Logotipo del Ministerio de Defensa

CEHISMI - Comisión española de historia militar

La Guerra Civil en el aire. Alemanes, soviéticos e italianos en los cielos de España.

Michael Alpert

Michael Alpert, profesor emérito de Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad de Westminster, es un reconocido experto en la historia militar española de la Guerra Civil, con libros como La Guerra Civil en el mar (Barcelona, Crítica, 2007) o el de El Ejército de Popular de la República, 1936-1939, (Barcelona, Crítica, 2007). En este caso se trata de la traducción del libro Franco and the Condor Legion. The Spanish Civ-il War in the Air, (Londres, Bloomsbury Academic, 2019: Hay que decir que este libro tiene 238 páginas, mientras que el traducido tiene 339; por tanto, son cerca de cien páginas más. Además, hay una diferencia fundamental en cuanto al título. En el primero se centra en la Legión Cóndor, mientras que en la versión española ya recoge la aportación, francesa, soviética e italiana. Con todo, sigue sin ser acertado, porque también recoge la contribución de los ases de la aviación española tanto republicana (Hidalgo, García Lacalle) con nacional o sublevada (Morato, Salas), así como de los ingleses.

Lo primero que hay que decir es que no es un libro para especialistas, aunque sí que es científico, ni presenta nuevas aportaciones que cambien el estadio actual de los conocimientos, porque la tesis comúnmente aceptada de que la supremacía de la aviación aérea nacionalista fue una constante, está admitida, diría yo que incluso desde los mismos orígenes. Se trata de una síntesis para un público general, para el que usa básicamente la bibliografía publicada; y aunque menciona la fuente principal del Archivo Militar de Ávila, no viene nunca citado en las notas a pide de página. Tampoco se recogen las fuentes inéditas del Archivo General del Aire, ni las fuentes del Archivo del Partido Comunista y de la CNT en Madrid, ni las de la Causa General. En este sentido, le hubiera sido de gran ayuda la inmensa aportación editada por el Ministerio de Defensa de Manuel Vicente González, Historia Militar de la guerra civil en Madrid (Madrid 2014), sobre todo las fuentes, en acceso libre online en el portal del Ministerio. Por tanto, siguen siendo necesario los trabajos de Gerald Howson, Aircraft of the Spanish Civil War (Putman 1990) y el de Salas Larrazabal, Guerra Aérea 36/9 (Madrid 1998). El primero tiene la gran dificultad que de se publican las cifras sin notas a pie de página y que sigue sin ser traducido. Aunque en alguna ocasión Alpert corrige las cifras tanto de Howson como Salas, necesitaríamos todavía un estudio más pormenorizado, no solo de cuántos aviones, qué modelos, de dónde procedían y quiénes los pilotaban, sino del armamento, tipo de bombas, etc., porque ciertamente 280 modelos de 3.500 aparatos de todo el mundo salvo de Japón, con sus tipos de armamento, reclaman un análisis más profundo. Esto sigue siendo una laguna en los tres libros de referencia. Así, por ejemplo, Alpert dice que las bombas incendiaras se tiraron por primera vez en España en Guernica, mientras que por otras fuentes parece que ya en noviembre de 1936 se lanzaron incendiaras sobre Madrid.

