pp.

Ángela Casas Santero. Licenciada en Filosofía y Letras. Sección Historia.

LA DEFENSA MILITAR DE FUERTEVENTURA EN LA SEGUNDA GUERA MUNDIAL

Esta cuidada edición se compone de tres trabajos muy documentados de distintos autores. Ayudan mucho a la comprensión del texto las fotografías y los mapas que ilustran cada uno de los trabajos. Además, al final de la obra, hay un apéndice con documentos y mapas de la isla, que resultan muy útiles y son de fácil lectura. Estos documentos, alguno de ellos primorosamente manuscrito, informan sobre los planes de defensa de Fuerteventura en los años 1940/1943. Los mapas muestran, por ejemplo, la red de transmisiones o los sectores en los que se dividió la isla.

LA AMENAZA DE LA INVASIÓN ALIADA DE CANARIAS DURANTE LA NO BELIGERANCIA ESPAÑOLA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Profesor Juan José Díaz Benítez

En este trabajo el profesor Díaz Benítez explica, en primer lugar, el interés estratégico que las islas tuvieron para Alemania, ya desde la Primera Guerra Mundial. Durante la Segunda Guerra Mundial, el archipiélago fue la zona más meridional de una gran área de abastecimiento (España y Portugal). Según el profesor Díaz, entre 1939 y 1942 distintas unidades navales alemanas repostaron al amparo de las islas o en sus aguas. La importancia de Canarias para Alemania no fue, sin embargo, decisiva; además, el interés de Alemania en las islas disminuyó significativamente con la estabilización del frente ruso, que dio un giro muy importante a la guerra.

En la segunda parte de su trabajo, Díaz se ocupa de la búsqueda por parte del Reino Unido de una alternativa a Gibraltar, pues había inquietud por la pérdida o anulación del peñón, ante un posible posicionamiento de España en la guerra a favor de Alemania. La mejor alternativa era el Puerto de la Luz, pero finalmente se optó por las islas portuguesas debido a la dificultad de defender el puerto canario de posteriores ataques alemanes. Paralelamente, se establecieron contactos diplomáticos discretos con sectores del Movimiento que no veían con buenos ojos la entrada en la guerra. En el invierno de 1940/1941 y en julio de ese último año, se reforzaron y sucedieron los planes de operaciones para la ocupación del archipiélago (Chutney, Puma, Pilgrim, Tonic); algunos de ellos contemplaban una posible colaboración española en la ocupación de las islas, pero fueron desechados por ser poco realistas. Finalmente, en el otoño de 1943, se canceló definitivamente la idea de ocupar Canarias.

Finalmente, el profesor Díaz se ocupa de la actuación de España en las islas durante el periodo de no beligerancia. La defensa de las islas se había reforzado a finales del siglo XIX y principios del XX por su revalorización estratégica, incluyendo acuerdos con Francia e Inglaterra (Acuerdos de Cartagena, 1907). Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, se tanteó la posibilidad de que España entrara en guerra a favor de Alemania. Aunque esto nunca sucedió, en ese contexto se inscribe la necesaria fortificación de las islas. En efecto, a partir de 1943, se hizo un intenso esfuerzo defensivo que incluía el envío de armamento y personal, así como una movilización parcial, la creación de la Comandancia de Canarias y la construcción de centenares de nidos de armas automáticas en las zonas más apropiadas para un desembarco. Los aliados estudiaron la posibilidad de ocupar Fuerteventura y Lanzarote para evitar que sirvieran de base a un contraataque alemán, tras una eventual invasión de Gran Canaria y Tenerife.

La Segunda Guerra Mundial puso de manifiesto la importancia de Canarias en el control de las comunicaciones en el Atlántico y dejó como señal de esa importancia los centenares de fortificaciones que todavía se observan en sus playas.

LOS DESEMBARCOS ANFIBIOS EN EL TEATRO EUROPEO. OPERACIONES TORCH, HUSKY Y OVERLORD.

Coronel Jesús Martínez de Merlo

El coronel Martínez de Merlo introduce el tema con una breve reseña sobre los primeros desembarcos, destacando la brillante operación española en Alhucemas. Pasa rápidamente sobre los primeros planes de desembarco en los años iniciales de la guerra y entra en el objeto del trabajo con la Operación Torch.

Los objetivos de esta operación de desembarco en el Norte de Africa fueron Casablanca, Orán y Argel. La complejidad del desembarco era enorme y muchas sus dificultades. Al mando de toda la operación estaba el general Eisenhower. Casablanca se encomendó al general Patton, que encontró condiciones muy difíciles para desembarcar y para consolidar los objetivos; no lo logró hasta pasados tres días; esa consolidación fue posible, en parte, porque el almirante francés Darlan dio orden de alto el fuego en las posesiones francesas. Las dos fuerzas que operaron sobre el Mediterráneo tuvieron que coordinar muy bien sus movimientos navales; el general Fredendall estaba al mando de la fuerza que debía tomar Orán; se alcanzó el aeródromo de La Senia y se entró en la ciudad. El general Ryder mandaba las fuerzas inglesas y americanas que llegaron a Argel; los americanos tomaron la ciudad al anochecer de ese mismo día. Desde allí salió de inmediato una fuerza terrestre que debía tomar Túnez; sin embargo, ese objetivo no se consiguió y Túnez se perdió para los aliados. El coronel Martínez de Merlo considera la operación Torch un éxito estratégico; desde el punto de vista operacional y táctico se mezclaron los errores con los aciertos; hubo muchas bajas mortales, dos mil hombres perdieron la vida.

