IEEE. El conflicto de Chipre 50 años después y el Neootomanismo de Turquía: Aspiraciones Geopolíticas en el Mediterráneo Oriental

16 may 2025
IEEE. El conflicto de Chipre 50 años después y el Neootomanismo de Turquía: Aspiraciones Geopolíticas en el Mediterráneo Oriental
Sebastián Chumbe Checa. Internacionalista y Divulgador Cultural
Chipre: Una isla dividida en dos
El 20 de julio de 2024 marcó el quincuagésimo aniversario de la Operación Atila, una intervención militar llevada a cabo por las Fuerzas Armadas de Turquía en el norte de la República de Chipre (RDC), que resultó en la ocupación del 38% del territorio de la isla. Este evento histórico sentó las bases para la posterior proclamación de la República Turca del Norte de Chipre (RTNC), un Estado reconocido únicamente por Turquía. En el marco de esta conmemoración, el presidente de la República de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, pronunció un discurso durante su visita a la RTNC en el que manifestó su disposición a construir una base naval en el norte de Chipre, de considerarse necesario1. Esta declaración ha generado un amplio debate en el ámbito internacional, en particular en lo que respecta a sus implicaciones geopolíticas y su impacto en el ya complejo conflicto chipriota.
Aunque la República de Chipre (RDC), un Estado soberano y miembro de la Unión Europea, representa en su bandera y simbología oficial el mapa completo de la isla de Chipre, su control efectivo se limita al 60,98% del territorio insular, equivalente a aproximadamente 5,642 km². Por su parte, la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre (RTNC) ejerce soberanía de facto sobre el 36,3% de la isla, lo que corresponde a 3,335 km². El 2,7% restante del territorio (254 km²) está bajo la administración del Reino Unido como parte del Territorio de Ultramar de Akrotiri y Dhekelia. Esta fragmentación territorial evidencia una discrepancia entre la representación simbólica de la bandera chipriota y la realidad geopolítica de la isla, tal como se ilustra en el mapa de la Figura 2.
(Figura 1) Bandera de la República de Chipre
(Figura 2) Chipre, la isla partida en dos. Fuente: El Orden Mundial. 17/10/2018
https://elordenmundial.com/mapas-y-graficos/chipre-la-isla-partida-en-dos/
Para comprender en profundidad la compleja situación política de Chipre, resulta imprescindible examinar los antecedentes históricos de la isla, particularmente aquellos que se remontan a la segunda mitad del siglo XX. Además, al igual que en cualquier conflicto geopolítico de relevancia internacional, es fundamental llevar a cabo un análisis detallado de los intereses económicos y estratégicos de los actores clave involucrados, entre los que destacan Grecia, Turquía y la Unión Europea. Solo a través de una comprensión profunda de las raíces históricas, políticas y económicas de esta disputa será posible evaluar de manera informada las posibles vías de resolución para uno de los conflictos más prolongados y emblemáticos del Mediterráneo Oriental.
La historia de una isla disputada
La ciudad de Lárnaca, con más de 3,000 años de antigüedad, es uno de los asentamientos continuamente habitados más antiguos del mundo. Su historia refleja la rica herencia cultural de Chipre, influenciada inicialmente por los antiguos micénicos y, posteriormente, por la cultura griega. Durante la antigüedad, ciudades-estado como Salamina, Paphos, Kourion e Idalion florecieron como importantes polis griegas. Sin embargo, la ubicación estratégica de Chipre en el Mediterráneo Oriental atrajo a numerosas civilizaciones, incluyendo fenicios, egipcios, persas, macedonios, romanos, bizantinos, árabes, normandos, franceses, venecianos y otomanos.
