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CEHISMI - Comisión española de historia militar

La Marina de Guerra de la Segunda República

Adolfo Morales Trueba

A pesar de ser España un país eminentemente marítimo, y del hecho de tener al mar como frontera en la mayor parte de su territorio, los estudios sobre su Marina de Guerra a lo largo de la historia presentan aún importantes carencias, con vacíos reseñables en diferentes etapas en las que, sin embargo, el contexto internacional exigía un impulso efectivo de las políticas navales desarrolladas por los gobiernos de los diversos países implicados de forma directa o indirecta en las principales tomas de decisiones. En lo relativo a la época contemporánea este vacío es especialmente reseñable para todo el primer tercio del siglo XX, periodo en el que es evidente la falta de monografías centradas en la Armada que aborden con profundidad los principales aspectos de la Marina militar y la política naval españolas. Dentro de este período, las lagunas son más visibles en lo referente a los años 1920-1936, en los que, sin embargo, es necesario destacar los recientes trabajos de Susana Sueiro Seoane, centrados en el periodo de la dictadura de Primo de Rivera, si bien la falta de estudios atañe en especial al periodo 1931-1936, en el que son reseñables los estudios de José Luis Neila Hernández sobre la proyección mediterránea de España en los años de la Segunda República española, espacio cronológico al que también Adolfo Morales Trueba, teniente coronel de Infantería de Marina, Doctor en Historia por la UNED y Máster Universitario de Paz, Seguridad y Defensa, dedica esta monografía, que fue distinguida por el Ministerio de Defensa con el Premio Virgen del Carmen en 2019. El libro es fruto de una rigurosa investigación académica de cara a la elaboración de su tesis doctoral, codirigida por D. Enrique Martínez Ruiz y D. Juan Escrigas Rodríguez, y leída en 2016 en la UNED. Desde la obtención del grado de doctor, Morales Trueba ha publicado diferentes estudios en revistas y obras colectivas profundizando en los aspectos relativos a las dimensiones nacionales e internacionales de la política naval de la Segunda República española, lo que le convierte en uno de los principales especialistas de la cuestión.

La obra se articula de forma clara y sencilla en tres grandes apartados a través de los cuales se pasa revista tanto a la política naval como al poder naval en la España republicana a lo largo del periodo reseñado, siguiendo un marcado criterio cronológico, tras una breve introducción en la que se hace un repaso de la bibliografía española sobre estas cuestiones, concluyendo en las carencias historiográficas al respecto de los temas objeto de estudio. El primero de los tres apartados, «El escenario y la dimensión de la política naval española en los años treinta», dividido a su vez en cuatro capítulos, nos sitúa en el contexto internacional en el que se gesta la política naval de la Segunda República española. Comienza con un balance de los cambios en las fórmulas adoptadas para la guerra por mar tras el final de la Primera Guerra Mundial, estableciendo la relevancia de la Sociedad de Naciones en su búsqueda por articular un sistema de seguridad colectiva que diera cauce a un proyecto de desarme general (Conferencia de Washington, 1921-1922). Pero este intento pronto se vio abocado al fracaso ante el rearme general de las potencias del Eje desde el comienzo de los años treinta, situación ante la cual también los Estados Unidos decidirán dar un paso adelante en el mismo sentido. De acuerdo con los presupuestos planteados por Morales Trueba, la Marina de Guerra española de la Segunda República debió adecuarse, a partir de 1931, a las pautas marcadas por la latente amenaza exterior, valorando los beneficios y perjuicios de formar parte de una alianza común con otros países en esta política de rearme a nivel internacional. Lo que el Gobierno republicano encuentra a su llegada al poder es un país que, tras la pérdida de las colonias americanas en 1898, había vuelto sus ojos de Ultramar a Europa y el Mediterráneo en los últimos treinta años, haciendo de estos espacios el eje de su política exterior. En consecuencia, y de acuerdo con el panorama político internacional, la República hace una decidida apuesta por sostener el sistema de seguridad colectiva propuesto por la Sociedad de Naciones, al tiempo que refuerza su política exterior en el Mediterráneo como posición geopolítica clave ante las rivalidades desatadas en este espacio marítimo entre Italia y Francia, y hace una decidida apuesta por la neutralidad, a tenor de su evidente debilidad naval y militar. La propia Constitución de 1931 recoge esta neutralidad y las políticas de pacifismo como eje argumental de la política exterior republicana, sin que ello suponga un giro hacia un marcado antimilitarismo. Para cumplir estos presupuestos y potenciar la defensa naval, centrada en tres grandes áreas de interés marítimo (Gibraltar, Baleares, Canarias) y con el apoyo de varias bases navales [Ferrol, Cádiz, Cartagena, Ríos (Vigo), Mahón (Menorca)], el Gobierno republicano es consciente de la necesidad de incrementar los medios y capacidades de la Armada, lo que no implica que desde el principio contemplara una decidida apuesta en la práctica por poner en marcha y dotar económicamente a los planes que pudieran conducir a la solución de las evidentes carencias de la Marina de Guerra española.

