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CEHISMI - Comisión española de historia militar

Ireland and the Iberian Atlantic. Migration, military and material culture.

Igor Pérez Tostado y Declan M. Downey

El libro Ireland and the Iberian Atlantic. Migration, military and material culture, coordinado por los profesores Igor Pérez Tostado, de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y Declan M. Downey, del University College Dublin, es el resultado del segundo congreso celebrado en Sevilla en 2016 sobre Irlanda y el Atlántico Ibérico y pone el énfasis en nuevas temáticas, con la intención de superar los estudios clásicos centrados en la integración de los irlandeses en la Monarquía Hispánica. El primero, celebrado en la misma ciudad en 2008, dio como resultado el libro Irlanda y el Atlántico Ibérico. Movilidad, participación e intercambio cultural (1580-1823) que, coordinado por los profesores Igor Pérez Tostado y Enrique García Hernán, ya significó en su día una importante aportación al debate en torno a la historia atlántica y global.

La obra, que recoge 28 estudios de más de una treintena de especialistas, se divide en cuatro bloques interpretativos (perspectivas historiográficas, migración e integración irlandesa en el ejército, en la economía y la sociedad españolas sobre todo del siglo XVIII -aunque hay trabajos desde el siglo XVI al siglo XIX- la historia de género, con la presencia irlandesa en la Corte, en las Universidades y en los conventos ; y, por útlimo, la cultura material, con los últimos avances en la arqueología submarina y en el rescate de los pecios españoles en aguas irlandesas, seguramente el bloque más atractivo y novedoso de los que se presentan.

Tras una perspectiva historiográfica, desde la mirada irlandesa del prof. Nicholas Canny (para el siglo XVI y comienzos del XVII) se supera el marco anterior de la presencia de los exiliados irlandeses en el ejército y en los seminarios españoles durante el siglo XVII para buscar las mismas conexiones con Francia a finales del siglo XVII; el estudio sobre “Los estudios irlandeses y el mundo Ibérico de la Edad Moderna. Un balance, 2008-2016” del prof. Óscar Recio Morales, pone énfasis en las aportaciones desde 2008 que han supuesto el reconocimiento y la vitalidad historiográfica de las relaciones hispano-irlandesas, especialmente gracias a las aportaciones de distintos investigadores que han seguido en esta línea como: Enrique García Hernán, Óscar Recio Morales, Igor Pérez Tostado y Eduardo de Mesa.

La mayor parte de los estudios, 12 de los 28, se centran en el segundo apartado dedicado a los soldados, los nobles, los comerciantes y los científicos. Se hace un largo repaso a soldados, como Guillén Lombardo (o William Lamport de Fabio Troncarelli); u oficiales como Carlos Howard (que sirvió en la capitanía general de la Florida Occidental y de la Luisiana), al igual que muchos católicos aventureros irlandeses, hombres veteranos y fieles al servicio del rey de España; o a ingenieros militares del siglo XVIII, como Thomas Burgh, Diego Bordick, John Garland White y hombres con experiencia en los Países Bajos o en las guerras de Italia con Felipe V (que sirvieron en el Cuerpo Español de Ingenieros Reales). Destacan también algunos nobles irlandeses, como Bernardo O’Brien del Carpio, que narran sus aventuras en el Amazonas y que permiten entender la cooperación de ciertos actores de las fronteras imperiales, las redes de solidaridad entre la comunidad irlandesa y el papel de los franciscanos e indígenas en estas fronteras. El estudio de militares y comerciantes irlandeses establecidos en Alicante y Cartagena desde la Guerra de Sucesión española y hasta finales del siglo XVIII o el de las conexiones irlandesas de algunas familias como los Butler en Cádiz por Lourdes Márquez, y su desarrollo en el espacio atlántico en los siglos XVIII y XIX, que tejió una serie de redes con agentes en Irlanda (Dublin), desde Cork a Galway, de Londres a Bristol, de Cádiz a Sevilla, Málaga, Gibraltar o las Islas Canarias.