La influencia otomana en Chipre comenzó en 1571, cuando el Imperio Otomano expulsó a los venecianos tras la Batalla de Lepanto, a pesar de su derrota en este enfrentamiento naval. La isla se convirtió en el Eyalato de Chipre, iniciando tres siglos de dominación otomana. Para el siglo XIX, el Imperio Otomano, conocido como "el Enfermo de Europa", enfrentaba graves problemas internos y presiones externas. En 1878, el Reino Unido, interesado en asegurar su influencia en el Mediterráneo Oriental, ofreció apoyo a los otomanos contra Rusia a cambio del control de Chipre. Así, la isla pasó a ser una colonia británica, marcando el inicio de una nueva era de influencia extranjera.
El 16 de agosto de 1960, Chipre proclamó su independencia tras los acuerdos de Zúrich y Londres, estableciendo la República de Chipre (RDC). El nuevo estado adoptó un sistema de gobierno compartido entre las comunidades grecochipriota y turcochipriota. El arzobispo Makarios III asumió como presidente, representando a los grecochipriotas, mientras que Fazıl Küçük se convirtió en vicepresidente, representando a los turcochipriotas. Sin embargo, este frágil equilibrio se rompió en 1963 cuando Makarios propuso una reforma constitucional que eliminaba el poder de veto turcochipriota, una medida considerada necesaria para agilizar la gobernabilidad, pero rechazada por la comunidad turcochipriota.
La reforma desencadenó violencia intercomunal, destacándose eventos como la Navidad Sangrienta de 1963, donde cientos de civiles murieron. En 1964, las Naciones Unidas establecieron la Fuerza de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre (UNFICYP) para supervisar el cese de hostilidades. Aunque la UNFICYP logró mantener una relativa estabilidad durante una década, las tensiones entre las comunidades persistieron.
El 15 de julio de 1974, la Junta Militar Griega (conocida como la Dictadura de los Coroneles) respaldó un golpe de Estado contra Makarios III, con el objetivo de unir Chipre a Grecia, un proceso conocido como enosis. El golpe, liderado por el general Nikos Sampson, buscaba establecer un régimen títere de Grecia, pero generó una profunda inestabilidad en la isla.
Turquía, percibiendo el golpe como una amenaza para la comunidad turcochipriota, invadió el norte de Chipre el 20 de julio de 1974 en la Operación Atila. Esta intervención militar resultó en la ocupación del 36% del territorio chipriota. La presión internacional, el fracaso del golpe y la invasión turca llevaron a la caída de la Junta Militar Griega el 24 de julio, restaurándose la democracia en Grecia. Makarios regresó al poder en Chipre el 7 de diciembre, pero la división de la isla ya era irreversible.
El 15 de noviembre de 1983, los turcochipriotas, liderados por Rauf Denktaş, proclamaron la República Turca del Norte de Chipre (RTNC), un Estado solo reconocido por Turquía. El Consejo de Seguridad de la ONU declaró inválida esta declaración mediante la Resolución 5412, reafirmando el estatus de la RDC como el único gobierno legítimo de Chipre.
El 1 de mayo de 2004, la RDC se unió a la Unión Europea (UE), mientras que la RTNC quedó excluida debido a su falta de reconocimiento internacional. En abril de 2004, se realizó un referéndum sobre el Plan Annan, propuesto por el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan. El plan proponía una solución federal para Chipre, dividiendo la isla en dos estados autónomos bajo una estructura centralizada. Aunque el 65% de los turcochipriotas apoyaron el plan, el 76% de los grecochipriotas lo rechazaron3, lo que impidió su implementación.
Entre 2010 y 2012, se reiniciaron las conversaciones de reunificación entre el líder grecochipriota Dimitris Christofias y el líder turcochipriota Mehmet Ali Talat, pero no se lograron avances significativos4. En 2015, las negociaciones se estancaron nuevamente debido a desacuerdos sobre la distribución del poder, la propiedad de tierras y la presencia militar turca en el norte.
En junio-julio de 2017, se celebró la Conferencia de Crans-Montana en Suiza, con la participación de líderes grecochipriotas, turcochipriotas, Turquía, Grecia y la ONU5. Sin embargo, las negociaciones fracasaron debido a la negativa turca a retirar sus tropas de la isla.
