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Transcripción

El aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid, fue el escenario sobre el que, hace ahora cien años, sentó sus bases la aviación militar española.

Los protagonistas de esta historia fueron cinco oficiales: los capitanes Kindelán, Herrera y Arrillaga y los tenientes Barrón y Ortiz de Echagüe, primera promoción de pilotos militares españoles.

Estos pioneros realizaron su aprendizaje dentro de tres aeroplanos Farman, con motores de potencia inferior a 80 caballos, que volaban a 300 metros de altura y no superaban los 70 kilómetros por hora.

A partir de ahí, la Escuela de Pilotos de Cuatro Vientos abrió sus puertas a los componentes de todos los Cuerpos del Ejército y de la Armada que se fueron instruyendo con nuevas adquisiciones más evolucionadas.

Paso a paso, la aviación militar española fue consolidándose hasta situarse a la vanguardia mundial en las campañas de África, entre 1913 y 1927, participando en apoyo de las operaciones terrestres. En este mismo periodo, nace la aviación naval, con un enorme potencial para la Marina española.

Hoy, en pleno siglo XXI, el Ejército del Aire cuenta con 27.000 hombres y mujeres y más de 600 aeronaves de combate y apoyo.

Cazas de última generación que vuelan por encima de los 10.000 metros de altitud y alcanzan una velocidad dos veces la del sonido y aviones de transporte que pueden llegar a cualquier parte del mundo con material o ayuda humanitaria.

Nada que ver con los tres aviones de madera y tela, en los que los cinco intrépidos aviadores iniciaron su aventura a cara descubierta. Una proeza a medio camino entre el desafío de vender a la gravedad…y el sueño de Ícaro.

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