Los irlandeses llegaron a los confines del Imperio desde Puerto Rico (segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX), donde se asentaron algunas familias como los Sullivan, O’Daly y Power (estudiadas por Edwin Sierra) y se integraron en las instituciones de la administración colonial. Otros irlandeses, como don Carlos Connely, lo hicieron en la Filipinas de finales del siglo XVIII. Este militar, estudiado por Diego Téllez, sirvió en el Virreinato de Nueva España y participó más tarde con ingenio y talento en el crecimiento de actividades económicas en las islas (a través de las manufacturas de seda), en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, teniendo contactos con la Real Compañía de Filipinas. No debemos olvidar los sólidos y documentados estudios sobre el siglo XIX, de Debora Besseghini sobre las redes comerciales irlandesas y la influencia británica en la independencia en América del Sur; el estudio de Maurice J. Bric sobre Daniel O’Connell y España, quien fundó la Asociación por la Derogación, en defensa de la reinstauración de un reino de Irlanda para la reina Victoria. Cierra este bloque, el estudio sobre el naturalista irlandés William Bowles - conocedor de la Historia Natural, Química, Metalurgia y Astronomía- y sus esfuerzos por mejorar la seguridad en la extracción minera en las minas de azogue de Almadén durante la segunda mitad del siglo XVIII y por auspiciar el Museo de Historia Natural y el Jardín Botánico en Madrid.

El tercer bloque, con 7 estudios, se centra en la “presencia irlandesa en la Corte, en las Universidades y en los claustros”. Estudios que alcanzan profundidad e interés como el de Ciaran O’Scea, Between two Cultures centrado en la figura de Dermot O’Sullivan Beare, el segundo conde de Biraben y la creación de una nobleza identitaria “híbrida” o las conexiones con la corte española y los intereses de Hugh Albert O’Donnell, conde de Tycornnel, por establecer lazos con la curia papal para promover sus candidatos en las áreas en las que tenían fuertes intereses religiosos y políticos, algo que no pudo conseguir. Vuelven a incorporarse figuras como las de Charles Wogan, quien se distinguió como coronel en el ejército español hasta mediados del siglo XVIII habiendo iniciado su carrera militar con Felipe V. Se incorporan, por último, cuatro estudios relacionados con la historia de la cultura. El de Cristina Bravo se centra en la librería colegial de los irlandeses de Salamanca y pone énfasis en el objetivo confesional promovido en la Misión de Irlanda, para formar e instruir a misioneros capaces de combatir con la cruz y el poder de la palabra. Se estudia la persecución de Patrick Sinnott, profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, quien fue acusado ante la Inquisición de Galicia en 1622 de practicar algunas ramas de la astrología por las que fue condenado a un exilio de dos años lejos de la ciudad de Santiago. Y cierran este apartado dos estudios de género, también novedosos: una migración un tanto forzada, es decir, la de las religiosas irlandesas que abandonaron Irlanda y se instalaron en Bilbao ocultando sus identidades; y la de las monjas dominicas irlandesas establecidas en España desde finales del siglo XV y que durante la época moderna incluyeron a hermanas que habían tomado sus votos solemnes en distintos conventos de Valladolid, Tarragona, La Coruña y Santiago de Compostela.

El cuarto bloque “Guerra por tierra y por mar”, con otros 7 estudios, se centra en la novedosa línea de investigación de la cultura material. Hay estudios con un enfoque clásico como el de Antonio Espino sobre los Irlandeses en la frontera del Pirineo y otros estudios de caso como el juicio al que fue sometido Guillermo Murfi acusado de corrupción durante su breve gobierno en la isla de La Española a comienzos del siglo XVIII de Igor Pérez. Ciertamente interesante me ha parecido la aportación de los supervivientes de la Gran Armada desarrollada por Francis Kelly. Según su estudio basado en otras investigaciones realizadas desde el Museo Naval en Madrid, sabemos que unos 3.750 hombres murieron en los naufragios, unos 1.500 fueron asesinados al desembarcar a tierra y unos 750 sobrevivieron, probablemente pasando a Escocia. Sobre las Relaciones de la Guerra de Hibernia, centradas en la Guerra de los Nueve Años (1593-1608), su autor, Hiram Morgan, se basa en los informes de un librero, editor y gacetillero italiano, Bernardino Beccari -probablemente el primer “periodista” que trabajó sobre lo sucedido en Irlanda- para conocer mejor aquellos hechos recuperando las viejas técnicas de la propaganda, en un momento en el que la Leyenda Negra española era cada vez más persistente.