El libro consta de 9 capítulos, prácticamente equilibrados, entre 19 y 34 páginas. Tras un capítulo introductorio en que sugiere que la operación Dragon Rapide era conocida por Inglaterra, y habla del caso de Miguel Núñez de Prado con cierta ambigüedad, y que pilotos de derechas era muy pocos (lo cual contradice luego la realidad), afirma que la República se mostró indecisa en el manejo de su Armada y de su Fuerza Aérea. El capitulo segundo es sobre la llegada de los alemanes a España, aquí no aporta nada nuevo, pero es una gran síntesis. Sería necesario realmente aclarar la relación entre el general Kindelán (responsable de la fuerza área nacional) y los mandos de la Legión Cóndor, para lo cual es preciso tener en cuenta la información del embajador nacional en Berlín y el archivo Kindelán en el Archivo del Aire. El capítulo tercero es sobre la participación italiana, en donde firma que la ayuda alemana e italiana llegaron casi al mismo tiempo, y nos ofrece la cifra de 1.435 pilotos y 764 aviones. Presenta una explicación de las pérdidas de aviones, principalmente por las malas condiciones técnicas o de infraestructuras, de modo que se perdían más por accidente que por combate. Afirma que al comienzo de la guerra se planteó una guerra aérea similar a como fue la Primera Guerra Mundial, que no se tenían en cuenta los cambios de los años treinta, principalmente porque al principio había pocos cazas. Pero con el tiempo no solo se llegó a utilizar el apoyo aéreo cercano a las tropas terrestres, sino que se avanzó, gracias a la experimentación, en el bombardeo. Los italianos desconfiaban de la pericia de Franco, pero nada nos dice -de nuevo- de la relación de Kindelán con los mandos italianos, salvo que una hija suya se casó con un oficial italiano, ni tampoco de su relación con Franco, por eso es necesario un careo con el Archivo Kindelán y con los de la Fundación Francisco Franco. El capítulo cuarto es sobre la participación de Francia, y el dilema de Léon Blum. Aunque es sabido que Francia no aportó mucho material aéreo, básicamente la escuadrilla Malraux, y reduce la cifra a 62 aviones, algo que contrasta con las quejas continuas de los agentes de Franco en Francia e Inglaterra. Aunque la escuadrilla se disolvió en febrero de 1937, se haría preciso ver la correspondencia de los agregados aéreos nacionales en Londres y París (como Sartorius) para aclarar si siguieron enviado aparatos y pilotos. Creo que es un error incluir a los ingleses en este capítulo, y que quizá merecerían un capítulo específico. El capítulo quinto está dedicado a los rusos. Aquí sigue lo dicho por Howson y usa la web de Hakans Aviation Page, que aunque muy completa en datos, simplemente sigue a Whelan (Soviet airmen in the Spanish civil war 1936-1939). Es acertada la utilización de Abellán Agius (Los cazas soviéticos en la guerra aérea de España, 1936-1939). Pero se hace preciso utilizar las fuentes comunistas, como los microfilms del Archivo Comunista de España con la documentación del general Kléber, así como la embajada en Rusia en el Archivo Histórico Nacional. Emilio Herrera fue duro contra los pilotos rusos por su falta de motivación, y quizá esto es algo que no se muestra claramente en este libro como causa de algunos fracasos. Quizá, en paralelo a lo dicho sobre Kindelán, se podría decir los mismo respecto a Hidalgo de Cisneros y también en parte respecto a Vicente Rojo, de modo que habría que aclarar hasta qué punto había correlación entre los mandos republicanos y soviéticos. Posiblemente este capítulo es una asignatura pendiente hasta que se accedan a las fuentes originales rusas. El capítulo sexto es sobre la Legión Cóndor en el Norte de España. Aquí rompe la estructura del libro de organizarlo por países (Alemania, Francia, Rusia) y entra en proceso de análisis temporal, según las batallas. Dado el desastre italiano en Guadalajara en marzo de 1937, Franco desiste de la toma de Madrid y se centra en el Norte. El autor presta atención al bombardeo de Guernica, del 26 de abril de 1937, pero no aporta nuevos datos y mantiene la interpretación de que se arrojaron 2.500 bombas incendiarias que no pudieron derribar el famoso puente que querían bombardear y no se decide a decir de quién era realmente la responsabilidad, si de Mola o de la propia Legión Cóndor, y lo deja en una nebulosa afirmación de corresponsabilidad. El capítulo séptimo es sobre la caída de Bilbao. Lo importante es que describe cómo a partir de ahora las fuerzas aéreas de ambos bandos se reorganizan, evidentemente dado que los sublevados tenían más terreno contaban con más aeródromos, pero el autor se centra sobre todo en que los oficiales sublevados tenían pilotos bien preparados, mientras que los pilotos republicanos no habían sido ni siquiera oficiales. Alpert reconoce que no es capaz de presentar un cuadro de la organización área republicana de los últimos dos años, quizá porque realmente no la había, y es que, a mi juicio, la muerte de Núñez de Prado supuso la caída de cualquier intento de reorganización y de saber utilizar bien los recursos, y de haber estado al mando Emilio Herrera en vez de Hidalgo de Cisneros, quizás las cosas hubieran sido distintas, pero lo más difícil era que en realidad el mando estaba en civiles (Prieto y Largo Caballero) porque no se había declarado el Estado de Guerra. Alpert dice también que aunque la cifra de pilotos españoles de ambos bandos era similar, lo que marcó la diferencia fue que los rusos no tenían tripulación de tierra, y sí los alemanes e italianos, y esta afirmación me parece acertada, de ahí que sea preciso señalar que los famosos cañones antiaéreos alemanes merecen destacarse. El capítulo octavo es sobre los combates en Aragón, Belchite y Teruel. Se hace un juicio negativo de los pilotos republicanos y dice que venía a ser casi de milagro que alguna vez acertaran en sus objetivos, y además señala que durante los dos primeros años se perdieron 163 aviones soviéticos en combate, pero también 147 en accidentes. Una vez partida la República en dos, la victoria era cuestión de tiempo. El capítulo noveno es sobre la batalla del Ebro, y la retirada a través de Cataluña. Es verdad que de no haberse cerrado la frontera francesa en abril de 1938 tras la caída de Blum la ayuda francesa hubiera sido de gran ayuda, pero realmente la situación de la aviación ya era desesperada, Franco concentró sus fuerzas rápidamente, así que frente a los 408 aparatos nacionales poco podían hacer lo 250 republicanos. La batalla se perdió, nos dice, porque cruzaron el Ebro sin destacar unidades de aviación. Alpert añade además algo interesante y que abre una línea de investigación, que la causa más verosímil del fracaso de la aviación republicana fue la “falta de eficacia imaginativa al máximo nivel”. Termina con unas conclusiones, tanto sobre la eficacia de los combates aéreos como del bombardeo, y acaba con una breve referencia a Guernica. Cuenta con dos mapas sobre los lugares mencionados y el proceso de control de terreno de Franco sobre España. También cuenta con la bibliografía citada. Un estudio introductorio sobre las fuentes y la historiografía hubiera venido muy bien, así como un índice analítico al final. Se trata, pues, de una aportación importante para un público general, que anima a seguir investigando.

Enrique García Hernán

CSIC, CEHISMI

Recensión (documento pdf)