A partir de 2020, el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan adoptó una postura más agresiva en el conflicto chipriota. En julio de 2021, durante una visita a la RTNC, Erdoğan declaró que Turquía defendería los intereses turcochipriotas "a cualquier costo". Además, respaldó la reapertura de la ciudad fantasma de Varosha6, una medida que generó tensiones internacionales.
Entre 2021 y 2023, Turquía incrementó su influencia en el Mediterráneo Oriental, explorando recursos energéticos en aguas disputadas y fortaleciendo su presencia militar en el norte de Chipre7. Con este panorama, es evidente que el conflicto chipriota está lejos de resolverse.
Los actores internacionales
El conflicto de Chipre no es un caso aislado en el ámbito internacional, sino un diferendo en el que intervienen múltiples actores externos con intereses políticos, económicos y estratégicos claramente definidos. Entre estos actores, Turquía destaca como el más influyente, cuya postura ha evolucionado significativamente desde el inicio del conflicto. Tras la Operación Atila en 1974, Turquía consolidó su presencia militar en el norte de Chipre. Posteriormente, respaldó la proclamación de la República Turca del Norte de Chipre (RTNC) en 1983 bajo el liderazgo de Rauf Denktaş. Durante décadas, Turquía mantuvo una postura defensiva, justificando su intervención como protección de la comunidad turcochipriota. Asimismo, no reconoce la soberanía de la RDC, e insta a la comunidad internacional a reconocer a la RTNC8.
Con la llegada al poder del Adalet ve Kalkınma Partisi (AKP) en 2002, la política exterior turca adoptó un enfoque más pragmático. Inicialmente, el AKP apoyó el Plan Annan en 2004, que proponía una solución federal para Chipre. Sin embargo, el rechazo del plan por parte de los grecochipriotas reforzó la división de la isla. A partir de 2010, bajo el liderazgo de Recep Tayyip Erdoğan, Turquía adoptó una postura más asertiva. En 2017, durante la Conferencia de Crans-Montana, Turquía rechazó retirar sus tropas de Chipre, lo que estancó las negociaciones de reunificación.
Desde 2020, la política turca ha girado hacia un enfoque más expansionista, impulsada significativamente por el descubrimiento de importantes yacimientos de recursos energéticos en aguas cercanas a Chipre. Este hallazgo ha exacerbado las tensiones con Grecia y otros países de la Unión Europea (UE) en torno a la delimitación de zonas económicas exclusivas (ZEE) en el Mediterráneo Oriental. Un ejemplo de esta escalada fue el aumento de ejercicios militares en la región, como los ocurridos en agosto de 20209, cuando Turquía envió el buque de exploración Oruç Reis a aguas disputadas. Estas acciones reflejan las ambiciones neo-otomanas de Erdoğan, que busca posicionar a Turquía como una potencia regional influyente. Actualmente, Turquía mantiene presencia militar en países como Siria, Irak, Libia, Azerbaiyán, Somalia y Qatar, además de influir políticamente o vender armas a naciones como Ucrania, República Centroafricana, Níger, Etiopía y Pakistán.
Por su parte, la postura de Grecia también ha evolucionado con el tiempo. En la década de 1950, Grecia apoyó a la Ethniki Organosis Kyprion Agoniston (EOKA), una organización nacionalista grecochipriota que luchó por la expulsión de las tropas británicas y la eventual unión de Chipre con Grecia, conocida como enosis. Sin embargo, la caída de la Junta Militar Griega en 1974 marcó un giro en la política de Grecia, que pasó a defender la soberanía de la RDC y a buscar una solución pacífica al conflicto. En 2004, el país helénico respaldó el Plan Annan, aunque este fue rechazado por el 76% de los grecochipriotas. A pesar de ello, Grecia ha mantenido una postura firme contra la ocupación turca, respaldando a la RDC en foros internacionales.
