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CEHISMI - Comisión española de historia militar

Presencia de ingenieros militares extranjeros en la milicia española

Jesús Cantera Montenegro

Este volumen de Presencia de ingenieros militares extranjeros en la milicia española corresponde a uno más de la colección dirigida por la Comisión Española de Historia Militar sobre presencia de extranjeros en el ejército español, si bien más que sobre una nación en concreto, como irlandeses, alemanes, italianos, etc., es sobre un Cuerpo que contó en su origen y desarrollo con ingenieros italianos, flamencos, franceses y de otras naciones. Este estudio se publica como volumen 97 de la Revista Internacional de Historia Militar así como el número 8 de Cuaderno de Historia Militar. En esta ocasión el coordinador es Jesús Cantera Montenegro, profesor de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid y Vocal de la CHISMI. Se trata, pues, de analizar la presencia de ingenieros militares extranjeros, pero por sus especiales circunstancias afecta a artillería y construcciones civiles o de canalización o de cartografía, o cosmografía y matemáticas. El primer capítulo Pedro Luego, profesor de la Universidad de Sevilla, analiza brevemente, en algo más de treinta páginas, Los ingenieros italianos al servicio de la Corona hispana. Entre el liderazgo técnico y el espionaje. Pese a su brevedad, el autor hace una alarde de ochenta y seis ejemplos con abundante documentación de archivo. Es de destacar la conclusión, a mí me parece matizable, de que España no hizo esfuerzos por conseguir ingenieros de sus territorios italianos, sino que optó por buscarlos en Florencia, Génova, y Venecia. Aparecen nombres familiares a los historiadores militares, como Spannochi, Fratin, Turriano, Antonelli, Buscayolo, etc. Sin embargo, ya en el siglo XVII destaca la escuela de Milán, con José Chafrión, Borsano, Prósperi. Una vez creado el Cuerpo de Ingenieros por Verboom en 1711, brillan nombres como Mateo Calabro fundador de la Real Academia Militar de Matemáticas de Barcelona, o Felipe León Maffey, elegido por Verboom para trabajar en América, escenario que viene analizado rápidamente y que acaso hubiera merecido un capítulo aparte. El autor dedica mayor importancia a Francisco Sabatini, del siglo XVIII, en el contexto americano. Es interesante que el autor afirme que fue habitual la transferencia de conocimiento a ingenieros locales. El escenario atlántico viene también recogido, y me llama la atención el caso del ingeniero Rafaelllo Barberini autor de unos dibujos técnicos para organizar el desembarco en Inglaterra veinte años antes de que se intentara. El capítulo II es del profesor Mario Sartor, de la Università degli Studi di Udine. Se centra en la familia de los Antonelli, no tanto como ingenieros, cuanto como arquitectos militares. Básicamente se trata de dos biografías en algo más de cuarenta páginas, las de Giovan Battista y la de Battista, aunque dedicada también algunas páginas a lo que ha llamado segunda generación, con Cristoforo Rota y Juan Bautista Antonelli, con abundante documentación inédita de archivo. El capítulo III es del profesor Muñoz Corbalán, de la Universidad de Barcelona, que trata de Los ingenieros flamencos en el Ejército español. Es el trabajo más largo, de casi ochenta páginas, descompensado con respecto a los otros, pero que vale la pena por la importancia del frente flamenco, aunque buena parte del trabajo está relacionado con Barcelona. El autor hace una descripción detallada de la presencia italiana en los Países Bajos, con nombres como Donato de Boni, Vitelli, Serbelloni, pero cuya presencia fue superada en los dos últimos tercios por ingenieros españoles. A comienzos del siglo XVIII había unos veinte ingenieros franceses en los Países Bajos. A quienes dedica más protagonismo es a los ingenieros flamencos, como Antoine Desfossez, Salomon Van Es, Van der Borcht –que fue también responsable de la Fábrica de Tabacos de Sevilla-, Sebastián de Vauban, y sobre todo Cornelio Verboom. Mención especial tiene Fernández de Medrano, fundador de la Academia de Matemáticas de Barcelona. Fue efectivamente la Guerra de Sucesión la que favoreció la institucionalización de los ingenieros militares y da mucha importancia a Jorge Próspero Verboom, toda vez que en 1718 fijó las ordenanzas del Cuerpo de Ingenieros del Ejército y a él se debe la creación de la Real Academia de Matemáticas de Barcelona, inspirada en la de Bruselas. Básicamente hace una biografía militar de Verboom, que llegó a ser capitán general en 1737, año en que se creaba la Real Junta de Fortificaciones. Por último, el autor aborda menudamente la contribución de Verboom en la ciudadela de Barcelona. Llega a la conclusión de que el final del reinado de Felipe V en 1746 coincide con la práctica desaparición de los ingenieros militares que habían formado parte del 3 grupo inicial del nuevo Cuerpo creado en 1711. Prácticamente a medidos del siglo XVIII ya no quedan ingenieros extranjeros, sobresalen nombres como el marqués de Pozoblanco, el conde de Aranda, Zeremeño, Lucuze, etc. El cuarto y último capítulo es del profesor Cantera Montenegro, que es el coordinador del volumen. Se centra en los Ingenieros franceses en el Ejército español, en treinta y siete páginas. Se focaliza en la Guerra de Sucesión española (1701-1715), porque supuso la llegada a España de ingenieros franceses enviados por Luis XIV. Viene a ser una descripción de la contribución de los ingenieros franceses en las principales acciones bélicas usando la bibliografía existente. Ciertamente fueron muchos, así, por ejemplo, para la campaña de Portugal intervinieron sesenta y nueve ingenieros franceses. Pero también estuvieron en otros frentes, como Badajoz, Tortosa o Barcelona. Aunque es verdad que los ingenieros franceses colaboraron con los españoles y que nunca unidades francesas se integraron en el ejército español, no cabe duda que estos individuos, toda vez que volvieron en su mayoría a Francia, sirvieron para que el país vecino tuviera una información privilegiada de las defensas de la Península. El autor afirma que los ingenieros franceses colaboraron con el ejército español en unas actuaciones importantes que contribuyeron decisivamente a la vitoria borbónica. Aunque al terminar la guerra muchos volvieron a Francia, otros quedaron en España y fueron fieles a Felipe V durante la guerra de la Cuádruple Alianza. Concluye el trabajo con unas referencias las sagas de ingenieros de origen francés, especialmente los Lemaur. El libro tiene una bibliografía básica, que es la citada en los cuatro capítulos, numerosas ilustraciones a color e índice analítico muy útil. Se trata, pues, de una importante aportación que no agota un tema enorme, podríamos decir que poliédrico, porque toca muchas facetas del ejército, pero en su sencillez y modestia fija claramente la importancia de los ingenieros militares extranjeros.

Enrique García Hernán

CSIC-CHISMI

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