En la segunda parte, muy breve, «La Armada que llegó a la República», la obra establece los presupuestos de la Marina española en los años previos a la instauración de la Segunda República, analizando tanto los principales planes de la política naval, caso del Plan Maura-Ferrándiz (1907-1908), los proyectos del almirante Miranda a partir de 1914 o los de los implementados en los años veinte, como la evolución de la orgánica naval en el primer tercio del siglo XX, extraída de una consulta sistemática de las leyes, decretos, reales decretos y órdenes ministeriales de la época, como apunta en las numerosas notas que, recogidas al final del volumen, apoyan y demuestran el completo trabajo de investigación desarrollado de cara a la elaboración de esta rigurosa monografía.

La tercera parte, «La Marina de Guerra republicana», de más de doscientas páginas de extensión, se conforma como la gran aportación del volumen, su objetivo principal y su centro neurálgico, en relación con la cual las dos partes anteriores funcionan como ineludibles apartados introductorios. Dividida en seis capítulos, empieza por analizar las bases económicas y presupuestarias en la que se apoya la política naval articulada por los diferentes gobiernos republicanos, estudiando los presupuestos destinados a este fin y su peso específico en el total de las partidas generales, comparándose entre ellos para establecer su evolución a lo largo de los seis años de duración del régimen republicano. A pesar del equilibrio presupuestario que intentaron alcanzar los diferentes gobiernos que se fueron sucediendo en la dirección de la República, los ejercicios se cerraron siempre con déficit, en un contexto de crisis económica mundial tras el final de la Primera Guerra Mundial y, sobre todo, con las consecuencias de la Gran Depresión de 1929, condicionantes ambos de la política presupuestaria española en relación con su Marina de Guerra. Numerosas tablas y gráficos de elaboración propia apoyan este capítulo, construidos a partir de los datos extraídos de los reales decretos consultados, articulándose como uno de los grandes valores de la obra, al suponer un apoyo visual fundamental para la comprensión, comparación y valoración de los numerosos datos aportados. A continuación, el libro se adentra en el estudio de la organización de la Marina de Guerra republicana, en un estudio cronológico de las diversas disposiciones (normas, informes, propuestas, planes) que fueron presentadas por los diferentes ministros de Marina de la Segunda República. El estudio confluye en el proyecto de ley constitutiva de la Armada de José Giral de 1936, que se presenta como la cuestión más novedosa y desconocida de este capítulo y, en verdad, como una de las grandes aportaciones de todo el libro, pues saca a la luz un plan que pretendía de forma eficaz y rigurosa tanto la mejora y habilitación de las bases navales españolas disponibles como la solución de los defectos en la organización del personal de la Armada. El análisis de este personal, es decir, el elemento humano, su modo de vida, las condiciones de trabajo y las relaciones entre los diferentes cuerpos y clases, así como la politización de la Armada, con actitudes radicales por parte de unas minorías que condujeron a evidentes tensiones internas y pérdida de disciplina, en un conflicto corporativo que alcanza su punto álgido en estos años treinta, es otro de los principales aciertos de la obra, antes de dar paso al fundamental estudio de la fuerza naval, en cuanto a capacidades y recursos disponibles, con el análisis sistemático de los principales medios navales de combate en los años de la Segunda República (acorazados, cruceros, destructores, submarinos, poder aeronaval), estableciendo las principales características y carencias de los buques en activo, uno por uno, y la evolución de dicha fuerza naval hasta el inicio de la Guerra Civil sin que apenas se incrementen los limitados medios de los que se disponía. Tras el repaso a las bases navales, desarrollado desde la tripe perspectiva de su valor estratégico (muy relevante, solo carencia en Canarias), valor táctico y logístico (en especial, Ferrol), la obra se cierra con el examen de los programas navales republicanos, que Morales Trueba divide en dos grupos, los planes menores, aprobados pero que no articularon un proyecto coherente sino disposiciones concretas y aisladas, a los que obviamente dedica menor espacio en su libro, y los planes mayores, tres en total, que analiza con mayor profundidad: el Plan Rocha (marzo de 1934), aprobado; el Plan Abad Conde (marzo de 1935), que no pasó de proyecto de ley, y el Plan Giral (junio de 1936), interrumpido por el levantamiento militar del 18 de julio en su remisión a Cortes, que, a juicio del autor, es el más importante de todos los elaborados por los diferentes ministros de Marina de la República. Desconocido hasta ahora y localizado por Morales Trueba en el Archivo General de la Marina, así como el muy significativo escrito a Cortes de Giral para justificar el proyecto de ley (que por su gran interés se reproduce íntegro en el Anexo B del volumen), se alza como uno de los planes mejor diseñados desde los comienzos del siglo XX en España por su alcance, objetivos y profundidad de contenidos, lo que de sobra justifican las numerosas páginas dedicadas a su análisis íntegro.