Uno de los ejemplos más emblemáticos de este apoyo ocurrió durante la escalada de tensiones en el Mediterráneo Oriental en 2020. En ese contexto, el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, realizó una visita oficial a Chipre, donde afirmó que Grecia no permitiría que los objetivos expansionistas de Turquía prevalecieran y que no sucumbiría ante provocaciones que pudieran generar una crisis innecesaria10. Mitsotakis reiteró el compromiso de Grecia con la soberanía de Chipre y el derecho internacional, declarando: "Grecia y Chipre están unidas en su defensa del derecho internacional y la estabilidad en el Mediterráneo Oriental."
En 2024, durante el 50º aniversario de la ocupación turca del norte de Chipre, Mitsotakis realizó una nueva visita a la isla, en la que pidió la reunificación de Chipre y denunció la "invasión y ocupación ilegal turca"11. Estas declaraciones reflejan la postura constante de Grecia en defensa de la integridad territorial de Chipre.
Un factor que ha contribuido a frenar una escalada abierta de tensiones en la región es la membresía de Grecia y Turquía en la OTAN. Ambos países se unieron a la alianza en 1952, durante su primera expansión. La OTAN ha mantenido una postura neutral en el conflicto de Chipre, evitando tomar partido entre sus miembros y enfatizando la importancia del diálogo y la solución pacífica del conflicto.
Durante las tensiones de 2020 en el Mediterráneo Oriental, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, instó a ambas partes a resolver sus diferencias mediante el diálogo, afirmando: "Es importante que todos los aliados muestren moderación y eviten acciones que puedan aumentar las tensiones." Esta mediación fue clave para establecer un mecanismo de seguridad entre Grecia y Turquía, que incluyó una línea directa de comunicación entre ambos gobiernos para prevenir incidentes militares12. Sin embargo, esto no ha sido suficiente para calmar el conflicto.
Intereses económicos y recursos energéticos
El conflicto de Chipre no solo tiene dimensiones políticas y sociales, sino también un importante componente económico, particularmente relacionado con los recursos energéticos del Mediterráneo Oriental. Esta región, rica en hidrocarburos, ha cobrado mayor relevancia tras el descubrimiento de yacimientos de gas natural en las últimas décadas. Estos hallazgos han transformado la dinámica geopolítica de la zona, convirtiendo a Chipre en un actor potencial en el mercado energético global, pero también han exacerbado las tensiones con Turquía, que disputa los derechos de exploración y explotación de estos recursos.
En 2010, la empresa estadounidense Noble Energy descubrió el yacimiento de gas Leviatán, ubicado a 130 kilómetros al oeste de Haifa13, en una zona que converge con las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de Israel y Chipre, tal y como se muestra en la figura 3. Este yacimiento, con reservas estimadas en 22 trillones de pies cúbicos (TCF) de gas natural, ha posicionado a Israel como un actor clave en el mercado energético regional. Desde 2019, Leviatán ha estado en producción, suministrando gas a Israel, Jordania y Egipto, y consolidando la cooperación energética entre estos países14. Chipre, gracias a su posición geográfica, se presenta como un potencial candidato para una cooperación con Israel que le permita expandir el suministro hacia los mercados europeos15.
(Figura 3) Leviathan Gas Field, Mediterranean Sea. Fuente: Offshore Technology. 11/10/2023
https://www.offshore-technology.com/projects/leviathan-gas-field-levantine-israel/?cf-view&cf-closed
En el 2011, un consorcio liderado por Noble Energy, Delek Drilling y Shell descubrió el yacimiento de gas Aphrodite16, ubicado a 170 kilómetros al sur de Chipre, dentro de la ZEE de la isla, tal y como se aprecia en la figura 4. Con reservas estimadas en 4.5 TCF, Aphrodite ha generado expectativas sobre el potencial de Chipre como exportador de gas natural a Europa y otros mercados. Sin embargo, el desarrollo de este yacimiento ha enfrentado retrasos significativos debido a las tensiones geopolíticas, particularmente con Turquía, que no reconoce la ZEE de Chipre y reclama derechos sobre los recursos energéticos de la región.