Hay dos estudios innovadores a los que quiero hacer especial referencia y que tienen que ver con la Hidroarqueología, arqueología marina, arqueología submarina o arqueología subacuática en el rescate de los pecios de la Gran Armada. Estos hallazgos no parecen tener los riesgos y problemas conocidos en los galeones de la flota de Indias y los cazatesoros. Un proyecto muy renovador en esta línea es el que atañe al San Marcos, un galeón hallado junto a Spanish Point (no es casualidad el topónimo) por John Treacy. Para la recuperación de este patrimonio subacuático se han desarrollado no solo campañas de arqueología submarina sino también otras de tipo educativo sobre la historia de la zona. Se ha podido determinar, gracias a un modelo matemático, que en aquel mes de septiembre de 1588 se desataron tormentas de un nivel similar a los huracanes (100 kms), con olas de entre 15 y 20 metros, que llevaron a aquellos barcos a intentar acercarse a la costa a pesar de los riesgos evidentes de tal desembarco. El San Marcos llevaba 350 soldados y 140 marineros a bordo y solo la desafortunada decisión del capitán de acercar el galeón a la Isla Mutton para protegerse del temporal hizo que este se estrellara con unos arrecifes (Mal Rock). El San Marcos llevaba 33 cañones de bronce, todos marcados con el sello del fundidor, imprescindibles para su identificación. Al naufragio lograron sobrevivir cuatro hombres que tras alcanzar la costa de Irlanda fueron apresados y ejecutados por orden de Isabel I. El segundo estudio se corresponde con las investigaciones sobre La Juliana, un buque de grandes dimensiones construido en Mataró, con 860 toneladas, 32 cañones, 325 soldados y 70 tripulantes, que naufragó el 21 de septiembre de 1588 en Streedagh Bay (condado irlandés de Sligo). Las fuertes tormentas que azotaron la costa oeste de Irlanda en 2014 levantaron los arenales que habían ocultado el galeón y en primavera del año siguiente empezaron a llegar a las playas de la zona trozos de madera, movilizando a los arqueólogos de la isla, a la comunidad local y a las autoridades irlandesas, muy comprometidas en la conservación de este patrimonio subacuático. Junto a La Juliana, se encuentran también los pecios de la Lavia (de Venecia) y el Santa María de Visón (de Ragusa), hundidos igualmente frente a las costas de Sligo, a la espera de poder ser rescatados y estudiados.

En conclusión, el libro es el resultado de un estudio amplio, exhaustivo y colectivo que adolece de cierta dispersión en la calidad y profundidad en el análisis de los temas, resultado lógico de derivar de un Congreso, aunque aborda desde distintas perspectivas las vinculaciones irlandesas con los cuadros militares, nexos políticos, comerciales y culturales de la Monarquía Hispánica desde el siglo XVI al siglo XIX. Centrado en temas poco conocidos, como el de las mujeres en la gestión del comercio, la producción cultural y la vida religiosa; sin obviar la participación irlandesa en el desarrollo científico, pasando incluso por la astrología, o en la nueva historiografía sobre la cultura material del patrimonio subacuático, hay que felicitar a los editores Igor Pérez y Declan M. Downey por este esfuerzo de recuperación de un trazo más de la historia de España e Irlanda, de esa historia europea sin la cual es difícil explica la historia atlántica.

Porfirio Sanz Camañes

Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Castilla-La Mancha (España)

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