En unas escuetas conclusiones, la obra recoge un resumen preciso y muy efectivo de los principales contenidos del libro, estableciendo cómo, en medio de un escenario de amenaza naval mundial y tensión internacional creciente en el periodo de entreguerras, el Gobierno republicano optó por adoptar una política naval defensiva y conservadora, pero adecuada en su orientación y objetivos, tendente a asegurar los intereses marítimos españoles en el ámbito de su soberanía nacional. A pesar de estar bien identificadas las necesidades más prioritarias de la Marina de Guerra española por los ministros del ramo, en una primera etapa, de 1931 a 1934, apenas se llevó a cabo un proceso de racionalización de los medios, con la baja de muchas unidades obsoletas y la aprobación de pequeños planes parciales, sin implementar un presupuesto concreto para invertir en la mejora de los medios disponibles. En una segunda etapa, a partir de 1934, el incremento del presupuesto económico revirtió en la aprobación de programas navales más completos y ambiciosos, pero la falta de voluntad política para impulsar la necesaria modernización de la Armada española, que el autor lleva hasta la segunda llegada al cargo del ministro Giral, en febrero de 1936, impidió un desarrollo acorde con las circunstancias marcadas por el contexto internacional.

El apartado de Fuentes y Bibliografía citada, revelador del exhaustivo trabajo de investigación desarrollado por el autor de cara a la elaboración de su tesis doctoral y posterior libro que reseñamos, con la consulta sistemática de fondos del Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán, Archivo Central del Cuartel General de la Armada, Archivo del Estado Mayor de la Armada, o del Archivo Histórico Nacional, entre otros varios, pone el colofón a un volumen muy bien editado por la Editorial Actas en el que, aparte de los ya mencionados gráficos y tablas, que hasta un total de veintidós orientan adecuadamente al lector por los diversos contenidos del libro, son también reseñables los tres cuadernillos de ilustraciones en blanco y negro, en buena medida inéditas, que se distribuyen en diferentes tramos de la obra, muchas procedentes del Archivo del Museo Naval de Madrid, así como del de Cádiz, además de otras del propio archivo personal del autor. Gráficos, tablas e ilustraciones realzan los diversos contenidos expuestos en el libro de forma clara y sencilla, con un lenguaje directo y dinámico, todo ello a pesar de la excelente compilación de datos en que se apoya el texto, previa a la explicación de los diferentes temas, a su análisis, exposición de contextos, comparación y valoración, mimbres con los que Morales Trueba ha logrado componer una monografía fundamental para el conocimiento de las claves de nuestra Marina de Guerra durante el periodo previo al estallido de la Guerra Civil española.

Beatriz Alonso Acero

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