(Figura 4) Yacimiento Aphrodite en las costas de Chipre. Fuente: Israel Económico. 08/05/2023
https://www.israeleconomico.com/economia-y-empresas/firma-israeli-empieza-a-buscar-gas-frente-a-chipre-luego-gaza/
En 2018, Chipre y Egipto firmaron un acuerdo para la construcción de un gasoducto que permitiría transportar gas natural desde Aphrodite a instalaciones egipcias, donde sería licuado y reexportado a mercados internacionales, incluyendo la Unión Europea (UE)17. Este acuerdo representó un hito en la cooperación energética regional y un paso importante para diversificar las fuentes de energía europeas. Sin embargo, los avances han sido obstaculizados por las acciones de Turquía, que ha buscado desestabilizar los proyectos energéticos de Chipre.
Un ejemplo emblemático de esta estrategia ocurrió en junio de 2019, cuando Turquía envió los buques de exploración Fatih y Yavuz a aguas que Chipre considera parte de su ZEE18. Aunque estas exploraciones no coincidieron con la ubicación del yacimiento de Aphrodite, enviaron un mensaje claro: Turquía está dispuesta a usar la fuerza para proteger sus intereses en la región.
Estas acciones crearon un ambiente de incertidumbre y riesgo para las empresas internacionales, como Eni, Total y ExxonMobil, que han invertido en proyectos energéticos en Chipre. De hecho, Eni suspendió temporalmente sus operaciones en aguas chipriotas tras la llegada de los buques turcos19. No obstante, si bien el accionar turco ha ralentizado el desarrollo de la extracción energética de la RDC, la cooperación entre Chipre y Egipto continúa avanzando20.
Las acciones de Turquía en el Mediterráneo Oriental reflejan una estrategia más amplia para consolidar su influencia en la región y convertirse en un hub energético. Esta ambición ha sido expresada en múltiples ocasiones por el presidente Recep Tayyip Erdoğan, quien ha promovido una visión neo-otomana que busca restaurar el papel de Turquía como potencia regional. En el contexto del centenario de la República de Turquía en 2023, Erdoğan reiteró su objetivo de convertir a Turquía en un centro de distribución de energía entre Europa, Asia y África21.
Turquía: Neo-otomanismo antes que Unión Europea
La estrategia de Recep Tayyip Erdogan en Chipre ha generado tensiones con la UE y otros actores regionales. Turquía no reconoce la Zona Económica Exclusiva de Chipre y argumenta que los recursos energéticos de la isla deben ser compartidos con la República Turca del Norte de Chipre (RTNC), entidad que solo Ankara reconoce. Esta postura ha llevado a Turquía a realizar actividades de exploración y perforación en aguas disputadas, lo que ha sido condenado por la UE y ha complicado las negociaciones de adhesión de Turquía al bloque comunitario.
La UE ha respondido a las acciones de Turquía en el Mediterráneo Oriental con una combinación de sanciones, declaraciones diplomáticas y esfuerzos de mediación. Tras el incidente de 2019, la UE impuso sanciones a personas y entidades turcas involucradas en las actividades de perforación, incluyendo la congelación de activos y prohibiciones de viaje22. Sin embargo, estas medidas han sido simbólicas y no han tenido un impacto significativo en la economía turca ni han detenido sus actividades en la región. Además, la UE ha respaldado a Chipre en foros internacionales, reiterando su apoyo a la soberanía de la isla sobre su ZEE y promoviendo el diálogo entre las partes.
Las acciones de Turquía en el Mediterráneo Oriental representan un dilema existencial en su política exterior. Por un lado, Turquía es candidata oficial a la adhesión a la UE, un proceso que requiere el cumplimiento de condiciones como el respeto al derecho internacional y la normalización de relaciones con Chipre. Sin embargo, las acciones de Ankara, como el envío de buques de exploración y la amenaza de establecer una base militar en el norte de Chipre, violan estas condiciones y han generado fricciones con la UE.