El objetivo de la Operación Husky fue Sicilia, aunque los aliados intentaron desviar la atención hacia Grecia y Cerdeña. La ocupación de Sicilia provocó la caída de Mussolini como jefe de gobierno y obligó a los alemanes a enviar tropas al norte de Italia, temiendo un posible abandono de la lucha por parte de los italianos. El desembarco consiguió todos los objetivos estratégicos y fue un gran éxito operativo, a pesar de las rencillas entre los mandos aliados. No obstante, y teniendo en cuenta que la operación no encontró demasiada resistencia, el número de muertos (4.000) fue nuevamente demasiado alto.

Operación Overlord. Una vez decidida la invasión por el Canal de la Mancha, hubo en 1943 un primer planteamiento operativo, con mando inglés; en 1944, ya a las órdenes del general Eisenhower, se hizo un segundo planteamiento. Se eligió Normandía para el desembarco y se determinaron los objetivos tácticos, a los que se les dio un nombre en clave (Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword); para lograr estos objetivos, se desplegaron cuatro Cuerpos de Ejército: el VII Cuerpo de Ejército (USA) debía tomar Utah, el V Cuerpo de Ejército (USA) Omaha, el XXX Cuerpo de Ejército (UK) tomaría Gold y el I Cuerpo de Ejército (UK) desembarcaría en Juno y Sword. La defensa alemana, “hasta el límite de la resistencia” en palabras del autor, sorprendió a los aliados, que no la esperaban; sin embargo, fue imposible para el ejército alemán rechazar la enorme fuerza desembarcada y a los tres días había quince divisiones en tierra; daba comienzo la batalla. El desembarco del V Cuerpo de Ejército en Omaha, merece para el coronel Merlo, mención aparte; el número desproporcionado de bajas mortales que hubo se debió a errores de navegación, ya que casi ninguna compañía desembarcó en su sector; se produjo una fragmentación en tres pequeños grupos, que no tenían capacidad defensiva; aunque la situación se resolvió, dos mil hombres murieron en las primeras horas. El autor considera que los alemanes tenían previsto el desembarco, no fueron sorprendidos; no obstante, no esperaban que se hiciera en playas abiertas, sin puertos. Por otra parte, la llegada en el secreto más absoluto de dos inmensos puertos flotantes, facilitó mucho la operación.

El autor concluye que estos tres desembarcos marcaron la doctrina anfibia y el modo de operar de los aliados.

LA DEFENSA MILITAR DE FUERTEVENTURA

Coronel José Romero Serrano

Tras unos antecedentes históricos, el coronel Romero detalla el sistema defensivo de las islas al final de la Guerra Civil, que era reflejo del temor que sentía el Régimen del general Franco a una posible invasión aliada. Por otra parte, Inglaterra veía amenazada la situación de Gibraltar, en parte por las victorias aliadas, pero también por el cambio de postura del gobierno español, que pasó de la neutralidad a la no beligerancia. Esto llevó a que el Reino Unido considerara en 1941 la invasión de las islas como algo inminente y no como una simple posibilidad.

El general Franco diseñó un modelo defensivo de Canarias basado en la movilización parcial (17.000 hombres en el verano de 1940), el refuerzo de la plantilla de guerra, la creación de batallones de refuerzo, el suministro de piezas de costa, de campaña y antiaéreos, las obras de fortificación y, en última instancia, la movilización de paisanos. El resultado fue que en el verano de 1942 había 35.000 hombres en las islas y 5.000 más al año siguiente.

El autor considera que, aunque el general Franco no conociera los detalles de la amenaza, valoró correctamente su gravedad y designó el Puerto de la Luz como “objeto militar de la defensa”. El Comandante General de Canarias, general Serrador, estableció las claves de la defensa con presencia militar en todas las islas y prescindiendo prácticamente de cualquier apoyo naval o aéreo.

El estancamiento del frente ruso y la operación Torch, de la que Franco fue puntualmente informado, dieron un giro a la guerra, que se presentó más favorable a los aliados, por lo que el desembarco en las islas quedó aplazado.

El plan de defensa de Fuerteventura de 1943 establecía la defensa “a toda costa” de la isla y se identificaban los objetivos principales de un eventual desembarco (aeródromo de Tefía y dos puertos, el de Gran Tarajal y Puerto Cabras). Los planes trazados contemplaban contingentes totalmente irreales, de modo que, como impedir el desembarco era tarea casi imposible y no había la posibilidad de que la isla fuera socorrida desde fuera, se tuvo que emplear en la defensa lo que estaba disponible. El refuerzo escalonado alcanzó una importante cifra, 4.000 soldados en la isla de Fuerteventura en 1943. En definitiva, el autor piensa que, aunque la indefensión de Canarias fue real, el giro favorable de la guerra y la progresiva mejora de la defensa insular, junto con el dudoso resultado de un eventual desembarco, disuadieron al gobierno británico.

En un anexo aparte, el coronel Romero explica cuál era el artillado de Canarias y qué piezas se emplearon en la artillería de costa y en la defensa del litoral.