Un ejemplo claro de este incumplimiento es el Protocolo de Ankara (2005), que exige a Turquía abrir sus puertos y aeropuertos a los barcos y aviones chipriotas23. Aunque el protocolo no menciona explícitamente el reconocimiento de Chipre, su aplicación efectiva implicaría un trato normalizado con la isla, algo que Turquía ha evitado debido al conflicto y su apoyo a la RTNC. Este incumplimiento ha bloqueado el progreso de las negociaciones de adhesión de Turquía a la UE.
En resumen, el conflicto de Chipre y la disputa por los recursos energéticos del Mediterráneo Oriental han convertido a la isla en un punto clave de la geopolítica regional, mientras Turquía prioriza su expansión estratégica y su visión neo-otomanista sobre la adhesión a la UE.
Soluciones al conflicto: Federalismo vs Solución de Dos Estados
El conflicto de Chipre presenta actualmente tres posibles desenlaces: el federalismo, la solución de dos estados y el mantenimiento del statu quo de conflicto congelado. En este capítulo, se analizarán brevemente estas opciones, sus implicaciones y los desafíos que cada uno plantea.
El federalismo en Chipre implicaría la creación de un Estado federal compuesto por dos entidades: una controlada por grecochipriotas y otra por turcochipriotas. Este modelo busca preservar la unidad de la isla mientras otorga autonomía a ambas comunidades. Históricamente, la República de Chipre (RDC) apoyó una solución federal basada en el Plan Annan (2004), pero los grecochipriotas rechazaron dicho plan en un referéndum, argumentando que otorgaba demasiados privilegios a la República Turca del Norte de Chipre (RTNC) y que no garantizaba la retirada de las tropas turcas.
Por su parte, los turcochipriotas, alineados con la política turca, inicialmente respaldaron esta solución. Sin embargo, su postura ha evolucionado. Durante su visita al norte de Chipre en 2023, el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan declaró que no tenía sentido volver a discutir el plan federal y expresó su disposición a construir una base naval en la isla24. Esta postura contrasta con las demandas grecochipriotas, que insisten en una solución federal sin presencia militar turca. La última ronda de negociaciones para la reunificación tuvo lugar en 2017 durante la Conferencia de Crans-Montana, sin avances significativos.
Los desafíos del federalismo incluyen las tensiones históricas entre grecochipriotas y turcochipriotas, que dificultan la cooperación. La presencia de tropas turcas en el norte de la isla es otro obstáculo, ya que la RDC exige su retirada como condición para cualquier acuerdo. Además, la disputa por los recursos energéticos en el Mediterráneo Oriental ha complicado aún más las negociaciones.
Entre las ventajas del federalismo se encuentra la unidad territorial, que mantendría la isla como un solo Estado, respetando su integridad. Para los turcochipriotas, este modelo ofrecería la posibilidad de integrarse a la Unión Europea (UE), lo que les permitiría acceder a los beneficios comunitarios.
Sin embargo, también existen riesgos. Los sistemas políticos de la RDC y la RTNC no son completamente compatibles, lo que podría generar bloqueos en un gobierno compartido. Además, la desconfianza histórica entre ambas comunidades, agravada por cincuenta años de separación, dificultaría la cooperación. Por último, es probable que Turquía continúe influyendo en el norte, desestabilizando el sistema federal.
La solución de dos estados implicaría el reconocimiento formal de dos entidades separadas: la RDC, a ser reconocida por Turquía, y la RTNC, que obtendría reconocimiento como Estado soberano por parte de la comunidad internacional y un potencial ingreso a las Naciones Unidas. Este modelo otorgaría a cada comunidad control sobre su territorio y recursos, lo que podría reducir los conflictos intercomunales.
La RDC se opone firmemente a esta solución, ya que considera que legitimaría la ocupación turca del norte, uno de los principales obstáculos para el diálogo. En diciembre de 2022, el ministro de Relaciones Exteriores de Chipre, Ioannis Kasoulides, rechazó públicamente la solución de dos estados25, comparándola con la Partición de la India y subrayando que violaría las resoluciones de la ONU.
Por su parte, la RTNC, respaldada por Turquía, apoya abiertamente esta solución, ya que le permitiría obtener reconocimiento internacional. En enero de 2023, el presidente de la RTNC, Ersin Tatar, declaró que la federación bizonal era un "desperdicio de tiempo", argumentando que los grecochipriotas no tienen incentivos dentro de la UE para compartir la isla de manera justa. Tatar insistió en que la solución de dos estados es la única viable26.
Entre las ventajas de esta opción se encuentra la autonomía que cada comunidad tendría sobre su territorio y recursos, lo que podría reducir los conflictos intercomunales. Además, satisfaría las demandas turcochipriotas y turcas. Sin embargo, también presenta desventajas. La disputa por los yacimientos de gas en el Mediterráneo Oriental podría intensificarse, complicando la delimitación de las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de ambos estados. Esto aumentaría las fricciones entre Grecia y Turquía, ya existentes en el mar Egeo.
Mantener el statu quo de conflicto congelado perpetuaría la división de la isla, con la RDC en el sur y la RTNC en el norte. Este escenario consolidaría la falta de unidad territorial y la fragmentación política. La presencia militar turca en el norte seguiría siendo un punto de fricción con Grecia y la UE, afectando la estabilidad en el Mediterráneo Oriental.
Además, los recursos energéticos en aguas grecochipriotas, como el yacimiento de Aphrodite, seguirían sin explotarse plenamente debido a las disputas y la incertidumbre generada por Turquía. La RDC, como miembro de la UE, continuaría enfrentando desafíos para integrar a toda la isla en el bloque comunitario, mientras que la RTNC permanecería aislada internacionalmente. En resumen, el statu quo perpetuaría la división, el aislamiento y las tensiones, sin resolver los problemas subyacentes del conflicto chipriota.
Conclusiones
El conflicto de Chipre, que se remonta a la Operación Atila de 1974, cuando Turquía ocupó el 38% de la isla, sigue siendo uno de los más complejos del Mediterráneo Oriental. La República de Chipre (RDC), reconocida internacionalmente y miembro de la UE, controla el 60.98% del territorio, mientras que la República Turca del Norte de Chipre (RTNC), solo reconocida por Turquía, administra el 36.3%. Esta división refleja una discrepancia entre la representación simbólica de la isla unificada y la realidad geopolítica.
El conflicto tiene raíces históricas profundas, desde la dominación otomana (1571-1878) hasta la independencia en 1960 y el golpe de 1974 que desencadenó la invasión turca. La proclamación de la RTNC en 1983 y el rechazo del Plan Annan en 2004 consolidaron la división. Actualmente, las tensiones se agravan por los recursos energéticos en el Mediterráneo Oriental, como los yacimientos de Aphrodite, que han convertido a Chipre en un actor clave en el mercado energético global.
Turquía, bajo el liderazgo de Recep Tayyip Erdoğan, ha adoptado una postura expansionista y neo-otomanista, respaldando a la RTNC y explorando recursos en aguas disputadas, con un afán de convertirse en un hub energético en la región. Esto ha generado fricciones con Grecia y la UE, que impuso sanciones simbólicas a Turquía en 2019. Grecia, por su parte, defiende la soberanía de la RDC y rechaza la solución de dos estados, que legitimaría la ocupación turca.
Las posibles soluciones incluyen el federalismo, que preservaría la unidad de la isla, pero enfrenta desafíos como la desconfianza histórica y la presencia militar turca; la solución de dos estados, que otorgaría soberanía a la RTNC, pero intensificaría las disputas energéticas; y el statu quo, que perpetuaría la división y el aislamiento de la RTNC. Cada opción tiene implicaciones profundas para la estabilidad regional y las relaciones entre Turquía, Grecia y la UE. En resumen, el conflicto chipriota sigue siendo un desafío geopolítico clave en el Mediterráneo Oriental.
Sebastián Chumbe Checa
Internacionalista y Divulgador Cultural
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The Cyprus Conflict 50 Years Later and Turkey’s Neo-Ottomanism: Geopolitical Aspirations in the Eastern Mediterranean
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